domingo, 9 de octubre de 2011

705 Los derechos humanos

705       “LA CHISPA”       (2 noviembre 2009)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LOS DERECHOS  HUMANOS
            Casi todas las constituciones consignan una serie de principios que se consideran básicos para determinar la calidad de vida de los habitantes de cada nación.  Son los derechos humanos mínimos para merecer la categoría de personas: tener trabajo, casa, comida, educación, atención médica, ropa, diversión, trato igualitario ante la ley, y la SEGURIDAD de que podemos gozar de esos bienes sin peligro alguno, es decir, con SEGURIDAD CIUDADANA.  Porque ¿de qué nos sirve tener salud, educación, trabajo y casa si mi vida se encuentra en permanente riesgo de ser suprimida por cualquier bandido?  Todo ciudadano tiene derecho a ser feliz, sentirse seguro y protegido por el Estado.  Pero ¿qué pasa cuando esto no se cumple, a pesar de ser un mandato constitucional para los gobernantes?  Significa que es el propio gobierno el que está violando, por indolencia, los derechos de sus ciudadanos. 
Si el Estado permite que el hampa haga lo que le dé la gana en materia delictiva en contra de las personas honestas, es este el responsable principal, aunque no único, de la violación de los derechos humanos.  No solo se vulnera el derecho por intención sino también por omisión e insuficiencia.  Y en este caso, así como el ciudadano NO PUEDE ALEGAR DESCONOCIMIENTO DE LA LEY, tampoco el Estado puede hacerlo ni ampararse en pretextos para incumplir sus obligaciones constitucionales.  El Estado no puede conformarse  con “hacer lo que se puede o lo que permiten las finanzas”; con pegar parches por aquí y por allá, sino que tiene que realizar la tarea completa.  Pero para hacerlo, tiene que dejar de ser político y asumir el papel de institución nacional al servicio de todos los ciudadanos y no solo de las clases poderosas.  Debe dejar de ser un ente “partidista” y politiquero, para convertirse en ese rector que procure y garantice el mayor bienestar a todos los habitantes de la nación.  Mientras en un país haya hombres que tienen en exceso, y personas que carecen de lo mínimo, significa que hay una mala distribución de la riqueza y que, el atropello de los derechos humanos, se debe a negligencia del Gobierno, lo cual lo convierte en el violador de estos.
El analfabetismo es culpa de los gobiernos, la atención médica deficiente o mala es culpa de los gobiernos, si no hay creación de puestos de trabajo, es negligencia del estado; si no hay SEGURIDAD CIUDADANA,  es culpa del estado.   Si no hay habitación para las familias, es deficiencia del estado.  El gobierno tiene la obligación de proporcionar esos rubros que garantizan la felicidad material de los habitantes, sin pretextos.   Y si no lo hace, se convierte en el peor violador de los derechos humanos.
¿Alguna vez sufren crisis los ricos de un país?   Puede ser que disminuyan un poco los millones que se ganan, pero nunca pasan por momentos de calamidad, hambre, falta de techo, diversión o la posibilidad de una buena educación en instituciones privadas; siempre tienen casas lujosas y carros del año, viajan a dónde quieren y se visten de primera.  Eso significa que son una clase privilegiada que goza de todos los beneficios que puede producir la economía de un país.  Pero resulta que esos beneficios no alcanzan a todos los ciudadanos porque los gobiernos son incapaces de canalizar y distribuir esa riqueza de manera justa y equitativa entre todos los ciudadanos que la producen.  Siempre hay quienes se quedan con la parte del león y dejan a las mayorías solo viendo el festín ajeno.  Esa negligencia también es violación de los derechos humanos.  En casi todos los países de Europa el producto nacional interno se reparte de tal manera que TODOS los ciudadanos gozan de él, por lo menos con buenos trabajos bien remunerados, excelente atención médica, educación de primera, diversión y posibilidades reales de adquirir una habitación decente.  ¿Hay millonarios?  ¡Claro que sí!  Pero la diferencia entre estos y la clase trabajadora no es tan OFENSIVA y ASQUEROSA como lo es en la América Latina.  Allí los ricos PAGAN SUS IMPUESTOS en la proporción correcta, y ninguno se ha convertido en pobre por hacerlo.  Eso se llama justicia social; y esta se debe al trabajo conjunto de pueblos conscientes y gobiernos responsables que no hacen lo que les da la gana sino que ejecutan la voluntad popular. 
El “respeto a los derechos humanos” no debe ser la muletilla política en la que se apoyen los gobiernos latinos, pues estos son, casi en general, los principales violadores de aquellos.  Respetar esos derechos no solo es no tener presos políticos o mandar gente al paredón.  Tampoco permitir que los sindicatos hagan huelgas o que la gente proteste en las calles sin garrotearlos o gasificarlos.  Ni siquiera dejarlos que hablen por radio, televisión o que escriban protestas como “La Chispa”.  Eso es estrategia de la “democracia formal”.  Puede que un gobierno no ahorque ciudadanos en un patíbulo, pero si los fusila lentamente ante el paredón del hambre, el olvido, la ignorancia, la falta de atención médica y la carencia de un hogar decente, está vulnerando todos los derechos humanos esenciales.  Puede blasonar de que no hay presos políticos en sus cárceles, pero sus ciudadanos son prisioneros de la inseguridad, el abandono, la tristeza, el dolor y el miedo a un futuro sin esperanza.   Puede que un gobierno no nos apalee con un garrote, pero si lo hace con los mecanismos económicos (devaluación, sueldos malos, alzas) que nos convierten en más pobres cada día, es un transgresor de esos derechos.  Puede que no censure nuestras palabras, discursos o libros, pero si nos condena a la oscuridad, también en un infractor de los derechos humanos.   Cuando el Estado se da el lujo de menospreciar la crítica de los ciudadanos, se convierte en violador de los derechos humanos.  Cuando el gobernante se siente dueño del Estado e ignora a sus semejantes, se transforma en el peor abusador de todos.
El respeto a los derechos humanos por parte de los gobiernos,  no es más que el fiel cumplimiento de las obligaciones constitucionales a las que, por acuerdo general, han llegado los pueblos.  Y los gobernantes solo son los ejecutores obligados de esta tarea; NO son los amos ni los que disponen quiénes deben recibir, de manera injusta, el producto de la riqueza producida por todos.   Hay daño por acción (el más visible y evidente), pero hay uno mucho mayor que suele pasar casi inadvertido y no es cuantificable: es el que se hace por omisión de los deberes del Estado, y cuyas consecuencias suelen ser desastrosas para cualquier sociedad. 
            Derechescamente                                                                    (¿Cómo anda esto en su país?)
                                        Ricardo Izaguirre S.                  E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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