martes, 14 de agosto de 2012

86 La Ley es la Ley

86  “LA CHISPA                           


Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

LA LEY ES LA LEY

          Todos los códigos que se han promulgado, desde los más remotos a los más recientes (laicos o religiosos), han tenido un fin único: hacer viable, justa y segura la convivencia entre los seres humanos.  Desde el código de Hammurabi, dictado en el siglo XX antes de Cristo, hasta las más novedosas legislaciones tienen ese propósito. Este código, el más antiguo que se conoce como fundamento de muchas legislaciones posteriores del medio oriente, tenía ese fin, y fue de él de donde salieron todos los sistemas legales de los pueblos semíticos, incluida la Biblia.    
          Los griegos, por su parte, le dieron a la Ley un enfoque mucho más humano, y además introdujeron en él, profundos conceptos morales que le daban a aquella, una dimensión casi mística (Sócrates, Critón), que convertía a la Norma en un sueño no solo de integridad personal, sino de justicia universal.  “Nadie tiene derecho a burlar la Ley, sin importar que el violador sea beneficiario personal de ese delito”.  Y con su inmolación, Sócrates le dio al mundo el verdadero sentido no de la validez de una ley injusta, sino de lo que DEBE ser la conducta del hombre ante la Ley.
          Los romanos decían: “Dura lex, sed lex”.  Dura es la ley, pero es la Ley.  Este pueblo, menos inteligente y sensitivo que los griegos, pero con un gran sentido práctico y militar, le dio un diferente enfoque a la Ley: esta debía tener un criterio militar, y de allí, extenderse al ciudadano civil.  De esa manera, con una visión que se apartaba del idealismo griego, fue como  ellos concibieron que debía normarse la vida del Imperio.  Sin embargo, el fin era el mismo: la convivencia social en paz.  Cada pueblo, según su naturaleza, ha hecho sus leyes más o menos drásticas.  Allí tenemos a Licurgo en Esparta.  Y al arconte Dracón en Atenas, con sus leyes terroríficas, pero necesarias en su momento y en su pueblo.  Del mismo estilo fueron las leyes bíblicas, cuya intención única era normar la vida social del “pueblo de dura cerviz” como les llamó Yavé.  Entonces, la ley debe ser la LEY.
          ¿Qué tienen en común estos pueblos en relación con la ley?  Que la AMABAN; entre ellos esta era motivo de culto, de amor, de respeto y acatamiento voluntario y sereno.  Como Sócrates.  Las leyes representaban la máxima altura cultural que habían alcanzado las naciones; pues un pueblo sin ley, era presa de la barbarie, el abuso y la injusticia.  Pero ¿cuál es el objetivo de la Ley?  ¿Quiénes, cómo y para qué se crean las leyes?  EN TEORÍA: las leyes son para que la sociedad funcione bien.  Y al decir bien, es TODA LA SOCIEDAD, y no solo algunos grupos de ella.  Por lo tanto, el primer requisito de la ley es que esta debe ser para todos, y que todos seamos iguales ante ella.  Si no cumple este requisito NO ES LEY, sino pretexto.  Debe ser de aplicación inmediata porque si no, NO ES LEY, sino pretexto.  LA LEY DEBE SER JUSTA, porque si no, NO ES LEY, sino pretexto.  Por lo tanto, NO todo lo que se compendia en un código, llena la definición de Ley.  Pero no solo es la naturaleza intrínseca de la Ley lo que le da validez, sino la aplicabilidad de esta por parte del Estado, y el cumplimiento que de ella hagan los ciudadanos.  Y para que eso se dé, ambos DEBEN AMAR LA LEY.  Porque si no es así, todos los códigos, por ampulosos que sean, no son más que pretextos.
          Por lo tanto, se supone que quienes tienen la responsabilidad de crear las normas que rigen a la sociedad, TIENEN QUE SER HOMBRES ÍNTEGROS, que comprendan plenamente cuál es la sagrada función del LEGISLADOR.   Legislar no es solo un empleo transitorio de cuatro o cinco años.  Es una responsabilidad moral que va más allá de los intereses personales o de los de individuos, del grupo o del partido político, e incluso del tiempo.  Legislar es una labor de dioses en el cielo, y de HOMBRES COMPLETOS  en la tierra.  Legislar no es ocupación de minusválidos morales o de mentes estrechas y sectarias, sino de Hombres de Verdad.  Legislar es una comunión con Dios, con la consciencia y con el pueblo, y allí no puede tener cabida la menor torcedura moral o el interés mezquino.  Y si se cumple con esos requisitos, se producen buenas leyes, Y LAS BUENAS LEYES NO TIENEN QUE CAMBIARSE JAMÁS.  Como las leyes de Dios o la Naturaleza, como usted prefiera llamarlas.
