49 “LA
CHISPA” (abril, 2003)
LEMA: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿EXISTEN LAS RAZAS INFERIORES? II PARTE
Los teósofos y amantes convencidos
de la Teosofía, sostienen una teoría que habla acerca de una raza elegida para
formar la grande y luminosa humanidad del futuro; y esa es, según sus
enseñanzas, la llamada Quinta Raza Raíz o Aria.
La anterior, a pesar de ser mayoritaria todavía, no parece contar para
nada en ese esquema. Forman la Cuarta
Raza o Atlante. Sus restos están
diseminados por todo el mundo y son los japoneses, chinos, americanos indígenas
y un sinfín de pueblos con esas características mongólicas. Los Arios se inician con los hindúes como la
rama básica, que luego se extiende y forma una serie de subrazas que incluyen a
los iraníes, semitas en general (judíos y árabes), griegos y romanos,
germánicos y sajones. Y de los ingleses
y otras razas europeas, se forma la nación norteamericana, portadora de la
semilla elegida de la Quinta Subraza Semita (no árabe o judía) de la Cuarta
raza raíz. Y del núcleo de esos
portadores de la antorcha, habrá de salir la
SEXTA SUBRAZA RAÍZ.
Esa
elaborada teoría de las razas, parece constituir el meollo mediante el cual los
amantes de la Teosofía explican la SUPERIORIDAD DE LA RAZA BLANCA. Es, pues, una teoría etnocentrista y
europeísta, fundamentada en el color de la piel; y sus autores son, desde
luego, europeos. Encabezados por la
ilustre Mme. Blavatsky, la Dra. Annie
Bessant, el coronel Olcott, Mons.
Leadbeater, A.P. Sinnet y muchos otros personajes de gran
relevancia (europeos todos), obsequiaron al mundo su versión justificativa del
asunto racial, matizada con ciertas puntadas de carácter sagrado y de
voluntad divina. Y este, junto con
la Biblia, es el material básico que han seguido infinidad de racistas de todo
el mundo para justificar las barbaries que los blancos, especialmente ingleses
y gringos, han cometido en contra de todos aquellos pueblos a los que juzgan
“razas inferiores”. Para ellos la
Biblia justifica el racismo; la religión mormona también lo aprueba y ve con
menosprecio a los negros; la Teosofía lo admite aunque tan solo sea como
explicación cósmica del fenómeno evolutivo humano.
Ahora bien, ¿son inferiores los
árabes? ¿Es esa la causa única del odio
irracional que los gringos y judíos sienten en contra de ellos? ¿Y cómo es que los gringos quieren, defienden
y apoyan tanto a los judíos, quienes pertenecen exactamente a la misma
subraza que los árabes: EL TRONCO ARIOSEMÍTICO? ¿Entonces?
¿Se trata de una cruzada religiosa liderada por los judíos en contra de
sus primos cananeos, y pagada con dinero y sangre de norteamericanos
(principalmente negros y latinos)? En la
Biblia lo confirma el cronista del Deuteronomio cuando en el capítulo II,
versículo 8, dice: “Y nos alejamos del territorio de NUESTROS HERMANOS, los
hijos de Esaú, que habitaban en Seir...”
El versículo l9 de ese mismo capítulo ratifica la consanguinidad de
todos los pueblos del medio oriente.
Pero aparte de las cuestiones religiosas, la antropología ha probado sin
lugar a dudas, que todos esos individuos, judíos y árabes, pertenecen al mismo
tronco racial. Basta con verles la cara.
A los judíos de verdad, desde luego, NO los cruzados con alemanes, gringos o
europeos en general, pues estos ya tienen OJOS AZULES, SON RUBIOS Y POSEEN
UNA PIEL ABSOLUTAMENTE BLANCA, lo cual es una anormalidad entre los judíos
auténticos.
¿Es una cuestión religiosa la causa
de ese odio del occidente judaizado en contra de los árabes? ¿Es un prejuicio y una especie de miedo
hacia una religión que se expande vertiginosamente? Porque quiérase aceptar o no, lo que subyace
detrás de todo este aparentemente complejo problema del MEDIO ORIENTE,
es un añejo bochinche religioso entre dos tribus semitas: JUDÍOS Y ÁRABES. Y la Biblia es el testimonio certificado de
esta afirmación. Nada más que ahora el
alboroto es a escala global, dada la judaización de los poderosos fans de uno
de los contendientes. Es algo así como
el que siempre ha existido entre turcos y curdos, o entre iraquíes y
curdos. Un problema que a nadie le
importa un chayote, salvo a los protagonistas.
Pero si los gringos o el occidente se hubieran “aturcado o curdizado”,
entonces tendríamos allí, una copia exacta del problema árabe-israelí. Una vieja camorra familiar, magnificada por
el fanatismo religioso de occidente y por la bibliomanía empedernida de los
yanquis. Desde luego que para los gringos existe el estímulo adicional del
petróleo, y las bases que pueden construir en tan estratégica zona situada en
el costado y espalda de China y Rusia.
