miércoles, 14 de diciembre de 2011

553 Los muertos no nos ven ni nos oyen


553    LA CHISPA         

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

LOS MUERTOS NO NOS VEN NI NOS OYEN

            No se dé tregua en el amor.  Ame a sus seres queridos, béselos, apriételos, mírelos, huélalos, óigalos y dígales cuánto los quiere.  No dé por un hecho que lo saben.  Dígaselo todos los días, aunque parezca loco o chiflada.  Porque una vez que usted o alguno de ellos se vaya, se fueron para siempre.  Y así como nosotros no los vemos ni los oímos, ellos tampoco pueden hacerlo, y solo los recuerdos constituyen nuestro único vínculo.  Si estos son buenos, obtenemos paz; si no, tristeza por el tiempo que perdimos y la soledad que los hicimos “vivir” a nuestro lado.  En la fugacidad de la vida, la muerte nos puede dar su zarpazo subitáneo en el momento que menos esperamos, por lo tanto, las cosas del corazón siempre deben estar bien claras y al corriente.  “Murió en la tarde, pero en la mañana me dijo cuánto me amaba”.  No postergue esa ofrenda de cariño para el  mañana, porque este puede que nunca llegue. Y entonces, sobreviene el dolor.  Pero si estamos al día en los sentimientos, morir es lo de menos, porque sabemos que amamos y fuimos amados. Hicimos nuestro cielo en la tierra… y lo hicimos para otros.  Todo lo demás es ganancia.  Somos chispas cuya luz dura lo mismo que un suspiro, y aunque nos movemos dentro de lo eterno, solo contamos con la brevedad de la existencia para dejar una huella de amor imperecedera.
            Hay muchas teorías poéticas acerca del más allá y los muertos.  Se dice que “nos ven desde el cielo y que escuchan nuestras plegarias”.  Eso es muy lindo y consolador creerlo, pero como tantos otros cuentos religiosos, es falso  Los muertos NO se transforman en ángeles ni en seres poderosos que puedan atravesar las barreras de la Naturaleza; y así como nosotros no podemos penetrar en su mundo, ellos tampoco pueden hacerlo en sentido contrario.  Es una ley natural absolutamente piadosa y sabia.   Hay infinidad de leyendas con respecto a los muertos y sus apariciones, pero todas no son más que producto de la angustia y el remordimiento.  Son el resultado de la consciencia de que no cumplimos con ellos cuando estaban con nosotros y a nuestro alcance.  Entonces queremos remediar la situación y decirles lo que callamos en vida, cuando ya es inútil.  Es por eso que el momento de amar es aquí y ahora, pues para después de la muerte, solo quedan los recuerdos… y la calidad de estos.  Y eso es lo que hace la diferencia entre la desesperación, y la paz y el consuelo.
            Los difuntos están asustados, confundidos, tristes y frustrados.  Una buena parte no cree que haya muerto, no saben qué les ha pasado y creen estar viviendo una pesadilla o un sueño.  Otros entienden que murieron pero desconocen la naturaleza de su entorno, la cual no se parece en nada a lo que les han dicho en las religiones.  Los sentidos han desaparecido con el cuerpo físico, es decir, eran facultades de este, y eso produce desconcierto.  Solo se conserva una forma de percepción (equivalente a la vista) mediante la cual se pueden captar (no ver en el sentido humano) el ambiente que los rodea.  Es un mundo de silencio y de sombras, en el que ellos precisan de toda la ayuda que les podamos hacer llegar.  Nada de gritos, llantos ni lamentos inútiles con los cuales solo logramos retardar su adaptación.  Necesitan “corrientes de amor”, las únicas que pueden traspasar las barreras de todos los mundos y llegar incluso a los más altos niveles célicos.  Esa es la única intercesión posible.
            Y aunque pueden ver nuestros cuerpos astrales, estos no les responden porque la consciencia en los vivos se encuentra en el cuerpo físico.  Eso es desconcertante para ellos durante un corto tiempo; luego lo entienden y pueden ponerse en contacto con estos durante el sueño de los vivos, cuando la consciencia se traslada a ese vehículo equivalente  a ese donde ahora ellos residen en forma permanente.  Pero como el cerebro físico NO interviene en estas acciones, la casi totalidad de esos contactos nos pasan inadvertidos, aunque, a través de ellos, las personas suelen encontrar un gran consuelo.  Y solo cuando la vehemencia es mucha, algunos fragmentos de esos sueños se graban en la mente y son recordados con cierta fidelidad.  Ese es el único vínculo que tenemos durante un corto tiempo; luego se van alejando hasta que, finalmente, los perdemos en el Reino de las Sombras.   Pero NO están solos.  Hay legiones, huestes de seres que los ayudan a encarrilarse y comprender la naturaleza del mundo en el cual se encuentran, y cuando lo hacen, sueltan las amarras del mundo físico… y se van.  Es entonces cuando la paz invade a los deudos.
            No se engañe, pues, creyendo que los muertos están como en una especie de palco con un visor unidireccional viendo lo que hacemos y sufrimos.  Ellos tienen sus propios y tremendo problemas que resolver como para cargar con los nuestros.  Sería terrible que una madre pudiera ver las desgracias que pasan los hijos que dejó chiquitos; o la esposa enamorada viendo a su marido casarse nuevamente.  El mundo que dejamos se acabó, y eso es algo que debemos entender muy bien desde antes de morir.  Por eso es que no debemos tener “deudas” de ninguna clase, especialmente de amor, porque una vez que hacemos “el clavado final”, no hay forma alguna de cancelarlas o ponerlas al día.  Hablar, oír, gustar, oler y saborear son facultades del cuerpo físico; disfrútelas a plenitud mientras viva, porque cuando muera, no podrá llevarse ninguna. Solo el amor que sembró y cosechó.  El Portal del mundo de los muertos es triste para la mayoría.  Sin embargo, debemos confiar en la Naturaleza, pues ella sabe mejor que nadie lo que nos conviene, y aunque no sea de nuestro agrado inmediato, sus decisiones eternas siempre son las mejores, a despecho de nuestros caprichos y deseos.
            Los muertos ni nos ven ni nos oyen, solo nos sienten, y es lo único que pueden captar de nosotros: los sentimientos.  Así que no esperemos a la muerte para manifestarlos; mantengan siempre activo ese canal que, a fuerza de utilizarlo, se hará tan poderoso que ni la muerte podrá interrumpir jamás.
            Fraternalmente
                                   Ricardo Izaguirre S.      E-mail:   rhizaguirre@gmail.com




martes, 13 de diciembre de 2011

568 ¡FELIZ NAVIDAD!'


