69 “LA CHISPA” (4 de junio de 2003)
LEMA: “En la indolencia cívica del ciudadano, se
fundamentan los abusos del Poder”
EL METRO JOSEFINO
San José es una ciudad colapsada. ¿Ya lo había dicho? ¡Claro que sí! ¿Y eso quién no lo sabe? Así que el problema no está en definir su
magnitud o peligro, sino en buscar una solución definitiva no solo al tráfago
vehicular, sino a la terrible erosión económica que representa la factura
petrolera. Se trata de cómo podemos
reducir esos grilletes que nos encadenan a la larga lista de países esclavos de
las transnacionales del petróleo.
Tenemos que aprender a ser autosuficientes en materia de transporte,
porque tarde o temprano, la adquisición de combustibles fósiles se irá haciendo
no solo más cara, sino difícil. Si
meditamos bien la situación, veremos que el futuro del transporte comercial y
de pasajeros está en los trenes. Y esto
no es un sueño o profecía, es sentido común.
Nadie sabe qué habrá de pasar en los próximos años en cuanto a ese
carburante, que puede convertirse en el arma de dominación total en manos de
sus monopolizadores. Pero una cosa es
segura, cuando las reservas del oro negro empiecen a declinar, los
Estados Unidos será el único país que cuente con él. A las buenas o a las malas, serán los últimos
en quemar la última gota de petróleo del planeta. Y si esperamos hasta entonces, ¿qué
haremos? ¿Por qué no ir buscando desde
ahora la solución a ese problema que, TARDE O TEMPRANO se nos vendrá
encima? La pregunta no es si esa situación
se dará o no, sino cuándo. Aquí no
tenemos ese recurso, por lo tanto, debemos buscar una alternativa viable
(estamos obligados a eso) no solo para el presente, sino para el futuro. Y ¿cuál es esa opción? La ELECTRICIDAD. Eso es algo que también todo el mundo
sabe. Entonces ¿por qué invertir más
dinero en la construcción de carreteras malas, costosas y de poca duración? ¿Por qué invertir en algo que nos esclaviza
cada día más?
Es un estribillo que se repite todos los días en la
prensa: “aumento en la gasolina”, “aumento en los taxis y autobuses debido
al aumento en la gasolina”, “aumento del crudo en todo el mundo”. ¿Adónde iremos a parar a ese ritmo? Llegará un momento en que ni todas las
exportaciones del país alcanzarán para pagar el crudo que importamos, y
de esa manera, estaremos en manos de aquellos que controlan ese mercado en
forma monopolística (Estados Unidos).
Estos ya son dueños de Arabia Saudita, los Emiratos, Kuwait e Irak,
Venezuela, México e, incluso, del petróleo ruso; únicamente les falta
Irán. Y una vez que lo logren, podrán
dictar sus términos de rendición al mundo entero. ¿Parece una broma? No lo crean.
El panorama es sombrío; pero nosotros tenemos una alternativa mediante
la cual podemos resolver del setenta al ochenta por ciento de nuestras
necesidades de transporte de una manera barata y limpia; además, inagotable:
la electrificación. Véase que tenemos la infraestructura
necesaria, pues casi no hay lugar del país que no esté cubierto por un buen
servicio eléctrico. Y eso no lleva a la
conclusión siguiente: no hay sitio de Costa Rica adonde no podamos llevar el
ferrocarril eléctrico. De mar a mar y de
frontera a frontera. Y por dicha la
mayor parte de la población del país se encuentra concentrada en un espacio pequeño que bien puede ser servido
por un eficiente servicio de tren metropolitano.
San José todavía es una aldea grandota, sin muchos
problemas de edificaciones altas y costosas, lo cual simplifica de manera
importante la construcción del Metro.
En el círculo por donde pasaría el anillo periférico del Metro,
solo se encuentran casuchas, casitas y viviendas de un piso y mediana
calidad. El precio de estas habitaciones
es relativamente bajo y no significaría una suma fuera de las posibilidades del
Estado. Además, como el Metro sería suspendido, únicamente habría que
incautar y comprar los sitios en donde se levantarían las patas de los
carriles. Y a partir de este anillo
periférico, saldrían varios ramales de servicio en diferentes direcciones. Una hacia el este que llegara hasta Cartago y
Paraíso; otra hacia el nordeste que cubriría Guadalupe, Moravia y
Coronado. Otra hacia el norte, que se
extendería por Tibás, Santo Domingo, Heredia y Alajuela. Otro ramal hacia Pavas y una serie de
pueblos y barrios ubicados en esa dirección; y luego, otras tres líneas hacia
las poblaciones situadas al sur, sureste y suroeste de San José. Eso resolvería casi la totalidad del
transporte de pasajeros hacia dentro y fuera del área metropolitana. Y cuando fuera necesario podrían crearse más
ramales a partir del periférico hacia todas aquellas zonas que ameritaran ese
servicio. Es decir, tendría una
proyección futurista. Y a partir de las
estaciones alejadas del Metro, se ubicarían los servicios de buses y taxis
hacia los sitios que el tren no pudiera servir.
