250 “LA CHISPA”
(A mis hijas)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan
los abusos del Poder”
LA LÍNEA DE MONTAJE
Los seres humanos somos como las computadoras;
algunos son de “marca”, otros somos simples “clones”. Algunas incluyen dentro de su repertorio de
innovaciones lo último de la tecnología de punta; High Tech, como dicen los que
saben: centrino, dual core, WIFI, Intel, Barcelona, caché nivel 3, un chipset
de avanzada y otras cosas diabólicas que solo entienden los “entendidos”. Otras vienen con lo mínimo, para ser
utilizadas solo como máquinas de escribir, y con partes de esas que ya son
obsoletas y que solo las hace “vendibles” en los países tercermundistas. Los buenos ordenadores tienen memorias ROM de
muchos kilovatios, que les permite
acordarse de todo y anticipar los hechos; otros apenas se acuerdan de lo que
son. Así somos los humanos: hay quienes
fueron ensamblados con lo mejor; otros con lo que sobra. Los originales todo lo tienen presente y se
adelantan a los sucesos: cumpleaños de la esposa, onomásticos y agasajos. Otros no se acuerdan ni de su día de nacimiento. Y no es por maldad o desconsideración; es que
no tienen (o tenemos) ese chip de fábrica.
Son defectos de ensamblaje. Tienen
que hacer una lista de esas cosas; por desgracia, también se olvidan de
consultarla y siempre quedan mal.
Pero hay que hacer una
aclaración: la línea de montaje en donde
se ensambla a los humanos, está a cargo de ángeles
masculinos. Tales criaturas se
embelesan y ponen toda su atención cuando, por las mañanas, confeccionan a las
mujeres. Entonces actúan como artistas consumados; y por las tardes (cuando
fabrican a los hombres), lo hacen como jornaleros descuidados. Esa es la razón de las grandes diferencias
entre los géneros. A ellas las hacen
finas, bellas y delicadas; inteligentes, prácticas y con un carácter a prueba
de balas para soportar a todos los idiotas que se cruzarán en sus vidas, incluyendo
a sus propios hijos. Para ellas utilizan
los mejores componentes porque saben la sublime tarea que tienen que llevar a
cabo en la Tierra:
ser diosas que crean hombres en su seno. Las construyen de los materiales más
resistentes, irrompibles, inoxidables y elásticos, porque saben que estarán en
contacto con los hombres. Por eso las hacen fuertes, tenaces,
inteligentes y pacientes, requisitos indispensables para soportar a los hombres
en todas sus versiones, tamaños, estilos y colores. Sus límites de resistencia humana son del
orden de los “exabytes”, y están situados en una por siempre terra
ignota para el hombre. También las
proveen de sigilo, dulzura y capacidad para engatusarlos y hacerlos creer que
son inteligentes e indispensables Pero
sobre todo, les colocan el poderoso microprocesador de la astucia, el cual les es indispensable para sobrevivir en un mundo
masculino en donde los atributos NO
físicos de la mujer son muy poco apreciados.
El “chipset” de las mujeres está
primorosamente decorado con lo mejor y más novedoso de la tecnología
celestial. Los ángeles cuidan de que
nada de esto les falte, pues tales atributos les servirán para compensar su
debilidad física pero, sobre todo, para poner en la vida del hombre la gota de
miel que haga tolerables sus insulsas y miserables vidas. También
las proveen del chip de la tolerancia,
el cual les permite ser indiferentes ante la falta de reconocimiento por parte
de los hombres (maridos, hijos, hermanos o compañeros de trabajo); aunque a
veces, por estrategia, hagan algún berrinche al respecto. Eso corresponde al chip de la astucia. Vienen
dotadas de lo último en HiTech de sensibilidad, paciencia, capacidad de amar a
prueba de virus y borrones intencionales o por accidente. Es imposible “formatearles” el disco duro de
sus afectos. Siempre les ponen la última
versión del chip de la tenacidad. La sensibilidad, delicadeza y precisión al
recordar los detalles nimios que los hombres siempre olvidamos, son parte de su
dotación genético-tecnológica infalible, como la tecla F-8 del modo “a prueba
de fallos” de las computadoras. Esta no
funciona en los hombres; en estos es solo un adorno.
Tienen el toque de la gentileza, de
la bondad y del inexplicable e incomprensible para los hombres, sentido del
sacrificio. Pero el más maravilloso de
los Chips que les implantan es el de
la maternidad, cuyo equivalente masculino es apenas una pieza de ensayo que
nadie en el cielo se ha preocupado por pulir, actualizar o hacerla de verdad eficiente.
Mientras los hombres estamos luchando por acomodarnos y comprender el primitivo
DOS, ellas ya vienen cargadas con el Windows
Veinte.
Cuando al final del día de labor
de los ángeles llega el turno de fabricar hombres, ya están aburridos y con
ganas de irse a su nube a descansar. Por
eso nos hacen feos, brutos, sin memoria y carentes de una serie de chips que ni
en toda una vida de errores podemos compensar.
No nos pulen ni nos dan un buen acabado.
A lo sumo nos hacen fuertes y grandotes para gastar todo lo que ha sobrado. Algunos con cerebro y otros sin él. No tenemos el chip de la gentileza verdadera;
tampoco aquel que nos capacita para ser tolerantes y entender el verdadero
significado de la convivencia; ni mucho menos, el concepto de compartir. Esos atributos no están en nuestro
“chipset”. Solo podemos simular que lo
tenemos, después de mil veces que se nos ha olvidado el cumpleaños de la
esposa, el aniversario de matrimonio o aquella fiesta tan especial que ella
nunca olvida. Con una agenda y a base de
repetición y error, logramos dar la impresión de que sí nos acordamos. Amor para nosotros, es ser amados. No nos culpen tanto… son errores de fábrica,
de ensamblaje.
Desde luego que no TODAS las mujeres ni TODOS los hombres son así: siempre hay algunas excepciones en las reglas. Y por último, las dotan de una facultad que
tampoco se encuentra en el hombre, por más que blasonemos de ella: saben
perdonar, aunque pasen refunfuñando durante largos días, meses o años. Esto último, también es parte de las estrategias
que les indica su astucia.
Las mujeres tienen un BIOS
excepcional que nunca falla, mientras que los hombres siempre arrancamos por
medio de un disquete de arranque. Hay algo injusto en esta distribución tan
asimétrica. Pero en fin, ¡vivan las mujeres! Pues, ¿qué sería de nuestras vidas sin ellas?
Chipescamente
RIS.
E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Entrada al blog “LA CHISPA”: http://lachispa2010.blogspot.com/
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