martes, 1 de marzo de 2011

897 Educación III


897    “LA CHISPA    (18 febrero 2011)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
COMODÍN POLÍTICO: LA EDUCACIÓN  III
            La Educación es como un puente de tres tramos; si se construyen solo 2, es casi lo mismo que nada.  Uno que falte, hace imposible que transite por él la marcha del progreso.  Por lo tanto, esa tarea no debe verse en forma fraccionaria ni con predilecciones.  No se trata de tener un ciento por ciento de alfabetizados de primaria, ni siquiera de secundaria; es un asunto integral que debe estudiarse de acuerdo con el modelo de sociedad que queremos desarrollar.  Y para eso, se debe proyectar una pirámide truncada, y no la clásica del ápice, que representa a una minoría insuficiente de graduados universitarios.  De gente que ponga presión sobre el tranquilo esquema social diseñado solo para el confort de la clase poderosa (oligarquía).  Mil campesinos desempleados y con hambre a nadie le preocupan; pero cien ingenieros, médicos o abogados en el paro, se convierten en un problema muy notorio que nadie puede ocultar o ignorar, pues ellos no lo permiten.  La estructura universitaria actual está “diseñada por encargo”, y solo los que tienen plata pueden estudiar lo que les da la gana.  Al fin y al cabo, no lo hacen para vivir de su profesión sino por el estatus.
            Hasta aquí se ha seguido con los pobres el modelo liberal: ¿cuántos médicos se necesitan para cubrir las necesidades básicas?  ¿Mil?  Preparemos quinientos.  Ya dijimos que el déficit es parte de la política general de la democracia formal, pues cada carencia se convierte en tema electorero explotable.  Además, la competencia no sirve a los médicos establecidos (por lo general de la clase pudiente), pues eso los obligaría a racionalizar sus tarifas y, lo que es más delicado, a estudiar para alcanzar la excelencia que se requiere en las sociedades avanzadas y de alta competitividad.  En nuestro medio la gente se gradúa, cuelga el título en su consultorio y casi puede olvidarse del estudio.  No pasa así en los países desarrollados. Allí la rivalidad por los puestos es feroz, y no cualquier hijo de vecina por solo tener un título, puede aspirar a ser contratado por un hospital o universidad.  Y como esto es conocido de todo el mundo, nuestros profesionales TIENEN que hacer posgrados en Europa o USA para convencernos de que “saben algo” del oficio que practican. 
            La enseñanza universitaria NO debe resolverse en ese pico tradicional ni debe estar manipulada por grupos de interés.  Nadie DEBE limitar o establecer las cuotas de profesionales que le convenga a la clase poderosa, sino al país como un todo.  El Estado es el que tiene la responsabilidad de orientar el proceso general, pero siempre en búsqueda del beneficio general.  También sabemos que NO TODO EL MUNDO puede graduarse de la universidad, ni siquiera ingresar a ella.  La mayoría NO tiene el talento suficiente ni para ser bachilleres y, una notable capa social, carece de lo mínimo para terminar la primaria.  Esos son hechos.  Así, pues, que la pretensión NO es que todos ingresen a la enseñanza superior y se gradúen en algo; tal posición es ilusoria.  Lo que se quiere, Y ASÍ DEBE SER, es que todo individuo que tenga la CAPACIDAD REQUERIDA, reciba la ayuda necesaria para hacer toda la carrera.  Hasta el final.  Que no se quede a medio camino porque no recibió apoyo, pues eso es un DESPERDICIO DE TALENTO que nuestras sociedades no pueden ni deben darse el lujo de cometer.  El que tiene con qué, debe ser llevado hasta la cúspide de la pirámide, a punta de pistola si fuera necesario.
