domingo, 26 de mayo de 2013

1001 La vida, ¿un proyecto de dolor?



1001    LA CHISPA              
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA VIDA: ¿UN PROYECTO DE DOLOR?
             No importa lo que digan los optimistas ante la vida, esta es en esencia y la mayoría del tiempo, una sesión casi interminable de sufrimiento, dolor, enfermedades, angustias y todo tipo de inquietudes que van desde las simples molestias hasta penalidades insoportables.  Y al final, siempre está la muerte en sus más variadas y torturantes formas.   Casi nada parece diseñado para que el hombre sea feliz.   Y para lograr algo de bienestar (material), este debe enfrascarse en una lucha permanente en la cual consume la mayor parte de su vida en la búsqueda de necedades que, al final, no le llenan para nada.  Y lo que es peor, siempre termina con la sensación de fracaso y vacío.  Entonces, ¿es la vida un proyecto de dolor?  Porque no importa dónde y cómo nazca un individuo, su existencia está marcada por la angustia, por una angustia que no puede ser recompensada por los fugaces momentos de placer que brinda aquella.  Todo el mundo quiere ser “feliz” pero nadie parece comprender qué significa tal cosa, pues si analizamos bien ese deseo, somos incapaces de definirlo bien o de explicarnos bien ese estado de dicha plena al que todos aspiramos.   Ni siquiera podemos bosquejar qué es eso. No existe la felicidad como un estado que se puede alcanzar de manera permanente y total.   No importa lo que hagamos o tengamos, NUNCA estamos satisfechos.  Y como estamos convencidos de eso, recurrimos al escapismo religioso, el cual nos promete una situación ideal en donde todos somos perfectamente felices.
            Tampoco faltan los optimistas que se empeñan en convencernos de que todo es color de rosa, y que solo se trata de actitud para transportarnos al paraíso.  Y claro que es probable, casi seguro, que haya gente que ve su propia existencia de esa manera.  Personas que una vez hecho el recuento de su edad, deciden que han sido felices y que lograron todo lo que deseaban.  Es una forma válida de verse a uno mismo.  Pero estos son las excepciones, ya sean reales o inventadas.  Hay quienes gustan de blasonar que son felices, aunque esto no sea más que una forma de arrogancia mediante la cual quieren indicarnos una forma de superioridad personal.  Y tienen derecho a eso; todos tenemos la opción de declarar lo que se nos antoje en relación con nuestras vidas.  Pero la verdad es que la inmensa mayoría de las personas tiene una vida que se acerca mucho a la desgracia, tragedia y dolor.  Basta pensar en los millones de chinos, indios, africanos y la casi totalidad de los habitantes del tercer mundo para darnos cuenta de lo poco agradable que es la existencia para esta gente que, a millones, muere de hambre y todo tipo de enfermedades.  Y en ese sentido (material) parece que la felicidad es privilegio de muy pocos, y en muy contados y breves momentos.
            Hay millones de “explicaciones” religiosas, filosóficas y de los optimistas para decirnos lo que es la felicidad y lo fácil que es lograrla; sobre todo, después de la muerte, en el cielo.  Pero eso NO le consta a nadie, a NADIE.  Creemos en eso porque nos gusta creer; porque nos agrada la idea de que haya una salida justa al enorme caos que reina en la vida, en donde millones de personas son martirizadas por toda clase de situaciones. ¿Es posible lograr algún tipo de justicia?  Desde luego que no; JAMÁS ha existido, tal cosa.  No la hay ni la habrá nunca.  La justicia es un sueño de ilusos y religiosos.  En ninguna parte se ve tal logro, pues casi todas las relaciones humanas están marcadas por la disparidad más evidente.  Entonces, ¿es la existencia un proyecto de dolor?  Y de ser así, ¿quién lo dispone de esa manera?  ¿Dios, los dioses, el hombre?  ¿Qué o quién determina que las cosas marchen de esa forma?  Si lo pensamos bien y con cierto atrevimiento, a muchos se nos ocurre que, de ser todopoderosos, bien podríamos encontrar una forma más eficiente y menos cruel y lenta para lograr un estado de beatitud en la especie humana.  ¿Cuál es el objetivo final de tanto dolor del cual no tenemos ninguna prueba que nos diga que tiene una utilidad práctica para lograr algo?  Sufrimos y sufrimos y a nadie le consta que esto tenga algún beneficio en esta o cualquier vida que pudiera existir después de la muerte.  