domingo, 10 de agosto de 2014

1029 ¿Se puede aprender a amar?



1029     LA CHISPA        
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿SE PUEDE APRENDER A AMAR?
         Hay características humanas que, como dice el anuncio del whisky “Chivas Regal”: se tienen o no se tienen.  Y la capacidad de AMAR parece ser una de ellas.  Sin embargo, y por dicha, esta posibilidad tiene una amplitud de opciones casi infinita.  Cada uno tiene sus propias limitaciones o posibilidades de amar; y no es cuestión de que se quiera o no; de que se tenga la voluntad de hacerlo o no, sino que depende de una condición interna que determina hasta dónde puede lograrlo cada uno.  ¿Cuestión de desarrollo social?  Es discutible, aunque este factor puede contribuir a la formación de un mayor grado de consciencia en cuanto a las obligaciones morales y a los compromisos de tipo afectivo.  ¿Desarrollo intelectual?  También es dudoso, pues el intelecto elevado no suele ser sinónimo de emotividad sino al contrario, de cierto desapego familiar y social.  ¿Asunto de desarrollo espiritual?  Talvez.  ¿Qué es lo que hace que haya personas capaces de amar hasta un límite que desconcierta y causa un profundo sentido de reverencia y admiración por estos individuos?  Creo que todos hemos tenido la dicha de conocer a algunas de estas especiales personas, aunque talvez no hayamos podido valorarlas adecuadamente; pero hemos sentido su presencia y su influencia en nuestras vidas… de alguna manera.  Ángeles que nos toleraron, perdonaron y trataron como si fuéramos personas dignas de aprecio.  Seres que con sus actos, nos han hecho sentir vergüenza de nosotros mismos.  Gente capaz del sacrificio terrible que manda la Ley del Amor.   Casi todos hemos tenido el placer o CASTIGO de haber conocido a personas de esa calidad humana.  No es difícil reconocerlos, solo que la mayoría de veces, nos negamos a hacerlo.
A veces es necesario que pase mucho tiempo antes de que podamos tener una vislumbre de quiénes eran o cuánto influyeron en nuestras vidas.   Muchas veces, solo cuando se han ido de nuestras vidas, tenemos la posibilidad de darnos cuenta de qué tan cerca estuvimos de uno de estos seres de evolución superior.  Personas que sabían prodigar Amor, sin importar la condición miserable de las criaturas a las que hacen objeto de su cariño.  Pero, ¿qué es lo que les confiere esa capacidad y por qué lo hacen?  ¿Qué buscan y qué esperan a cambio?  Pero antes, ¿qué es el Amor?
El Amor es un sentimiento superior que no implica trueque, retribución o agradecimiento por parte del beneficiado, del que lo recibe.  Este puede ser un ignorante o un malagradecido inconsciente; incluso un agresor contra quien le ama.  Pero ni eso altera la conducta del que sabe amar.  Es fácil repetir este cliché, pero lo difícil es entenderlo no solo en nuestra mente sino en nuestro corazón.  Es por eso que NO debemos confundir el Amor con el deseo o sentido de posesión.  Y es aquí en donde se complica la comprensión de esa facultad tan extraña entre los hombres y mujeres; y su identificación requiere de gran honestidad, inteligencia y otras virtudes técnicas que son innecesarias al que ama.  Como el que ama no anda en busca de nada, nada más que cumplir con un mandato misterioso e inexplicable para los que no poseen ese toque mágico, no se siente obligado a explicarse las razones de su conducta.  Ni siquiera parecen darse cuenta de lo que hacen, y que tanto desconcierta a los que no pertenecen a esa categoría.  Son los escépticos, negativos y maliciosos los que necesitan y solicitan pruebas que justifiquen semejante conducta.  Los egoístas jamás entenderemos el Amor ni a los Amorosos.
