157 “LA CHISPA”
Lema: “En la
indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.
LA TRAGEDIA DE NUEVA ORLEANS
Hace
ya muchos años que estuve en la nostálgica cuna del jazz, esa bella ciudad que
nació como una cortesía del río. Tantos que casi no me acuerdo de ella; sin
embargo, me dejó impresiones imborrables.
Una de ellas fue su música maravillosa, esas composiciones
sentimentales, cadenciosas, de ritmo cuaternario llamado blues, de donde nació
el concepto de swing, aire con el que suele ejecutarse ese tipo de música. Otra de ellas, el milagro de una ciudad bajo
el nivel de la aguas vecinas; no dejé de sentir cierto escalofrío ante la
posibilidad de que esos muros naturales o artificiales se rompieran y todo el
Mississipi se precipitara sobre la ciudad del soul. Y sentí miedo. Lo otro que me impactó fue su gente. Nueva Orleáns es un revoltijo de razas y
nacionalidades. De un universo social
que, sin embargo, se encontraba dividido en visibles y claras capas sociales
que casi se podían tocar sus límites. En
ese tiempo todavía los negros tenían que viajar en la parte de atrás de los
autobuses, y solamente eran reyes adorados en los antros donde se ejecutaba la
música tan característica de esa región.
Allí, con sus clarinetes, trompetas, trombones, pianos y bajos eran los
amos, los emperadores, los dioses negros que pusieron sentimental a una nación
de blancos. Fue gracias a esa música
doliente, alambicada con penas, algodón sudado y negrura triste, que los
“amitos blancos” se dieron cuenta de que los esclavos tenían “soul” y
que no solo eran simples bestias de carga.
Cuando los blancos descubrieron su belleza musical, no tuvieron empacho
alguno en llevarlos a Broadway y a todos los santuarios musicales de ese país,
aunque los intérpretes entraran y salieran por las puertas de servicio.
Algunos
blancos tampoco tuvieron vergüenza alguna para plagiar la música negra y
patentarla con títulos de propiedad blancos.
Como George Gershwin y
otros ilustres copiones que adquirieron notoriedad gracias a la música negra,
incluido Elvis Presley. Fue gracias a esa música que innumerables
compositores y ejecutantes blancos alcanzaron fama con lo ajeno, pero que a la
vez, abrieron al jazz las puertas de los grandes salones de Norteamérica. Sin embargo, no obstante aceptar el producto
ligeramente “blanqueado” por los músicos blancos, nunca aceptaron a sus
creadores, y siempre mantuvieron aislados a los negros en las cámaras de
descontaminación. El abandono de la
raza. Se usa lo que producen, pero no a
los productores. Como el algodón, el
cacao o el banano. A los negros les
quitaron las cadenas de hierro de las plantaciones, pero les pusieron los
irrompibles grilletes de la miseria, la discriminación y la ignorancia. Son libres
--les dijeron-- pero vean qué hacen por su cuenta, y no esperen nada
de nosotros los blancos. Y así pasó en
Nueva Orleáns.
Se dice que
cuando se dio la tragedia de Katrina,
la mitad de la
Guardia Nacional del Estado se encontraba en labores
“petroleras” en Irak, y que debido a ese inconveniente no pudieron
cumplir con sus funciones de salvamento y auxilio de los cientos de miles de
negros pobres, viejos y enfermos que forman una enorme comunidad incapaz de
valerse por sí misma. Desde antes que
Mao Tse Tung inventara el término, en Nueva Orleáns ya existían habitantes
tercermundistas. Y esas fueron, como siempre, las principales víctimas del
huracán. Los blancos adinerados
recibieron informes fidedignos y fueron inducidos a abandonar la ciudad, pero los negros y latinos,
carentes de medios, no tuvieron más remedio que quedarse en la ciudad y
encomendar sus vidas a la piedad de Katrina; pero, por desgracia, esta
veleidosa hembra no tuvo misericordia con nadie. Para ellos no hubo ayuda alguna; y cuando se
vio la magnitud del desastre (que han tratado de minimizar enmudeciendo a la
prensa), fue cuando intentaron una tardía ayuda que de nada les sirvió a las
decenas de miles de muertos que hubo.
Las autoridades dicen que solo son seis mil muertos, pero la verdad es
otra. La enormidad de la catástrofe
será enterrada en el silencio como una consigna política. “En la nación más poderosa de la tierra, con
más capacidad de respuesta y mejor organizada ante el terrorismo humano o de la Naturaleza (we don’t
care) ESO NO PASA”. Si Bush lo
dice, HAY ARMAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA EN IRAK, Y EN NUEVA ORLEÁNS NADIE
MURIÓ.
¿A quién le echarán la culpa por los muertos que
produjo Katrina? ¿A Bin Ladden y a Al
Qaeda? Es claro que hubo negligencia
criminal de parte del gobierno en la tragedia de Nueva Orleáns. Eso todo el mundo lo sabe, porque si el
desastre hubiera sido en San Antonio, Austin o en Salt Lake City, el cuento
hubiera sido diferente. En cambio en la
ciudad del jazz solo había negros y latinos, gente disposable con cuya muerte
nada se pierde. Era más importante cuidar los intereses del CARTEL PETROLERO
en Irak; y fue por eso que la Guardia Nacional
estaba allá. Así que entre las
guerras del Golfo y Katrina, se deshicieron de decenas de miles de negros y
latinos inútiles, según la visión economicista del Imperio. Incluso, en un alarde de arrogancia, el
gobierno de U.S.A. se dio el lujo de rechazar la ayuda externa que hubiera
salvado centenares de vidas, quizás miles.
Cuba les ofreció varias brigadas con MIL MÉDICOS; también Canadá
y México, pero fueron desestimados por razones de orgullo satánico. “U.S.A. no necesita de nadie, y menos de
Cuba”. Hubiera sido una vergüenza
terrible recibir ayuda humanitaria de una nación a la cual han martirizado con
saña diabólica por casi medio siglo. Así
que prefirieron que murieran los negros y latinos de Nueva Orleáns. La política primero, había que ser
consecuentes con la doctrina. Sin
embargo, es doloroso pensar que miles de personas hayan sido incineradas en la hoguera de la vanidad
humana.
Ojalá que de las
cenizas de ese holocausto surjan, con más fuerza y sonoridad que nunca, las
notas siempre deliciosas y suaves de la eterna música del alma. Y como el Jazz es música nacida de la pena,
la tristeza y el desconsuelo, es seguro que con todo el dolor acumulado en esta
amarga experiencia de abandono, los negros de Nueva Orleáns volverán a producir
música sublime. Y que con la música,
vuelva a revivir el alma de esa ciudad y sus criollos.
Musicalescamente
RIS.
E-mail:
rhizaguirre@gmail.com
Entrada al blog “LA CHISPA”: http://lachispa2010.blogspot.com/
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