viernes, 24 de agosto de 2012

93 El Centro Cívico


93     “LA CHISPA                              


Lema:   “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

EL CENTRO CÍVICO

            No se sabe si es algo intencional y malévolo, o si solo se trata de una de las tantas características que distinguen a nuestro GOBIERNO como institución permanente.  ¿Sabe alguien dónde está el “gobierno” y sus oficinas?  Es casi seguro que ni la enorme mayoría de los funcionarios saben la ubicación del infinito número de oficinas y dependencias del Gobierno.  Unas casuchas por la antigua Fábrica de Licores, son el Ministerio de Relaciones Exteriores.  Otro edificio viejo y pésimamente ubicado es el Ministerio de Educación.  La contraloría se encuentra por la Sabana.  La casa presidencial en el Zapote.  La Asamblea, en un edificio antihigiénico frente al Bellavista.  El Poder Judicial, en unos elegantes edificios de difícil acceso y sin estacionamiento para sus millares de clientes.  La Caja del Seguro, casi en el centro comercial de San José; sin facilidades de ingreso ni estacionamiento para sus “clientes”.  La Defensoría de los Habitantes, en una callejuela que va hacia la Sabana.  El Registro Nacional, en el otro polo de la ciudad, con un acceso más difícil y peligroso que entrar a Bagdad.  El Registro Civil, allá por el Parque Nacional, y el Ministerio de Deportes, creo que está en la Sabana.  El Ministerio de Economía, por allá hacia no sé dónde; y hasta allí llegan mis conocimientos de la ubicación de las oficinas del Gobierno.  Denominador casi común: sin  estacionamiento.
Un caos infernal imposible de descifrar.  Eso explica el porqué nuestros Presidentes pasan el primer año “sin hacer nada útil para el pueblo”, pues apenas les alcanza el tiempo para enterarse de dónde quedan las “dependencias” del Estado; esa es la razón por la cual todos pierden el primer año de labores: se lo pasan aprendiendo dónde queda tal o cuál oficina de “su” gobierno.
            ¿Cómo puede funcionar así una maquinaria administrativa, responsable del orden de TODO lo que pasa en el país?
            “El negocio tigre de los alquileres”.   El Ministerio de Educación estuvo ubicado, muchos años, en un edificio que queda en la avenida central, en donde pagaba elevados alquileres a los dueños de ese inmueble; y ese ha sido un vicio que durante muchas administraciones se ha seguido para “favorecer” a ciertos amigotes de la gente en el Gobierno.  ¿Cuánto paga el gobierno (pueblo) por esas casas y edificios propiedad de particulares que hacen negocios pingües a costa de los contribuyentes?  Y ya que los gobernantes  aplican el principio de que como el dinero es del gobierno, bien pueden dilapidarlo en lo que les dé la gana, se dan el lujo de pagar lo que sea a los arrendantes.  Pero olvidan que detrás de ese indefenso ente abstracto conocido como Estado, está el Pueblo, el verdadero y único dueño del Erario, y que este no debería ser desperdiciado con fines mezquinos o de favoritismos personales.  ¿Cuánto se malbarata  del Tesoro Nacional en alquileres?  Y ahora con la Ley de Inquilinato, es un negocio redondo para aquellos privilegiados que le alquilan inmuebles al Estado.
            Ese desorden de las oficinas de gobierno, se reflejan en la eficiencia de los servicios del Estado.  Un Gobierno Central atomizado en un centenar de edificios y casuchas mal distribuidas por toda la ciudad de San José tiene que ser, por fuerza, inepto, lento, incapaz, obstruccionista, dispendioso, descoordinado y, sobre todo, causante de frustración en el ciudadano.  Cualquier gestión ante las oficinas del gobierno es cuestión de días.  No hay una sola operación que se resuelva de inmediato y en forma definitiva en el mismo día que se hace la solicitud.  No existe una Oficina Central de Quejas, a la cual pueda recurrir el ciudadano en busca de justicia ante la inoperancia de infinidad de empleados vagos e inservibles, que parasitan al amparo del desorden y la falta de control.  En ninguna parte hay dónde quejarse ni pedir justicia.  Nadie sabe nada de nada y nadie le da información confiable al ciudadano.  Incluso en las oficinas en donde hay “CASETILLAS DE INFORMACIÓN”, pareciera que las llenan con porteros o policías que nada saben.  Siempre le dicen al usuario: “Eso es en el tercer piso”.  “Al final del corredor, a mano derecha”.  Y cuando este llega al sitio donde lo enviaron, el asunto NO ES ALLÍ.  Y a empezar de nuevo... 