568  LA CHISPA                  A MIS AMIGOS-AS:   

 FELIZ NAVIDAD Y LARGA VIDA

            Pero les recuerdo que NO ES en la vida muelle y despreocupada en donde conocemos al verdadero Hombre que llevamos por dentro.   Es en el dolor, la adversidad y la agonía cuando nos damos cuenta de la calidad del Guerrero Interior que nos acompaña como nuestro Ángel Guardián.  Y es entonces cuando, con alegría o pena, nos enteramos de lo que en realidad somos.  Cuando estén cenando la Navidad, recuerden que en el hartazgo y la bienaventuranza nos convertimos en criaturas débiles y cobardes que solo vivimos pensando en  la comodidad y “lo que tenemos” y podemos perder.  Es solo durante lo más recio del combate cuando le vemos la cara a ese desconocido que, siendo nosotros mismos, nos resulta tan extraño como si fuera de otro planeta: El Guerrero, nuestro dios interno.  Y solo es ahí cuando descubrimos nuestra identidad con él, o si solo somos unos pusilánimes parapetados detrás de consignas sociales y palabras acomodaticias.  Es de cara a la lucha que tenemos que confiar plenamente en Él, pues solo así se hará cargo de nuestras batallas, que son las Suyas.  Pero eso será solo cuando nos acepte y nos volvemos UNO con Él.   
El propósito único de la vida es la formación del CARÁCTER, y este solo se forja en la fragua de la lucha diaria, y se templa bajo los golpes despiadados del mazo de la vida; de la misma manera como el Guerrero solo se encuentra consigo mismo en el fragor de la batalla, y hasta que no ha estado en ella, solo es un proyecto latente de soldado.  La vida es agoné, y solo los ilusos pretenden una existencia sin incomodidades     y llena de “placeres”.  Únicamente en los momentos de lucha sabe el hombre de lo que es capaz, y cuál de los componentes de su dualidad es la que habrá de prevalecer: el héroe que todos llevamos dentro, o el miedoso que se agazapa temblando y silencioso en el umbral de la consciencia.  Dicen los agoreros y pesimistas que vienen tiempos terribles y amargos.  ¡Pues qué dicha!  Los viejos es seguro que moriremos, pero los jóvenes lucharán y, como siempre, saldrán victoriosos.  Hemos sobrevivido a Atila, a Asurnasirpal, Gengis Khan, Napoleón, Calígula, Ariel Sharon, Hitler, Stalin y Bush, y no hay razón alguna para que el Homo sapiens no venza cualquier crisis que venga.   Apaleados y adoloridos quizás, pero vivos.  Superamos el colapso de Roma, la Peste, la Edad Media, la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial y lo estamos haciendo con la Administración Pública actual, así que no hay razones para pensar que no lo haremos ante la que viene.   Es solo en esos momentos de lucha cuando el Hombre crece verdaderamente y hace uso de todos lo recursos que su divinidad le proporciona.  A los bueyes de la necesidad, inexorablemente les sigue la carreta del ingenio, la templanza, el ahorro, la fraternidad y el más profundo y legítimo apego a la familia.
Es en esos tiempos cuando descubrimos el verdadero sentido de la palabra sacrificio y vemos de qué somos capaces por nuestros semejantes.   También es cuando hacemos uso de las incontables posibilidades que poseemos; desarrollamos la frugalidad, la previsión, la diligencia, el sentido de la oportunidad, el valor y, sobre todo, la capacidad de valorar la Vida y darnos cuenta de qué tan significativa es.  Es cuando averiguamos, con asombro, cómo todas las cosas están supeditadas a ella, y que lo único que cuenta es estar vivos y sanos.  Todo lo demás pasa a ser parte insignificante de las minucias que solo le sirven de apoyo o estorbo.  Solo así podemos valorar el Tesoro que poseemos mientras contamos con ella, porque cuando estamos ahítos de comida y “cosas”, solemos perder la perspectiva de lo que en realidad es importante, y empezamos a menospreciarla.
¿Que vienen tiempos difíciles y dolorosos, como dicen los agüisoteros?   ¡Pues que vengan!   Aquí los esperamos, al pie del cañón, como lo hemos hecho a través de las edades; tenemos municiones para enfrentarnos a lo que sea, y cuando estas se acaben, libraremos las batallas finales y gloriosas a bayoneta calada, como siempre ha sido.  Muchos moriremos, pero NO la ESPECIE; y los que sobrevivan serán los superhombres del mañana, los Hombres Eternos que estarán acercándose al Origen.  La raza humana saldrá fortalecida y con otras miras que apunten hacia el Gran Objetivo Final, como debe ser.  Para eso estamos aquí, para luchar y triunfar.  Esa fue la razón por la cual echaron a Adán del Paraíso: en esa vida suave se había convertido en un holgazán que, harto de tanta facilidad, se dedicó a fornicar, a la gula y todas las formas de molicie que lo convirtieron en un inútil.  Pero cuando salió y tuvo que luchar contra la adversidad, se encontró con su Guerrero Interno y empezó a crecer, a hacerse HOMBRE, tal como lo demandaba el proyecto inicial.
En estos ciclos de depresión NO HAY CULPABLES; los hombres que los provocan o desencadenan, no son más que instrumentos al servicio de la Causa.  Así como la Culebra fue la herramienta de Dios en la alegoría del Paraíso.  Son las necesarias pruebas que el hombre tiene que superar para acceder a más elevados niveles.  Son partes inevitables del Gran Plan Maestro.  Por lo tanto, no debemos fijar nuestra mira en las incomodidades que siempre son pasajeras, sino en el futuro de la especie, que es el nuestro.   Recordemos que en cada revolución o ciclo de la Vida Eterna, pasamos por el mismo punto, pero unos cuantos milímetros arriba.  Un grado más arriba, como en la escuela.  No tengamos miedo, pues somos Inmortales y nada, salvo el temor, nos puede hacer daño.  Recordemos que nuestros cuerpos son la morada de nuestro Guerrero Interior y que somos UNO con él.  Y es este poderoso soldado el que peleará, junto a nosotros, las más  fieras batallas que tengamos al frente.  Pero tenemos que encontrarlo e identificarnos con él, porque si no, se mantendrá al margen de nuestra agonía y nos mirará con lástima, pero sin participar en ella. 
No olvidemos que NUNCA estamos solos ni totalmente desamparados; siempre hay quien nos observa y tiene pleno conocimiento de nuestras necesidades; no de nuestros caprichos y antojos, sino de aquello que es esencial a nuestra Vida.  Y la lucha es una de ellas, pues sin esta, NO HAY PROGRESO ESPIRITUAL.  Y al final de este bache podremos decir orgullosamente: “Señor, aquí seguimos de pie; gracias por la Vida y por las pruebas mediante las cuales estamos creciendo y acercándonos a Ti”.
Navideñamente                ¡Que el Altísimo guíe vuestros pasos!
                        Ricardo Izaguirre S.       E-mail:  rhizaguirre@gmail


