martes, 2 de agosto de 2016

1064 ¿Estamos a finales de un ciclo?



1064  LA CHISPA           (31 de julio de 2016)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿ESTAMOS A FINALES DE UN CICLO?
         Cuenta una fábula que una lora marinera, situada en el travesaño del mástil de su barco que se hundía gritaba: “Ajá, ya se jodieron”.  Ante el frenesí de los marineros que luchaban por mantener a flote la embarcación, la lora, desde su alta posición, no paraba de gritarles: “Ajá, ya se jodieron”.  Esa parece ser la actitud de ciertas sociedades (países) que, con un menosprecio total por la especie humana suponen, como la lora, que ellos estarán al margen de las consecuencias de su criminal labor de contaminación.  Con un desparpajo absoluto, siguen produciendo todo tipo de venenos que están arruinando la atmósfera de la Tierra, y convirtiéndola en un planeta inhabitable para el animal humano.  ¿Qué es lo que esta gente piensa?  ¿Es mayor su codicia que la supervivencia de la raza humana?  ¿De ellos y sus propios hijos?
         Dicen que hasta que el barco se hundió y el mástil empezó a sumergirse, la lora se dio cuenta de la situación y dijo: “Ajá, ya NOS jodimos”.  ¿Somos tan inconscientes como la lora del cuento?  ¿Es nuestra civilización tan estúpida e inconsecuente como la cotorra de la fábula?  Porque no son solamente los grandes países industrializados los que contaminan; lo hacemos todos.  Solo veamos el caso de San José.  Está ciudad no tiene un sistema de tratamiento adecuado de la basura que generamos en el área metropolitana.  No existe el reciclaje necesario ni los procedimientos modernos para convertir los desechos en materiales útiles… o al menos en inocuos.  Y ni qué decir de las llamadas aguas negras.  San José ha convertido los ríos que atraviesan la ciudad en auténticas cloacas a cielo abierto; son ríos de mierda, con un poder de contaminación que los convierte en corrientes de muerte.
         Parece que de nada (o muy poco) sirven las campañas acerca del tratamiento que debemos darle a la basura que producimos.  Educados o no, todos contribuimos al desastre de la contaminación planetaria; cada uno en su nivel.  Basta que veamos un lotecito baldío para que de inmediato decidamos que es un vertedero público y que podemos llenarlo de bolsas plásticas con su contenido heterogéneo y dañino.  Solo somos cuidadosos y ordenados por exhibicionismo.  Solo cuando nos están viendo, buscamos un basurero público para tirar algún papel o lo que sea; y lo hacemos con elegancia, como si estuviéramos posando para una foto.  Pero si nadie nos ve, lo dejamos caer donde nos dé la gana.  Nuestro civismo basureril se determina por una sola condición: que haya testigos o no.
         La solución teórica que le damos es que si no vemos la basura, esta no existe y deja de ser nuestro problema, aunque solo sea que la coloquemos en la acera del vecino o en el próximo tragante de aguas pluviales.  La visión que tenemos sobre este problema es la de la lora del cuento.  Nuestra irresponsabilidad es casi total, y nuestro entendimiento del problema se limita a saber que el camión de la basura pasa los lunes y los jueves.  Pero qué hacen con ella, NO es de nuestra incumbencia.  La cosa es no verla.  Y si no nos interesa el problema de nuestra comunidad, mucho menos cuando este es a escala nacional.  Y mucho menos, que nos importe un pito la contaminación global.  Ese es un problema de otros… siempre es de otros.
         En nosotros se trata de un problema de indolencia, porque no es de ignorancia.  San José se ha convertido en un enorme basurero, una cloaca abierta y un enorme foco de contaminación con gases de combustión.  El tráfico caótico de esta ciudad es algo que nos ahogará por completo en cuestión de dos años como máximo.  Y a nadie parece importarle un carajo.  Esta “ciudad” diseñada mezquinamente en el ancho de sus calles y avenidas, es una trampa que en cuestión de meses nos asfixiará.  Ya nos tiene maniatados a tal punto, que en ciertos lugares como la avenida segunda, se avanza más de prisa a pie que en cualquier vehículo de cuatro ruedas.  “Ya se jodieron”, parece ser la respuesta que todos damos ante ese deprimente espectáculo.  También es la respuesta de un gobierno que, incapaz de resolver el problema, se margina de él de manera indolente e inaceptable.  Evitar esa contaminación y ordenar el caos vial es cuestión fácil; solo hay que tomar la decisión olvidándose de los compromisos políticos, de los compadrazgos y de la contribuciones que los transportistas hacen a  las campañas políticas.  San José se está ahogando, se está “jodiendo”.
         Lo que hacemos en Costa Rica, es lo que hacen todos los países tercermundistas, muchos del segundo mundo, y uno que otro del primer mundo; pero como estos son los más industrializados, son los que producen la mayor contaminación global.  Las cifras son pavorosas.  Pero lo peor es que se resisten, obstinadamente, a reducir sus emisiones venenosas.  Ya eligieron complacer a sus respectivas industrias nacionales (comercio) y poner sus intereses económicos y particulares, por encima del interés fundamental de la humanidad.  Pues eso es lo que está en juego: la supervivencia de la civilización.  Y da la impresión que a muy pocos les interesa el problema; les parece como algo muy lejano que se produce y afecta a otras partes del mundo que nada tienen que ver con nosotros (“ya se jodieron”).  Sin embargo, somos cómplices activos y entusiastas de nuestro propio exterminio, seamos conscientes o no de eso.
         ¿Podemos hacer algo, o ya entramos en la caída libre de la cual no hay marcha atrás?  ¿Hemos cerrado el ciclo final de la aniquilación de la especie humana?
         ¿Qué cree usted?
                            Ricardo Izaguirre S.          Correo.   rhizaguirre@gmail.com
Blow: www.lachispa2010.blogspot.com

        

No hay comentarios:

Publicar un comentario