1066 “LA CHISPA”
Lema: “En la
indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del poder”
CÓMO
CAMBIAR
Pero ¿cambiar qué? Recuérdese que nuestra personalidad está
estructurada de miles, quizás millones de características horribles que, si no
fuéramos diestros en ocultarlas, serían nuestra frecuente vergüenza. Entonces, piénselo bien. ¿Qué es lo que
quisiera cambiar en usted? Sin
vaguedades y sin minimizar sus defectos, porque si no lo hace así, jamás podrá
introducir ninguna variante en su carácter.
Si no visualiza claramente a su enemigo, si no lo identifica bien, ni
siquiera podrá iniciar su lucha personal en la búsqueda de su mejoría como
persona. Recuerde: no niegue ni minimice
sus defectos, pues ese suele ser el talón de Aquiles de todos los que se
embarcan en esta ruda y casi imposible tarea.
Usted debe ACEPTAR que tiene vicios que requieren cirugía
mayor. Ese es el primer paso. Aceptar que necesita hacer cambios que lo
conduzcan a ser mejor persona de lo que ahora es. Camino difícil en el cual la HONESTIDAD
es un requisito básico. El simple deseo
de cambiar, indica que usted NO está contento con la clase de persona que es; y
ese es otro aviso importante. Y no
olvide: NADIE lo puede ayudar; esta es una lucha personal y en
solitario, es verse cara a cara con el monstruo interior, sin intermediarios ni
conciliadores. Es usted y sus demonios.
Ya se dijo en “La Chispa” anterior que
la evolución consiste en cambios conducentes a un estado de perfección. Pero ese camino no es fácil ni corto ni
existen manuales infalibles escritos por dioses, profetas o “pastores”; y si
los hay, son incompletos, condescendientes, confusos y engorrosos; además son muy
simplistas y orientados hacia el clientelismo religioso y de otros tipos. NADIE puede evolucionar (cambiar) moral,
espiritual y físicamente en una sola vida; ni siquiera en cien o mil. La evolución demanda millones de años para
establecer cambios visibles y significativos.
ACEPTAR esa idea es básico, si no, solo obtendremos la más profunda
frustración.
Ahora bien, para enfocar el problema,
tenemos que aceptar ciertas teorías que son “necesidades” filosóficas que nos
conducen a una metodología para nuestro trabajo de cambio personal. Debemos estudiarnos profundamente, y aceptar
que estamos formados de varias partes (físicas y sutiles) que interactúan de
manera sincronizada para dar forma a eso que llamamos CARÁCTER y que es
lo que determina lo que SOMOS. Todos
tenemos cuerpo físico bien diferenciado, un centro emocional (cuerpo astral lo llaman
en ocultismo) que usted puede ubicarlo, si así lo desea, en el estómago y las
tripas (chakra umbilical), y tercero, una mente (fuente de todos los
pensamientos). Y esta es el gran
problema al que debemos enfrentarnos: LA MENTE. Esta es el cubil de todos los vicios que
tenemos; en el enorme gavetero de esta parte de nuestra personalidad se
amontonan todas las tendencias que traemos de milenios atrás (karma), las que
desarrollamos por nuestra cuenta y aquellas con la que nos contagia el plano
mental, donde flotan libremente billones de ideas en forma de propiedad
colectiva de toda la humanidad. Esa
mente indómita es la base del problema; es el enemigo interno que dispone a
capricho cómo debemos actuar y sentir (emociones). Los pensamientos, materia
prima de la mente, los traemos del pasado como inclinaciones; pero también
producimos nuevos. Y además, nuestra
mente se nutre (se contagia) del ambiente, de la gran masa de pensamientos (negativos, positivos y de todo
tipo) que genera la especie humana.
Identificarlos es el gran reto, el paso inicial en el trabajo de
cambio. Saber cuál es el origen de cada pensamiento que brota de
nuestras cabezas; discernir si son nuestros o del colectivo, del ambiente. Como los fanatismos religiosos o
“nacionalistas”.