domingo, 11 de diciembre de 2011

561 No pierda el tiempo lamentándose


561  CHISPA”                                                                                                                    

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

NO PIERDAN SU TIEMPO LAMENTÁNDOSE        

            Estimado amigo-a, las cosas son como son y usted es lo que es.  No pudo haber actuado de otra manera porque usted no es otra persona sino usted.  Tampoco las cosas pudieron ser así o asá, porque usted es lo que es y NO esa persona que pudo hacer la diferencia entre lo que es y lo que pudo ser.  “Si yo hubiera hecho esto, si hubiera hecho aquello”.  Pero usted NO es quien pudo haber hecho esto o aquello; usted es quien es e hizo lo único que podía hacer, bueno o malo.  Por lo tanto, es un inútil desperdicio de tiempo estar lamentando lo que pudo ser y lo que usted pudo haber hecho de otra manera.  El prisma de la edad y la reflexión nos llevan a cometer la simpleza de creer que todo pudo ser diferente si nuestra conducta hubiera sido distinta.  Pero eso es imposible, porque cada uno ES LO QUE ES.  No pude haber sido bueno, comprensivo y tolerante si NO LO SOY, pues en la vida nadie empieza malo y termina siendo bueno.  Lo único es que los años nos dan una nueva perspectiva de los hechos y la capacidad de discernir mejor entre lo justo y lo errado, pero eso no significa que si volviéramos a tener las mismas oportunidades, actuaríamos de manera diferente de lo que SOMOS.
            Lamentarnos de lo incorrecto que hicimos a nada conduce, sobre todo si ya somos viejos.  Pero más importante todavía, porque los hechos JAMÁS se repiten en identidad de condiciones, y los sentimientos y la manera de amar, sentir o pensar es diferente en cada etapa de la vida.  Esa actitud no es más que un juego de la mente mediante el cual pretendemos justificarnos y fingir que estamos “arrepentidos”, lo que se deriva y nos regresa al concepto religioso del perdón de los pecados.  Creemos que si hacemos esa gimnasia mística, estaremos enmendando algo de nuestra torcida conducta pasada; pero eso solo es una pérdida de tiempo y emociones.   Lo que pasó, pasó, y así está escrito en el libro de la Vida y NADA podemos hacer para cambiarlo ni borrar los arañazos que en él hicimos.  Puede hacerlo si le da la gana, pero de nada sirve.  No se puede rebobinar la película de la vida. 
            Si usted es “malo” no tiene alternativa; no va a cambiar ni a convertirse en “bueno” de la noche a la mañana por más que se arrepienta.  Estar renegando de lo que hizo, es una tortura inútil que de nada lo va a librar.  Ese es su infierno y tiene que vivirlo mil veces si mil veces se empeña en estar rememorando aquello que ya pasó.  Lo más que puede hacer es reconocerlo y ser consciente de LO QUE ES.  Y eso le proporciona la capacidad de elegir su comportamiento futuro a sabiendas.   Tampoco va a cambiar la opinión que de usted tiene la gente, si eso le preocupa.  Ni su familia lo hará.   Los demás siempre pensarán que cualquier cosa que haga, no es más que una estrategia para engañarlos mientras vuelve a las andadas o tiene una buena oportunidad o le pasa el susto.  Y esa es la verdad.  Tratar de engañar a los demás no es bueno; sin embargo, es aceptable.  Pero lo que es INADMISIBLE es intentar engañarse a uno mismo pretendiendo ser lo que no es.  Y más tonto todavía, es enojarse porque NO le crean que haya cambiado.  El populacho dice: “Perro que come huevos… aunque le quemen el hocico”.  Gran decir que justifica el recelo de los demás (esposa-o, amantes, amigos, hijos, familiares y conocidos).  ¿No lo creen?
