jueves, 18 de junio de 2015

205 ¿En qué parte de la escala estamos situados?



205   LA CHISPA          


Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

¿EN QUÉ PARTE DE LA ESCALA ESTAMOS SITUADOS?

            Esta reflexión es una necesidad impostergable ante el mundo que se nos viene encima.  No importa qué tan optimistas podamos ser.  La sociedad mundial marcha hacia una crisis inevitable, pues la naturaleza egoísta y avara del hombre, nos da la certeza para pronosticar con toda seguridad ese período de oscuridad.  Es un hecho inevitable que la carestía del petróleo hará que en algún momento en el futuro, este solo pueda ser utilizado por naciones muy ricas, y entonces vendrá la parálisis total de aquellos países que no lo producen.  Es obvio que las grandes potencias industriales como Estados Unidos, Alemania, Japón, China y otros gigantes lo van a acaparar a cómo dé lugar.  El que más acceso tenga a este combustible, será el que prevalezca sobre la faz de la tierra.  Por lo tanto, siendo una cuestión de vida o muerte su posesión, no podemos suponer, ni en sueños, que estos grandes imperios van a compartirlo con nosotros o sus aliados.  En esta guerra no habrá amigos de ninguna clase; solamente competidores ante un propósito único: la dominación económica total.  Y solo que surja una nueva forma de energía tan práctica como el petróleo, la suerte de los países que no lo tienen, está sellada desde ahora.
            ¿Qué alternativa tenemos ante tan siniestro futuro que, aunque no nos guste o pretendamos hacer como el avestruz, tarde o temprano tendremos que confrontar?  No es cuestión si eso se dará o no; la pregunta correcta es ¿CUÁNDO?   La carrera de industrialización masiva que ha iniciado China es algo de dimensiones colosales.  Tanto que, incluso los Estados Unidos ya empezó a preocuparse seriamente por este competidor que amenaza con sacudir la solidez del dominio yanqui en el mundo.  Nadie tiene una mano de obra tan diestra, barata y abundante como la China; quizás solo la India. Y eso hace imposible competir contra ellos en condiciones normales.  También la India ya se está metiendo en ese juego en donde solo los grandes tienen cabida.  El consumo de materias primas entre estos gigantes industriales será pavoroso, y cada uno de ellos tratará de bloquear a los otros, de acaparar los centros productores y de adueñarse de los mercados mundiales.  ¿Y qué papel juegan en ese pugilato de titanes países como Costa Rica y otros de características semejantes?  NINGUNO.  Solo seremos tomados en cuenta por los recursos naturales que tengamos, pues ni siquiera somos un mercado de consumo digno de ser considerado como gran objetivo.  Somos un mercadito cautivo marginal (TLC) que únicamente se considera como productor de materias primas o asentamiento de maquiladoras cuyos productos están destinados a los grandes sitios de consumo.  Factorías de mano de obra barata, con materias primas más baratas todavía.  Productores de café, frutas, flores y otras tonterías perfectamente prescindibles sin que se afecte nada en la vida de los grandes.
            Nuestra condición es de dependencia absoluta.  La verdad es que no tenemos nada con qué hacerle frente a lo que se nos viene encima.  Esto no es pesimismo gratuito, sino el resultado del análisis de la actualidad y las proyecciones de estas hacia el futuro.   La única alternativa a este proceso es la guerra: un cataclismo termonuclear que acabaría con todo.  Pero ya las grandes potencias saben muy bien que en esa guerra no habría ganadores, sino la eliminación de todas las formas de poder organizado.
            Pero ¿qué tiene que ver todo esto con el título de esta “Chispa”?  Pues todo.  Debemos prepararnos para ese destino futuro que podemos entrever en los signos del presente.  A velocidad meteórica, tenemos que aprender a ser autosuficientes en todo.  En materiales de construcción elaborados aquí, con materia prima nacional.  En agricultura de subsistencia y exportación, desarrollada con granos nativos, autóctonos; con abonos e insumos naturales fabricados aquí con nuestra propia materia prima.  También tenemos que aprender a elaborar ropa y textiles con materia prima nacional.  Tenemos que desarrollar una industria metalúrgica primaria que nos permita elaborar todo tipo de herramientas para la agricultura y la construcción.  No puede ser que tengamos que importar palas y machetes de El Salvador o China.  Tenemos que fabricar arados y todos los accesorios básicos de la agricultura, de manera que nadie nos pueda tapar la manguera del aire y rendirnos porque somos incapaces de fabricar un botón, una aguja o una máquina de coser.  El gobierno tiene la obligación de hacerse un planteamiento muy serio al respecto.  ¿QUÉ TAN DEPENDIENTES SOMOS?  ¿Podríamos sobrevivir a un bloqueo como el que le impusieron los gringos a Cuba?           ¿En qué punto de la cadena industrial nos encontramos? Cuando vemos todas las cosas de las que disponemos, nos creamos la ficción de que tenemos de todo y que siempre lo tendremos.  Pero ¿es eso cierto? ¿Tenemos hierro y otros metales?  ¿Podemos trabajarlos y fabricar herramientas, o solo somos unos parásitos dependientes e incapaces siquiera de fabricar un dedal de costurera?  ¿Podemos fabricar una aguja hipodérmica, un bisturí o los vidrios de unos anteojos, o la máquina con la que se esmerilan y pulen estos?  ¿Qué es lo que podemos hacer desde la materia prima nacional hasta el objeto ya terminado?  Talvez solo jícaras y pitos de barro para los turistas.  Es cierto que fabricamos tela y ropa, pero ¿podemos hacer las máquinas que hacen la tela y las que la cosen?  Tenemos una fábrica de llantas, ¿pero podemos hacer las máquinas que hay dentro de esta?  Tenemos infinidad de carros, pero ¿podemos hacer algún repuesto de estos por sencillo que parezca?  ¿Un simple y humilde amortiguador, un cojinete, un aro de llanta, un carburador, un torno, un esmeril, un motor eléctrico de cualquier clase o tamaño?  ¿Qué pasaría si tratamos de liberarnos del brutal tutelaje yanqui y estos nos bloquean como a Cuba?  ¿Qué podemos hacer en realidad, desde el principio hasta el final?  ¿Podríamos vivir de la agricultura sin tener que importar un infierno de carajadas del extranjero?  ¿Cómo transportaríamos la comida del campo a las ciudades una vez que se acabe el petróleo o que su precio haga imposible comprarlo?  La verdad es que estamos más atrasados que los hombres de la edad del bronce; y difícilmente calzaríamos en el neolítico.  La dependencia y el suministro de cosas manufacturadas en el exterior, nos han creado la ficción de que somos un país moderno, industrializado y con todos los adelantes del primer mundo; pero si lo vemos bien, todo eso es una burbuja que se puede reventar en cualquier momentos y sumirnos en la desgracia total.   ¿Podemos fabricar un radio, un televisor, una sierra para cortar metales, una computadora de las más simples?  Tenemos capacidad para fabricar un clavo, pero ¿podemos hacer la máquina que los elabora?  ¿Podemos hacer un lápiz o un bolígrafo en su totalidad, incluyendo las máquinas que los elaboran?  ¿Podemos fabricar papel?  ¿Qué pasaría con la educación si somos incapaces de hacer alguno de los implementos que utilizamos en ella?    La tiza.
            En el campo de la medicina, ¿cuáles son las que fabricamos en su totalidad, incluyendo los envases?  ¿Podemos fabricar éter, las mascarillas, las lámparas de los quirófanos, los instrumentos electrónicos, los aparatos de rayos X, los de hacer el TAC y otros de elevada tecnología?  ¿Tan siquiera podemos hacer un “cosito” de medir la presión sanguínea?   ¿Podemos fabricar en su totalidad algo tan sencillo como una bicicleta?  Y cuando digo fabricar, no me refiero al ensamblaje de piezas Shimano venidas de Japón. 
            ¿Qué es en realidad lo que podemos hacer en su totalidad sin depender de las importaciones de USA, Japón, Europa y, más recientemente, de China?  La cruel realidad es que NADA, aunque mucho nos duela.  Es por eso que nuestro gobierno y sociedad, tenemos que plantearnos seriamente en qué parte de la escala industrial estamos y cuál es el grado de dependencia que tenemos.  Pero más importante que eso (que todos lo sabemos) son las medidas perentorias que debemos tomar para ir minimizando esa condición que nos convierte en vasallos económicos y culturales.  Tenemos que cortar ese cordón umbilical que nos reduce a la condición de dependientes eternos de los imperios industriales.  No solo es una cuestión de orgullo o vanidad nacionalista, sino de crear la certeza de que si nos soltamos de la mano de los gringos o cualquier otra nación industrializada, no habremos de postrarnos en la inutilidad total.  Ellos pueden verse en enredos que les impida exportar ciertas cosas a nuestros países, y eso nos obliga a estar preparados.  No se trata de que nos convirtamos en otro Japón o Taiwán, sino de que seamos capaces de fabricar lo básico sin ayuda de nadie y sin tener que importar.  Importar objetos manufacturados es la clave de la desgracia de todo el tercer mundo.  Debemos variar ese deprimente esquema y convertirnos en un país si no absolutamente independiente, porque eso es muy difícil incluso para los grandes, al menos en una sociedad que no se quede tullida ante cualquier crisis mundial, como un bloqueo o cualquier otra tragedia de proporciones parecidas. 
            Comente esta “Chispa” con sus amigos y vecinos; hágala circular, pues su contenido no es materia de ficción, sino algo que puede estar a la vuelta de la esquina en términos históricos. 
            Esperanzadamente
                                               RIS

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