Si no entendemos ese mecanismo, todo
cambio es imposible, pues continuaremos sumidos en una falsa percepción del
“problema”. Vanidad, ingratitud,
cinismo, intolerancia, soberbia y todos los vicios morales provienen de la
mente: por recuerdo, “contagio” o iniciativa propia y presente. Así que la búsqueda de cualquier cambio debe
centrarse en la mente, en nuestros pensamientos. Debemos estar ATENTOS a cada pensamiento, a
cada ocurrencia, y debemos analizarlo antes de que lleguen a convertirse en
emociones y actos físicos. Fíjense
(estudiándolo en ustedes mismos) cómo es el circuito: surge el pensamiento y si
se le permite, pasa al cuerpo emocional y se convierte en emoción que, de
inmediato se hace sentir en el cuerpo físico, dañándolo si el pensamiento es
malo, y favoreciéndolo si es bueno.
Entonces la clave inicial está en estar atentos a cada pensamiento que
brota de nuestra mente. Y teniendo
focalizados un ramillete de los vicios más comunes de nuestro carácter
(aceptación), debemos frenarlos en ese mismo instante (pensando otra cosa, una
virtud), de manera que NO SE LES PERMITA convertirse en emociones, pues estas
dañan al cuerpo físico y hacen que el pensamiento se reafirme como conducta
general. Es un trabajo terrible ante el
cual, la mayoría se rinde. No es pesimismo, es realidad de todos conocida.
No olvidar, pues, que la clave de la
lucha está en la atención que pongamos a la naturaleza de nuestros
pensamientos; debemos establecer un mecanismo automático que filtre todos los
pensamientos que brotan de nuestro cuerpo mental inferior, pues esa es la única
vía mediante la cual podemos evitar que se transformen en malas acciones,
dañinas al prójimo, pero lo que es peor, a nosotros mismos.
Como pueden imaginar, es una labor de
tiempo completo, compleja, dura y cuyos resultados no son visibles ni
espectaculares, pero se van produciendo lentamente, aunque no los percibamos
con claridad. El sendero de la
“santidad” es áspero y no hay milagros en él, pero si se trabaja con ahínco,
los resultados son tan inevitables como la salida del sol. Pero como pueden barruntar, no es cuestión de
días, meses o años; es trabajo de toda la vida, de muchas vidas, de infinito
número de vidas. Tampoco es posible que algún dios nos haga “buenos” por arte
de magia. La Naturaleza no pega brincos
en los cambios sino que lo hace muy lentamente, no según nuestros antojos y
falta de paciencia.
Entonces, resumiendo el método: El
primer paso es saber que los pensamientos son la base de nuestra conducta, el
disparador de esta. Y a partir de allí, seguir una serie de pasos: el
primero es ACEPTAR que estamos llenos de vicios. El segundo es estar dispuestos al cambio y,
para lograr eso, debemos seguir una metodología simple en teoría, pero muy difícil
en su ejecución. En esta lucha NO HAY
atajos ni caminos fáciles. Tercero:
siempre estar ATENTOS a cada uno de nuestros pensamientos para clasificarlos
por su calidad y origen. Cuarto: establecer
un filtro que nos permita desviarlos o intercambiarlos por otros de naturaleza
noble y positiva. Quinto: nunca permitir
que los pensamientos negativos se conviertan en EMOCIONES porque estas disparan
el mecanismo de los pre-juicios, suposiciones, odios, violencia y todas las
conductas irreflexivas que nos meten en tantos problemas, y con las cuales
causamos tanto daño.
La práctica continua de esta técnica es
la única que puede, eventualmente, conducirnos a ser mejores personas. Pero recuerden que es muy difícil. Solo tomen un vicio como el de ser
ENTROMETIDOS y traten de controlarlo.
Observen el procedimiento, pero aceptando lo que se ha dicho: Que soy
entrometido-a y que quiero cambiar. Eso
puede ser material de trabajo para muchos años.
¿Entienden? ¿O qué tal con la
intolerancia o el rencor? Honestamente, ¿somos capaces de perdonar o de
ser tolerantes?
Pruébenlo, puede ser la ocupación más
importante de nuestras vidas presentes.
¿Qué creen ustedes?
Fraternalmente
Ricardo Izaguirre S. Correo: rhizaguirre@gmail.com
Blow:
www.lachispa2010.blogspot.com
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