961 “LA CHISPA” (9
mayo 2012)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
ME ENCANTA RAJOY
Mariano Rajoy Brey, nacido en Galicia el 27 de marzo de 1955, es un gallego que parece cuadrar muy bien en el perfil de su signo zodiacal. Abogado y político distinguido, ocupa la presidencia del España desde el 20 de diciembre del 2011. Tras una larga carrera política, este hombre de una sola cara, ha escalado el más alto sitial en el gobierno español. No sé si será bruto, como es la fama de los gallegos, pero eso sí, es de una tozudez a prueba de todo. Y con una tenacidad de pájaro carpintero, se apega al libreto de la ultra derecha con una ferocidad digna de admiración. Es “hijo” de Aries, el cual está bajo la regencia de Marte, y de ahí, dicen los que saben de astrología, deriva su impulsividad, energía y fuerza vital. Los tipos de este signo no solo son apasionados sino radicales hasta el fanatismo, y por eso son previsibles en su conducta; para ellos no hay medias tintas: todo es negro o blanco, o están con ellos o en contra de ellos. Y esa ha sido la tónica de este señor a través de toda su vida. Nada de lo que hagan sus opositores es bueno o regular; para él todo es malo si proviene del bando contrario, y si es del suyo, todo es bueno. Bien pudo ser un ministro de Franco.
Estas personas son muy buenos capataces, dado que con su
ejemplo suelen contagiar a sus subordinados un espíritu de trabajo que va más
allá del ritmo burocrático. Son
ardientes y ponen “toda la carne en el asador” cuando de ejecutar sus deberes
se trata. Van con todo en cualquier
causa de la que sean devotos; y como este es un hombre de derecha absoluta, es fácil predecir qué le espera al pueblo
español. Es probable que enderece el
rumbo de la macroeconomía, que
resuelva el problema de los banqueros, empresarios e industriales; pero es
seguro que toda esa bonanza gubernativa y oligárquica, tenga que ser pagada por
el sector obrero español. Rajoy puede
ser un “dictador demócrata”. Una persona
con la que se puede discutir toda la vida sin lograr ningún acuerdo; él es de
las personas cerradas que no transigen en nada, que no hacen concesiones ni
reconocimientos a los contrarios; solo él tiene la razón, solo la derecha es
capaz de gobernar con eficiencia. Y es
probable que así sea, nada más que ese buen gobierno solo tiene un beneficiario
en España: la ultra derecha.
Eso es lo que me encanta de don
Mariano Rajoy: es un gobernante de una sola cara: la
de la clase oligárquica. Deslinda, sin
lugar a dudas, cuál va a ser la política a seguir. Y eso,
a la larga, suele ser mejor que el populismo multifacético y falso. Y si los españoles le dieron su voto, tendrán
que asumir su responsabilidad sin quejarse; ninguno se puede llamar a engaño
pues este hombre no ha hecho promesas populacheras ni complacientes. Su postura de derecha nunca ha dejado lugar a
dudas, y si hubo quienes entendieron mal el
warning, allá ellos. Y eso, es lo
que me encanta de Rajoy: la claridad de su
mensaje político. Es casi seguro que
España, bajo la mano de este señor, logrará llenar todos los requisitos
económicos que pide la comunidad europea.
Sin embargo, lo que les pase a los españoles de a pie, no me atrevo a
pronosticarlo. Por dicha que España ya
ha entrado en una época de madurez cívica que hace probable que ese pueblo sepa
resolver los tiempos negros que amenazan a todas las economías del Viejo
Mundo. Este hombre no anduvo con cantos
de sirena ni proponiendo programas populistas para embarcar a los
votantes. En España todo el mundo sabe
qué esperar de la derecha, y si lo escogió la mayoría, es de suponer que saben
lo que hicieron.
Dicen que el señor Rajoy emitió un ucase en el mismo
inicio de su gobierno; en él se les pone límites a los diputados y se les
iguala al resto de los españoles en muchos sentidos: atención médica sin
privilegios, pago de seguro social, nada de aumentarse el sueldo y otras cosas
que son agradables a los pueblos por su sentido de justicia, ya que estos están
hartos de tanto privilegio político como el de las pensiones y sus montos
escandalosos (por ejemplo, Costa Rica). No sé si eso sea cierto, pero de serlo, solo por eso, me encanta Rajoy. Esa
rectitud tan invariable (aunque no sea buena
para los pobres) es importante e infunde confianza en el gobierno y
gobernante. Rajoy es como ese otro
gallego obcecado que decía: “Sabe a
jabón, pero es queso”.
Me encanta Rajoy porque gente así es de una sola cara y
dice: “Estoy aquí por los ricos y para
los ricos, para que estos sean cada día más ricos. No es mi intención que los pobres salgan
jodidos, pero eso es inevitable en los programas de gobierno de la
derecha. Así que si los pelagatos votan
por mí, ese es su problema”.
Caso contrario
sucede en toda la América Latina.
Todos los candidatos son populistas, prometen de todo. Aseguran que van
a fortalecer la economía (sin saber un carajo de esta), dicen que resolverán
los problemas de la vivienda en forma definitiva, que aumentarán los salarios,
que abrirán fuentes de trabajo, que le darán a la educación y atención médica
todos los fondos que se requieran. Son
“gente del pueblo”, socialistas que se declaran humildes y se desmarcan de la
oligarquía; incluso suelen hablar mal de esta, prometiendo que la van a meter
en cintura, y que obligarán a los ricos
a pagar como ricos (discurso
cliché). Que van a hacer una reforma
fiscal draconiana, que tendrán “mano firme y honesta” en la función pública;
que combatirán con ardor la corrupción estatal y la delincuencia callejera. Pero apenas llegan al poder, se convierten es
mascotas incondicionales de los mismos de siempre, de los de “arriba”. Después de burlar las esperanzas de pueblos
ingenuos, se pasan al bando de la ultra derecha; es decir, son camaleones
políticos que nunca enseñan su verdadera faz.
Por eso me encanta Rajoy. Con él uno sabe qué esperar. Nadie se debe sentir frustrado con su
gobierno porque él no ha creado falsas expectativas en nadie. Los pobres que votaron por él, son ilusos que
creen que cuando desborden las arcas de los ricos, algo les puede caer a los de
abajo. Por su parte, los ricos no creen,
SABEN que ese hombre está ahí al
servicio de sus negocios. Nada más.
Los políticos latinos son veletas que siempre se acomodan
del lado donde les sopla el viento del dinero.
Jamás cuestionan nada, nunca hacen nada que valga la pena; ni siquiera que NO valga la pena. Son figuras anodinas, mascarones de proa que
nada dejan digno de hacer memoria; solo llegan a llenarse los bolsillos de
plata y, luego de asignarse pensiones
millonarias y sin rubor alguno, continúan en alguna teta del Estado,
esperando el momento de la reelección.
Ese es el triste panorama de los pueblos de América Latina. Por eso, de no tener lo que deseo como
gobernante, prefiero en el poder a un Rajoy.
La gente que sabe que hacer, aunque solo sea en beneficio de su casta. (¿Qué piensan de esto en sus países, prefieren a un Rajoy?)
Rajoyescamente
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