            Entonces, amigo-a mío-a, no sufra por lo que está hecho ni, mucho menos “por lo que pudo ser”, porque tratándose de usted, NO PUDO HABER SIDO de otra manera.   Esa es una de las formas de masoquismo más improductivas que hay.  Siga siendo lo que es, de manera tranquila; no se engañe ni pretenda engatusar a los demás acerca de su conducta fingida.  Del nuevo don Fulano.  Somos lo que somos y NO es posible cambiar; lo único que está a nuestro alcance es reconocer que somos malos bichos y los resultados del daño que podemos infligir con nuestras acciones desbocadas.  Así que si nos importan las otras personas, eso es lo único de lo que somos capaces: ponernos el bozal y refrenar nuestras pasiones hasta donde nos sea posible, sin que eso implique sacrificios exagerados que nos hagan sufrir.  Tampoco se trata de martirizarnos, pues los santos ya están completos.  Y por más que nos pongamos el cilicio, no vamos a dejar de ser lo que somos.
            No hay que llorar sobre la leche derramada; solo reflexionar profundamente, pues es esto lo que despierta la consciencia de lo que es correcto y lo que no.  Y el CONOCIMIENTO del Bien y del Mal es lo único que nos pone en disposición de mejorar lentamente a través de las edades y no de una simple y breve vida.  Pero a la vez, es lo que crea el problema ético, y con él, el Cielo y el Infierno.  Recordar y lamentarse del mal cometido, es el Tártaro.  No tener noción de él, es la gloria.  Nuestros recuerdos CONSCIENTES son lo que crean ambos estados.  Es por eso que se dice que cada uno vive su propio paraíso o tormento según la naturaleza de sus pensamientos (recuerdos).   Si usted ya está viejo no hay nada que hacer, ya vivió su vida a su manera y creó las condiciones bajo las cuales vive y morirá.  Y eso nadie lo puede alterar.  Pero si es joven y “bueno” todavía, trate de ser lo más CONSCIENTE posible de sus actos y de las consecuencias que pueden acarrear a los demás.  Recuerde que las personas NO son objetos que usted puede “usar” a su antojo ni para su servicio.  Hay un chip interno que SIEMPRE le dirá lo que es bueno o malo.  Hágale caso y nunca tendrá que estar haciendo ejercicios espirituales en ningún momento de su vida para sentirse bien con usted mismo.
            La clave es: evite, y no tendrá que lamentar.  Enseñe eso a los jóvenes que tenga bajo su custodia, si es que le ponen atención; pues recuerde que cada uno trae su propio manual de conducta (karma) que ha escrito durante muchas vidas, y por más que usted quiera librarlo de las consecuencias de sus acciones, eso es una tarea IMPOSIBLE, pues somos lo que somos.  Un paquete completo y único, con cosas buenas y malas.  Y nadie, salvo nosotros mismos, puede hacer que las cosas cambien.  Si no lo hizo a tiempo, es que así debía ser, al menos para usted.  Por lo tanto, no pierda su tiempo rumiando cosas inútiles.  Sea feliz con lo que tiene a mano.
            Fraternalmente, a propósito del “misticismo” que nos ataca para la época navideña.
                                    Ricardo Izaguirre S.         E-mail:   rhizaguirre@gmail.com
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550 ¿Estamos preparados para vivir en el cielo... eternamente?


