93 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se
fundamentan los abusos del Poder”
EL CENTRO CÍVICO
No se sabe si es algo intencional y
malévolo, o si solo se trata de una de las tantas características que
distinguen a nuestro GOBIERNO como institución permanente. ¿Sabe alguien dónde está el “gobierno” y sus
oficinas? Es casi seguro que ni la
enorme mayoría de los funcionarios saben la ubicación del infinito número de
oficinas y dependencias del Gobierno.
Unas casuchas por la antigua Fábrica de Licores, son el Ministerio de
Relaciones Exteriores. Otro edificio
viejo y pésimamente ubicado es el Ministerio de Educación. La contraloría se encuentra por la
Sabana. La casa presidencial en el
Zapote. La Asamblea, en un edificio
antihigiénico frente al Bellavista. El
Poder Judicial, en unos elegantes edificios de difícil acceso y sin
estacionamiento para sus millares de clientes. La Caja del Seguro, casi en el centro
comercial de San José; sin facilidades de ingreso ni estacionamiento para sus
“clientes”. La Defensoría de los
Habitantes, en una callejuela que va hacia la Sabana. El Registro Nacional, en el otro polo de la
ciudad, con un acceso más difícil y peligroso que entrar a Bagdad. El Registro Civil, allá por el Parque
Nacional, y el Ministerio de Deportes, creo que está en la Sabana. El Ministerio de Economía, por allá hacia no
sé dónde; y hasta allí llegan mis conocimientos de la ubicación de las oficinas
del Gobierno. Denominador casi común: sin
estacionamiento.
Un caos infernal imposible de descifrar. Eso explica el
porqué nuestros Presidentes pasan el primer año “sin hacer nada útil para el
pueblo”, pues apenas les alcanza el tiempo para enterarse de dónde quedan
las “dependencias” del Estado; esa
es la razón por la cual todos pierden el primer año de labores: se lo pasan
aprendiendo dónde queda tal o cuál oficina de “su” gobierno.
¿Cómo puede
funcionar así una maquinaria administrativa, responsable del orden de TODO
lo que pasa en el país?
“El negocio tigre de los
alquileres”. El Ministerio de
Educación estuvo ubicado, muchos años, en un edificio que queda en la avenida
central, en donde pagaba elevados alquileres a los dueños de ese inmueble; y
ese ha sido un vicio que durante muchas administraciones se ha seguido para
“favorecer” a ciertos amigotes de la gente en el Gobierno. ¿Cuánto paga el gobierno (pueblo) por esas
casas y edificios propiedad de particulares que hacen negocios pingües a costa
de los contribuyentes? Y ya que los
gobernantes aplican el principio de que
como el dinero es del gobierno, bien pueden dilapidarlo en lo que les dé la
gana, se dan el lujo de pagar lo que sea a los arrendantes. Pero olvidan que detrás de ese indefenso ente
abstracto conocido como Estado, está el Pueblo, el verdadero y
único dueño del Erario, y que este no debería ser desperdiciado con
fines mezquinos o de favoritismos personales.
¿Cuánto se malbarata del
Tesoro Nacional en alquileres? Y
ahora con la Ley de Inquilinato, es un negocio redondo para aquellos
privilegiados que le alquilan inmuebles al Estado.
Ese desorden de las oficinas de
gobierno, se reflejan en la eficiencia de los servicios del Estado. Un Gobierno Central atomizado en un centenar
de edificios y casuchas mal distribuidas por toda la ciudad de San José tiene
que ser, por fuerza, inepto, lento, incapaz, obstruccionista, dispendioso,
descoordinado y, sobre todo, causante de frustración en el ciudadano. Cualquier gestión ante las oficinas del
gobierno es cuestión de días. No hay una
sola operación que se resuelva de inmediato y en forma definitiva en el mismo
día que se hace la solicitud. No existe
una Oficina Central de Quejas, a la cual pueda recurrir el ciudadano en
busca de justicia ante la inoperancia de infinidad de empleados vagos e
inservibles, que parasitan al amparo del desorden y la falta de
control. En ninguna parte hay dónde
quejarse ni pedir justicia. Nadie sabe
nada de nada y nadie le da información confiable al ciudadano. Incluso en las oficinas en donde hay “CASETILLAS
DE INFORMACIÓN”, pareciera que las llenan con porteros o policías que nada
saben. Siempre le dicen al
usuario: “Eso es en el tercer piso”.
“Al final del corredor, a mano derecha”. Y cuando este llega al sitio donde lo
enviaron, el asunto NO ES ALLÍ. Y
a empezar de nuevo...
