474 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se
fundamentan los abusos del Poder”
¿DÓNDE QUEDA LIECHTENSTEIN?
Tres veces más chiquito que Andorra, apenas si llega a
los ciento cincuenta kilómetros cuadrados.
Y para que nos demos una idea de su tamaño, les diremos que cabe CATORCE
VECES dentro de El Salvador. Sus
habitantes con costo llegan a los treinta y cinco mil. El minúsculo principado de Liechtenstein,
atrapado por tres lados por Suiza y en uno por Austria, es imposible de señalar
adecuadamente en los mapas, a menos que estos sean enormes. Parece un país de juguete, algo así como
Disney World, pero no es así. Tiene una
tasa de alfabetización del ciento por ciento; su gente tiene una
expectativa de vida de casi ochenta años, y cada uno de ellos recibe un ingreso
per cápita nada menos que de veinticinco mil dólares por año. Más de sesenta veces lo que reciben (en
teoría) los haitianos. O seis veces más
que los costarricenses, cuyo ingreso per cápita es uno de los más “altos” de la América Latina. Y ¿qué se puede hacer en ese pedacito de
tierra? Pues mucho, si su gente es capaz
y trabajan en la misma dirección, sin aprovechados ni políticos
sinvergüenzas. En esa tirita de tierra
siembran viñedos de alta calidad y, además, crían ganado (¿?). Claro que NO tienen petróleo ni hierro ni
nada bajo el suelo; solo sobre él: su gente.
Y gracias a esta, desde que terminó la segunda guerra mundial, este
increíble país se ha convertido en uno de los más industrializados del
mundo. Como carecen de materiales, el
fuerte de su economía son los servicios y el turismo. Y en la parte industrial, fabrican pequeña
maquinaria especializada con materiales importados, productos dentales,
hardware, estampillas y cerámica fina.
Con una buena disposición y sabio uso de sus recursos
humanos, pertenecen a la elite de los países desarrollados. Así como lo ven,
sin más recurso que el de su gente, están metidos dentro de esa clase
privilegiada de sociedades que han aprendido a vivir bien gracias a su
ingenio. Sin robarles a sus paisanos,
sin invadir ni bombardear a nadie; sin explotar a otras naciones. Su lección es doblemente valiosa, porque nos
demuestran que se puede progresar en paz y sin joder a los vecinos. Desde ese punto invisible de Europa nos
mandan un mensaje valiosísimo, si lo quisiéramos aplicar a nuestras sociedades:
es posible el desarrollo si todos trabajamos para el bienestar general de TODOS
los habitantes del país, cualquiera que este sea. Pero sobre todo, con GOBERNANTES HONESTOS Y
SIN OLIGARQUÍAS DE LADRONES. Entonces,
NO es cuestión de tener mucho terreno ni minerales ni petróleo ni bosques. Se trata de: 1º) la clase de gente y, 2º) las
reglas del juego. Recordemos que en
todos lados hay pillos y ladrones potenciales; esa es una condición humana
inevitable, pero también lo es la capacidad que tienen las sociedades de
avanzadas para mantenerlos a raya y no permitir que esa chusma se apodere de
los gobiernos y se dedique al saqueo, como es la norma casi general en la América Latina. ¿Se imaginan ustedes los milagros que harían
esos treinta y cinco mil “liechtensteineños”
en un país gigantesco como El
Salvador? Piensen en lo que esta gente
haría administrando unos países como México, Colombia o Venezuela. Y ni qué decir de Argentina o Brasil. Claro que SIN OLIGARQUÍAS NI GOBIERNOS
CORRUPTOS. ¡Cuánta lástima les debemos
inspirar!
Entonces, ¿por qué nosotros no podemos hacer algo ni
siquiera parecido? Porque tenemos a “NUESTRA
GENTE”. Ladrones y tramposos en los
gobiernos, y Oligarquías codiciosas, dueñas de todo lo que vale la pena en cada
unos de nuestros países; además, los vendepatria siempre dispuestos a subastar
nuestras riquezas a quien sea, con tal de obtener ventajas personales. La paradoja de la América Latina es
terrible. Es nuestra misma gente la que
nos mantiene en ese estado de postración que imposibilita nuestro despegue
hacia el desarrollo y la modernidad que viven en Liechtenstein. Es la angurria y egoísmo brutal de nuestra
propia gente la que nos tiene anclados en el tercer mundo, y a merced de todos
los explotadores internacionales. Pero
la culpa mayor es la de esas INMENSAS MAYORÍAS que se dejan someter
borreguilmente a los mitos de la “democracia formal”, inventados por las
Oligarquías para su exclusiva conveniencia.
Millones de personas creen que las “Constituciones” son una especie de
libros sagrados en donde reposa la esencia de la democracia y que, por lo tanto
son una categoría de mandatos divinos.
Son estas masas de cándidos, que cooperan en forma entusiasta en mantener
el sistema, las responsables de que sigamos empantanados en un mundo del cual
no existe otra salida más que la de la revolución
social. Cuando los pueblos unidos siembren las semillas de la
libertad, se apagará el sol de las Oligarquías y nacerá la verdadera democracia. Solo cuando el pueblo se decida a gobernar de
manera absoluta en beneficio de todos, veremos el fruto de la democracia. Cuando la gente tire a la basura las
Constituciones y se dedique a gobernar siguiendo los dictados de la verdadera
democracia, comenzará la
Transformación. Y solo
cuando la Constitución
haya salido de las entrañas de la sociedad y no de conciliábulos políticos de la Oligarquía, tendremos
un manual de trabajo válido para realizar la Revolución que habrá de
llevarnos a ese mundo soñado. Solo
entonces podremos decir que somos una sociedad humana y no de reptiles y
borregos.
Es posible que millones de latinos no tengan ni la menor
idea de dónde queda Liechtenstein ni de que allí viven mucho mejor que
nosotros; tampoco de que no es necesario emigrar para lograr nuestras metas, ya
que huir no es la solución. Tenemos que
quedarnos, pero no a vegetar y sufrir sino a pelear. Debemos recordar que la emancipación NO NOS
VENDRÁ DEL CIELO NI, MUCHO MENOS, DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS. La democracia NO es el producto de un librito
llamado Constitución, sino de la
Voluntad de las mayorías; y si la Constitución está en
contra de esta, pues ¡al diablo con la Constitución!
No muy fraternalmente
Ricardo Izaguirre S.
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