950 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA TRAICIÓN MASCULINA EN EL MATRIMONIO
Este proceso puede incubarse durante largo tiempo, con mujeres conocidas; o puede ser repentino con alguien que se acaba de conocer. Solo es cuestión de oportunidad y de emociones (de tentación, sexo). Una mujer hermosa y sensual es algo que siempre se antoja apetitosa a cualquier hombre, y poseerla, no es rendición ni implica una pérdida moral en el hombre; al contrario, es una especie de trofeo muy valioso. Y lo que es más curioso e inexplicable es que tal acto no implica traición en esa extraña escala de valores que tiene el hombre en relación con el sexo. Echarse una canita al aire (que le puede resultar muy costoso), no implica para el varón un acto de felonía o maldad en contra de su compañera; solo es cuestión de que no se dé cuenta, y nada ha pasado. Eso parece un argumento muy flojo, pero es la verdad. Y las mujeres lo saben muy bien. Saben que bastan unas cuantas artimañas femeninas para que cualquier sujeto se sienta un conquistador. Ante un cuerpo provocativo, unas miradas de tentación o unas sonrisas prometedoras, no hay hombre que no se rinda. Corrijo, sí hay personas que saben controlarse, que son gente correcta y que actúan en concordancia; pero solo son una minoría tan raquítica que no sirve, estadísticamente, para que nos lavemos el calificativo de “perros” con el que nos han etiquetado las mujeres.
Todos los hombres sabemos que no
vale la pena correr el riesgo de un lance sexual; ninguna mujer justifica una
acción de esta naturaleza en contra de la pareja habitual. Pero ahí es donde surgen esas “debilidades”
que nadie puede explicar. Los hombres
por no admitir su torpeza; ¿y las mujeres por qué? ¿Cuál es la explicación de la mujer casada
que justifique
su adulterio? Sería bueno conocer
algunas de esas razones para que todos entendamos las reglas del juego del amor
(erótico). Para la mujer, ¿es cuestión
de “mejor sexo”? ¿De más caricias y
mayor intensidad de pasión? Pero esos
argumentos son débiles pues tales cosas NO se saben hasta después de tener sexo
con el amante. Como me decía un amigo: “Por lo que he oído de mi mujer y de otras,
parece que a todas les desagrada el sexo; que solo se someten para cumplir con sus deberes de esposas y complacer al
viejo”. Esa parece ser la regla
general con la que ellas enfocan este asunto en público. Ninguna
admite que le gusta el sexo por el sexo. Entonces, ese argumento debería ser la razón
suficiente para que no hubiera adulterio de parte de las mujeres casadas. Si no les gusta el sexo, ¿qué las lleva al
adulterio en igual o mayor proporción que los hombres? ¿Es que también se sienten obligadas a
complacer al amante? ¿Es este un juego
de “demostraciones” sexuales?
Las
mujeres suelen tener muchos pretextos para justificar
la traición personal: que el marido lo hace, que es descuidado en sus
relaciones, que es grosero, que de nada se acuerda (cumpleaños etc.), que nunca
le hace regalos, que no la lleva a pasear y un interminable etcétera. Pero entonces, ¿por qué viven con alguien
así, que creo son casi todos los hombres?
¿Por qué no divorciarse y buscar el amante ideal que llene todos esos
requisitos? Talvez después de probar con
muchos, se encuentre el tipo indicado al cual esas cualidades le duren toda la
vida. Pero ¿no son aburridas tan
excelsas conductas después de varios años?
Como dice José-José: “Hasta la
belleza cansa”. Si existe la
alternativa del divorcio ante un mal marido, el adulterio NO ES UNA ALTERNATIVA ACEPTABLE, pues con esto NO se resuelve el problema básico de la mujer. Infinidad de mujeres, ahítas de todo
bienestar, les ponen cuernos a estupendos maridos, sin importar hijos, familia
ni condiciones sociales. ¿Entonces? ¿Qué es lo que las lleva a esa injustificable
conducta? Y lo peor es que, muchas
veces, quizás en la mayoría de los casos, se ama a la pareja con la que se
vive. ¿Cómo explicar este tipo de contradicción? ¿Deseo incontrolable de aventura? Y sabemos muy bien que ese no es privilegio
exclusivo de los machos. Todos conocemos
multitud de casos que NO PODEMOS
explicarnos de manera racional.
