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“LA CHISPA”
Lema:
“En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
UNGIDOS Y SERVILES
El camino hacia la cima de la
tiranía está engalanado y pletórico de SERVILES. En todos los procesos de descomposición
social y política, esta lacra prolifera haciendo posible y fácil el ascenso al
poder, a aquellos que suelen aprovecharse de la estulticia de la gente. Son la casta de parásitos sociales que forman
el complemento vital de los “UNGIDOS”. Aquellos que se consideran
a sí mismos como los elegidos del destino para regir a determinadas sociedades
que por inmadurez, indolencia o comodidad, renuncian al esfuerzo cívico
vigilante y activo que demanda la democracia verdadera. Son las rémoras que surgen de la miasma
política cuando los hombres honestos e
íntegros se hacen a un lado por asco o vergüenza. De esa mancuerna indecorosa se encuentra
formada la casi totalidad de la
clase gobernante de nuestros países. Los
“exaltados” son una plaga peligrosa
de la cual brotan los dictadores
democráticos; y los adulones son los proxenetas facilitadores de la
prostitución que se gesta en los partidos y se instala en los Poderes de la República. Son los que hacen posible que sujetos
indignos y tramposos, de repente se consideren como líderes preclaros de la
sociedad. Los panegiristas son el
lubricante que pone en movimiento las ruedas de la desvergüenza política, y
hacen que la inmoralidad y el rastrerismo adquieran la categoría de conducta
aceptable.
Estos
trepadores se dan por generación espontánea en el fermento político, y están
dispuestos a reptar de la manera más ruin imaginable, pues como los peores chupadores,
no tienen otro norte más que el que les manda su condición miserable. Gente sin la menor dignidad, son capaces de
las peores bajezas imaginables. Lo que
sería el deshonor para un hombre corriente, para esta especie es la conducta
normal y natural, pues no tienen ni la más remota idea de lo que son la
vergüenza y el auto respeto. Son una
abominación social producto nocivo y vil de las letrinas de los partidos
políticos. Gracias al cielo que hay excepciones de vez en cuando. Pero, ¿por qué se da esta calamidad
humana? ¡Porque el pueblo lo permite!
Los latinos somos afectos al carnaval político, a la guasa,
irresponsabilidad y lo provisional; cualquier propuesta seria de un candidato
nos atemoriza y le negamos el voto.
Solo gozamos con los payasos que prometen a diestro y siniestro todas
las fantasías en las cuales vivimos inmersos, pero sin deseo alguno de trabajar
duro para realizarlas. Cualquier
charlatán simpático que se encarama a
una tarima y cuenta unos cuantos chistes, se gana nuestra aprobación.
También basta que algún inepto de “mi
partido” sea ungido por los de arriba, para que este se convierta en mi líder, aunque sea un pelmazo que
nunca ha dirigido ni su hogar. O una
simple e incompetente ama de casa.
Cualquier
tonto, incluso uno de los serviles, puede ser ungido dentro de la estructura
partidaria, siempre y cuando firme el
contrato que lo compromete por cuatro o cinco años a cumplir el “programa”
establecido por la Oligarquía, desde siempre.
Nuestra gente parece incapaz de distinguir ningún matiz extraño en el
armazón de esta maraña de poder que nos tiene siempre a la zaga de todo lo que
pasa en el mundo. Entre ungidos y cepillos es el juego; y el relleno de
este sánguche que se traga la Argolla
del Poder son los pueblos, los inefables ciudadanos domesticados que no parecen
entender nada de lo que pasa a su alrededor.
Los latinos tenemos vocación caudillista,
herencia de la colonia, la raza o quién sabe de qué. Y parece que casi todos tenemos madera de sumisos, en algún grado; pues de otra forma
NO ES POSIBLE EXPLICAR nuestra
conducta hacia los políticos. Todo el
mundo los conoce, sabe quiénes son, lo que han hecho en su vida y lo que NO PUEDEN NI QUIEREN HACER. Sabemos que son pillos, sinvergüenzas, políticos (que es lo peor),
oportunistas, ladrones, aprovechados, mentirosos, prevaricadores y
cínicos. Sabemos que no harán nada distinto
de lo que hicieron la vez anterior, y los reelegimos. Todo por simpatía o porque somos
correligionarios, es decir, por el nocivo caudillismo. (Chiste político de campaña: Seguridad Ciudadana).
Para
nosotros basta que a cualquier espécimen de estos haya hecho algo llamativo
para que se convierta en “presidenciable”.
Si fue líder sindical,
futbolista, boxeador, nadador, astronauta o recibió algún premio de algo, ya es
presidenciable. Si dirigió una huelga,
una revuelta o una revolución, ya es presidenciable. Si es cantante rock o
participó en un concurso de belleza, ya puede ser candidato a lo que sea. La lambisconería siempre está presente ante
el oropel de cualquier oportunista. El
latino NO razona, NO analiza las condiciones
intelectuales o humanas de los candidatos; solo simpatiza, es emocional,
fanático e irreductible en su militancia
politiquera. “Si mi partido pone a una chancha de candidata, yo voto por la chancha”.
Esto NO es una mentira o un chiste; me consta que lo dijo una persona de
un popular partido.
De
ese juego de ungidos y serviles (aderezado con la connivencia de los pueblos)
surge el coctel de miseria que vivimos y seguiremos sufriendo mientras
continuemos con la misma conducta. Y
detrás de cada mascarada electorera solo hay un gran ganador: la oligarquía, a la cual suelen
pertenecer los “UNGIDOS”, cuando se trata de miembros tan vanidosos que no se conforman solo con tener plata, sino que
quieren estar siempre en el proscenio, a la luz de las candilejas. Estos son de los peores, pues suelen ser
víctimas de su propia arrogancia, y en los errores que cometen no admiten la
menor corrección, pues suelen tener aires mesiánicos que los hace creer que tienen
el don de la infalibilidad, que son únicos y especiales. Que gustan y viven de la alabanza de los rastreros;
además, les fascina ser los corifeos de sus propias pandillas de aduladores.
Durante
la tiranía de Trujillo, yo habría
sido encarcelado por escribir así su nombre.
Un sujeto como ese, se hacía llamar (obligatoriamente), “El generalísimo y Doctor, Benefactor de la
Patria y Padre de la Patria Nueva, don Rafael Leónidas Trujillo y Molina”. Otra
forma de referirse a este energúmeno, era motivo para caer en las mazmorras del
tirano. Él se creía un Escogido, y como contó con legiones de serviles,
pudo causar tanto daño y dolor a los dominicanos. Allí, como en otras partes, hubo y hay miles,
cientos de miles de arrastrados que hicieron creer a esos idiotas, que eran ELEGIDOS del cielo y de la patria. Se puede empezar con un grupito… o con un diputado
y un alcalde. Ungidos y reptiles son el camino seguro a la desgracia de los
pueblos. ¿Aprenderemos? (¿Cómo ven este asunto en sus países? ¿Igual?)
Fraternalmente
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