Y no debemos olvidar que esta
“solución final” contra el pueblo árabe se ha venido implementando desde hace
unos sesenta años en Hollywood, ese micro reino judío enquistado en el corazón
de América, y desde el cual se le señala al norteamericano término medio, cómo
debe pensar en relación con los árabes y los intereses judíos. El estereotipo del árabe malo, terrorista,
criminal y fanático, le ha sido impuesto a la mente del gringo a través del
cine y la televisión por espacio de más de medio siglo. Y como todo el cine y la televisión de ese
país están en manos de judíos, el resultado está a la vista: esa es la
imagen que el gringo tiene del árabe.
Alguien que pone en peligro no solo sus vidas, sino lo que es peor: su
FE. En contrapartida, el judío se
presenta ante el gran público yanqui como el humilde, bueno, perseguido,
sufrido y pobre miembro del “pueblo elegido”.
En sus películas, desde luego, porque el gringo promedio, por idiotizado
que esté con los cuentos de la Biblia, percibe al judío como lo que realmente
es: un intrigante y despiadado agiotista y manipulador que detenta casi toda la
riqueza de ese país, y que ha conducido a miles de norteamericanos a pelear y
morir en una guerra que no es de ellos.
Como el mono del cuento, han puesto al gato gringo a sacar las castañas
del fuego por ellos.
¿Son los árabes una raza
inferior? ¿Son esos tontos gritones,
criminales furiosos y alocados que vemos en todas las películas judías que nos
llegan de Hollywood? ¿Somos todos los
latinos esos Panchos perezosos, idiotas y simplones que aparecen tirados en sus
hamacas, con su enorme charro y su botellón de tequila? ¿Son todos los negros esos tontos de ojos
pelados que salen en las películas de Tarzán, o en aquellas del tiempo de
Harold Lloyd? ¿Son todos los negros esos
narcos asesinos que los judíos siempre sacan en sus películas como paradigmas
de la maldad, corrupción y estupidez?
¿Son todos los negros esos zonzos que salen (en todas las películas
judías de Hollywood) en los filmes ambientados en el sur diciendo a los
blancos: “Sí, amito, como usted diga
amito”?
¿Son los árabes, en realidad, esa raza
malévola que el cine y la televisión judía de Estados Unidos ha
impuesto al mundo como un concepto general?
¿Es el Islam un peligro para occidente?
Esta religión, como gran parte del pueblo que la profesa (árabes) ha
sido satanizada desde Hollywood por el cine judío. Y haciendo eco de la voz cinematográfica y
televisiva del “pueblo elegido”, millares de sectas bibliómanas de todos los
Estados Unidos se dedican a denigrar al mundo musulmán sin hacer ninguna
diferencia entre lo que significa o representa esta religión, y cualquier acto
terrorista de algún individuo que pertenezca a ella. Algo así como si dijéramos que el catolicismo
es satánico porque Franco y Mussolini profesaban esa religión. O que el mormonismo es malo porque José Smith
tenía infinidad de esposas. O que el
protestantismo es corrupto porque Jimmy Swaggart se dedica a actos inmorales.
¿Son los chinos una raza inferior,
de acuerdo con los papeles que el cine judío de Hollywood les adjudica en sus películas? ¿Son todos los chinos esos tontos cocineros
que siempre salen haciendo papeles de simples?
Muchos de
los conceptos que tienen los gringos acerca de las “razas inferiores”, se
originan en el cine judío de Hollywood;
pero son conceptos absurdos, inexactos, prejuiciados y dirigidos hacia
intereses que son de la incumbencia exclusiva del “pueblo elegido”: como la
destrucción de Irak, Siria e Irán. Pero
lo más triste y lamentable de esta actividad de difamación que los judíos
llevan a cabo en contra de sus “hermanos árabes”, es que millones de negros,
latinos y asiáticos se crean esos cuentos.
Causa verdadero dolor escuchar que haya latinos que aplaudan a los
gringos y que vitoreen la masacre que han llevado a cabo en contra de
Afganistán e Irak; y que se muestren impacientes ante la futura agresión a
Siria. Pero ese es el efecto natural de
una buena campaña publicitaria, que le da validez permanente al dicho de Paul
Joseph Goebbels que aquí parafraseamos: “Miente
y miente, que al final, algo queda en la cabeza de los bobos”.
¿Existen las razas inferiores? No lo sabemos con certeza, pero una cosa sí
es innegable: creer ese concepto, o hacerlo creíble, jamás conducirá a la
convivencia armónica, pues siempre habrá quienes se consideren “superiores” y
con derecho a humillar y explotar a los de abajo, lo que nunca ha traído paz. Y esta, desde luego, no ha sido, no es ni
será un objetivo de los guerreristas judíos, ni de la nación que es la cuna de
la mayor industria bélica que haya existido sobre este planeta.
Fraternalmente
Ricardo
Izaguirre S.
E-mail: rhizaguirre@gamil.com
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