          Costa Rica tiene códigos legales para todo, y leyes hasta para tirar para arriba, pero ¿amamos la Ley?  Se dice con mucha frecuencia que “este es un país de leyes”, pero ¿qué queremos decir con eso? ¿Tenemos aunque solo sea una nebulosa noción de lo que ese cliché significa?  Muchas tiranías se han hecho llamar de esa manera. Sin embargo, que este sea “un país de leyes” no significa que las respetemos o cumplamos.
          Los griegos amaban la ley en forma ideal y práctica; los romanos en forma militar y práctica.  Con ligeras variantes de estilo, pero la RESPETABAN.  ¿Y nosotros?  Parece que la llamada “Educación Cívica” ha fracasado por completo en Costa Rica, pues el ciudadano común ve a esta, solamente como un  PRETEXTO que el Gobierno crea para joderlo.  Es decir, la escuela y el colegio NO LE HAN ENSEÑADO a amar la Ley, sino a TEMERLA.  La misma metodología de las religiones: no nos enseñan a amar a Dios ni al prójimo, sino a TEMERLES.  Es esa la única forma como nuestros ciudadanos se aproximan a la Ley; como algo que PUEDE DAÑARLOS, y que, por lo tanto, hay que evadir o violar las veces que se pueda.  Para el común de la gente, la Ley es algo que solo debe respetarse en presencia de la policía.  Un semáforo en ROJO, solo debe atenderse si hay un tráfico debajo.  Y así es en casi todas las actividades de nuestra vida ordinaria.  Para nosotros la Ley no es algo que se deba amar y respetar porque nos garantiza el buen funcionamiento social; que nos asegura el respeto de los demás hacia nuestros  derechos para una vida armónica y feliz, sino un instrumento del gobierno que este utiliza solo para martirizarnos cada vez que quiere.
          Nos acercamos a la Ley con criterio de delincuentes, y no de ciudadanos justos y respetuosos de ella.  Y esa parece ser la norma de conducta general no solo de los civiles, sino de los que están en el gobierno.  Pero peor aún, es la actitud de los que LEGISLAN, pues casi todas las leyes que se emiten, vienen con docenas de portillos para ser burladas por los mismos que las dictan; y a partir de allí, por todos los ciudadanos.  Casi no hay ley que, bajo un análisis cuidadoso, no permita aquello que supuestamente prohíbe.  Legislar se ha convertido en el supremo arte de la marrullería.  No se legisla para el pueblo, sino para grupos con intereses monetarios.  El pueblo solo es el pretexto, y los legisladores se han convertido en verdaderos malabaristas de la palabra y el pensamiento, urdiendo leyes injustas con elegantes disfraces de “interés común”.  Son verdaderos maestros en ese arte.  Allí están los ejemplos de los CAT, la DEVALUACIÓN y la ley de INQUILINATO.  Además, el método para calcular los aumentos salariales de la masa trabajadora.
          ¿Qué es lo que ha fallado en el entendimiento del culto que le debemos a la Ley?  En primer lugar, LOS GOBIERNOS, porque siendo estos la guía del pueblo, han dado los peores ejemplos de incumplimiento de las leyes y de sus propias obligaciones.   Después está el hogar, la escuela, el colegio, la universidad, la prensa y casi todos los órganos cívicos encargados de dirigir a la sociedad.  Todos hemos fallado, y por eso la LEY está postrada y triste, y la Dama que la representa, utiliza un antifaz para no ver las injusticias que se cometen en su nombre.
        O nos sometemos al imperio de la Ley TODOS, o todos pagaremos las consecuencias; pero esa rendición debe ser consciente, amorosa, voluntaria y sin coerción; como fruto del entendimiento pleno de que la Ley es nuestra mejor garantía de una vida segura, plena y feliz.  No debemos abstenernos de robar simplemente porque la policía nos mete a la cárcel (temor), sino porque NO ES JUSTO para el que ha sido robado (amor).  Así de sencillo. 
          Si le gustó esta “Chispa”, hágale copias y repártala.  Póngala en Internet para que circule y lleve este mensaje a la mayoría.
                                                   Fraternalmente
                                                                     Ricardo Izaguirre S.

Correo: rhizaguirre@gmail.com












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