Todas estas líneas férreas serían de doble vía, con lo cual el servicio
sería mucho más fluido, rápido y sin riesgo alguno de choques. Y también a partir de ese anillo suspendido,
vendría el servicio hacia el centro de la capital. ¿Cómo sería este? Pues muy sencillo: una serie de rutas dobles
este-oeste y norte-sur, distribuidas de manera adecuada para que las estaciones
se encuentren en lugares estratégicos, accesibles y cercanos a todos los puntos
importantes de la ciudad. Nótese que
fuera de la avenida central y las dos que le siguen paralelas al norte y el
sur, no se encuentran edificaciones costosas ni de importancia histórica. Todas son casuchas que bien pueden ser
derruidas para dar cabida a las estaciones del Metro. Y dado que este será suspendido dentro de la
ciudad, ni siquiera habría que inutilizar las calles por donde circule
el tren. Algo así como el metro de
Chicago y tantas otras ciudades de Estados Unidos y Europa. Allí está la solución no solo al transporte
masivo de pasajeros y carga, sino la salvación de esa vital dependencia de un
combustible que no producimos y que cada día es más caro y problemática su
adquisición. Y los que tienen carro, ¿se
imaginan el enorme descanso que significaría viajar desde Cartago a sus
oficinas en San José, completamente tranquilos y sin preocuparse por los
embotellamientos y otros problemas terribles que afrontan los conductores?
Veamos cómo sería esa distribución urbana: desde el
anillo periférico, para servir a todo el centro de San José, bastan cuatro
rutas este-oeste y dos norte-sur. Y mediante una serie de estaciones
adecuadamente situadas para hacer todos los cambios posibles, no quedaría un
solo lugar de la ciudad al cual no se pudiera ir por una combinación del Metro
y un máximo de cinco cuadras a pie.
Este sistema podría operar las veinticuatro horas del día
variando su intensidad según las horas laborales. Además, suministraría muchos de puestos de
trabajo entre los maquinistas, conductores y policía de vigilancia en las
estaciones y en el propio tren. También
los estacionamientos debajo del Metro producirían buenas ganancias a la
Municipalidad. Y las posibilidades
comerciales de las estaciones son muy variadas.
Entonces, ¿por qué no podemos realizar ese proyecto que nos traería
enormes ventajas a mediano y largo plazo?
¿Qué nos impide liberarnos de la esclavitud del petróleo? ¿Los intereses de unos pocos nacionales y de las
empresas transnacionales?
Por favor, suplico a algún interesado que me diga por qué
no podemos llevar a cabo ese proyecto que sí resolvería el problema del
transporte de pasajeros, y esa pesadilla de los embotellamientos en una ciudad
agresiva contra el ser humano. San José
es una ciudad despiadada con el peatón; violenta, deshumanizada. Y no es haciendo más carreteras o
ampliándolas como se va a resolver ese problema. La prueba irrecusable de este aserto está
en los Estados Unidos. Todos los
años construyen cientos de miles de kilómetros de “freeways” de todos
los tamaños y número de carriles, y de inmediato, aparecen nuevos millones de
autos para congestionarlos. Podrán pavimentar todo el territorio de ese país,
pero siempre habrá más y más carros. JAMÁS
resolverán ese problema si en cada familia hay tres o cuatro carros, o
mientras los gringos se nieguen a hacer uso del transporte masivo. Pero si ellos tienen el Poder para dilapidar
los recursos colectivos de la humanidad, nosotros no. ASI QUE LA SOLUCIÓN NO ESTÁ EN
HACER CALLES MÁS ANCHAS O MÁS CARRETERAS.
Esa es una falacia claramente desmentida por los Estados Unidos, el país
que tiene las mejores y más abundantes carreteras del mundo. Sin embargo, también tiene los más serios
problemas de congestionamiento vehicular.
Hay que manejar en Los Ángeles o Nueva York para saber lo que es el
infierno. Construir más carreteras no
es la solución como creen algunos simplistas. Esa vía nos esclaviza más a una dependencia
muy cara y peligrosa que no podremos seguir sufragando indefinidamente.
