jueves, 30 de agosto de 2012

94 La descentralización



94    LA CHISPA    

Lema:   En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.

LA DESCENTRALIZACIÓN

                En una “Chispa” anterior escribí acerca de la centralización como causa primera de la artritis crónica que padece el Estado.  También dije algo sobre la motivación de los individuos que se aferran a ese poco práctico sistema de gobierno.  La Historia misma nos da innumerables lecciones acerca de lo difícil que es gobernar un territorio enorme desde un punto focal o Poder Central.  Incluso para grandes comandantes como Darío, Ciro, Alejandro y una serie de césares.  Y peor aún, cuando los gobernantes son ineptos que han llegado a la presidencia únicamente en virtud de un sistema político viciado, que permite que cualquier simple se convierta en Presidente; y cualquier idiota, en empleado público.  Y como es lógico en esta cadena de mediocridad, estos mandatarios no tienen el talento requerido para nombrar buenos y capaces funcionarios que ejerzan adecuadamente sus tareas.  Es una regla que los incapaces suelen rodearse de inútiles que no les “hagan sombra” con su talento.  Generalmente escogen mediocres que solo se distinguen por su servilismo y capacidad de doblar la espalda.  Y estos adocenados, a su vez, escogen a otros de igual o parecida calaña.  De esa manera, se entroniza el reino de la mediocracia en el centro mismo de lo que debe ser el alma y motor de una nación: su gobierno. 
                Sin embargo, debemos preguntarnos: ¿sucede eso por casualidad?  Sabemos muy bien que en nuestros países, el verdadero Poder no reside en el pueblo ni en el Gobierno.  Eso está fuera de toda discusión.  El Núcleo del Poder Económico es el que manda; aquí y en todas partes.  Por lo tanto, a este no le conviene que al frente del Poder Político (Presidencia o lo que sea), se encuentre un hombre de criterio independiente, vertical y que sienta el menor interés verdadero por el pueblo.  En nuestro medio casi es imposible que surja un gobernante que no tenga compromisos irrompibles con la Oligarquía; de hecho, los intereses de esta, suelen ser sus únicas prioridades.  De allí que los únicos temas que los gobiernos debaten con verdadero interés, son aquellos del estímulo a las exportaciones (tradicionales y no tradicionales) con exenciones de impuestos y CAT; el asunto de los préstamos bancarios para el desarrollo de la industria y el comercio; la lucha por la apertura de nuevos mercados del café o el banano, y la forma más sutil de transferir los impuestos que deberían pagar los ricos, a las clases asalariadas.  También el incremento del turismo y de las inversiones extranjeras y, en fin, de todos aquellos asuntos que solo tienen relación con los que tienen el Poder.  En eso consiste “el arte de gobernar” en nuestros países del tercer mundo.                                                                                                                                                                                                 Es por eso que “todo el poder” debe estar centralizado; al alcance,  y bajo el dominio y control absoluto de la clase poderosa.  Como si fuera “una finquita” como dijo un folclórico expresidente; algo que se puede manejar con un capataz y una libreta de notas. Y como adorno también folclórico, una inútil Asamblea que se dedica a perder el tiempo y dilapidar los fondos del Erario en vacuidades y beneficios personales para sus miembros. Pero ningún país moderno se puede manejar así, aunque sea el más primitivo.  Si se pretende gobernar de acuerdo con los ideales verdaderos del interés de las mayorías, el camino de la centralización es la NEGACIÓN ABSOLUTA DE LA DEMOCRACIA, porque eso es limitar el Poder Popular y ponerlo en las manos de unos pocos que, generalmente, son personas anodinas cuyas directrices no están determinadas por el bien común, sino por los intereses de las Oligarquías criollas.  Y como los miembros de estas casi SIEMPRE viven en la capital de nuestros países, se explica fácilmente su obsesión por centralizar todo el Poder en aquellos territorios que están al alcance directo e inmediato de su control.  “Bajo el ojo del Amo”.  Esa es la causa única de la CENTRALIZACIÓN, porque si esta se rompe, el dominio absoluto de aquel, se torna más difícil para la Oligarquía.  No imposible, pero sí, más laborioso, complejo y caro.
                En Costa Rica tuvimos un Presidente que se rebeló en contra de la Oligarquía, el Fondo Monetario y otras imposiciones del “establishment”.  Tomó decisiones patrióticas para el bien de las mayorías, alejando al país del peligro de involucrarse en una guerra que no era suya.  Fue vertical e íntegro, y ese fue “su pecado”.  Talvez un poco soberbio, pero apegado a su conciencia y al compromiso contraído con la Patria.   A este caballero, hasta el día, se le sigue haciendo mala propaganda por parte de la Oligarquía; y los periódicos y testaferros de esta, continúan criticándolo y diciendo que “ha sido el peor Presidente que tuvo este país”.   Sin embargo, sería muy fácil señalar a una docena de ineptos que demostraron con claridad, un principio básico que todos sospechamos: que cualquier país tercermundista puede “funcionar” de la manera que lo hacen, SIN NECESIDAD DE PRESIDENTE o Asamblea Legislativa.   Desde luego que si a funcionar, le damos un significado sui géneris que nada tiene que ver con funcionar de verdad.  Ese gobernar criollo actual, es que la inmensa mayoría de la población viva al filo de la miseria, en el analfabetismo y con hambre permanente; sin hogar propio y sin esperanza alguna de progreso; bajo el látigo inclemente de los impuestos abusivos que solo recaen sobre el pueblo; con deudas externas impagables que cada día nos hunden más en la pobreza, pero cuyos beneficios solo los recibe la Oligarquía.  Ese funcionar es que la brecha entre ricos  y pobres sea cada día más grande, y que las esperanzas de estos se marchiten cada día más con la escalada de precios de la comida y los servicios, Devaluación y la Ley de Inquilinato.