Es indudable que una sola existencia no basta para lograr la “salvación”, pues no es creíble que haya personas que sean tan afortunadas para obtener todas las condiciones propicias para tal logro en una sola vida.  Y aunque así fuera, serían tan pocas que no justificaría todo el aparato que se emplea, con toda la cantidad de sufrimiento humano, para lograr unos cuantos santos en el transcurso de tantos milenios.  Muy escuálida cosecha.  Sería un sistema muy poco eficiente en la producción de gente buena y digna de ir al cielo.  Y si existe la reencarnación, ¿cuántas veces debemos venir a la tierra para alcanzar la categoría de elegibles?  ¿Cien, doscientas, veinte mil?  ¿Mil raciones de sufrimiento para lograr algo de lo que ni siquiera tenemos la menor idea de lo que pueda ser?
            Casi no hay gente que no se esfuerce por ser feliz, según lo que cada uno estima como tal cosa; pero parece que nadie, o muy pocos, logran su objetivo aunque solo sea de manera incompleta.  Y bien sabemos que tal cosa no depende del dinero, la fama o el poder.  Gente ahíta de estas ventajas, es absolutamente desgraciada en su vida personal y, en muchos casos, solo en la muerte encuentran (¿?) la salida a su agonía.  No importa en lo que usted crea; puede ser religioso o ateo, la cuestión es igual para todos, y todos tenemos que jugar con las reglas establecidas.  Nacemos (sin haberlo pedido); crecemos sin desearlo, nos hacemos viejos en contra de nuestra voluntad y gusto; enfermamos (algunos no) y, finalmente, MORIMOS.  Ese es el esquema básico e inexorable.  Y entre ambas puntas (nacimiento y muerte), una interminable sucesión de situaciones dolorosas cuyas “ventajas” nadie puede probar, por muy creyente que sea.  Nadie puede demostrarnos que tal cosa obedezca a un plan o programa divino cuyo fruto veremos después de la muerte, en el cielo.  O después de innumerables vidas, como dicen los creyentes en la reencarnación.  Pero mientras tanto, ¿qué pasa conmigo, Pancho Pérez, el que ha llevado palo durante toda una vida?   ¿Alguien puede asegurarme que existe ese cielo de felicidad eterna en donde seré compensado por la mala vida que llevé aquí?  ¿O además, me espera el infierno?  Vean que toda la cuestión solo se apoya en la fe.  Creer en lo que otros me han dicho que les dijeron.  NADA MÁS.  Es muy alta la apuesta a un simple sueño, a un teorema.
            Si usted tuviera el poder ¿qué mejoras le introduciría al sistema?  No sea tímido, Dios no lo va a “castigar” porque haga uso del libre albedrío que le concedió.  En el programa actual abundan las asimetrías, y son tantas, que no se necesita hacer mayores esfuerzos para levantar una lista enorme.  Por ejemplo, ¿por qué hay gente tonta, deforme, bruta y marginal que cree en los políticos?  Es entendible que haya una buena porción de pobres pero, ¿por qué tanto miserable (niños) que muere de hambre cuando hay tanta comida y riqueza en el mundo?  ¿Cuál es el propósito de tanto sufrimiento?  No es creíble que haya algún dios que se solace en la observación de tanta miseria durante tanto tiempo.  ¿O existe una deidad que determina o determinó que la vida sea un proyecto de dolor?  ¿Y todo para qué, si después de tanto tiempo nadie recordaría esas lecciones de amargura?  Nadie (casi) se acuerda de su encarnación anterior y de lo que sufrió o el daño que hizo, entonces ¿por qué ha de sufrir ahora por lo que no recuerda?  ¿Y cómo puede alguien liberarse de esa cadena tan terrible que representa el Karma?  ¿Son unas criaturas tan torpes como el hombre, merecedoras de tanto dolor?  Y si se alega la cuestión moral en este, ¿qué hay de los animales?  Estos NO son malos y, sin embargo, están sujetos a peores sufrimientos que el hombre, pues para la mayoría de ellos, la vida es un continuo sufrimiento sin esperanza.  Miedo permanente y muerte violenta de manera inevitable.
            En síntesis, ¿es la vida un proyecto de dolor?  ¿O podemos hacer algo por nosotros y los demás?
            Escucho sus opiniones y, mientras tanto, que la paz sea con ustedes.
                                   RIS                       Correo:     rhizaguirre@gmail.com
Entrada al blog “LA CHISPA”:            http://lachispa2010.blogspot.com/

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