La solución a ese problema está en brindar al usuario una
alternativa de transporte eficiente, seguro, rápido, puntual y barato. ¿Qué necesidad tendría un dueño de carro de
llevar su vehículo hasta el centro de San José, si el Metro lo puede llevar
hasta allí de manera confortable y segura?
Si yendo en el Metro se economiza tiempo, pago de estacionamiento,
derrame de bilis, riesgos personales y tranquilidad, ¿por qué no utilizar este
servicio? ¿Por qué ir a meterse dentro
de ese infierno vehicular del centro de la ciudad si en el Metro puede ir
tranquilo, sin riesgos, leyendo el periódico u oyendo música? No se trata de prohibir el uso de carros
particulares o públicos, sino de desestimular, racionalmente, su uso
innecesario. Aunque, desde luego,
tendría que establecerse una zona de exclusión total de vehículos motorizados a
partir del punto cero de la ciudad (cruce de avenida central con calle
ídem) para garantizar la seguridad de los peatones. Y allí si podría entrar la solución
parcial del uso de bicicletas, que la gente podría llevar consigo en el
Metro. Podrían montarse decenas de
ciclos de alquiler de esos vehículos. La
panacea. ¿Afirman que no se puede? Que alguien me diga por qué no. ¿La inversión
inicial? Si el Estado reparte
semestralmente MILES DE MILLONES DE COLONES del erario entre los
beneficiarios de los CAT, ¿por qué no se podría hacer esa inversión que
sí sería recuperable en quince o veinte años?
Mientras los CAT son pérdida total para el pueblo, el Metro es
una inversión invaluable que pasaría a formar parte del patrimonio
nacional. En todo caso, también podría
encargarse a una empresa internacional que lo hiciera, administrara y pagara
los impuestos respectivos. Y como es
seguro, consumiría electricidad suministrada por el ICE. Además, generaría gran cantidad de puestos de
trabajo.
En otros países como Estados Unidos, las entregas de
mercancía a los comercios se hacen durante la noche (de 12 m a 4 a.m.). Entonces, ¿por qué aquí vemos que ese reparto
se hace durante las horas de mayor congestión peatonal y de vehículos? ¿Por qué no es posible meter en cintura a
esos comerciantes y transportistas?
¿Cómo es posible que un enorme armatoste repartidor de agua embotellada
ande bloqueando las calles más céntricas a las diez u once de la mañana? ¿Por qué se permite que un camión con
botellas de gas propano (o lo que sea) ande haciendo su reparto en las horas
llamadas “pico”? Y peor todavía, ¿cómo
se tolera la criminal acción de que un tanque gigantesco de gasolina ande
circulando de día por las calles de San José, repartiendo ese combustible en
las gasolineras? Unas auténticas bombas
ambulantes brincándose altos y estacionándose donde les da la gana, y poniendo
en peligro la vida de tanta gente. ¿Cómo
es posible que las autoridades sean tan ineptas que no puedan hacer que la
colecta de basura se haga enteramente
durante la noche? Esos horribles
carretones que dejan una estela de basura por donde pasan, no solo son
malolientes, sino que causan embotellamientos indescriptibles.
¿Qué hace una carreta humeante (autobús) de bario La Cruz
circulando por toda la avenida tercera; estorbando por el Mercado Central y
causando grandes presas en las diversas paradas? Hay que racionalizar el servicio de
transporte público; pero también hay que obligar al usuario a entender que este
no puede llevarlo hasta la silla de su oficina.
Que es bueno y saludable caminar unas diez cuadras al día. No es un asunto de reformar la constitución,
sino de poner orden, de la forma que sea necesario. Ningún autobús o taxi debería andar por las
calles o avenidas del centro. ¿Qué hacen
esos centenares de taxis por el Banco Central o el Mercado? Hay muchas soluciones para el problema del
congestionamiento; es solo cuestión de voluntad el ponerlas en acción. No sé para qué tantos asesores presidenciales
y ministeriales si son incapaces de resolver ni siquiera problemas como
este. Por eso estamos como estamos. Vean a la ex ministra de Educación que con CINCUENTA
ASESORES BIEN PAGADOS, según la diputada Nury Garita, fue incapaz de arreglar
un problema de planillas de pago en ese Ministerio. Y eso durante varios meses. Por eso estamos como estamos.
Si le gustó esta “Chispa”, sóplela para que pueda
producir el incendio de la consciencia que todos necesitamos para poner al país
en marcha de verdad.
Fraternalmente
Ricardo Izaguirre
S. E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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ANÁLISIS”, el cual está a la venta en la
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