183 “LA
CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos
del Poder”
¿ESTÁ TODO BAJO EL CONTROL DE
DIOS?
Decimos
que Dios es la Perfección y que el universo entero es su obra, o que Dios es el
universo. Decimos que Su poder es
infinito, lo que quiere decir que NO HAY OTRO que pueda desviar, variar
o anular Su voluntad. Y siendo que Dios
es la personificación del Amor y la Bondad, no debería tener cabida alguna el
mal, el cual es, según la teología, producto del Demonio. Entonces ¿por qué persisten y se imponen en
todo el mundo la injusticia, el abuso, la maldad, la explotación de los débiles
por parte de los fuertes; la matanza de niños, viejos, mujeres y gente indefensa
e incapaz siquiera de comprender cuál es la razón por la que son aniquilados?
¿Cómo explicar racionalmente (o por
lo menos comprensiblemente) que tan poca gente sea dueña de tanto, mientras que
enormes masas de seres humanos ni siquiera tienen qué comer? ¿Tiene Dios algún control sobre estas cosas
cotidianas de la vida del hombre? ¿O
simplemente es que no le importa lo que pase en este planeta, y que estamos
librados a las fuerzas del azar y la supervivencia del más fuerte, como dijo
Darwin? Por lo que se ve en el mundo
actual, y por lo que nos enseña la Historia, podemos afirmar que Dios jamás ha
intervenido en los negocios de los hombres, ni siquiera para frenar algún acto
de evidente injusticia individual o colectiva.
Ni el Pueblo Elegido se salva de esta apreciación, a pesar de ser, según
sus libros sagrados, la nación mimada
de Dios. Ni cuando miles de ellos eran
eliminados en los diversos holocaustos que han sufrido en su accidentada
vida. Y aparte de los libros de
ciencia-ficción religiosa, NO EXISTE UN SOLO CASO de participación
directa comprobada de Dios en los asuntos humanos. Nadie puede probar que la Segunda Guerra
Mundial la ganaron los aliados porque Dios estuvo con ellos.
La gente puede decir lo que quiera
por influencia de su fe, pero no hay demostración irrebatible de la
intervención de Dios en estos sucesos.
¿Cómo pudo Dios permitir que los japoneses asesinaran a diez millones de
chinos durante la guerra última? ¿Cómo
permitió el dios de los judíos que los alemanes les mataran a seis millones de
personas? No parece haber explicación
racional a estos hechos. ¿Será que al
darnos el libre albedrío quedamos librados a nuestra suerte, inteligencia y
capacidad personal? La historia parece
ratificar esta suposición. Solo sobreviven
los más listos y fuertes: individuos y pueblos.
Millones de hombres de fe viven pidiendo justicia a Dios; pero resulta
que esta nunca se da, y los malos y fuertes parecen inmunes a todos los
posibles castigos que las religiones anuncian para los ricos y perversos. Al contrario, son únicamente los pobres y
débiles los que sufren todo tipo de tormentos e injusticias.
La abismal diferencia entre los
pueblos de la tierra es un buen indicador para preguntarnos que si todo está
bajo el control de Dios. Y si Dios
permite esas diferencias que favorecen solamente a algunos y dañan a millones,
¿cuál es el concepto que tiene Dios de la Justicia? ¿Por qué cuatrocientos millones de africanos
mueren de hambre lentamente, mientras que los gringos y gran cantidad de
europeos botan la comida? Es seguro que
sobrarán personas creyentes que digan que esa es “la voluntad de Dios”,
y que los hombres no tenemos derecho a conocer sus oscuros designios. Pero esa definición es muy débil y carece de
prueba alguna, pues NADIE sabe cuál
es la voluntad de Dios. Las respuestas
religiosas de esa naturaleza, solamente sirven para paliar nuestra enorme
angustia ante la ignorancia o imposibilidad de una explicación lógica.
Vemos que la Naturaleza se rige,
casi infaliblemente, por lo que consideramos que son leyes o reglas
determinadas por algo o alguien a quien solemos llamar Dios. Pero esa misma naturaleza es destruida
cotidianamente sin que Dios intervenga por ella. Nos dirán los hombres de fe, que la
desaparición del ser humano será su castigo por eso. Pero entonces, ¿cuál fue el objetivo de crear
a un género tan dañino capaz de destruir la obra de Dios, e incluso a él
mismo? Y más todavía, al mismo Dios,
pues una vez desaparecido el único ser capaz de meditar sobre Aquel, este
dejaría de tener existencia. La
gran paradoja es que Dios existe porque el hombre vive. Un Creador sin testigos, no tiene quien lo
avale o dé testimonio de su existencia.
¿Tiene Dios el control sobre este dilema?
Estadísticamente los malos siempre
ganan (digamos que “casi” para no ser tan tajantes). Y eso nos devuelve a la gran pregunta: ¿por
qué el mal es la norma casi general en un mundo supuestamente regido por un
Dios todo bondad, justo, amoroso y con un sentido infinito del valor de la vida? ¿Cómo este Dios permite tanta injusticia, y
tan abismales diferencias sociales entre las criaturas del reino de los hombres? ¿Cómo permite Dios, si está en control de
todo, semejante sacrificio (desperdicio) de vidas como la que se da en Irak,
Palestina y tantos otros sitios en donde los malos imponen su ley?
¿Estamos en las manos de Dios o del
Demonio? Las cajoneras explicaciones
religiosas son insuficientes para los cientos de millones de personas que
sufren sin ninguna esperanza real, NINGUNA, por más que los pastores
ofrezcan mil cielos para después de la muerte.
Piense en esta “Chispa”,
coméntela con sus amigos. Ojalá que sin
pasión religiosa, pues esta a nada conduce ni da respuestas reales, por
imaginativas o consoladoras que sean estas.
Fraternalmente
RIS
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