jueves, 18 de junio de 2015

181 Una metodología del fútbol



181    LA CHISPA   

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.
USA: UNA METODOLOGÍA DEL FÚTBOL
            Cuando todavía respiraba la antigua Unión Soviética, el fútbol era un arma política, una herramienta al servicio de la ideología.  Y como el deporte en general siempre ha sido un instrumento de propaganda acerca de la superioridad de un sistema, las olimpiadas se tiñeron de rojo y barras y estrellas.  Pero esto era un episodio de cada cuatro años, de poco impacto consuetudinario; en cambio, el fútbol era de acción permanente y cotidiana.  Rusia, aunque nunca se ciñó la corona mundial, siempre fue protagonista en todos los grandes torneos de ese deporte.  El fútbol soviético tenía presencia política en el ámbito mundial.  En cambio los Estados Unidos era un ilustre anónimo en este importante ajedrez político.
            De esas reflexiones nació el “Cosmos”, una auténtica vitrina plagada de estrellas latinoamericanas y europeas; talvez un poco decadentes o en el acaso de sus carreras, pero con nombres emblemáticos que concitaban la atención mundial.  La formación del mítico “Cosmos” fue una maniobra política.  Pero falló, a pesar de la presencia de Pelé, Beckenbauer, Carlos Alberto, Giorgio Chinaglia y una constelación de jugadores de renombre mundial.  Este deporte continuaba siendo un extraño en la mentalidad del norteamericano; una especie de engendro cuya finalidad no era entendida por nadie.  El público continuaba completamente divorciado de ese quehacer deportivo, reservándose su deleite, únicamente para los latinos y europeos residentes en ese país.  Los latinos iban a ver a Pelé y los suyos; y los italianos, a Chinaglia y su pandilla.  También los alemanes al Káiser. 
            Fue cuando las autoridades comprendieron que habían errado el camino; el trabajo debía ser metódico, tesonero y a LARGO PLAZO.  El fútbol no podía ser un parche, sino algo que naciera de la entraña del pueblo para ser POPULAR.   Entonces se abandonó la liga profesional para que muriera por consunción.  Y así fue, desapareció la deslumbrante liga, y el fútbol recibió su discreto sepelio en la tierra del tío Sam; al menos públicamente y en ese nivel de vitrina.  Pero por debajo, se emprendió una tarea gigantesca en la formación de una ESCUELA.  Se hizo lo necesario para involucrar a los padres de familia, a las comunidades escolares y a las poblaciones en este proyecto.  Parecía un esfuerzo inútil, pero poco a poco fue calando en el país, y cada día se fueron involucrando más fuerzas en el sueño de unos cuantos visionarios.  Pero sobre todo, al proyecto político de hacer a los Estados Unidos una nación con PRESENCIA en este deporte de importancia mundial.  En el mejor y más popular deporte del mundo.  No podía ser que la nación más rica y poderosa del mundo fuera un “don nadie” en este deporte que cautiva a las masas de todo el planeta.  De esa manera, se puso en movimiento una gigantesca maquinaria cuyo fin era crear para el fútbol, a como diera lugar, un lugar de privilegio en los gustos de los norteamericanos; desde abajo.  Para esto se involucró a todo el sistema escolar de los Estados Unidos, incluyendo a las universidades.
            ¿Cómo sería esa escuela gringa de fútbol?  Pues como todo lo norteamericano: ecléctica.  Una mezcla del eficiente y creativo fútbol latinoamericano, con la parte metódica, formal y mecánica propia de la raza anglosajona.  Disciplina teutona y británica, y belleza plástica importada de Brasil y Argentina, a través de la inmensa corriente latina residente en U.S.A.  Y así se hizo.  Nació el “american way” de hacer fútbol, y surgió una Escuela Nacional Gringa que ahora se percibe claramente en todos los equipos norteamericanos; desde los infantiles hasta los mayores.  Como en la Escuela Brasileña.  No importa de dónde provenga el jugador, pues una vez que se inserta en un equipo o la Selección Nacional sabe qué hacer y cómo.   Y eso es lo que vemos en todos los equipos de ese país: una escuela bien definida que no es el producto de la improvisación, sino de un arduo trabajo de décadas. Ahora el fútbol gusta en Norteamérica; ya tiene hinchada sincera y apasionada que entiende “de qué se trata la cosa”, y el fútbol dejó de ser un juego extraño propio de latinos y europeos.  Y la Selección Grande de los Estados Unidos dejó de ser una Cenicienta.  Ya pesa y  empieza a asustar en los escenarios mundiales.  Pero además de la calidad de su tesonero trabajo, cuentan con la mentalidad de ganadores que distingue a ese pueblo.  Ellos no sienten complejos ante nadie, y su lema es: “We are Amerrica y podemos ser campeones en lo que sea”.  Ese es el espíritu que todos deberíamos imitar.  Eso fue lo que les vimos en este mundial de Perú (sub algo).  A despecho del resultado obtenido; eliminados o no, hay una visión muy clara de lo que es el fútbol de los Estados Unidos.  Es cierto que los eliminaron, pero eso se debe que existe un tope natural en los sistemas tácticos y planteamientos teóricos, el cual está dado por la calidad individual de los ejecutores.  Ese techo lo determina la habilidad personal del jugador, pues la mejor partitura sonará deficiente si los músicos individuales no están a la altura de ella.  Y eso es lo que todavía le falta pulir al jugador norteamericano: aún no han alcanzado esa calidad individual del argentino o brasileño, pero cuando lo logren (cuestión de tiempo y empeño), ese país será un serio protagonista en los campeonatos mundiales de cualquier nivel.
            Y en nuestro caso, si detrás del hábil jugador costarricense hubiera un Sistema Tico de jugar al fútbol, desde el kinder hasta la universidad del fútbol, otro gallo nos cantaría.  Si dejáramos de estar improvisando y haciendo remiendos cada vez que se convoca a una selección, seríamos protagonistas de primer nivel en cualquier escenario del mundo.  Nos sobra creatividad y calidad individual, pero nos hace falta un Sistema Nacional de cómo jugar al fútbol.  No argentino, brasileño o europeo, sino Tico.  Como el que tenían los uruguayos en el año 1950.  Algo propio y único que, cuando lo abandonaron y se dedicaron a imitar a los europeos, se sumieron para siempre en el anonimato.   No es malo imitar lo bueno.  Lo terrible es ser malos copiones de cosas idiotas.
            Si le gustó esta “Chispa”, coméntela con sus amigos y hagamos algo; talvez podamos salir del “tercermundismo” futbolístico y algún día, llegar a infundir terror a  nuestros enemigos deportivos.
                        Futboleramente
                                                           RIS

No hay comentarios:

Publicar un comentario