1075 “LA CHISPA” (27 de febrero de 2017)
Lema: “En la
indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¡Por
Dios, señor Trump, sosiéguese!
Ya no es el dictadorzuelo de las
empresas Trump, el diosecillo encaramado en su torre neoyorquina; ya no es solo
el magnate de los bienes raíces y de cien empresas más. Tiene que demostrar más
tacto y mesura. Ya NO PUEDE ser el don
Juan atrevido y grosero que se expresa despectivamente de las mujeres del mundo
entero; ya no tiene derecho a ser, públicamente, el patán que su fortuna
económica le ha permitido ser en sus relaciones sociales privadas.
Ya no es el showman de concursos de belleza y televisión. Tampoco es un jovenzuelo “tuitero” que puede
regir los destinos de su país y del mundo mediante una “cuenta” de
Internet. Ya no puede seguir siendo el
comediante que era en su vida privada hasta antes de entrar en la
política. Ya no tiene la libertad de
opinar en forma alocada, con el cerebro desconectado de la realidad, de su
entorno y de la historia.
Ahora, señor Trump, es el
PRESIDENTE de los Estados Unidos de
América, la nación más poderosa del mundo y, por lo tanto, la de mayor
influencia general. La guasa de la
campaña electoral llegó a su fin y debe darle paso a una forma seria y
responsable de dirigirse a sus conciudadanos y al mundo entero. Todo el planeta sabe lo que puede esperar de
su país: lo mismo de siempre. Sin
importar quién sea el presidente o de cuál partido, pero eso sí, todos exigimos
SERIEDAD y sentido común, y no una retórica amenazante de alguien que no parece
tener todavía, una idea de cuál es la realidad mundial ni cómo se manejan las
relaciones internacionales en la sociedad moderna. Usted parece desconocer (o despreciar) las más
elementales normas del derecho internacional y la convivencia pacífica entre
pueblos civilizados. Sepa que hay algo
que se llama DIPLOMACIA, y que usted parece ignorar por completo. El carnaval electorero terminó, y es hora de
trabajar seriamente, haciendo lo mismo de siempre; lo que siempre hacen los
Estados Unidos: sacar ventaja de todo el que se pueda… pero con “diplomacia”.
¡Sosiéguese, señor Trump! Ya es el presidente de USA. Sea serio y pare la fiesta de los “tuits” y
sus pequeños pleitos domésticos como si usted fuera un adolescente
resentido. ¡Usted es el César y tiene a
todo el Senado a su favor! Gobierne como
uno de los grandes presidentes de los Estados Unidos y no pierda su tiempo
jugando en la Internet y haciéndose cada día más odioso, incluso para sus
propios partidarios. Y como el César que
es, ocúpese de los grandes problemas de su país y del mundo, y deje las
pequeñeces ordinarias en manos de sus lacayos y sirvientes. Porque, ¿cuál es el objetivo de tan mezquina
y malévola actitud como la de tratar de restarle méritos a una consagrada de la
cinematografía mundial? ¿Tiene algún propósito
válido y útil atacar y tratar de ofender a una dama como Meryl Streep, una
señora tan querida en el mundo del espectáculo?
Sálgase de ahí, señor Trump; usted ya no está en la farándula de los
concursos de belleza. Ahora es EL
PRESIDENTE de los Estados Unidos, y eso demanda una actitud superior, serena,
inteligente y ecuménica, y no las rabietas alocadas e impredecibles de un
hombre que, por su edad, debe transmitir a sus coterráneos y a todo ese mundo
sobre el cual influyen los Estados Unidos, la sensación de que al timón de la
Casa Blanca y “Amerrica”, se encuentra un hombre sensato, y no un adolescente “tuitero”
y resentido social que cree que todavía se puede imponer la ley del más rápido
con el revólver.
Agrandar la maquinaria bélica de
USA no ayuda en nada. Nadie amenaza
militarmente a Estados Unidos. Eliminar
el “Obama Care” para invertir en armas NO es la solución a los problemas de su
país. Los pueblos están hartos de
guerras “salvadoras” para garantizar la paz mundial y duradera. La historia no registra ninguna guerra que
haya solucionado algún problema. Tampoco
se ha construido muro alguno que impida el contacto humano para siempre: ahí
está el testimonio elocuente de la Muralla China. O el muro de Berlín. Esfuerzos
tan grandiosos como inútiles. Cálmese,
señor Trump, y sea cuerdo; utilice su enorme poder para crear beneficios para
todo el mundo. Integre a los Estados
Unidos a la comunidad mundial; no siembre cizaña creyendo que con eso va a
obtener frutos comestibles. Los
norteamericanos también pertenecen a la raza humana. Usted también, señor Trump, aunque todavía no
se haya dado cuenta. Déjese de infantilismos
en las redes sociales y concéntrese no en buscar camorra y enemigos imaginarios
sino en la consecución de metas comunes a todos los habitantes de este bendito
planeta, hogar de nuestra singular especie.
¡Cálmese, señor Trump! Y deje de estar amenazando al mundo. No se haga más antipático de lo que es,
simplemente porque entre sus adláteres NO hay quienes se atrevan a decirle
desde cuándo empezó a rebasar los límites del respeto, la consideración y el
espíritu de convivencia. El escenario
mundial NO es el Lejano Oeste; es una vasta comunidad humana que aspira a comer
lo suficiente, saber que no los van a bombardear por diversión, tener seguridad
y la posibilidad de educar y ver crecer a sus hijos. La gente NO quiere que conviertan a sus
países en campos de tiro y ensayo de armas novedosas y letales como el caso de Siria. ¡Apláquese, señor Trump! Usted, en su condición de César, está en la
OBLIGACIÓN de dar un ejemplo de mesura, buen juicio y serenidad, no de inmadurez
o matonería propia de la época del Big Stick.
Y deje en paz a las redes sociales.
Usted no es un jovencito ni una estrella de rock. Sea formal, usted es un Señor, y nada menos
que Presidente de los ESTADOS UNIDOS. No
le luce esa actitud de “rebeldón” de las redes sociales; está muy viejo para
eso.
Tuiterescamente Ricardo Izaguirre S.
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