jueves, 15 de agosto de 2013

833 ¿Cómo llegar a las estrellas?



833     LA CHISPA                     
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿CÓMO LLEGAR A LAS ESTRELLAS?
            Pero en primer lugar, debemos preguntarnos que cuál sería el objetivo de encontrarnos con otras civilizaciones del espacio.  Si nosotros logramos llegar a ellos, significa que tenemos una tecnología superior, lo cual descarta la búsqueda de una ciencia superior; y si son ellos los que nos contactan, sería absurdo que nos vinieran a obsequiar su tecnología para que nos matemos de manera más eficiente; además, ¿a quiénes se la darían? ¿A los gringos, rusos, chinos, árabes o a todo el mundo?  Es obvio que los terrícolas no estamos interesados en la filosofía, moral o espiritualidad de esas culturas extra planetarias sino en sus riquezas minerales o de otro tipo.  Los líderes norteamericanos ya así lo han manifestado, y su interés se reduce a la búsqueda de recursos.  Con tan limitadas y mezquinas metas, no es creíble que alguien quisiera o pudiera estar dispuesto a ayudarnos, pues sería como que los visitantes a la Tierra solo vinieran a llevarse el agua, la madera y todo lo que quede de petróleo.  Y si hay intervención de civilizaciones SUPERIORES, no es de esperar que estas permitieran semejante explotación.  Ni siquiera los nativos de este o cualquier planeta.  Entonces ¿cuál sería el objetivo de esos viajes?  ¿Intercambio cultural?  No me parece creíble.
            Tal esfuerzo tendría que redituar ganancias enormes, porque si no, carecería de interés, pues el cuento de la ciencia por la ciencia solo es eso, un cuento.  Todo lo que el hombre inventa o descubre TIENE que traducirse en beneficio económico; de lo contrario, por bueno que sea para la humanidad, JAMÁS se da a conocer al público ni se pone a su disposición.  Los primeros viajes serían la inversión, y tendrían como objetivo localizar esos planetas explotables, confirmar la abundancia de recursos y la posibilidad de someter a sus habitantes mediante empréstitos del Banco Mundial o por la violencia.  Tarea que llevaría siglos o, probablemente, milenios.  Resultaría más práctico capturar esos planetas y empezar nuevas civilizaciones.  Así los chinos podrían enviar unos setecientos millones de paisanos por todo el orbe; igual podrían hacer los hindúes.  Un planeta para cada grupo racial o religioso para que desaparecieran las contiendas ideológicas.  Eso talvez tendría sentido, pero sería muy caro para resolver una minucia como esa, pues es más fácil y barato matarlos aquí.   Entonces, ¿cuál es el objetivo para llegar a esos innumerables mundos que están desperdigados por todo el cosmos? ¿Ayudarlos?  ¿Intercambiar sabiduría, explotarlos y reducirlos a colonias?  ¿Cristianizarlos y convertirlos en Testigos de Jehová?   Por lo que sabemos, de la especie humana NO se puede esperar nada mejor, porque nos guste o no, NO TIENE NADA MEJOR QUE OFRECER.   Cuando no hacemos nada por millones de niños que mueren de hambre en África y el Asia, sería absurdo pensar que viajaríamos billones de parsecs para ir a ayudar a otros pueblos de distantes sistemas solares.  ¿O sí?
            ¿Y cómo serían nuestras naves?  ¿Como la Nostromo de “Alien”?  ¿En cuántos siglos dispondremos de esa tecnología?  Como ven, todo se reduce a espinosas elucubraciones cuya factibilidad todavía es un sueño.  Además, por encima de todo, sigue persistiendo el factor velocidad, el cual no va a cambiar ni ser más permisivo en el futuro, por más que nos guste la fantasía de los agujeros de gusano o el universo doblado.  La velocidad de la luz continuará siendo la barrera infranqueable que nos mantiene dentro de cierto radio de acción del cual no podemos salir.  En cuerpo físico, parece que estamos embarrancados en nuestro sistema solar, aun cuando pudiéramos viajar a la velocidad de la luz.  Casi nadie vive CIEN AÑOS, y en ese tiempo y a la velocidad de la luz, apenas habríamos sobrepasado al grupo de estrellas más cercanas al Sol.  Sin teorías indemostrables y sin ciencia ficción, estamos cautivos en los alrededores de nuestro Sol.  Y en muchas formas,  ¡por dicha!  Esta posición se basa en lo que SOMOS AHORA, y no en lo que podríamos ser.
            Pueden los ufólogos y científicos de vanguardia soñar todo lo que quieran, pero mientras no nos demuestren que es posible viajar a esa velocidad límite del universo, estamos encerrados (y limitados) en nuestro sistema solar.  Ni siquiera podemos aspirar a la conquista de Próxima, la vecina más cercana del Sol.  Pero hay otro “pero”.  ¿Y qué tal si allí no hay planetas semejantes al nuestro?  ¿Qué haríamos después de más de cuatro años de viaje?  Las distancias interestelares son sencillamente decepcionantes para nuestra tecnología, aunque pudiéramos fabricar naves “fotónicas”.  Pero estamos muy lejos de eso, y sin el auxilio engañador de la ciencia ficción, los viajes interestelares seguirán siendo un sueño muy lejano para el hombre físico.  La única forma sería que utilizáramos todo nuestro sistema solar como nave para desplazarnos por la Vía Láctea, que hiciéramos un plan milenario que millones de generaciones estuvieran dispuestas a cumplir rigurosamente.  Y así, después de millones de años, podríamos estar cerca de algunas de las estrellas que se encuentran a mediana distancia del Sol.   Pero, ¿no es eso lo que ya estamos haciendo sin darnos cuenta? 
            Nos desplazamos a velocidad vertiginosa hacia un punto de la galaxia en un movimiento de rotación que no parece ser casual.  Se dice que vamos hacia la estrella Vega de la Lira a una velocidad de más de doscientos kilómetros por segundo en una órbita alrededor de la galaxia, la cual dura unos doscientos millones de años.  Entonces, ¡ya estamos a la caza de las estrellas… desde hace millones de años!  El problema es de tiempo.  De tiempo humano y comprensión de la mecánica y sus objetivos.  Además, la conducción del carruaje (el sistema solar) por dicha NO está en nuestras manos, pues nos pasaría las de Faetón.
            Parece que todavía, por muchos años, tendremos que conformarnos con poner satélites en órbita terrestre para ver televisión, espiar a los rusos, gringos y chinos;  y para explorar nuestro vecindario solar.  Pero para consuelo de los ufólogos, deben saber que los extraterrestres ya están aquí, desde hace millones de años, y que somos nosotros mismos.  Que vinimos de Marte y de la Luna.  Lo que pasa es que no tenemos memoria clara de sucesos tan lejanos.  Solo un sueño difuso y evocativo de eventos que se dieron en los albores de la humanidad…  Pero todo esto solo es fantasía, ¿no es así?                      ¿Usted que piensa?
            Fraternalmente
                                   RIS                    E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Blogs:       La Chispa            http://lachispa2010.blogspot.com/   con link a             Librería en Red

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