986 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del
ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿SIRVE DE ALGO ARREPENTIRSE?
En realidad, de muy poco. El arrepentimiento es una emoción, y como tal, solo sirve para causarnos angustia, temor e inseguridad. Es una forma de tormento innecesaria, inútil y dañina, pues lejos de hacernos algún bien, solo sirve para causarnos dolor. El arrepentimiento nace de consideraciones morales que hacemos después de haber ejecutado alguna acción sin meditar, emitido una opinión o haber pensado algo negativo. Es lo que resulta después de tamizar en frío lo que llevamos a cabo en caliente. Pero lo hecho o dicho, dicho y hecho está. No hay manera de echar atrás lo que ya hicimos, bueno o malo. Entonces, el arrepentimiento solo es un ejercicio masoquista para aquellos que suponen que algo de sus sentimientos de culpabilidad van a desaparecer si se sumergen en las emocionales aguas del remordimiento. Lo que usted hizo o dijo NO TIENE MARCHA ATRÁS, por más que se empeñe en torturarse de esa inútil forma. Recuerde que usted es lo que es y que no va a cambiar por más poses ficticias que quiera practicar para aplacar su consciencia. Talvez engañe a los de afuera, pero NUNCA lo logrará con el pasajero interior. Usted sabe bien quién es usted y cuáles fueron los motivos que lo llevaron a tales acciones que ahora le parecen espernibles.
Así, pues, el arrepentimiento es un
suplicio inútil que nada remedia, pero eso sí, causa mucho sufrimiento a quien
lo practica. Dolor innecesario que a
nadie le sirve de nada. Haga o diga lo
que sea, debe entender que ya lo hizo y no hay manera de evitar sus
consecuencias; por lo tanto, no pierda su tiempo arrepintiéndose, pues con tal
majadería no corregirá nada y solo obtendrá emociones perjudiciales. No haga suposiciones sobre esto o aquello, o
lo que pudo ser si… Lo que sucedió es lo
único que podía suceder tratándose de quién es usted. No se arrepienta de no haber sido generoso,
pues si esa no es su naturaleza, resulta una necedad arrepentirse por no
haberse comportado de una manera ajena a su carácter y forma de ser. No puede (debe) lamentarse de no haber sido
tolerante si usted no lo es. Si usted es
egoísta, no se arrepienta de haberlo sido.
Eso es usted. No deje que los preceptos
religiosos o sociales lo carguen con su fardo de “ideales” y suposiciones de lo que “el hombre debe
ser”. Cada uno es lo que es y no podemos
ni debemos lamentarnos de no ser lo que otros son. La madre Teresa es ella, y si usted no tiene
el temple y los dones con los que ella vino al mundo, no se moleste ni sienta
envidia de no poder ser como esa señora.
Hay personas buenas y nobles que nos hacen sentir vergüenza; pero eso
¿de qué sirve? Si no somos buenos ni
altruistas, NO DEBEMOS sentir pena
por NO SER lo que no somos. Cargarnos con resentimientos cada vez que nos
comparamos con los que son mejores, es una tontería propia de necios. Cada uno es cada uno, y reconocer lo que
somos, es el primer paso; el segundo, es aceptarnos sin remordimiento
alguno. No podemos ser lo que no somos.
El
arrepentimiento es una actitud emocional innecesaria que solo engendra dolor al
que le da cabida en su mente. Por lo
tanto, usted no debe convertirse en víctima de esos sentimientos negativos; si
usted es malo, es malo, y nada puede cambiar arrepintiéndose; pero eso sí, si
logra desarrollar una mayor consciencia de sus actos y pensamientos, bien puede
utilizar ese análisis para evitar situaciones desagradables en el futuro. Y eso sí es positivo y de gran utilidad. Si a usted no le “nace” de verdad ser
generoso y ayudar a los demás, no sienta pena por eso; y, sobre todo, NO trate de aparentar que lo es solo
para que los demás lo crean; si no se le antoja cooperar en alguna causa de
“bien social”, no lo haga. Nada le va a
pasar, nadie lo va a castigar ni va a “perder puntos” en su registro para
entrar al cielo. La generosidad hipócrita no cuenta.
Si usted no nació para ser héroe, no intente serlo. Si no es místico, religioso o buena persona,
no lo simule ni trate de aparentar lo que no es. Y, sobre todo, no intente creerse sus propias
mentiras y payasadas. Analícese, conózcase
y acéptese; luego, actúe en concordancia con lo que es. No finja, pues la impostura pesa demasiado. No sufra por lo que no tiene solución ni
remedio. Utilice lo que tiene para ser
feliz, y si no puede, pues al menos inténtelo, pero nunca se arrepienta por lo
hecho. Si la cabeza le da, anticipe,
prevenga y actúe conforme con la regla de oro: “No le haga a los demás lo que no quiera que le hagan a usted”. Así de simple, y más simple todavía. NO
JODA A NADIE, DE NINGUNA MANERA, POR NINGÚN MOTIVO O PRETEXTO. Así no tendrá que arrepentirse
nunca. Pero si no puede actuar
correctamente, no se martirice arrepintiéndose; usted NO ES CORRECTO, por lo tanto, no se exija lo que no es.
No se deje embobar por la filosofía
populachera de la que abunda en la Internet, por la religiosa o social. Cualquiera puede escribir un manual
lacrimógeno de cuestiones ideales sobre solidaridad, fraternidad, cooperación,
misticismo, humanismo y mil cosas más.
Sobran los ejemplos de heroísmo, sacrificio y desprendimiento, pero si
esas virtudes NO están en su
equipaje, NO permita que tales
cuentos lo hagan sentirse menos y con sentimientos de inferioridad. Si usted no es noble ni generoso NO es su culpa; esa es la dotación con
la cual lo proveyeron sus padres, los dioses o quienes sean los encargados de
repartir las virtudes entre los peregrinos que venimos a este mundo. Y si usted cree en el ocultismo, que ese es
su Karma. No sufra por lo que no está en
sus manos resolver. Si usted tiene “mala
levadura” no puede aspirar a convertirse en santo solo porque lo desea y porque
se ha arrepentido en algún momento de su vida, y sus pecados le fueron
perdonados, según dicen las religiones.
Fraternalmente
RIS Correo: rhizaguirre@gmail.com
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