550    LA CHISPA     

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

¿ESTAMOS PREPARADOS PARA VIVIR EN EL CIELO… ETERNAMENTE?

            Esta recurrente oferta en todas las religiones, debería ser objeto de un examen más cuidadoso por parte de los interesados, quienes sin pensarlo dos veces, aceptan la posibilidad con un entusiasmo irreflexivo.  Y el meollo de la cuestión reside en la idea fundamental de que todos vamos a cambiar automáticamente con la muerte; sin saber cómo (ni lo pensamos), damos por un hecho que el ingreso al cielo implica una serie de transformaciones mágicas que nos capacitarán para adaptarnos a las condiciones célicas.  Algo así como una especie de purificación corporal y mental que NO está contemplada en ningún programa evolutivo: ni material ni espiritual.  Pero antes de seguir, pregúntense: ¿se creen ustedes merecedores del cielo y de estar por lo menos en la cercanía de Dios?  Desde luego que la mayoría dirá que , pues casi todos, sin importar qué clase de pillos seamos, tenemos la pretensión de ser dignos de lo mejor; incluso de la Gloria.    Pero NO respondan a esta nota como si se tratara de un cuestionario para conseguir trabajo, lo cual “justificaría” el intento de engaño.  Háganse la pregunta a ustedes y formulen una respuesta para ustedes.  Con lo que son en la actualidad, ¿creen que tienen los méritos necesarios para ingresar al Edén Celestial?                
            Lo primero que tenemos que plantearnos ante la posibilidad de colarnos en el Paraíso es lo que somos.  Talvez no sea tan difícil burlar la vigilancia e infiltrarnos en ese lugar, pero el problema está en lo que somos y que, dondequiera que estemos, nos pone en evidencia.  Hagámonos algunas preguntas básicas para empezar a plantearnos esa eventualidad.  ¿Se duerme en el cielo?  La lógica nos dice que si no tenemos cuerpo que se canse, no hay razón para reposar.  Entonces ¿estaremos despiertos por toda la eternidad?  ¿Se imaginan lo terrible que debe ser eso?  Despiertos por siempre.  ¿Y qué les pasará a los glotones?  Fíjense que si no tenemos estómago ni aparato digestivo, la comida se hace innecesaria para ese cuerpo celestial; pero la gula es algo que está en la mente, y el deseo por la comida es tan apremiante como la lujuria.  Así que estar en un cielo en donde no se puede comer ni fornicar, deberá ser una tortura espantosa para la gente que padece esos “males”, que somos la mayoría.  Y por toda la eternidad… Pero por favor, no hagan suposiciones que no sean demostrables, y ni siquiera probables.  Somos lo que somos y NADIE cambia radicalmente de la noche a la mañana por obra y gracia del cielo.  Ese “cambio” repentino solo es una maroma dialéctica de las religiones. NO existe tal cosa.
            En el cielo seguiremos siendo tan egoístas, violentos, malvados, envidiosos, intrigantes, lujuriosos y viciosos como somos en la tierra.  Esos malos hábitos no desaparecen simplemente porque nos pongan en determinado lugar; talvez podamos fingir, pero nuestra naturaleza básica seguirá siendo la misma.  El que es mentiroso lo es de por vida, por más que se refrene e intente cambiar.  Es una costumbre tan poderosa que, aunque estemos conscientes de ella y decidamos hacer algo al respecto, es muy poco lo que logramos en años y años de empeño; siempre está presente en nuestros actos y palabras.  Todos los que mienten habitualmente, lo saben.  Y los peores son lo que ni siquiera tienen consciencia de que son embusteros.  Entonces ¿qué hacer con ese vicio ante la presencia de Aquellos a quienes NO les podemos mentir porque “conocen” la maldad de nuestro corazón?  Allí no podremos seguir con nuestras imposturas, pero como son parte indisoluble de nuestra personalidad, nos acompañarán por toda la eternidad…al menos, por una larga parte de ella.
            ¿Y qué hay del sexo?  ¿Se practica en el cielo, o por arte de magia todos nos convertiremos en criaturas asexuadas, con la consecuente desaparición del interés por los elementos opuestos?  Y si eso sucediera, ¿en qué nos convertiríamos?  Pero de no ser así, ¿cuál sería el propósito de conservar nuestra condición de machos y hembras si no podemos hacer travesuras en el Paraíso?  Si todos nos convirtiéramos en  neutros, ¿cuál sería el rasero que nos pasarían para igualarnos mentalmente?  Porque las mujeres y los hombres pensamos y sentimos diferente, aún sin órganos genitales.  Este es un problema en el que tenemos que meditar con seriedad, pues no es de poca monta.  Recuerden que esa fue la razón por la que a la pareja primigenia le pusieron el desahucio del viejo Edén.  Y ellos no eran tan mañosos como nosotros; sin embargo, no se contuvieron, a pesar de las amenazas del Guardián.  Seguiríamos en alitas de cucaracha y en cualquier “descuido” nos volverían a poner de patitas en el Infierno.  Piensen en esto con seriedad, sin buscar respuestas acomodaticias como el cuento de que allí aparecerán “otras actividades divinas” en las que podremos ocuparnos para paliar el tedio de la vida eterna.  Todos sabemos que una de las formas más entretenidas de “matar el tiempo” es haciendo el amor; sobre todo, cuando disponemos de toda la eternidad.  Pero si no se puede, estaremos jodidos.     
            Ya vimos que la ocupación única de la que nos hablan las iglesias, alabar y cantarle al Señor, NO es una alternativa satisfactoria.   Entonces, quemada la etapa de cantos y alabanzas, y vedada la posibilidad de dedicarnos al amor, ¿qué nos quedaría por hacer si no estamos preparados para una vida superior de la cual desconocemos los detalles ínfimos?  Pues lo mismo que hacemos en la tierra: intrigar, firmar tratados como el T.L.C., armar partidos políticos, engañar, estafar, burlarnos de los demás, dañar al prójimo y calumniar a todo el mundo.  Eso es lo que somos en realidad.  Y eso es lo que haría imposible nuestra aclimatación en el cielo si en este momento, siendo lo que somos, lográramos filtrarnos en él.  No nos engañemos ni pretendamos estar listos para algo de lo que no tenemos ni la más remota idea de lo que pueda ser; y mucho menos, cuando estamos tratando con un elemento del todo imposible de entender o controlar con nuestra limitada inteligencia: LA ETERNIDAD.   No deseemos tener en nuestras manos un poder que lo único que podríamos sacar de él es que nos fulmine.  No queramos ser como Faetón (el hijo del Sol), tratando de manejar algo que solo está dentro de la competencia de los dioses: la eternidad e inmortalidad.  Nosotros estamos bien en la rueda de Samsâra, muriendo y volviendo a nacer; pero sobre todo, OLVIDANDO mientras crecemos lentamente.
            Un saludo fraternal                                                               
                        Ricardo Izaguirre S.        E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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viernes, 9 de diciembre de 2011

