domingo, 30 de octubre de 2011

723 Educación privada vs. Instrucción pública

723    “LA CHISPA     
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
INSTRUCCIÓN PÚBLICA versus EDUCACIÓN PRIVADA
            En  la “Chispa” anterior se señaló la diferencia entre instrucción y educación, y es por eso que resulta un tanto arrogante el nombre que se da a los ministerios encargados de organizar la escuela pública en nuestros países: “Ministerio de EDUCACIÓN”, cuando deberían denominarse Ministerio de Instrucción Pública.  ¿Y por qué ese nombre?  Porque eso es lo que hacen: instruir a la joven población acerca de ciertos asuntos básicos de programas diseñados con intereses políticos, sociales y económicos de ciertos grupos de la sociedad.  Los pueblos JAMÁS participan en la confección de estos, no solo porque son gente inculta y mentalmente ya torcida, sino porque las clases poderosas nunca se toman el menor riesgo en cuanto a la “educación” de las clases bajas (pobres).  Esta siempre debe ser mediocre, insuficiente para la independencia y recargada de mil elementos sutiles y fatalistas que hagan sentir al niño y joven que tiene un techo natural insuperable, y que debe conformarse con ese nivel de vida que le permite la instrucción pública y su lema: “Los ricos están completos”.       La “educación” pública es una permanente limosnera para la que nunca hay dinero.   
            Los programas escolares están recargados de lirismo y declaraciones patrióticas huecas que de nada les sirven a las juventudes; todo es pura paja destinada a tapar la realidad que subyace detrás de esa actividad cuyo objetivo es producir lo que conocemos como el “Hombre Dócil” de la América Latina; el ciudadano conforme e incapaz de reclamar sus derechos ni de hacer valer aquellas aspiraciones que vayan más allá de los carriles que la escuela pública le ha marcado.   Esta es hija de una necesidad económica e histórica inevitable y no de la buena voluntad de los gobiernos o de las oligarquías.   Los tiempos modernos reclamaban trabajadores y empleados con alguna instrucción que los capacitara para entender los nuevos métodos de producción y la industria, y de allí nació la urgencia de crear esa institución.  Pero debido a que esta ejerce su influencia en esa etapa crítica de la vida de los hombres (niñez y juventud), no podía dejarse en manos de quienes pudieran enseñarles cosas “peligrosas”.  Por eso, el Estado tomó la responsabilidad de dirigirla.  Pero a la conveniencia de aquellos que siempre han formado el Gobierno: LA PLUTOCRACIA.   Es por eso que la escuela pública es un instrumento de domesticación en donde se anulan todas las manifestaciones de individualidad, ingenio, rebeldía, personalidad y capacidad de escogencia y decisión.  Y desde luego, solo produce niños uniformes.  Domeñados, conformes, dóciles, que no protestan y que saben acatar órdenes.
     (Chascarrillo navideño  de los políticos: “Estamos preocupados por la seguridad de los ciudadanos”) 
En la mente de los Gobiernos la instrucción pública NUNCA ha tenido el propósito de crear ciudadanos críticos, libres y capaces de tomar decisiones.  Y cuando esto último se da espontáneamente, porque es inevitable, los gobernantes nunca han tenido el menor empacho para realizar matanzas terribles entre estos.  Los estudiantes siempre han sido el coco de los políticos, pues sobre estos no pueden ejercitar las triquiñuelas naturales con las que engatusan a los adultos que dependen de trabajos, posiciones o regalías derivadas de cualquier forma de dependencia del Estado.   Para un Gobierno no hay cosa más temible que un estudiantado consciente de sus derechos, y es por eso que hacen todo lo posible por quebrarles ese espíritu desde el kindergarten.  Para que cuando lleguen a la Universidad ya sean ciudadanos dóciles e incapaces de rebelarse ante nada.   Personas indolentes con la colectividad, pero llenos de vicios egoístas que solo tienen en cuenta sus intereses personales.  La escuela estimula y alaba ese tipo de individualismo como si se tratara de una virtud, o al menos, de un chiste.   Ese ha sido el objetivo de la Instrucción Pública en la América Latina: producción en masa de gente conformista, “demócratas” pacíficos que respeten la Constitución y el Orden Legal.
            En la acera opuesta se encuentra la Educación Privada, en la cual sí intervienen los padres de familia. Esta es sinónimo de ricos, clase media alta y uno que otro colado de la clase media baja.  A ella asisten los chicos destinados a mandar, a ser capitanes de la empresa privada, la banca, la industria y, por añadidura inevitable, la política en sus altos niveles.  Constituyen la aristocracia del dinero.  Aquí, los docentes  no son los esbirros naturales al servicio de los programas de la escuela pública, sino cuidadosos sirvientes atentos a los caprichos de la rica clientela formada por sus exigentes empleadores.  En ella el maestro es seleccionado escrupulosamente, se le somete a reglas humillantes y a un régimen casi tiránico cuyo objetivo es lograr que todos los estudiantes aprendan lo que puedan pero, sobre todo, que pasen.  Nada de aplazados, y si esto se da en los exámenes oficiales, de inmediato se movilizan todas las palancas e influencias necesarias para que la situación se normalice y todos “ganen” sus materias.  Desde luego que aquí tampoco hay EDUCACIÓN, solo un entrenamiento disciplinario para que aprendan a tratar con la gente de su misma clase, que practiquen sus armas y habilidades naturales para relacionarse y desarrollar sus potencialidades de depredadores, y como personas destinadas a grandes cosas.  La EDUCACIÓN es cosa de sus hogares.  De padres profesionales, listos, adinerados y poseedores de influencias, no pueden ser diferentes.  Son hijos de tigres.  Son miembros naturales de las Oligarquías.   A estos niños y jóvenes nadie les QUIEBRA su carácter con los dogmas y majaderías de la escuela pública.   Al contrario, lo fortalecen hasta niveles insospechados. 
            ¿Podrá la instrucción pública asimilarse a la privada?  ¿Podría devolver a la sociedad un producto mejor que el que hasta el momento nos ha dado?   ¡Claro que sí!  Todo depende del nivel de consciencia que tengan los Maestros sobre esta estructura y que no sigan con la disposición de apegarse a los manuales de formación que les dan los Ministerios de “Educación”.  De que tomen la iniciativa en la formación de mejores ciudadanos; que se comprometan con aquella población que la sociedad pone en sus manos para producir esos individuos de los que tanto hablan los programas en su fase teórica.   No es cuestión de métodos, programas o divisiones sociales determinadas por el dinero.  Todo depende de los MAESTROS, a despecho de los programas.  De los educadores sin bisagra y con una enorme fe en su trabajo de formadores de Hombres y Mujeres libres.   
            Fraternalmente                                                           (¿Sucede algo parecido en su país?)
                                               Ricardo Izaguirre S.                E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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1 comentario:

  1. Qué comentarios más despectivos con respecto a los docentes sin ningún tipo de fundamentación teórica o estadísticas que respalden sus argumentos, más que un hígado bilioso. Hasta que da tristeza leer este artículo.

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