         Ante tan apasionante y fundamental tema, resultan las más variadas conductas.  Una de las más notoria es la de los pesimistas, aquellos que solo tienen explicaciones maliciosas acerca de las intenciones que hay detrás de las obras de bondad que practican los privilegiados.  En el corazón de estos no existe la posibilidad de comprender un sentimiento ajeno a su naturaleza básica.  Pero en compensación, está la categoría de los que entienden el bien, aunque sean incapaces de ejecutarlo.  Son los que saben de la existencia del bien, pero su grado evolutivo les impide participar de esa fiesta de los elegidos.  Pero están cercanos al círculo interior.  Solo les falta decisión y el sacrificio final para lograr el milagro del Amor.   También está la amplia categoría de los inconscientes, gente primitiva a quien le tiene sin cuidado la existencia o no de tal virtud.  Y no es porque sean malos o no creyentes; simplemente son ignorantes.  Además, están los que aceptan la existencia del bien (aunque con condiciones) y la posibilidad de que haya personas que lo realicen sin ningún interés personal o colectivo.  Y en este carnaval humano, tampoco pueden faltar los impostores, aquellos que hacen hasta lo imposible para aparentar que son “buenos sujetos”, magnánimos y capaces de amar.   Son los que ante su impotencia, sufren lo indecible porque nunca están seguros de nada, ni siquiera de que les crean que son personas de bien.  Son los roba show en todos los actos de “caridad pública”.  
Desde luego que en esta kermés no pueden faltar los aprovechados, astutos que sacan ventajas de cualquiera que les brinde afecto (Amor) y algún beneficio material.  Son los que siempre andan en busca de cómo “tirarse” a los demás.  Estos pobres jamás podrán comprender el milagro del cual han sido víctimas. 
Finalmente, hay una clase especial: aquellos que sin ser parte de los privilegiados, entienden la labor de estos; que saben que existe una dimensión muy elevada del ser humano, en donde huestes de hombres superiores actúan de forma natural (casi siempre anónima), que es incomprensible para el común de los mortales.  Estos saben que aunque existe esa clase especial de personas, también entienden que es un círculo en donde NO entra cualquiera, sino que tal membresía es algo que debe ganarse de una manera muy laboriosa y dilatada en el tiempo (evolución).
Ahora bien, ¿cómo se llega allí?  ¿Es cuestión de suerte?  ¿Son buenos por decreto divino estos seres?  ¿Podemos todos llegar a esa posición?  ¿Fabrican en el cielo hombres buenos y malos?  En síntesis, ¿se puede aprender a AMAR?  El Amor al prójimo es el boleto que nos da la entrada a ese exclusivo club.  Pero, ¿es posible ese aprendizaje?  ¿Se puede amar solo con el convencimiento y la fuerza de voluntad?  Para los que no tienen esa capacidad, parece imposible; es una tarea tan decepcionante como la mayoría de los preceptos religiosos.  “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.  ¿Lo han intentado con algún desgraciado vecino o mal compañero de trabajo?
¿Podemos aproximarnos a la condición de buenas personas, de las que saben amar, mediante la práctica de obras de caridad, servicio y buenas intenciones?  ¿Es posible lograr algunos “puntos” mediante la conducta fingida?  ¿Tienen algún valor los servicios que hacemos mediante la impostura?  ¿Alguien nos lleva el control de lo que hacemos y de la calidad de nuestras intenciones?  Por desgracia, si tan solo pensamos en eso, ya hemos perdido la partida.  Amar implica el desapego total y la falta de interés alguno en la reciprocidad, los premios o el reconocimiento de alguien.  ¿Entonces?, podríamos preguntarnos, ¿para qué diablos voy a sacrificarme o privarme de mis cosas para que nadie lo tome en cuenta?  ¿Para qué voy a amar si a nadie le importa ni va a reciprocar mis sentimientos?  ¿Vale la pena AMAR?  ¿O tal sentimiento está más allá de nuestra condición humana actual?  Fíjense en el AMOR que una madre (normal) profesa a sus hijos y verán que se trata de un “negocio” improductivo, estéril y, la mayor parte del tiempo, doloroso.  Y en el que la madre nada recibe a cambio; nada más que el placer de haber servido y dado su corazón, muchas veces, a cambio de nada.  Y no le importa.  Eso es lo que más se parece al Amor.  Pero, ¿dónde aprenden eso las madres?  Es un misterio.
A todos nos dicen que “debemos ser buenos y amantes de nuestro prójimo”.  Pero existe alguien que nos puede decir cómo hacer esto.  ¿Cómo amar a cualquier prójimo?  Sobre todo si se trata de sujetos desagradables y malandrines.  ¿Cómo amar a alguien así?  Es fácil amar a una prójima como Mila Kunis, pero ¿cómo hacerlo con algún adefesio bruto?
¿Se puede aprender a Amar?  Talvez.  Pero ¿cómo?  ¿Puede alguien sugerirnos una metodología de fácil seguimiento pero, además, comprobable?
Fraternalmente
RIS

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