567 Nuestras vidas se rigen por ocurrencias


567  LA CHISPA          

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

NUESTRAS VIDAS SE RIGEN POR OCURRENCIAS

            Tanto hablamos de raciocinio, metodología, sistemas organizativos y orden, que da la impresión de que los seres humanos somos criaturas lógicas y con sentido común; pero ¡qué gran diferencia existe entre lo que hablamos y lo que hacemos!  Da risa ver lo que realizamos, y la medidas que tomamos para resolver nuestros problemas cotidianos, sin importar que sean minucias o cosas muy serias.  Somos dados a creer lo que sea, si en eso vemos alguna conveniencia o posibilidad de obtener un beneficio particular o, al menos, satisfacción.  Siempre y cuando sea agradable a nuestro gusto, estamos dispuestos a poner nuestra FE en cualquier idiotez, ya se trate de relaciones sociales, laborales, económicas, personales o religiosas.  
            A los hombres basta con que nos den un sistema coherente (real o no, eso no importa), agradable, sin sacrificios y con premios al final, y de inmediato armamos una religión, una escuela filosófica, una logia, un partido político, una fraternidad o un club de cualquier cosa.   Y con tal de que los demás se traguen nuestras creencias, estamos dispuestos a simular que aceptamos las de ellos; desde luego, si se encuentran dentro de la misma línea de pensamiento a la que pertenecemos.  Si admiten mis milagros, verdaderos o no, yo tolero los de ellos.  Si comulgan con mis logros personales, yo creo en los de ellos.  Si me consideran un “hermano” buena persona, estoy dispuesto a simular todo lo que sea necesario para que sigan pensando que lo soy.  Vean que solo son ocurrencias más o menos divertidas, más o menos inocuas, pero que denotan lo superficiales que somos.  Incluso la planificación de nuestras vidas responde a este tipo de conducta, y pensamos que ahí de camino podemos ir arreglando las cargas.  Que algo tendrá que suceder que venga a componer aquello que ha resultado de nuestro sistema de ocurrencias.   “Ahí veremos qué pasa…algo debe salir”… como si nuestra existencia fuera una especie de ruleta rusa. 
            Si se nos antoja que estamos gordos, hacemos caso de cuanta majadería nos digan por televisión, radio o periódicos.   Si cualquier avivato inventa una dieta determinada o unas pastillas fabricadas con testículos de tiburón, que nos garantizan una figura tan esbelta como la de esos bichos, de inmediato empezamos a consumir la “Squalus delgadus” sin establecer ningún juicio racional.  Si alguien nos dice que con siete, ocho, nueve o catorce vasos de agua que nos traguemos nos pondremos como Daniel Day Lewis o Nicole Kidman, de inmediato empezamos a tragar agua como locos, sin importarnos el daño que podamos hacer a nuestros riñones.  Sobre todo si NO tenemos que MODERARNOS en la comida.  Vivimos creyendo en cosas ilusas que es posible obtener sin esfuerzo alguno.  Creemos que es posible progresar económicamente sin trabajar ni ahorrar.  Por eso jugamos lotería, nos metemos a la política o nos hacemos “pastores”.  Y así vamos construyendo (¿?) nuestras vidas a base de improvisaciones surgidas de la nada, y a las cuales llamamos de manera arrogante: planificación.  Creemos que podemos ser “intelectuales” sin estudiar, solo porque podemos hablar o escribir un poco de paja.  Basta cualquier salida de un amigo, pariente o persona que consideremos culta, para que tomemos decisiones vitales fundamentadas en suposiciones.
            Nos casamos por una serie de ocurrencias en serie (de otras personas), y no porque haya algún razonamiento que nos convenza de que ese es un estado ideal para el resto de nuestras vidas.   Y también nos decimos que sería una belleza tener unos tres o cuatro chiquitos bonitos, rosaditos y redonditos que perpetúen nuestra eximia prosapia, sin detenernos a pensar ni por un segundo, el tremendo compromiso con el que arruinamos nuestras vidas y lo que se nos viene encima.  Porque sin “las explicaciones de consolación”, eso es lo que nos pasa.  No importa la dialéctica que hayan inventado para hacer tolerable esa desgracia.  Y en ese áspero y complejo camino, se nos van ocurriendo cosas para ir superando los sacrificios, privaciones e incomodidades de lo que están plagadas la maternidad y paternidad. Y para justificar la metida de pata, se nos antoja que el placer de ver a nuestros hijos ya realizados, valió la pena.  Y que estar al lado de nuestra viejita o viejito, compensa toda la amargura del largo recorrido atados al yugo monótono de la carreta familiar. 
            Y para terminar de joder la cosa, cuando ya sentimos la proximidad de “la pelona”, suponemos que nos podemos convertir en santos solo porque ya somos viejos y, supuestamente, ya no podemos pecar. Actuamos con una diligencia increíble en todos los aspectos que tienen que ver con la “salvación”.   Es cuando estamos dispuestos a encontrar el mal en todo y nos hacemos especialistas en el “pecado ajeno”.  En especial, de los jóvenes, que hacen las locuras que ya la edad nos tiene vedadas.   También creemos en cualquier disparate que nos pueda catapultar hasta lo más alto del Paraíso Celestial; pero es entonces cuando, paradójicamente, somos más vulnerables a las ocurrencias de los otros: pastores, curas y cuanto bribón se atraviese en nuestras vidas, siempre y cuando estas tengan implícita la promesa de un fácil y rápido ingreso al cielo
Esa es la última salida de una vida plagada de necedades: creer que hay caminos fáciles hacia las grandes metas.  Después de millones de payasadas improductivas en una larga vida de fracasos, todavía continuamos creyendo que basta una viveza final para poner a derecho una lista interminable de errores, daños, chifladuras, imprudencias y mala vida que hemos llevado.  Y la peor ocurrencia de todas es aquella que, para satisfacción de nuestra manera irresponsable de actuar, es suponer que las cosas serán de la manera que a nosotros nos gustaría que fueran.  Sin embargo, todos nos creemos racionales y ordenados, y estamos dispuestos a apearle los dientes a cualquiera que no reconozca esas sobresalientes virtudes que tenemos a montones; aunque basta una fugaz mirada a todos los disparates que hemos cometido en los últimos días para darnos cuenta de lo contrario.
Ocurrentemente
                        Ricardo Izaguirre S.           E-mail:   rhizaguirre@gmail.com
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jueves, 8 de diciembre de 2011

546 ¿Soportaríamos el aburrimiento de la "vida eterna"?


546   “LA CHISPA”    

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

¿SOPORTARÍAMOS EL ABURRIMIENTO DE LA “VIDA ETERNA”?

