1029 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan
los abusos del Poder”
¿SE PUEDE APRENDER A AMAR?
Hay características humanas que, como
dice el anuncio del whisky “Chivas Regal”: se
tienen o no se tienen. Y la
capacidad de AMAR parece ser una de ellas.
Sin embargo, y por dicha, esta posibilidad tiene una amplitud de
opciones casi infinita. Cada uno tiene
sus propias limitaciones o posibilidades de amar; y no es cuestión de que se
quiera o no; de que se tenga la voluntad de hacerlo o no, sino que depende de
una condición interna que determina hasta dónde puede lograrlo cada uno. ¿Cuestión de desarrollo social? Es discutible, aunque este factor puede
contribuir a la formación de un mayor grado de consciencia en cuanto a las
obligaciones morales y a los compromisos de tipo afectivo. ¿Desarrollo intelectual? También es dudoso, pues el intelecto elevado
no suele ser sinónimo de emotividad sino al contrario, de cierto desapego familiar
y social. ¿Asunto de desarrollo
espiritual? Talvez. ¿Qué es lo que hace que haya personas capaces
de amar hasta un límite que desconcierta y causa un profundo sentido de
reverencia y admiración por estos individuos?
Creo que todos hemos tenido la dicha de conocer a algunas de estas
especiales personas, aunque talvez no hayamos podido valorarlas adecuadamente;
pero hemos sentido su presencia y su influencia en nuestras vidas… de alguna
manera. Ángeles que nos toleraron,
perdonaron y trataron como si fuéramos personas dignas de aprecio. Seres que con sus actos, nos han hecho sentir
vergüenza de nosotros mismos. Gente
capaz del sacrificio terrible que manda la Ley del Amor. Casi
todos hemos tenido el placer o CASTIGO
de haber conocido a personas de esa calidad humana. No es difícil reconocerlos, solo que la
mayoría de veces, nos negamos a hacerlo.
A veces es necesario que pase mucho tiempo antes de que
podamos tener una vislumbre de quiénes eran o cuánto influyeron en nuestras
vidas. Muchas veces, solo cuando se han
ido de nuestras vidas, tenemos la posibilidad de darnos cuenta de qué tan cerca
estuvimos de uno de estos seres de evolución superior. Personas que sabían prodigar Amor, sin
importar la condición miserable de las criaturas a las que hacen objeto de su
cariño. Pero, ¿qué es lo que les
confiere esa capacidad y por qué lo hacen?
¿Qué buscan y qué esperan a cambio?
Pero antes, ¿qué es el Amor?
El Amor es un sentimiento superior que no implica trueque,
retribución o agradecimiento por parte del beneficiado, del que lo recibe. Este puede ser un ignorante o un
malagradecido inconsciente; incluso un agresor contra quien le ama. Pero ni eso altera la conducta del que sabe
amar. Es fácil repetir este cliché, pero
lo difícil es entenderlo no solo en nuestra mente sino en nuestro corazón. Es por eso que NO debemos confundir el Amor
con el deseo o sentido de posesión. Y es
aquí en donde se complica la comprensión de esa facultad tan extraña entre los
hombres y mujeres; y su identificación requiere de gran honestidad,
inteligencia y otras virtudes técnicas que son innecesarias al que ama. Como el que ama no anda en busca de nada, nada
más que cumplir con un mandato misterioso e inexplicable para los que no poseen
ese toque mágico, no se siente obligado a explicarse las razones de su
conducta. Ni siquiera parecen darse
cuenta de lo que hacen, y que tanto desconcierta a los que no pertenecen a esa
categoría. Son los escépticos, negativos
y maliciosos los que necesitan y solicitan pruebas que justifiquen semejante
conducta. Los egoístas jamás
entenderemos el Amor ni a los Amorosos.
Ante tan apasionante y fundamental
tema, resultan las más variadas conductas.
Una de las más notoria es la de los pesimistas, aquellos que solo tienen
explicaciones maliciosas acerca de las intenciones que hay detrás de las obras
de bondad que practican los privilegiados.
En el corazón de estos no existe la posibilidad de comprender un
sentimiento ajeno a su naturaleza básica.
Pero en compensación, está la categoría de los que entienden el bien,
aunque sean incapaces de ejecutarlo. Son
los que saben de la existencia del bien, pero su grado evolutivo les impide
participar de esa fiesta de los elegidos.
Pero están cercanos al círculo interior.