            Ya dije algo de lo malo de la máquina estatal (una parte ínfima).  Pero también vamos a sugerir la solución que creemos sería lo más adecuado de acuerdo con nuestro sistema centralizado: UN CENTRO CÍVICO NACIONAL.  Y ¿cómo debe ser este?  Pues en primera instancia, ENORME.  Con visión futurística de la clase de CIUDAD que será San José dentro de doscientos o trescientos años.  Con espacio para construir todos los edificios que en el futuro sean necesarios.  Con múltiples ingresos y salidas, es decir, con espléndidas avenidas y calles que permitan el acceso y salida de ese Centro, sin ninguna complicación. Con amplias carreteras hacia el sur, este, norte y oeste. Con una gran plaza central en donde el pueblo pueda manifestar sus inquietudes, necesidades y deseos frente a la Casa Presidencial, la Asamblea, Municipalidad, Poder Judicial y todos los Ministerios y dependencias del Estado.  Allí también podrían estar los servicios consulares acreditados en Costa Rica.  Lo mismo que las Agencias Internacionales destacadas aquí.  Allí estaría el OIJ y los tribunales de Justicia de la provincia.  Se podría dotar de centros comerciales, restaurantes, cines, salones de baile y todo tipo de diversiones que pudieran utilizarse mientras se espera un fallo de un tribunal o el resultado de una gestión.  Este centro NO tendría que ser algo tan austero y “gubernamental”.  Las oficinas del gobierno bien pueden humanizarse, de manera que el ciudadano común y corriente no se sienta aterrado ante la seriedad e impersonalidad de lo que son ahora.  Muchas oficinas del gobierno “dan miedo”.  Entrar al Banco Central es algo así como llegar al aeropuerto de Tel Aviv, y solo les falta que nos desnuden para completar el cuadro.  Terrorismitis”  aguda.
            Ese Centro Cívico tendría estacionamientos gigantescos que pudieran darle acogida a miles de personas que llegaran en carro.  Con seguridad y sin estar en manos de esos atracadores callejeros y molestos.  Buen servicio de autobuses y un METRO o tranvía de alta calidad.  En la época de la “automovilización”, a la que ya ha ingresado Costa Rica, es inconcebible que un “negocio del gobierno” (oficina) no tenga buenos y cómodos centro de estacionamiento para sus “clientes”.   Eso no es una cuestión de buena voluntad o bondad del Estado, sino una OBLIGACIÓN hacia los ciudadanos QUE PAGAN POR TODO, incluidos los sueldos de los funcionarios.  Desde el último, hasta el Presidente.  Por allí se inicia la eficiencia del Estado: facilitándoles a los ciudadanos todos los negocios que estos tengan con el Gobierno, o donde este sirva como mediador, contralor, ejecutor o regulador de todas aquellas actividades de la sociedad.
            Hace muchos años, un amigo gringo que vino conmigo por una temporada, me acompañó a pagar el marchamo allá en la Sabana, y cuando vio aquella fila interminable, en la cual la gente iba empujando sus carros con las manos, me dijo: “Con razón ustedes son tercermundistas, pues cuando un gobierno es inútil incluso para recaudar fondos, la suerte está echada.  ¿Te imaginas que se siguiera este “método” en Los Ángeles, con sus doce millones de vehículos?  Llegaríamos al año cinco mil, empujando los carros”  Nunca he olvidado esa lección.  Y sigo pensando que esa es la causa principal de nuestro subdesarrollo: el desperdicio de recursos.  El menosprecio que el Estado y sus funcionarios hacen del tiempo de los ciudadanos.
            ¿Dónde estaría ese Centro Cívico?  Pues en las afueras de la ciudad; en algún terreno de gran tamaño con múltiples accesos y con la posibilidad de crecer mucho más.  No solo sería la panacea administrativa, sino que se convertiría en un gran Centro Comercial de enormes ingresos para el Estado.  Si lo pensamos bien, no sería nada del otro mundo desde el punto de vista de su construcción, pero sería un paso extraordinario hacia la modernización del Estado.  Con solo tomar el monto de lo que se gastó en “LA TROCHA, alcanzaría para todo.  Y sobraría...
            En ese Centro estaría el Sinart, el Pani, la Defensoría de la Mujer, la Contraloría, Procuraduría. Aresep, Recope, ICE, INS, Seguro Social, Pagaduría, Tesorería, el Cabildo, la Asamblea, El Poder Judicial y todas las demás.  ¿Se imaginan qué comodidad?
            Si le gustó el sueño de esta “Chispa”, trate de ampliarlo y darle mejor forma; además, hágaselo saber a sus amistades pues, al fin y al cabo, soñar no cuesta mucho; pero un sueño continuo y multitudinario, puede CONVERTIRSE EN REALIDAD.
            Fraternalmente: 
                             Ricardo Izaguirre S.              E-mail:     rhizaguirre@gmail.com
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