viernes, 10 de mayo de 2013

157 La tragedia de Nueva Orleans



157    LA CHISPA   
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.
LA TRAGEDIA DE NUEVA ORLEANS
            Hace ya muchos años que estuve en la nostálgica cuna del jazz, esa bella ciudad que nació como una cortesía del río. Tantos que casi no me acuerdo de ella; sin embargo, me dejó impresiones imborrables.  Una de ellas fue su música maravillosa, esas composiciones sentimentales, cadenciosas, de ritmo cuaternario llamado blues, de donde nació el concepto de swing, aire con el que suele ejecutarse ese tipo de música.  Otra de ellas, el milagro de una ciudad bajo el nivel de la aguas vecinas; no dejé de sentir cierto escalofrío ante la posibilidad de que esos muros naturales o artificiales se rompieran y todo el Mississipi se precipitara sobre la ciudad del soul.  Y sentí miedo.  Lo otro que me impactó fue su gente.  Nueva Orleáns es un revoltijo de razas y nacionalidades.  De un universo social que, sin embargo, se encontraba dividido en visibles y claras capas sociales que casi se podían tocar sus límites.  En ese tiempo todavía los negros tenían que viajar en la parte de atrás de los autobuses, y solamente eran reyes adorados en los antros donde se ejecutaba la música tan característica de esa región.  Allí, con sus clarinetes, trompetas, trombones, pianos y bajos eran los amos, los emperadores, los dioses negros que pusieron sentimental a una nación de blancos.   Fue gracias a esa música doliente, alambicada con penas, algodón sudado y negrura triste, que los “amitos blancos” se dieron cuenta de que los esclavos tenían “soul” y que no solo eran simples bestias de carga.  Cuando los blancos descubrieron su belleza musical, no tuvieron empacho alguno en llevarlos a Broadway y a todos los santuarios musicales de ese país, aunque los intérpretes entraran y salieran por las puertas de servicio. 
            Algunos blancos tampoco tuvieron vergüenza alguna para plagiar la música negra y patentarla con títulos de propiedad blancos.  Como George Gershwin  y otros ilustres copiones que adquirieron notoriedad gracias a la música negra, incluido Elvis Presley.  Fue gracias a esa música que innumerables compositores y ejecutantes blancos alcanzaron fama con lo ajeno, pero que a la vez, abrieron al jazz las puertas de los grandes salones de Norteamérica.  Sin embargo, no obstante aceptar el producto ligeramente “blanqueado” por los músicos blancos, nunca aceptaron a sus creadores, y siempre mantuvieron aislados a los negros en las cámaras de descontaminación.  El abandono de la raza.  Se usa lo que producen, pero no a los productores.  Como el algodón, el cacao o el banano.  A los negros les quitaron las cadenas de hierro de las plantaciones, pero les pusieron los irrompibles grilletes de la miseria, la discriminación y la ignorancia.  Son libres  --les dijeron-- pero vean qué hacen por su cuenta, y no esperen nada de nosotros los blancos.  Y así pasó en Nueva Orleáns.
Se dice que cuando se dio la tragedia de Katrina, la mitad de la Guardia Nacional del Estado se encontraba en labores “petroleras” en Irak, y que debido a ese inconveniente no pudieron cumplir con sus funciones de salvamento y auxilio de los cientos de miles de negros pobres, viejos y enfermos que forman una enorme comunidad incapaz de valerse por sí misma.   Desde antes que Mao Tse Tung inventara el término, en Nueva Orleáns ya existían habitantes tercermundistas. Y esas fueron, como siempre, las principales víctimas del huracán.  Los blancos adinerados recibieron informes fidedignos y fueron inducidos a abandonar  la ciudad, pero los negros y latinos, carentes de medios, no tuvieron más remedio que quedarse en la ciudad y encomendar sus vidas a la piedad de Katrina; pero, por desgracia, esta veleidosa hembra no tuvo misericordia con nadie.  Para ellos no hubo ayuda alguna; y cuando se vio la magnitud del desastre (que han tratado de minimizar enmudeciendo a la prensa), fue cuando intentaron una tardía ayuda que de nada les sirvió a las decenas de miles de muertos que hubo.  Las autoridades dicen que solo son seis mil muertos, pero la verdad es otra.  La enormidad de la catástrofe será enterrada en el silencio como una consigna política.  “En la nación más poderosa de la tierra, con más capacidad de respuesta y mejor organizada ante el terrorismo humano o de la Naturaleza (we don’t care) ESO NO PASA”.   Si Bush lo dice, HAY ARMAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA EN IRAK, Y EN NUEVA ORLEÁNS NADIE MURIÓ.
¿A quién le echarán la culpa por los muertos que produjo Katrina?  ¿A Bin Ladden y a Al Qaeda?  Es claro que hubo negligencia criminal de parte del gobierno en la tragedia de Nueva Orleáns.  Eso todo el mundo lo sabe, porque si el desastre hubiera sido en San Antonio, Austin o en Salt Lake City, el cuento hubiera sido diferente.  En cambio en la ciudad del jazz solo había negros y latinos, gente disposable con cuya muerte nada se pierde. Era más importante cuidar los intereses del CARTEL PETROLERO en Irak; y fue por eso que la Guardia Nacional  estaba allá.  Así que entre las guerras del Golfo y Katrina, se deshicieron de decenas de miles de negros y latinos inútiles, según la visión economicista del Imperio.  Incluso, en un alarde de arrogancia, el gobierno de U.S.A. se dio el lujo de rechazar la ayuda externa que hubiera salvado centenares de vidas, quizás miles.  Cuba les ofreció varias brigadas con MIL MÉDICOS; también Canadá y México, pero fueron desestimados por razones de orgullo satánico.  U.S.A. no necesita de nadie, y menos de Cuba”.  Hubiera sido una vergüenza terrible recibir ayuda humanitaria de una nación a la cual han martirizado con saña diabólica por casi medio siglo.  Así que prefirieron que murieran los negros y latinos de Nueva Orleáns.  La política primero, había que ser consecuentes con la doctrina.  Sin embargo, es doloroso pensar que miles de personas  hayan sido incineradas en la hoguera de la vanidad humana.
Ojalá que de las cenizas de ese holocausto surjan, con más fuerza y sonoridad que nunca, las notas siempre deliciosas y suaves de la eterna música del alma.  Y como el Jazz es música nacida de la pena, la tristeza y el desconsuelo, es seguro que con todo el dolor acumulado en esta amarga experiencia de abandono, los negros de Nueva Orleáns volverán a producir música sublime.  Y que con la música, vuelva a revivir el alma de esa ciudad y sus criollos.
Musicalescamente
                                   RIS.
Entrada al blog “LA CHISPA”:      http://lachispa2010.blogspot.com/

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