            ¿Qué porcentaje de profesionales nos convertiría en sociedades desarrolladas?  ¿Un cinco por ciento?  En un país de cinco millones de habitantes eso sería nada menos que 250 mil profesionales que, divididos en 25 carreras distintas, nos daría un total de 10 mil graduados en cada campo. Desde luego que esto debe ser ajustable, pues es seguro que Costa Rica NO necesita 10 mil sicólogos, políticos, historiadores o botánicos; ni siquiera abogados.  Aunque sí, médicos, ya que este número haría que tuviéramos uno por cada 500 habitantes, lo cual nos acercaría a la cifra de los países desarrollados, en donde hay un doctor por cada 300 personas.  Como dato curioso, les decimos que en Cuba hay un doctor por cada 170 habitantes, y es el segundo promedio mundial, mientras que en Tanzania son 50 mil pacientes por cada galeno.  Solamente San Marino, una extraña aberración, supera a la nación caribeña que, enfrentada a un bloqueo total, ha logrado llevar la educación a niveles increíbles.  En Costa Rica, que ocupa el lugar # 89, hay solo un médico por cada 757 pacientes, lo cual explica las limitaciones del Seguro Social; aunque mucho se habla de la “saturación” de estos profesionales.  Cada médico nacional tiene asegurada una clientela de 757 probables enfermos, de ahí que no quieran más competencia, y por eso es tan difícil y cara esa carrera.  ¿Entienden el negocio?  ¿Comprenden por qué no deben ser los gremios quienes tomen ciertas decisiones en cuanto a la preparación de profesionales?  No es lícito que sean ellos quienes regulen la cantidad de doctores que debe haber en la asistencia de salud.    
Un cuatro o cinco por ciento podría ser la meta ideal a partir del cual deberá generarse el desarrollo. Claro que ese número de gente educada representa un enorme problema tanto para el gobierno como para la clase poderosa, pues se puede ignorar las necesidades de millones de analfabetos, mas no a un cuarto de millón de profesionales valiosos en los cuales se ha hecho una millonaria inversión.  Es por eso que en los sistemas capitalistas se limita el número de profesionales hasta mantenerlos dentro de un número manejable (0.5 o menos) para que siempre haya crisis, la palabra mágica de la política latinoamericana.  Así que a partir de cierto punto, la oferta de oportunidades de estudio superior NO es por falta de dinero sino de conveniencia política.  Lo que le sirve a la Oligarquía para que no se introduzca en el sistema una variable que de seguro alteraría el orden establecido.  Y es aquí en donde el sistema Educativo debe desmarcarse del político, pues este NUNCA permitirá tan evidente peligro.  Esa es la gran paradoja de la Educación: el ente que DEBE desarrollarla (el estado), es el mismo que la limita.  No la prohíbe abiertamente, pero lo hace en forma indirecta negándole fondos, obstruyendo, creando problemas administrativos; adecuando el sistema de manera que se convierta en un colador económico: el que tiene plata, continúa; el que no, se retira a medio camino.  O ni siquiera puede ingresar.
Pero no solo se trata de la cantidad de profesionales, sino que también se debe tomar en cuenta la calidad, pues no  es cuestión de repartir títulos a diestro y siniestro sino que estos deben garantizar la calidad del profesional al que respaldan.  Y ese es otro de los grandes problemas de la educación superior en la América Latina: la mediocridad del personal docente.  Mucho de eso se debe a los gremios, personas incompetentes que se oponen ferozmente a la importación de buenos académicos de países desarrollados; son aquellos que creen que preferir lo autóctono, aunque sea malo, es cierta clase de patriotismo.  Además, los malos salarios de la docencia alejan a los buenos maestros, y permiten que individuos deficientes pero atrevidos, se conviertan en catedráticos de la noche a la mañana. Sin preparación pedagógica y sin experiencia en ese delicado campo.  Muchos creen que basta con tener un título en derecho o economía, para ser capaces de ejercer la docencia a ese nivel.  Tremendo error que se paga con la producción de profesionales deficientes.  ¿Y todo por qué?  Porque el sistema permite, por inopia, el nombramiento de personas no idóneas solo porque no hay mejores ofertas.  Los profesionales competentes y con buena clientela desdeñan la enseñanza, a menos que sean locos enamorados de esta.
Universitariescamente                                                               (¿Les hacen lo mismo en sus países?)
                                   RIS       E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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