lunes, 3 de agosto de 2015

422 ¿Quién es Dios?



422   LA CHISPA   

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

¿QUIÉN ES DIOS?
            Para la forma de pensar de los vedantinos y de los ocultistas en general, esa pregunta no entraña misterio alguno y no es motivo de discusión o preocupación; sin embargo, para los occidentales cristianos, ese parece ser el mayor de sus problemas en el campo de la religión.   Ese nudo acerca de qué o quién es Dios, se deriva de la mala inteligencia que han hecho acerca de la deidad superior de las religiones derivadas de la Biblia.  Esa contradictoria e inexplicable persona que adoran las dos vertientes del judaísmo como si fuera Dios, es la causa de todos los enredos que hay en la cabeza del creyente occidental.  Ese dios condicionado (Yavé o Jehová) que siente amor y odio; que es iracundo y tiene preferidos, que mata gente a diestro y siniestro (está en la Biblia), que cae en berrinches y ataques de celos y rabia, es lo que ha creado la enorme confusión que mantiene en duda permanente a sus seguidores. 
            Es claro que ese dios que siente celos, ira, mala voluntad, deseos de venganza, caprichos, odio y afecto, tiene que ser alguien desconcertante en quien no se puede tener confianza absoluta.  El dios bíblico es apenas una mala e ilógica parodia de los dioses de la Grecia: de Ares, Zeus o Dionisos.  Pero además de ser una copia muy mal concebida, carece de la filosofía necesaria para ser entendido como algo más que un hombre voluble y caprichoso con poderes por encima de los mortales ordinarios.  Un dios que tiene arranques propios de los seres humanos, está muy lejos de ser Dios, y solo es una caricatura de esa excelsa Deidad a la que hace mención la vedanta, y a la cual, por necesidad didáctica, define como el Poder por siempre oculto, el Inmanifestado, el Incondicionado, el Infinito, la Causa sin causa, el Absoluto.   Ese dios antropomórfico y personal de la Iglesia es una imposibilidad lógica que no tiene asidero en ningún sistema filosófico.  Pero debido a esas características humanoides que le han asignado los occidentales, es que ha surgido esa incomprensible figura a la cual se le achaca cuanta tontería se les ocurre a curas y pastores; incluso la necedad de juzgar personalmente a cada sujeto que muere.
            La Vedanta dice, cuando es necesario referirse a Dios: “Es Aquello sobre lo cual TODA ESPECULACIÓN ES INÚTIL”.   Brillante definición que nos libera de esa carga de imposible solución para el hombre.  “Toda especulación es inútil”, incluso para los más elevados dioses de las más evolucionadas Jerarquías.  ¿Y por qué?  Porque lo finito es incapaz de comprender lo INFINITO.   Ni siquiera sobre una plataforma física como es el Universo visible; no tenemos la menor idea de lo que significa que este se extienda sin límites en todas direcciones.  Nuestra mente no puede captar ese misterio.  Se dice que en su simbolismo, la Deidad es una esfera sin circunferencia, y su único atributo es Ello Mismo.   Los vedantinos van más allá y nos dicen que Dios es el Incondicionado, es decir, sin atributos.  Para las personas no familiarizadas con las sutilezas del pensamiento brahmánico, esto resulta una paradoja incomprensible porque ¿cómo es que Aquel que todo lo puede, carece de los atributos que le confieren esa Omnipotencia?  En el Bhagavad Gita encontramos lo que podría ser una respuesta comprensible, cuando el Señor Krishna (el dios exotérico del hinduismo) le dice a su primo Arjuna en la batalla de Kurukshetra: “Con un átomo de mi cuerpo formo todo el Universo, pero Yo sigo siendo el mismo y sin relación alguna con el mundo creado”.  Un misterio no fácil de comprender, pues si Dios es impersonal y no tiene conexión directa con nosotros ¿cuál es el tipo de relación que tenemos con Él o Ello?
            Entonces ¿a quién debemos pedirle salud, felicidad, dinero, salvación y todas las cosas que incluimos es nuestra lista de peticiones a Dios?  Y talvez sea esta posibilidad la que nos ha hecho aceptable y familiar el dios bíblico; ese que da riquezas materiales y botines de guerra a cualquier individuo aunque este no sea moralmente digno de recibirlos.  “Pedid y se os dará”.  Esa parece ser una de las más aceptables ofertas del cristianismo.  La gratuidad de los servicios divinos, es el principal de los argumentos mediante los cuales se hace proselitismo en las religiones occidentales.  Pero ¿no le faltará algo a esa oferta?  Debe existir una contraparte que nos obligue a algo; pero esa es la parte que siempre queremos evadir.   ¿Se nos da con solo pedir?  ¿Así de fácil?  Ese enfoque tan superficial de nuestras relaciones con Dios o los dioses es lo que ha hecho que las confesiones judaicas se conviertan en una maraña de enredos inexplicables a la luz ni siquiera del sentido común.
            ¿Y por qué hemos llegado a creer que todo es cuestión de convertirnos en pedigüeños eternos?  ¿Por qué creemos que todos los asuntos de nuestras vidas no son más que el resultado de los caprichos de una deidad que se regocija en nuestra humillación?  Y en última instancia ¿qué es preferible: el Dios impersonal de los Vedas, o el emotivo de la Biblia?  ¿Aquel que no se mete con nosotros; que no nos “da” nada, pero que tampoco nos exige ni nos castiga?  ¿O el dios interesado que demanda nuestra servidumbre y adoración eterna?  Pero existe una tercera alternativa: el Hombre mismo.  Tenemos que aprender a caminar sin miedo, con nuestros propios pies y bajo la guía de nuestra inteligencia, sin estar esperando que alguien “de arriba” venga en nuestra ayuda.  Sin dioses ni santos, sin religiones ni libros sagrados.  Ya es hora de que nos hagamos cargo de nuestro destino, sin estar esperando el amparo de un cielo que nunca ha demostrado que de verdad haya favorecido a alguien.  Lo que va a pasar, sucede; y lo que no, no.  No importa cuántas peticiones hagamos, ni a quién.  Cada uno recibe lo que se merece, según lo que ha hecho, ni más ni menos.  Todos sabemos la clave de la vida.  Solo es asunto de ponerla en acción.   Entonces ¿quién es Dios?  ¿El dios Matador de la Biblia, o el dios Ausente de los Vedas? ¿O el Hombre?
            Fraternalmente
                                   RIS                 E-mail:        Rhizaguirre@gmail.com
                           

             

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