Solo les falta decisión y el sacrificio final para lograr el milagro del
Amor. También está la amplia categoría
de los inconscientes, gente primitiva a quien le tiene sin cuidado la
existencia o no de tal virtud. Y no es
porque sean malos o no creyentes; simplemente son ignorantes. Además, están
los que aceptan la existencia del bien (aunque con condiciones) y la
posibilidad de que haya personas que lo realicen sin ningún interés personal o
colectivo. Y en este carnaval humano,
tampoco pueden faltar los impostores,
aquellos que hacen hasta lo imposible para aparentar que son “buenos sujetos”,
magnánimos y capaces de amar. Son los
que ante su impotencia, sufren lo indecible porque nunca están seguros de nada,
ni siquiera de que les crean que son personas de bien. Son los roba show en todos los actos de
“caridad pública”.
Desde luego que en esta kermés no pueden faltar los
aprovechados, astutos que sacan ventajas de cualquiera que les brinde afecto
(Amor) y algún beneficio material. Son
los que siempre andan en busca de cómo “tirarse” a los demás. Estos pobres jamás podrán comprender el
milagro del cual han sido víctimas.
Finalmente, hay una clase especial: aquellos que sin ser
parte de los privilegiados, entienden la labor de estos; que saben que existe
una dimensión muy elevada del ser humano, en donde huestes de hombres
superiores actúan de forma natural (casi siempre anónima), que es incomprensible
para el común de los mortales. Estos
saben que aunque existe esa clase especial de personas, también entienden que
es un círculo en donde NO entra cualquiera, sino que tal membresía es algo que
debe ganarse de una manera muy laboriosa y dilatada en el tiempo (evolución).
Ahora bien, ¿cómo se llega allí? ¿Es cuestión de suerte? ¿Son buenos por decreto divino estos
seres? ¿Podemos todos llegar a esa
posición? ¿Fabrican en el cielo hombres
buenos y malos? En síntesis, ¿se puede
aprender a AMAR? El Amor al prójimo es el boleto que nos da la
entrada a ese exclusivo club. Pero, ¿es
posible ese aprendizaje? ¿Se puede amar
solo con el convencimiento y la fuerza de voluntad? Para los que no tienen esa capacidad, parece
imposible; es una tarea tan decepcionante como la mayoría de los preceptos
religiosos. “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
¿Lo han intentado con algún desgraciado vecino o mal compañero de
trabajo?
¿Podemos aproximarnos a la condición de buenas personas, de
las que saben amar, mediante la práctica de obras de caridad, servicio y buenas
intenciones? ¿Es posible lograr algunos
“puntos” mediante la conducta fingida?
¿Tienen algún valor los servicios que hacemos mediante la
impostura? ¿Alguien nos lleva el control
de lo que hacemos y de la calidad de nuestras intenciones? Por desgracia, si tan solo pensamos en eso,
ya hemos perdido la partida. Amar
implica el desapego total y la falta de interés alguno en la reciprocidad, los
premios o el reconocimiento de alguien.
¿Entonces?, podríamos preguntarnos, ¿para qué diablos voy a sacrificarme
o privarme de mis cosas para que nadie lo tome en cuenta? ¿Para qué voy a amar si a nadie le importa ni
va a reciprocar mis sentimientos? ¿Vale
la pena AMAR? ¿O tal sentimiento está
más allá de nuestra condición humana actual?
Fíjense en el AMOR que una madre
(normal) profesa a sus hijos y verán que se trata de un “negocio” improductivo,
estéril y, la mayor parte del tiempo, doloroso.
Y en el que la madre nada recibe a cambio; nada más que el placer de
haber servido y dado su corazón, muchas veces, a cambio de nada. Y no le importa. Eso es
lo que más se parece al Amor. Pero,
¿dónde aprenden eso las madres? Es un
misterio.
A todos nos dicen que “debemos ser buenos y amantes de
nuestro prójimo”. Pero existe alguien
que nos puede decir cómo hacer esto.
¿Cómo amar a cualquier prójimo?
Sobre todo si se trata de sujetos desagradables y malandrines. ¿Cómo amar a alguien así? Es fácil amar a una prójima como Mila Kunis, pero ¿cómo hacerlo con
algún adefesio bruto?
¿Se puede aprender a Amar?
Talvez. Pero ¿cómo? ¿Puede alguien sugerirnos una metodología de
fácil seguimiento pero, además, comprobable?
Fraternalmente
RIS
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