miércoles, 16 de marzo de 2011

905 Gobernantes y políticos


905    “LA CHISPA     (7 marzo 2011)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
GOBERNANTES Y POLÍTICOS
            En la antigüedad los reyes eran guerreros, y casi todo lo resolvían mediante alianzas de conveniencia… o por las armas, si era del caso.  De esa forma, los que tenían el Poder por derecho divino, eran hombres de honor, palabra y acción, en suma: eran guerreros que, en el ejercicio de su cargo, arriesgaban su sangre y su vida.  Eran guías ejemplares de los que sus súbditos siempre se sentían orgullosos.  De esa manera, luchar a su lado o morir por ellos, era considerado honroso en grado sumo.  Era aquella estirpe de varones cuya dignidad llenaba todas las expectativas de sus conciudadanos, tuvieran la razón o no.  Había identificación espiritual entre estos reyes y sus conciudadanos.  Y en esas sociedades cada uno reconocía su lugar, y ningún patas vueltas tenía la pretensión de convertirse en aristócrata en virtud de torcidas maniobras políticas.  Los gobernantes eran una casta especial de inicial elección divina, que luego se convertía en hereditaria; pero para ser reyes en ejercicio, tenían que demostrar su capacidad y talento en sus acciones como líderes y como guerreros.  No había idiotas ni pusilánimes que duraran más de un día con la corona.
            Sin embargo, la astucia es una fuerza, un poder maligno que ha sido desarrollado por los espíritus mediocres a través de incontables edades, y estos fueron los que empezaron a maniobrar en el campo político; detrás de los reyes.  Susurrándoles, engatusándolos, adulándolos; riéndoles sus errores y fomentándoles sus debilidades, y pasándoles la brocha.  Así nació la raza de los políticos: que con pocas excepciones, está formada de gente que carece de las virtudes reales para ser gobernantes de verdad.  Sin embargo, dentro de esa clase hay una gradación que va desde el politicastro servil y barato, hasta los políticos competentes.  Los primeros suelen ser cobardes, individuos arrastrados sin honor y sin palabra; mentirosos compulsivos e incapaces de mantener una posición vertical; tipos con bisagra en la espalda y dispuestos a doblarla ante quien sea con tal de seguir “trepando”.  Son adulones enfermizos que, en lugar de caminar, reptan.   Son la rama humanoide del género de las cotorráceas.  Y como la astucia se parece mucho a la inteligencia, suelen darnos la impresión de que son personas ilustres y de gran talento.  Por desgracia, estos son los que dominan el panorama público en la América Latina. 
            Los reyes se arriesgaban, los políticos pactan y “hacen arreglos”.  Los reyes iban al campo de batalla, los políticos envían a los tontos a hacer sus guerras.  Los reyes eran patriotas, los políticos patrioteros que viven de la fanfarria y es esfuerzo real de los demás.  Los monarcas tenían valor, honor y lealtad; los políticos tienen astucia y capacidad de mentir y negociar.  Los políticos empezaron como consejeros, y así fueron creando la telaraña de su poder, cuando la marejada de la mediocridad empezó a cubrir a los monarcas de la antigüedad, y estos descendieron a niveles de inferior calidad y necesitaron de las alianzas con los políticos.  Cuando los reyes empezaron a debilitarse, fueron dando paso a esta casta de oportunistas que, sin correr demasiados riesgos, se fueron apoderando de los hilos del Poder; y así nació la plaga que hoy es el tormento de la mayoría de sociedades en el mundo, en especial, de los latinos.
            La astucia es el sello distintivo de los políticos, y de casi todas las personas de condición mediocre.  Es una capacidad de supervivencia que se desarrolla en los estratos bajos de la consciencia.  Por el contrario, la INTELIGENCIA, sello distintivo de los hombres de clase, es una potencia del espíritu que indica una condición evolutiva superior.  Y ese don NO abunda en el mundo de la política, en donde la astucia campea a su gusto y placer; en donde los políticos maniobran, sobornan, compras votos, dan puestos a los vendidos, nombran embajadores a los serviles y traidores.  Presionan y amenazan a los otros poderes de la República; enajenan la Patria y hacen toda clase de sinvergüenzadas para continuar mamando de las tetas del Estado.  Son estos los que no tienen empacho alguno en entregar el patrimonio nacional a cambio de jugosas sumas en sus cuentas bancarias.  O inversiones en sus negocios particulares.  Nuestros mundos politiqueros están llenos de astutos aprovechados con aires mesiánico y complejo papal. 
Distinguir la astucia de la inteligencia es una difícil tarea que solo puede ser enfrentada con mucho cuidado, observación y análisis; además, confiando bastante en la intuición.  Esa es la tarea básica que debemos enfrentar todos los ciudadanos deseosos de sanear la Administración Pública.  Sin embargo, cuando un político es viejo en esos menesteres, es seguro que ha dejado una honda huella de sus andanzas y, es entonces, cuando podemos aplicar el principio cristiano de: “Por sus frutos los conoceréis”.   Y aunque esto es bueno, suele ser tardío.  Porque ¿de qué nos sirve enterarnos de lo que robó fulano o zutano cuando ya lo hizo?  ¿De qué nos sirve conocer todos los chanchullos que tal presidente hizo en su mandato anterior si estamos dispuestos a reelegirlo; o bien, a sus protegidos o hermanos?   La experiencia parece ser algo que de NADA nos sirve a los latinos, pues somos como esos insectos que nunca aprenden nada nuevo, de nada ni de nadie. 
            El carnaval politiquero nos obnubila por completo y perdemos toda capacidad de establecer juicios adecuados sobre esa turba de oportunistas.  Seguimos pensando que ellos nos van a resolver el problema del eterno subdesarrollo en el que vivimos, sin entender que solo nosotros podemos hacerlo, porque solo nosotros somos los causantes de nuestra situación.  Cuando depositamos nuestra confianza en esa gente y les otorgamos un cheque en blanco para que hagan lo que les dé la gana, nos estamos poniendo en mecate en el pescuezo.  Y no lo entendemos; queremos creer en soluciones mágicas y, con total irresponsabilidad, entregamos nuestros intereses en manos de bandidos que no tienen la menor intención de resolver nuestras angustias.  Ahora que Wikileaks les ha pelado el fondillo a muchos gobernantes, ha quedado bien claro, incluso para los más fanáticos y estúpidos, la forma miserable cómo fueron manipulados: como borregos; y solo para el beneficio de una minoría que siempre ha sido la dueña de todo.
            Ya es hora de que los latinos tomemos decisiones como pueblos, por y para el servicio de los pueblos y no solo de las camarillas (oligarquías) de siempre.  El mundo árabe nos ha dado el ejemplo de la fuerza terrible e incontrastable que tienen las sociedades cuando se hartan del abuso de los malos gobernantes y políticos.  Ni las Constituciones amañadas y de conveniencia de grupos, ni los códigos “legales” dictados por los ricos, ni los ejércitos ni nada, son capaces de frenar a pueblos que han llegado al tope de su paciencia y capacidad de tolerar ineptos y ladrones en el poder.  No puede ser que, nadando en la riqueza, seamos tan pobres y atrasados.      
            Es hora de que hagamos algo, lo que sea, pero algo más que la simple indolencia que hemos manifestado durante los últimos CINCO SIGLOS.                     (¿Cómo ven este asunto en sus países?  ¿Con la misma pasividad?)
            Fraternalmente
                                     RIS                   E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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