jueves, 10 de mayo de 2012

961 Me encanta Rajoy


961    LA CHISPA               (9 mayo 2012)

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

ME ENCANTA RAJOY
            
          Mariano Rajoy Brey, nacido en Galicia el 27 de marzo de 1955, es un gallego que parece cuadrar muy bien en el perfil de su signo zodiacal.  Abogado y político distinguido, ocupa la presidencia del España desde el 20 de diciembre del 2011.  Tras una larga carrera política, este hombre de una sola cara, ha escalado el más alto sitial en el gobierno español.  No sé si será bruto, como es la fama de los gallegos, pero eso sí, es de una tozudez a prueba de todo.  Y con una tenacidad de pájaro carpintero, se apega al libreto de la ultra derecha con una ferocidad digna de admiración.  Es “hijo” de Aries, el cual está bajo la regencia de Marte, y de ahí, dicen los que saben de astrología, deriva su impulsividad, energía y fuerza vital.   Los tipos de este signo no solo son apasionados sino radicales hasta el fanatismo, y por eso son previsibles en su conducta; para ellos no hay medias tintas: todo es negro o blanco, o están con ellos o en contra de ellos.  Y esa ha sido la tónica de este señor a través de toda su vida.  Nada de  lo que hagan sus opositores es bueno o regular; para él todo es malo si proviene del bando contrario, y si es del suyo, todo es bueno.  Bien pudo ser un ministro de Franco.
            Estas personas son muy buenos capataces, dado que con su ejemplo suelen contagiar a sus subordinados un espíritu de trabajo que va más allá del ritmo burocrático.  Son ardientes y ponen “toda la carne en el asador” cuando de ejecutar sus deberes se trata.  Van con todo en cualquier causa de la que sean devotos; y como este es un hombre de derecha absoluta, es fácil predecir qué le espera al pueblo español.  Es probable que enderece el rumbo de la macroeconomía, que resuelva el problema de los banqueros, empresarios e industriales; pero es seguro que toda esa bonanza gubernativa y oligárquica, tenga que ser pagada por el sector obrero español.  Rajoy puede ser un “dictador demócrata”.  Una persona con la que se puede discutir toda la vida sin lograr ningún acuerdo; él es de las personas cerradas que no transigen en nada, que no hacen concesiones ni reconocimientos a los contrarios; solo él tiene la razón, solo la derecha es capaz de gobernar con eficiencia.  Y es probable que así sea, nada más que ese buen gobierno solo tiene un beneficiario en España: la ultra derecha.
            Eso es lo que me encanta de don Mariano Rajoy: es un gobernante de una sola cara: la de la clase oligárquica.  Deslinda, sin lugar a dudas, cuál va a ser la política a seguir.  Y eso, a la larga, suele ser mejor que el populismo multifacético y falso.  Y si los españoles le dieron su voto, tendrán que asumir su responsabilidad sin quejarse; ninguno se puede llamar a engaño pues este hombre no ha hecho promesas populacheras ni complacientes.  Su postura de derecha nunca ha dejado lugar a dudas, y si hubo quienes entendieron mal el warning, allá ellos.  Y eso, es lo que me encanta de Rajoy: la claridad de su mensaje político.  Es casi seguro que España, bajo la mano de este señor, logrará llenar todos los requisitos económicos que pide la comunidad europea.  Sin embargo, lo que les pase a los españoles de a pie, no me atrevo a pronosticarlo.  Por dicha que España ya ha entrado en una época de madurez cívica que hace probable que ese pueblo sepa resolver los tiempos negros que amenazan a todas las economías del Viejo Mundo.  Este hombre no anduvo con cantos de sirena ni proponiendo programas populistas para embarcar a los votantes.  En España todo el mundo sabe qué esperar de la derecha, y si lo escogió la mayoría, es de suponer que saben lo que hicieron. 
            Dicen que el señor Rajoy emitió un ucase en el mismo inicio de su gobierno; en él se les pone límites a los diputados y se les iguala al resto de los españoles en muchos sentidos: atención médica sin privilegios, pago de seguro social, nada de aumentarse el sueldo y otras cosas que son agradables a los pueblos por su sentido de justicia, ya que estos están hartos de tanto privilegio político como el de las pensiones y sus montos escandalosos (por ejemplo, Costa Rica).  No sé si eso sea cierto, pero de serlo, solo por eso, me encanta Rajoy.  Esa rectitud tan invariable (aunque no sea buena  para los pobres) es importante e infunde confianza en el gobierno y gobernante.  Rajoy es como ese otro gallego obcecado que decía: “Sabe a jabón, pero es queso”.
            Me encanta Rajoy porque gente así es de una sola cara y dice: “Estoy aquí por los ricos y para los ricos, para que estos sean cada día más ricos.  No es mi intención que los pobres salgan jodidos, pero eso es inevitable en los programas de gobierno de la derecha.  Así que si los pelagatos votan por mí, ese es su problema”.
            Caso contrario sucede en toda la América Latina.   Todos los candidatos son populistas, prometen de todo. Aseguran que van a fortalecer la economía (sin saber un carajo de esta), dicen que resolverán los problemas de la vivienda en forma definitiva, que aumentarán los salarios, que abrirán fuentes de trabajo, que le darán a la educación y atención médica todos los fondos que se requieran.  Son “gente del pueblo”, socialistas que se declaran humildes y se desmarcan de la oligarquía; incluso suelen hablar mal de esta, prometiendo que la van a meter en cintura, y que obligarán a los ricos a pagar como ricos  (discurso cliché).  Que van a hacer una reforma fiscal draconiana, que tendrán “mano firme y honesta” en la función pública; que combatirán con ardor la corrupción estatal y la delincuencia callejera.  Pero apenas llegan al poder, se convierten es mascotas incondicionales de los mismos de siempre, de los de “arriba”.  Después de burlar las esperanzas de pueblos ingenuos, se pasan al bando de la ultra derecha; es decir, son camaleones políticos que nunca enseñan su verdadera faz.  Por eso me encanta Rajoy.  Con él uno sabe qué esperar.  Nadie se debe sentir frustrado con su gobierno porque él no ha creado falsas expectativas en nadie.  Los pobres que votaron por él, son ilusos que creen que cuando desborden las arcas de los ricos, algo les puede caer a los de abajo.  Por su parte, los ricos no creen, SABEN que ese hombre está ahí al servicio de sus negocios.  Nada más.  
            Los políticos latinos son veletas que siempre se acomodan del lado donde les sopla el viento del dinero.  Jamás cuestionan nada, nunca hacen nada que valga la pena; ni siquiera que NO valga la pena.  Son figuras anodinas, mascarones de proa que nada dejan digno de hacer memoria; solo llegan a llenarse los bolsillos de plata y, luego de asignarse pensiones millonarias y sin rubor alguno, continúan en alguna teta del Estado, esperando el momento de la reelección.  Ese es el triste panorama de los pueblos de América Latina.  Por eso, de no tener lo que deseo como gobernante, prefiero en el poder a un Rajoy.  La gente que sabe que hacer, aunque solo sea en beneficio de su casta.       (¿Qué piensan de esto en sus países, prefieren a un Rajoy?)
            Rajoyescamente                            
                                               Ricardo Izaguirre S.                          C-mail: rhizaguirre@gmail.com
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