            Ese es el mejor platillo del menú que nos ofrecen las religiones: “la vida eterna”.  Al lado de Dios (si solo somos unos pocos), de Jesucristo, los ángeles y todos nuestros seres queridos.  Y lo dicen con tanto desparpajo y naturalidad, que parece que los curas y pastores tuvieran alguna idea de lo que significa semejante oferta.  Las religiones NO nos dicen  qué estaremos haciendo en ese “lugar”, tampoco cuál es el propósito de esa reunión a la vera del Padre.  Así que como el programa no es muy claro, muchos se han atrevido a describir algunas de las actividades, que no son muchas, y nos dicen que estaremos llenos de gozo infinito cantándole al Señor, alabándolo por los siglos de los siglos sin fin.  Hay quienes nos dicen que la fiesta sería amenizada con arpas y violines (podrían ser guitarras); talvez pianos, pero son muy pesados e imprácticos.  ¡Por toda la Eternidad!   ¿Se imaginan ustedes lo que significa la ETERNIDAD?  Piénsenlo dos o tres veces antes de dar su entusiasta aprobación a tan descabellada idea, pues si las más divertidas rutinas terrenales terminan por aburrirnos, piensen en lo que podría ser una eternidad tocando arpas o violines.  La alta valoración de la vida depende de su brevedad.  Pero si es eterna… ¿y si además no sabemos tocar violín, qué vamos a hacer ahí?
            El tiempo es uno de los grandes misterios del Universo, pero las religiones occidentales lo han mutilado de una manera bárbara para hacerlo comprensible a sus fieles y les dicen: el mundo tiene los cinco mil y pico de años que señala la Biblia.  Pero todos sabemos que esa cronología no solo es absurda sino ridícula. Los hindúes tienen una medida temporal mediante la cual se refieren a lo que dura un ciclo de vida del Universo, una Aurora de Manifestación o Manvantara.  Este es igual a un DÍA DE BRAHMA, la Deidad (la Hueste) formadora del universo, el Demiurgo de los platónicos o segundo Logos de los ocultistas.  Un día y una noche de Brahma equivalen a 8.640.000.000 millones de años solares, y a este período se le conoce como Kalpa.  Y 360 de estos kalpas hacen UN AÑO de la vida de Brahma; y cien de esos años, una vida de la Deidad.  Así que la existencia de Brahma es de nada menos que de 311.040.000.000.000 millones de años, una cifra casi imposible de comprender, ni siquiera de leer.  Eso dicen…
            ¿Y a qué viene todo ese cuento de los indios?  Pues para invitarlos a una meditación.  ¿Pueden imaginarse lo que significa estar cantándole y alabando al Señor durante cinco meses seguidos sin parar y sin dormir?   Por mucho que sea el entusiasmo de los “salvados”, después de un año empezarían a aburrirse hasta los más devotos.  Solo piensen en lo que sería esa tortura por más de un mes.  ¿Y qué pasará cuando tengan diez años en esa majadería?  Y todo eso suponiendo que a Dios pudiera agradarle semejante algarabía de voces desafinadas chillando quién sabe qué.  Porque no todos somos buenos cantantes.  Además, ¿qué le cantaríamos después de diez años de estar en eso?  Ni todos los himnarios de todas las religiones tienen suficiente materia musical para sostener un programa de esa duración.  Ni incluyendo toda la música profana inventada.  ¿Y quién coordinaría todo eso?  La cosa es muy difícil porque seríamos un Woodstock de al menos DIEZ MIL MILLONES DE PERSONAS.  ¿Se imaginan lo que es dirigir un coro de solo quinientas voces?  Entonces, ¿cómo hacerlo con un millón de personas?  ¿Cómo podríamos saber cuál es la canción o alabanza que sigue si todos hablamos idiomas diferentes?  Porque no deben suponer que cuando lleguemos al cielo todos vamos a hablar la misma lengua “celestial” por arte de magia.  O quizás la alternativa del inglés, como creen los gringos.
            Pero lo más importante ¿de dónde hemos sacado la idea de que Dios es un ser vanidoso que le gusta que le estén pasando la brocha y cantándole necedades?   Eso talvez podría agradarle a un ser humano; sin embargo, es seguro que después de un mes estaría harto de esa tontería.  ¿Qué otra cosa podríamos hacer en el cielo para paliar el aburrimiento natural que, tarde o temprano nos dominaría?  Y vean que hasta aquí hemos hablado de DIEZ AÑOS.  Entonces ¿qué pasará cuando tengamos mil años en esa insulsa ocupación?  ¿O DIEZ MIL, O CIEN MIL, O UN MILLÓN DE AÑOS alabando al Señor?  O ¿qué tal un Kalpa?  ¿O un Año de Brahma?  ¿O una vida entera de Brahma (311.040.000.000.000. millones de años solares)?  ¿Se imaginan?  Y esa monstruosa suma de tiempo es NADA en la duración de la ETERNIDAD.   Así que no jueguen ni deseen a la ligera algo de lo que no tienen ni idea de lo que significa.  Ese tiempo que tarda la vida de Brahma es tan solo un suspiro insignificante dentro de la ETERNIDAD, lapso sin principio ni fin, INFINITO, y por tal, incomprensible para la mente finita del hombre.  “Cuidado con lo que deseas”, dice una antigua máxima; y eso es aplicable a esta materia y las promesas que nos hacen los guías espirituales.  Debemos meditar cuidadosamente en busca de alternativas más racionales, modestas y comprensibles. “Estar en el cielo, a la diestra de Dios para SIEMPRE” no parece una cuestión viable, a menos que nos cambiaran arbitrariamente nuestra naturaleza; pero si eso se diera, ya no seríamos nosotros.   Por otro lado, también está la absurda amenaza contraria que nos hacen las religiones: “En el regazo de Satanás por el mismo tiempo”. 
El argumento de la vida eterna, ya sea en el cielo o el infierno, carece de sustento lógico; e incluso el sentido común, si meditamos sin prejuicios, sin miedos, sin fanatismo y sin fe, nos dice que tal cosa es imposible. El hombre está muy lejos de poder adaptarse a una condición semejante, pues somos criaturas tan efímeras que no estamos preparados para enfrentarnos a cualquier situación que rebase los límites de nuestras breves existencias.  Ni siquiera podemos digerir el concepto de “eternidad”.   Solo piénsenlo, prescindiendo del miedo a la muerte, pues vivir por siempre es más aterrador que morir.  Entre una y otra opción, parece más sana y fácil la segunda.   Sigan creyendo en lo que creen, pero no dejen de meditar en la posibilidad de la existencia de otra ruta que nos pueda llevar “a la otra orilla”.     
Fraternalmente
                        Ricardo Izaguirre S.       E-mail:  rhizaguirre@gmail
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lunes, 5 de diciembre de 2011