Parece
claro que las personas que tienen esas debilidades incontrolables, NO deberían
casarse jamás ni establecer nexos formales con nadie. Es preferible ser “perro” o puta solitario-a
que traidores a algún tipo de relación de pareja. Nadie se “compone” con el matrimonio. ¿Justifica el placer sexual todo el dolor que
se puede causar al compañero-a, hijos, familia y sociedad en general? ¿Es el matrimonio una sociedad quebrada y
obsoleta porque no cuadra con la naturaleza sensual de hombres y mujeres? ¿Es demasiado rígido el esquema que se ha
diseñado para ese tipo de unión entre las personas? Ante la evidencia tan avasalladora, parece
que se hace necesario redefinir una nueva política acerca del matrimonio y
cualquier forma de concubinato. Si el
intercambio sexual con otras personas es inevitable, no solo la ley sino los
conceptos que tenemos acerca de esta institución deberían modificarse, pues
parece que la poligamia (de uso ancestral) es mucho más conveniente y práctica
que la egoísta monogamia, causante de infinidad de traumas sicológicos y
sociales. Si la traición es tan
frecuente y abundante ¿por qué se pretende mantener, a la fuerza, una unidad
familiar con obligaciones imposibles de cumplir? Eso parece lo más sensato, pero como es un
problema cultural originado en ciertas prácticas sociales de subordinación y
dominio, se encuentra muy arraigado en todas las sociedades.
En
cuanto al dolor que se deriva de las violaciones del contrato matrimonial (también
válidas para el concubinato) forma la parte más difícil de resolver, pues involucra
emociones muy poderosas: pena, frustración, sentido de minusvalía e
inferioridad, culpa, lástima, arrepentimiento, violencia, odio. Con el actual esquema ¿justifica el placer
sexual de una aventura, todo el dolor que se puede causar a la compañera, hijos
y familia? ¿Qué lleva al hombre a un
acto que podría calificarse de homicida y suicida? Parece que solo es la BESTIALIDAD que subyace bajo su piel. El furor indeclinable que la naturaleza le
impone para la conservación de la especie.
¿Les parece buen argumento? Yo
creo que NO. Todo el que ha sufrido una
traición semejante por parte de su compañera, sabe lo terrible y desoladora que
es esta situación; el que ha sido arrastrado y hundido en las negras aguas del
desengaño, sabe el dolor inmenso que se deriva de esa conducta censurable. Y sin embargo, el hombre no parece aprender y
no desperdicia oportunidad alguna que le dé la posibilidad de embarcarse en
eventos de esa naturaleza. ¿Es solo
cuestión de torpeza, falta de consideración y, en fin, INCONSCIENCIA GENERAL?
Si
es difícil entender esta conducta en un hombre, resulta peor en la mujer. Si tanto les duele que su marido las
traicione ¿cómo es que no suelen sentir respeto alguno cuando se atraviesan en
la vida de un hogar con hijos? Siendo
madres y esposas, conocedoras de todos los sacrificios que demanda mantener a
flote una familia, ¿cómo es que no les tiembla el pulso para entrometerse y
desbaratar la obra que sus congéneres han edificado con tanto esfuerzo? ¿No les importa que el hombre sea casado, que
tenga hijos, esposa y todo lo que eso implica?
No parecen sentir remordimiento alguno ante el destrozo y daño que
puedan causar a esa familia con tal de lograr su propósito de quedarse con el
marido ajeno. Nos encantaría conocer
opiniones al respecto, lo más imparciales y sensatas posible. No “justificaciones” sino opiniones honestas,
de ser posible.
Fraternalmente
RIS E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Entrada al blog “LA CHISPA” http://lachispa2010.blogspot.com/
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