jueves, 15 de agosto de 2013

902 Ungidos y serviles



902   LA CHISPA     
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
UNGIDOS Y SERVILES      
El camino hacia la cima de la tiranía está engalanado y pletórico de SERVILES.  En todos los procesos de descomposición social y política, esta lacra prolifera haciendo posible y fácil el ascenso al poder, a aquellos que suelen aprovecharse de la estulticia de la gente.  Son la casta de parásitos sociales que forman el complemento vital de los “UNGIDOS”.  Aquellos que se consideran a sí mismos como los elegidos del destino para regir a determinadas sociedades que por inmadurez, indolencia o comodidad, renuncian al esfuerzo cívico vigilante y activo que demanda la democracia verdadera.  Son las rémoras que surgen de la miasma política cuando los hombres honestos e íntegros se hacen a un lado por asco o vergüenza.  De esa mancuerna indecorosa se encuentra formada la casi totalidad de la clase gobernante de nuestros países.  Los “exaltados” son una plaga peligrosa de la cual brotan los dictadores democráticos; y los adulones son los proxenetas facilitadores de la prostitución que se gesta en los partidos y se instala en los Poderes de la República.  Son los que hacen posible que sujetos indignos y tramposos, de repente se consideren como líderes preclaros de la sociedad.  Los panegiristas son el lubricante que pone en movimiento las ruedas de la desvergüenza política, y hacen que la inmoralidad y el rastrerismo adquieran la categoría de conducta aceptable. 
            Estos trepadores se dan por generación espontánea en el fermento político, y están dispuestos a reptar de la manera más ruin imaginable, pues como los peores chupadores, no tienen otro norte más que el que les manda su condición miserable.  Gente sin la menor dignidad, son capaces de las peores bajezas imaginables.  Lo que sería el deshonor para un hombre corriente, para esta especie es la conducta normal y natural, pues no tienen ni la más remota idea de lo que son la vergüenza y el auto respeto.  Son una abominación social producto nocivo y vil de las letrinas de los partidos políticos.  Gracias al cielo que hay excepciones de vez en cuando.  Pero, ¿por qué se da esta calamidad humana?  ¡Porque el pueblo lo permite!  Los latinos somos afectos al carnaval político, a la guasa, irresponsabilidad y lo provisional; cualquier propuesta seria de un candidato nos atemoriza y le negamos el voto.   Solo gozamos con los payasos que prometen a diestro y siniestro todas las fantasías en las cuales vivimos inmersos, pero sin deseo alguno de trabajar duro para realizarlas.  Cualquier charlatán simpático que se encarama a una tarima y cuenta unos cuantos chistes, se gana nuestra aprobación.  También basta que algún inepto de “mi partido” sea ungido por los de arriba, para que este se convierta en mi líder, aunque sea un pelmazo que nunca ha dirigido ni su hogar.  O una simple e incompetente ama de casa.
            Cualquier tonto, incluso uno de los serviles, puede ser ungido dentro de la estructura partidaria, siempre y cuando firme el contrato que lo compromete por cuatro o cinco años a cumplir el “programa” establecido por la Oligarquía, desde siempre.  Nuestra gente parece incapaz de distinguir ningún matiz extraño en el armazón de esta maraña de poder que nos tiene siempre a la zaga de todo lo que pasa en el mundo.  Entre ungidos y cepillos es el juego; y el relleno de este sánguche que se traga la Argolla del Poder son los pueblos, los inefables ciudadanos domesticados que no parecen entender nada de lo que pasa a su alrededor.  Los latinos tenemos vocación caudillista, herencia de la colonia, la raza o quién sabe de qué.  Y parece que casi todos tenemos madera de sumisos, en algún grado; pues de otra forma NO ES POSIBLE EXPLICAR nuestra conducta hacia los políticos.  Todo el mundo los conoce, sabe quiénes son, lo que han hecho en su vida y lo que NO PUEDEN NI QUIEREN HACER.  Sabemos que son pillos, sinvergüenzas, políticos (que es lo peor), oportunistas, ladrones, aprovechados, mentirosos, prevaricadores y cínicos.  Sabemos que no harán nada distinto de lo que hicieron la vez anterior, y los reelegimos.  Todo por simpatía o porque somos correligionarios, es decir, por el nocivo caudillismo.    (Chiste político de campaña: Seguridad Ciudadana).
            Para nosotros basta que a cualquier espécimen de estos haya hecho algo llamativo para que se convierta en “presidenciable”.  Si fue líder sindical, futbolista, boxeador, nadador, astronauta o recibió algún premio de algo, ya es presidenciable.  Si dirigió una huelga, una revuelta o una revolución, ya es presidenciable. Si es cantante rock o participó en un concurso de belleza, ya puede ser candidato a lo que sea.  La lambisconería siempre está presente ante el oropel de cualquier oportunista.  El latino NO razona, NO analiza las condiciones intelectuales o humanas de los candidatos; solo simpatiza, es emocional, fanático e irreductible en su militancia politiquera.  “Si mi partido pone a una chancha de candidata, yo voto por la chancha”.  Esto NO es una mentira o un chiste; me consta que lo dijo una persona de un popular partido.
            De ese juego de ungidos y serviles (aderezado con la connivencia de los pueblos) surge el coctel de miseria que vivimos y seguiremos sufriendo mientras continuemos con la misma conducta.  Y detrás de cada mascarada electorera solo hay un gran ganador: la oligarquía, a la cual suelen pertenecer losUNGIDOS”, cuando se trata de miembros tan vanidosos que no se conforman solo con tener plata, sino que quieren estar siempre en el proscenio, a la luz de las candilejas.  Estos son de los peores, pues suelen ser víctimas de su propia arrogancia, y en los errores que cometen no admiten la menor corrección, pues suelen tener aires mesiánicos que los hace creer que tienen el don de la infalibilidad, que son únicos y especiales.  Que gustan y viven de la alabanza de los rastreros; además, les fascina ser los corifeos de sus propias pandillas de aduladores.
            Durante la tiranía de Trujillo, yo habría sido encarcelado por escribir así su nombre.  Un sujeto como ese, se hacía llamar (obligatoriamente), “El generalísimo y Doctor, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva, don Rafael Leónidas Trujillo y Molina”.   Otra forma de referirse a este energúmeno, era motivo para caer en las mazmorras del tirano.  Él se creía un Escogido, y como contó con legiones de serviles, pudo causar tanto daño y dolor a los dominicanos.  Allí, como en otras partes, hubo y hay miles, cientos de miles de arrastrados que hicieron creer a esos idiotas, que eran ELEGIDOS del cielo y de la patria.  Se puede empezar con un grupito… o con un diputado y un alcalde.  Ungidos y reptiles son el camino seguro a la desgracia de los pueblos.  ¿Aprenderemos?               (¿Cómo ven este asunto en sus países?  ¿Igual?)
            Fraternalmente
                                   RIS         E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Blogs:      La Chispa                http://lachispa2010.blogspot.com/     con link a                 Librería en Red

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