942 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica
del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
BIENVENIDA AL GREMIO
¡Feliz día!, aunque sea
tan infausto y te incluya en esa tenebrosa lista a la que llamamos de la
“tercera edad”. Se dice fácil, pero
llegar hasta allí o aquí, es una proeza a la que no todos pueden acceder. Has culminado, felizmente, un largo viaje en
la presente dispensación y, a todo lo largo de él, has inundado de alegría y
felicidad a todas las personas que se te han acercado; jacarandosa,
dicharachera y risueña, has matizado con tu aura la vida de todas tus amistades
y les has insuflado el desenfado con el cual has hecho que tu existencia sea
una deliciosa cadena de actos felices, pues tercamente, te has negado a ser
contaminada por la tristeza. Nadie ha
podido estar a tu vera sin contagiarse de tu forma chistosa de gozar el momento
y de enfrentar los hechos, aunque estos sean adversos. Ante las cosas negativas siempre has tenido
una sonrisa, una burla, un gesto desafiante y optimista que han mantenido a
raya a esos desagradables visitantes que nos amargan la vida a los
“atormentados”: pesimismo, duda, tristeza crónica, aburrimiento y otras
desgracias propias de los que somos seres ordinarios. Donde quiera que haya un grupo de gente que
se carcajea, en el centro y como causante de ese efecto, se encuentra la
inefable Sonia; la pizpireta mujer cuya vida ha sido semejante a unas
castañuelas gitanas: alegría pura. El mejor elogio que se puede decir de alguien
y, quizás el mejor recuerdo que les dejes a los que te sobrevivan será: “Nos alegró la vida”.
Mil gracias por haber sido mi amiga
durante tantos años; gracias por haberme incluido, aunque sea de mala gana,
dentro de esa privilegiada lista de las personas que han gozado de tu presencia
y modo de ver la vida. Junto con muchas personas, estoy seguro, tenemos que dar
gracias a los dioses por haber disfrutado de una persona tan especial, cuya
sonrisa ligeramente burlona, siempre nos insinúa un misterio que está más allá
del asunto que tratamos. Muchas gracias
por haberle dado algo de lumbre a mi aburrida y aburridora vida. Y aunque nunca he sabido expresarlo de la
manera adecuada ni oportuna, quiero que sepas que has sido durante estas
décadas, el Peñón de Gibraltar sobre el cual he fiado mi propia existencia.
En nombre mío y, estoy seguro, del
de todas tus amistades, te doy la bienvenida a una nueva etapa de tu periplo,
en el cual, no me cabe duda, seguirás siendo la luz y la fuente de armonía,
abandono y placer para todos aquellos que se pongan bajo la sombra
enriquecedora y divertida de tu fascinante personalidad.
Que los dioses te den una
larguísima vida en esta tercera edad en la que debutas hoy.
Tu amigo.
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