770 “LA
CHISPA” (24 febrero 2010)
Lema: “En la
indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
EL INSTITUTO TECNOLÓGICO DE CARTAGO
¡Qué
refrescante visión es la de observar esa muchachada que se dirige a las aulas a
estudiar las más diversas carreras que ofrece el ITCR! Es el presente y el
futuro en acción, la esperanza y la seguridad de que estamos apuntando hacia
una meta superior de desarrollo. Cuando
empezó era apenas una humilde escuelita de oficios, la versión adornada del
antiguo COVAO, pero hoy se trata de
un centro de enseñanza superior con todas las de ley. Me sentí feliz de verme envuelto dentro de
esa tremolina de jovencitos que marchaban apresurados a sus aulas mientras yo
caminaba lentamente (cuestión de años) hacia una cita escolar que me mantenía
en vilo y que me hacía sentir tan ansioso como los niños que van por vez
primera al kinder. El lunes 22 de
febrero formé parte del alumnado del ITCR. Pero
eso tiene una historia. Días antes
había lanzado un S.O.S en una “Chispa”,
y había manifestado mi interés por aprender a hacer una página o sitio
web. Y obtuve una respuesta casi
inmediata de un amigo cibernético al que conocí en persona ese día: don Guido Hernández, profesor pensionado de
esa institución. De inmediato se puso en
contacto con un conocido que da clases en el Tecnológico, un joven profesor
llamado Mario Villalobos, y se armó
el asunto. Fueron reclutados varios
muchachos cincuentones (más o menos), y se formó el grupo.
El
lunes inauguramos y tuve la bella sensación de ser parte de algo que debería
ser una sana costumbre en todos los viejos.
El deseo de sentirse no solo entretenidos y en movimiento, sino tener la
intención de ser útiles y productivos.
Pienso que si se montaran cursos de este tipo con otra intención
diferente a “mantener ocupados a los viejitos”, mucha mano de obra capacitada
podría incorporarse al mercado laboral.
Legiones de profesores pensionados podrían iniciar nuevas carreras como
entretenimiento y una forma de “redondear” sus pensiones. Además de diversión, como la posibilidad
real de aprender una de las tantas profesiones que, basadas en su experiencia
cultural, pudiera servirles para generar mayores ingresos. La computación es una de ellas, aunque estoy
seguro de que hay muchos campos en los que se puede invertir la vasta
experiencia de personas cultas con grados académicos variados. La gama de posibilidades es muy variada, solo
es cuestión de abocarse a su estudio.
Una
persona de sesenta o setenta años puede ser poco útil como albañil o
tractorista, pero puede convertirse en un excelente profesional del diseño gráfico. Para eso lo único que se utiliza es el
cerebro y la vista. Un viejo puede
dedicarse a hacer páginas web o al diseño de redes, o aprender inglés. Para eso no se necesita agilidad ni fuerza
física, por lo tanto, no está descalificado para convertirse en una persona
generadora de riqueza. Es cuestión de
explorar posibilidades.
Ese
mismo día me enteré del PIAM
(Programa Integral para la persona Adulta Mayor), el cual apunta en una
dirección favorable. Sin embargo, me
parece que el enfoque que se le da es un poco lúdico, como algo dirigido
principalmente al entretenimiento de los viejos. Por la información del folleto (puedo estar
equivocado) deduzco que se trata de un sistema dirigido a ayudar a “pasar el
rato”, nada más. Pero la idea debería ir
mucho más allá de esa meta, pues infinidad de personas en esa edad tienen
grandes limitaciones monetarias, lo cual las hace muy dependientes de sus
familias, y eso es deprimente. Entonces,
¿por qué no darle un enfoque más práctico a ese esfuerzo institucional? ¿Por qué no enseñar actividades que se puedan
traducir en ingresos adicionales? A la
mayoría de los pensionados apenas les alcanza el salario para satisfacer las
cuestiones básicas, y esa es la razón por la cual se le debe dar a estos
programas un enfoque un tanto más utilitario, ya que muy pocas personas se
deciden a aprender algo después de los cincuenta o sesenta años por puro vacilón. Debe existir un estímulo económico real que,
además de diversión y ejercicio, produzca entradas, que siempre son bienvenidas. Si yo aprendo macramé, deberá ser para
obtener algún beneficio y no que signifique solo gastos. Eso no tiene chiste. Empastar libros es un buen oficio y es
productivo. En fin, la oferta podría ser
enorme.
Hay
colegios y escuelas que pasan desocupados por las noches; al menos algunas de
sus aulas y algunos días de la semana.
Son RECURSOS que están
subutilizados y que podrían ponerse al servicio de los adultos mayores, pero
con una metodología moderna; no es cuestión de enseñar cursos de tres, cuatro o
cinco años a adultos mayores. Se
trata de ofrecer clases que capaciten a las personas para ofrecer sus servicios
o montar sus propias empresas en un período no mayor de un año, pues los viejos
no tenemos mucho tiempo.
¡Cuánto
talento se desperdicia! Centenares de
profesionales pensionados se convierten en vegetales casi inútiles, gente que
solo consume mientras muere. Y eso es
una injusticia. Sé que existen muchas
ofertas que corresponden a esfuerzos dispersos; valiosos pero no lo suficiente
para llenar necesidades que no solo tienen que ver con la diversión y ocupación
del tiempo libre de manera divertida.
Hay otro aspecto MUY REAL que
debe contemplarse en estos programas: la
cuestión de los ingresos. No es
únicamente crear espacios de diversión, pues para eso bastaría con hacer
parques y darle a cada viejo un kilo de maíz para que engorde a las
palomas. Se trata de incluir la parte del
dinero que, en el caso de los viejos, suele ser un factor muy importante para
su independencia y auto respeto. Desde
luego que en el total, la simple asistencia a un curso de esos, produce una
gran satisfacción y deseos de vivir y gozar la vida. Así me sentí yo ese lunes que asistí a mis
clases para aprender a hacer mi blog. Pero si además de ese placer social existe
algún incentivo monetario... “más mejor que mejor”. ¿Cuántas aulas pasan desocupadas por las
noches en tantos colegios? ¿Cuántos
profesionales, obreros y especialistas hay en cada barrio que podrían enseñar
los rudimentos de algo? Miles. Electricidad, plomería, fotografía, cocina,
zapatería, diseño de muebles, decoración, reparación de planchas, medicina
popular, organización ciudadana, panadería, una gran escuela comunitaria.
Tenemos los recursos, solo es cuestión de localizarlos, reunirlos y
ponerlos en acción. Cada sector citadino
podría empezar esa labor organizándose, conversando, preguntando y planificando
con las autoridades locales. Al menos
podemos intentarlo.
Fraternalmente
Ricardo
Izaguirre S. E-mail: rhizaguirre@yahoo.es
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