595 En la Internet: una falacia divertida


595   LA CHISPA         
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
EN LA INTERNET: UNA FALACIA ARITMÉTICA DIVERTIDA
            La Red es maravillosa, en ella se encuentra de todo y, en cierta forma, está convirtiendo en material obsoleto a los libros de papel; aunque todavía no lo hace en el gusto de los viejos, para los jóvenes es mucho más cómodo adaptarse a la pantalla que al paquetito de papel.  Pero una cosa es segura: en el futuro lo sustituirán por completo, y el libro pasará a ser algo así como los discos de acetato, los disquetes y las cintas musicales (casetes).  Es la dinámica de la modernidad, aunque a los viejos no nos guste que nos profanen nuestros nichos de antigüedad en donde nos sentimos muy cómodos; el vértigo de la ELECTRÓNICA, la ciencia del futuro, es como una especie de tsunami gigantesco que barre con todas las tradiciones.  O remamos en su dirección o nos revuelca con todo nuestro romanticismo añejo.  En un plazo no muy lejano podremos irnos de vacaciones por Internet a cualquier parte del mundo, con todo y computadora, la Palm y el móvil, los símbolos todopoderosos del milenio que se inicia.   Y todo aquel que NO domine estos instrumentos diabólicos está démodé, old fashion, fuera de circulación; no está en nada.  
            La Red es magia pura, producto de la alquimia de los grandes laboratorios de electrónica.  Ahora con solo apretar un botón en Washington, se arruina la economía de cualquier país, o se le borra del mapa.  La Red es omnipresente y omnisapiente; TODO está en ella, todo lo sabe.  Aunque eso no quiere decir que todo lo que ahí se puede encontrar sea correcto o verdadero.  Como es un vehículo DEMOCRÁTICO en todos los sentidos de esa palabra, le da cabida a cuanto bicho hay, para que escriba en ella todos los disparates que pueda imaginar.  Sin embargo, esa libertad irrestricta conlleva el peligro de la manipulación (o “desinformación”), o lo que es peor, del engaño y la confusión.  Son los riesgos inherentes a todas aquellas actividades humanas en donde priva la libertad sin límites (lo cual NO es bueno del todo).  No sé cuál podría ser la alternativa a esto, pero ante la posible censura oficial que muchos han querido (Bush, por ejemplo), es quisquillones de veces preferible el libertinaje informativo, aunque eso nos obligue a ser cuidadosos con lo que leemos en la Net.   Leer y DISCERNIR es la clave.   No hay que “tragarse” todo lo que sale en ella ni, mucho menos, darle curso enviando a los amigos afirmaciones dudosas o exageradas.  El problema NO está en la herramienta sino en el mecánico que la utiliza; si este es inepto, de nada le vale contar con “Snap on”.  Así es con las babosadas que circulan en la Internet: hay que ponerles mucho cuidado para no ser víctima de las que ahí abundan. 
 Ese es el caso de un correo que me han enviado un par de estimados amigos.   Es un e-mail bien elaborado, por gente que sabe hacer cosas bonitas con la compu  (ya quisiera yo saber cómo hacerlo).  La nota en cuestión es una FALACIA ARITMÉTICA que puede sorprender a muchas personas y, lo que es peor, pueden transmitirla a otras y crear una gran cadena de mentiras o, por lo menos, de información errónea.   Se dice que alguien la  envió a CNN (para darle peso), y acto continuo nos empiezan a desglosar el asunto de los $ 700 000. 000 000 (setecientos mil millones de dólares) que el Gobierno de USA les regaló a los banqueros de Wall Street (Kahn, Loeb, AIG, Morgan, Lehman Bros. Kline, Saperstein, etc.).  Y nos dice los siguiente: “Si esta suma se dividiera entre los 6.700 millones de habitantes del planeta, a cada uno le tocaría la friolera de $ 104 millones (104.477.611,9)”.  Y es ahí donde está la magia de esta broma, que no creo que haya sido por descuido o desconocimiento de la aritmética elemental ni por maldad; más bien me parece que se trata de un chiste de los que abundan en la RED.  No obstante, si la intención es seria, se trata de un fraude.
            Ya que cabe la posibilidad de que muchas personas se hayan tragado el anzuelo, les diremos en qué consiste el truco: nos hablan de $ 700 000.000.000 (un siete seguido de once ceros), pero cuando se refieren a la población mundial nos dicen: 6 700millones” y no 6 700 000 000.  Así que a la hora de realizar el cálculo omiten los SEIS CEROS y hacen la división de los 700 000 000 000 entre 6 700, lo cual, como es lógico, da la suma de $ 104 477 611, 9 (ciento cuatro millones, cuatrocientos setenta y siete mil con seiscientos once dólares más noventa centavos).  Como la mayoría de calculadoras corrientes hace un enredo con tanto cero, la gente da por un hecho que ese chiste es veraz, aunque solo se trata de eso: UNA BROMA.  Claro que si se hace la operación correctamente, debe plantearse así:   700 000 000 000  entre 6 700 000 000.   Si usted elimina OCHO CEROS de cada suma (simplificación escolar) la operación le queda así:   7 000 entre 67, lo cual da $ 104 dólares con 47 centavos y fracción (104 477).   Buen truco ¿no?   Estimado lector, usted está obligado a DISCERNIR y no aceptar como verdades cuanta simpleza lee.  La Red es mágica, bella y sabia, pero no puede contagiar eso a las personas simples que navegan en ella.  La Net no es mala, engañosa o tonta, somos nosotros.
            Si todavía le quedan dudas, haga la operación contraria, siéntase como Santa Claus y goce del placer de repartir millones a discreción.  Regale UN MILLÓN a cada persona de unos grupos de mil, diez mil, cien mil y de UN MILLÓN DE SUJETOS.
En el primer grupo gastará        (1 000 000 x 1 000)                                       mil millones
En el segundo  gastará               (1 000 000 x 10 000)                                     diez mil millones
En el tercero gastará                  (1 000 000 x 100 000)                                  CIEN MIL MILLONES     
En el cuarto grupo gastará        (1 000 000 x 1 000 000)                           UN BILLÓN  (1 000 000 000 000), cifra que supera en TRESCIENTOS MIL MILLONES a la “piñata” que reventó el gobierno de USA entre los banqueros y otros bandidos de la Bolsa.  Es muy poquito para cada ciudadano del mundo, pero un “pichazal” de plata para cuatro gatos de Wall Street.   Y aunque esa suma es monstruosa, jamás alcanzaría para darle $ 104 millones a cada ciudadano del mundo; aunque sí le tocarían  $ 2 333 a cada gringo, lo que no es tan malo, tratándose de que es “su” dinero.   Si lo sorprendieron con esa falacia NO ES CULPA DE LA RED sino suya, por no acordarse de la aritmética que le enseñó “la Niña” de sexto.   NOTA: el billón equivale a un millón de millones, pero el billón gringo es de solo MIL MILLONES (un millardo). 
Aritméticamente
                            Ricardo Izaguirre S.        E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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