Ya dije algo de lo malo de la
máquina estatal (una parte ínfima). Pero
también vamos a sugerir la solución que creemos sería lo más adecuado de
acuerdo con nuestro sistema centralizado: UN CENTRO CÍVICO NACIONAL. Y ¿cómo debe ser este? Pues en primera instancia, ENORME. Con visión futurística de la clase de CIUDAD
que será San José dentro de doscientos o trescientos años. Con espacio para construir todos los
edificios que en el futuro sean necesarios.
Con múltiples ingresos y salidas, es decir, con espléndidas avenidas y
calles que permitan el acceso y salida de ese Centro, sin ninguna complicación.
Con amplias carreteras hacia el sur, este, norte y oeste. Con una gran plaza
central en donde el pueblo pueda manifestar sus inquietudes, necesidades y
deseos frente a la Casa Presidencial, la Asamblea, Municipalidad, Poder
Judicial y todos los Ministerios y dependencias del Estado. Allí también podrían estar los servicios
consulares acreditados en Costa Rica. Lo
mismo que las Agencias Internacionales destacadas aquí. Allí estaría el OIJ y los tribunales de
Justicia de la provincia. Se podría
dotar de centros comerciales, restaurantes, cines, salones de baile y todo tipo
de diversiones que pudieran utilizarse mientras se espera un fallo de un
tribunal o el resultado de una gestión.
Este centro NO tendría que ser algo tan austero y
“gubernamental”. Las oficinas del
gobierno bien pueden humanizarse, de manera que el ciudadano común y
corriente no se sienta aterrado ante la seriedad e impersonalidad de lo que son
ahora. Muchas oficinas del gobierno
“dan miedo”. Entrar al Banco Central
es algo así como llegar al aeropuerto de Tel Aviv, y solo les falta que nos
desnuden para completar el cuadro. “Terrorismitis” aguda.
Ese Centro Cívico tendría
estacionamientos gigantescos que pudieran darle acogida a miles de personas que
llegaran en carro. Con seguridad y sin estar
en manos de esos atracadores callejeros y molestos. Buen servicio de autobuses y un METRO
o tranvía de alta calidad. En la época
de la “automovilización”, a la que ya ha ingresado Costa Rica, es inconcebible
que un “negocio del gobierno” (oficina) no tenga buenos y cómodos centro
de estacionamiento para sus “clientes”.
Eso no es una cuestión de buena voluntad o bondad del Estado, sino una OBLIGACIÓN
hacia los ciudadanos QUE PAGAN POR TODO, incluidos los sueldos de los
funcionarios. Desde el último, hasta el
Presidente. Por allí se inicia la
eficiencia del Estado: facilitándoles a los ciudadanos todos los negocios
que estos tengan con el Gobierno, o donde este sirva como mediador, contralor,
ejecutor o regulador de todas aquellas actividades de la sociedad.
Hace muchos años, un amigo gringo
que vino conmigo por una temporada, me acompañó a pagar el marchamo allá en la
Sabana, y cuando vio aquella fila interminable, en la cual la gente iba
empujando sus carros con las manos, me dijo: “Con razón ustedes son
tercermundistas, pues cuando un gobierno es inútil incluso para recaudar
fondos, la suerte está echada. ¿Te
imaginas que se siguiera este “método” en Los Ángeles, con sus doce millones de
vehículos? Llegaríamos al año cinco mil,
empujando los carros” Nunca he
olvidado esa lección. Y sigo pensando
que esa es la causa principal de nuestro subdesarrollo: el desperdicio de
recursos. El menosprecio que el
Estado y sus funcionarios hacen del tiempo de los ciudadanos.
¿Dónde estaría ese Centro Cívico? Pues en las afueras de la ciudad; en algún
terreno de gran tamaño con múltiples accesos y con la posibilidad de crecer
mucho más. No solo sería la panacea
administrativa, sino que se convertiría en un gran Centro Comercial de enormes
ingresos para el Estado. Si lo pensamos
bien, no sería nada del otro mundo desde el punto de vista de su construcción,
pero sería un paso extraordinario hacia la modernización del Estado. Con solo tomar el monto de lo que se gastó en
“LA TROCHA, alcanzaría para
todo. Y sobraría...
En ese Centro estaría el Sinart, el
Pani, la Defensoría de la Mujer, la Contraloría, Procuraduría. Aresep, Recope,
ICE, INS, Seguro Social, Pagaduría, Tesorería, el Cabildo, la Asamblea, El
Poder Judicial y todas las demás. ¿Se
imaginan qué comodidad?
Si le gustó el sueño de esta “Chispa”,
trate de ampliarlo y darle mejor forma; además, hágaselo saber a sus amistades
pues, al fin y al cabo, soñar no cuesta mucho; pero un sueño continuo y
multitudinario, puede CONVERTIRSE EN REALIDAD.
Fraternalmente:
Ricardo Izaguirre
S. E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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