679 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica
del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
COSTA RICA, ARGENTINA, EL FÚTBOL… y los locutores
El
fútbol es la pasión más violenta que nos consume a los latinos; más que la
política, la educación, el hambre y cualquier cosa seria que podamos
imaginar. Incluso subordinamos la
religión al fútbol para exigir de nuestros dioses, santos y vírgenes la
victoria sobre el “enemigo”. Pero si
eso es perdonable en la masa delirante, es triste ver esa actitud en
comentaristas deportivos o personas que, por su posición social, pueden
exacerbar los ánimos de un pueblo o pueblos carentes de la cultura necesaria
para ponerle freno a la demencia temporal que suelen producir estos lances
deportivos. Es por eso que me pareció
muy bueno el comentario de un locutor mejicano que dijo: “Solo es un pinche deporte,
en el que no está en juego la Patria, el honor, la gloria ni la deshonra del
país. Es un simple juego”. Y aunque es capaz de producir inmensa
alegría o dolor, solo sigue siendo eso, un pasatiempo en el que hemos invertido
demasiado frenesí, hasta el punto en que hemos llegado a
confundir el objetivo de este. Fue
penoso escuchar a un locutor deportivo de uno de los países involucrado en la
eliminatoria, profiriendo toda clase de denuestos en contra de un árbitro;
incluso veladas amenazas de muerte, pues se dejó decir: “¡Sabemos en qué hotel estás y veremos si sales del país!”. O
algo parecido, pero el mensaje era ese: una
advertencia mortal. Talvez solo hayan
sido bravuconadas de parte de ese energúmeno, pero el efecto de sus palabras pudo
ser terrible en una turba de gente inculta y fanática. Por dicha el país de ese sedicioso ganó el
juego y todo quedó en nada. Sin embargo,
todavía está muy fresco en la memoria histórica de Centroamérica la llamada “guerra del fútbol”, que se produjo por
un motivo parecido y el azuzamiento de muchos locutores irresponsables y mal
educados que no tienen ni la más ligera idea de lo que significa su labor de
divulgación.
Los locutores son y DEBEN SER MAESTROS. Guías mesurados de la opinión pública; algo
así como los señores Rafa Puente y Heriberto Murrieta de la televisión
mejicana. Unos caballeros equilibrados
que no elevan la voz ni recurren al chovinismo
futbolero; no desacreditan a nadie y mantienen su ecuanimidad a pesar de
estar entre otros colegas mucho más calenturientos, como Carlos Albert. Esos deberían ser los modelos de todos los
locutores latinoamericanos: ser profesionales apegados a la realidad y que no
anden “inflando” a sus respectivas selecciones para hacer creer a los
aficionados que estas son lo mejor del mundo.
Este consejo es válido para todos, pero
en especial para argentinos y ticos.
Y aunque sabemos que esto es un negocio para unos pocos, no es ético que
ese grupo de beneficiarios del fútbol, engañen a los millones de aficionados
sinceros que van a los estadios convencidos de la supuesta superioridad de sus
selecciones.
Los
locutores costarricenses pierden la perspectiva de su labor y actúan más como
“hinchas” y astrólogos que como comentaristas profesionales conscientes de lo
que es la realidad, y pretenden que Dios o la Virgen de los Ángeles vengan a
compensar las carencias de una selección
cuyo rendimiento era para entrar en pánico desde la tunda de San Pedro
Sula. ¿Qué pretendían? ¿Qué creían que iba a pasar contra México? La prensa no hizo ni dijo nada responsable y
profesional en relación con ese ridículo.
¿Creían que Aguirre no tenía bien
estudiado ese libreto? Aparte de tibios comentarios, no se atacó el
asunto de fondo antes de que se diera el sopapo del Ricardo Saprissa. ¿Suponían que todo se iba a arreglar por arte
de magia? La derrota en Honduras debió
disparar todas las alarmas y prepararnos para la realidad, en lugar de seguir
con una propaganda falaz que nos hacía creer que era posible vencer a México y
que el estadio local jugaba como el futbolista doce. Después de lo de San Pedro, lo primero era “cortarle el rabo” al director
técnico y a todos aquellos mediocres que se consideran “estrellas” solo porque
juegan en el extranjero. En México
han corrido a todos los que no
dan el ancho como directores de la selección. Si un técnico NO DA RESULTADOS, se va. DEBE IRSE. Así se llame, Hugo Sánchez, Lavolpe, Erickson
o Maradona.
La
misma amargura que vivimos con lo del estadio Saprissa, vivieron los
argentinos; sobre todo porque sus
locutores no conocen la mesura cuando
de ponderar a su selección se trata.
Han endiosado “al Diego” y,
suponen que con el nombre basta para que sea buen director técnico. Puede que haya sido el mejor del mundo como
futbolista, pero eso no quiere decir que sea buen técnico. Que Costa Rica sea derrotada por México no es
gran cosa; después de todo, ellos son la potencia
del área y siempre nos han ganado. Pero
que Bolivia le haya propiciado semejante garroteada a los bicampeones del mundo, es inadmisible. A la selección de Messi y su constelación de genios millonarios dirigidos por el mago Maradona no tiene
explicación. Desde ese momento tenían
que despedirlo y poner al frente del equipo nacional a un entrenador verdadero,
pero se dejaron llevar por el sentimentalismo y el mito que han creado la prensa y televisión de ese país. Debieron nombrar en la dirección de la
albiceleste a alguien que, aunque no fuera tan querido como “el Diego”,
supiera de fútbol en ese altísimo nivel.
Alguien con autoridad que no
tema ponerles la paleta en su lugar a cada una de esas “vedettes”. En el fútbol argentino todos se creen primas
donnas merecedoras de trato especial, aunque digan otra cosa de los dientes
para afuera. Y de eso tienen gran culpa
sus insufribles locutores y su manía
de crear dioses y menospreciar a sus rivales sudamericanos. La
misma actitud que hundió a Uruguay después del año 1950. Parecido nos está pasando en Costa Rica,
aunque en una escala mucho menor, desde luego.
El
fútbol, como pasión nacional, debe
organizarse con mucho respeto hacia el público que paga y sufre o se alegra por
los reveses o éxitos de la Sele. Se debe prescindir de toda consideración
afectiva viciosa e invertir lo que sea necesario para presentar en la cancha lo
mejor que tenemos. No se trata de escuchar disculpas ni promesas de enmienda: si el
técnico falló, DEBE IRSE sin
importar cómo se llame. Después de las palizas
de Bolivia y San Pedro Sula, los técnicos de Argentina y Costa Rica debieron ser
cesados de sus cargos e iniciar la reestructuración total de las respectivas
selecciones. Este tema no es una cuestión
romántica sino de realidad y respeto al público QUE PAGA en dinero y sufrimiento.
Triste,
pero futboleramente
Ricardo Izaguirre S. E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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