                Un presidente que se rebele al sistema, es una aberración intolerable a la que hay que destruir a como dé lugar.  Y para eso la Oligarquía cuenta con la Prensa y sus columnistas, las encuestas científicas, la televisión y las legiones interminables de testaferros que, desde sus posiciones de “orientadores de opinión pública”, o de funcionarios tortuguistas o “huelgueros”, ponen todo tipo de obstáculos a las buenas intenciones de cualquier gobernante que se interese por el bienestar de las mayorías, lo cual implica, necesariamente, menos ingresos para la Argolla del Poder.
                La Centralización, pues, es una forma de gobierno que solamente le conviene a unos pocos; a la casta de los privilegiados que conforman la Oligarquía de cada uno de nuestros países.  La centralización hace que un ciudadano de Upala, Los Chiles, Sixaola, San Cruz, Nicoya o Golfito, NO TENGA PARTICIPACIÓN ALGUNA EN LOS ASUNTOS DEL PAÍS, que son los asuntos de TODOS LOS COSTARRICENSES.  Aquí en San José se definen todas las políticas a seguir, siempre en beneficio de la CAMAROCRACIA.  Desde el Poder Central, ubicado en el Zapote y el Club Unión, se decide qué les conviene o no a los habitantes de San Carlos; qué tipo de educación merecen, y cuántas clínicas del Seguro Social deben funcionar allí.  Si se le pavimenta o no un pedazo de carretera, o si es conveniente o no, un proyecto de irrigación que los pobladores desean y necesitan.  Todo gasto en la periferia, significa una disminución de los fondos estatales al servicio de los grandes empresarios y comerciantes, que hacen fiesta con el dinero del pueblo.  Como el caso del Banco Anglo, en el que un solo empresario millonario, recibió miles de millones del pueblo en un solo préstamo.                                                                                                                                    Es por eso que se oponen  a que un plan de carreteras y desarrollo turístico local en la zona sur se lleve a cabo, pues eso significa una disminución en la cartera gubernamental de donde salen los billones que la Argolla se auto receta por concepto de los CAT.  Un verdadero proyecto de desarrollo pesquero cooperativo en Puntarenas, demandaría un precioso capital que no podría ser prestado a las grandes garroteras, que disponen a placer de esa reserva bancaria para hacer gigantescos negocios de usura.  Ellos reciben billones del Estado a intereses ínfimos, y los prestan al 48% anual.  ¡Así quién no!  Y como todo ese dinero está concentrado en los bancos de San José, la mesa está servida.  Pero si cada provincia tuviera los fondos que le corresponden  por la riqueza que genera, otra sería la música de esa canción.  Incluso naciones tan poderosas como los Estados Unidos, comprendieron rápidamente que para que el Estado funcionara eficientemente, el poder y las responsabilidades inherentes a este, tenían que repartirse en forma adecuada entre todos los estados de la nación.  De allí nació el Gobierno Federal que, aunque con directrices nacionales que emanan de un Poder Central, confiere a cada estado la responsabilidad y dirección de sus asuntos domésticos, de la mejor y más conveniente forma para sus ciudadanos.  Existe el gobierno federal, y el estatal.  El primero ve por los intereses de toda la Nación, y el segundo, por los de cada estado en particular.  Y cada uno de estos decide que tipo de educación deben tener sus hijos.  Cuánto invierten en hospitales, colegios y universidades.  Qué clase de productos elaboran, y cuánto de sus respectivos presupuestos estatales dedican a esto o aquello.  Así que no pueden dilapidar lo que no tienen o producen, pero tampoco tienen que esperar a que Washington se interese o no, por el sistema ferroviario o turístico que ellos necesitan.   La capital “sabe” que al frente de cada estado hay hombres inteligentes que conocen cuáles son las necesidades de sus gobernados; también que cada gobierno local es vigilado por sus propios ciudadanos, haciendo que sea imposible que estos solamente se interesen por las cosas que pasan en la capital.  Y el sistema les ha funcionado muy bien; tan bien, que ahora esa nación se ha convertido en un imperio mundial con un poder casi ilimitado. 
                Estamos seguros de que si hubieran seguido el camino de la centralización, ya se hubieran atomizado en un centenar de países chiquitos y mediocres; algo así como la América Latina.
                                               Fraternalmente
                                                                              Ricardo Izaguirre S.

Correo electrónico:     rhizaguirre@gmail.com                                                                                                

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