sábado, 23 de julio de 2011

638 "La ferrocarrilización"


638   LA CHISPA     (31/05/09)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA “FERROCARRILIZACIÓN”, UNA DE LAS RUTAS AL DESARROLLO
            Me dice un amigo partidario de los trenes que cómo es posible que en el Gobierno (entidad permanente) no haya personas que conozcan el valor de este medio, y que no entiende cómo no se deciden a “rayar” todo el país con vías férreas.  Y yo le dije: ¡sí lo saben!  Y si no lo hacen es porque no les conviene.  Ni la persona más ingenua podría ignorar que el progreso viaja en ferrocarril.  El tren es la síntesis mejorada de los burros, caballos, camellos, elefantes y todas las bestias que el hombre ha utilizado para movilizarse y transportar sus productos.  Sobre los carriles del tren se conquistó para el comercio y desarrollo el lejano oste de Norteamérica.  Lo mismo pasó en la enorme Rusia.  Y ni qué decir de Europa y el Japón.  Pero esto es lo que marca la gran diferencia entre los tercermundistas sin voluntad de progreso real, y los países en donde la gente piensa, demanda y elige las mejores opciones para los pueblos en general, y no solo la de ciertos grupos.
            Mientras los países desarrollados no han dejado de moverse en ese sentido (los ferrocarriles), las naciones atrasadas (latinos, africanos y muchos asiáticos), nada han hecho por adoptar ese eficiente y económico medio de transporte.  Pero el colmo de esto no es solo la falta de voluntad en su crecimiento y modernización, sino que en muchos países de estos SE HAN DEDICADO A DESTRUIRLOS para conveniencia de las petroleras y los grupos criollos de camioneros, gente entre la cual se encuentran innumerables políticos y miembros de las respectivas oligarquías criollas.  Incluyendo a expresidentes (caso de Costa Rica).  Aquí teníamos un hermosísimo y funcional ferrocarril ELÉCTRICO que comunicaba a la capital, San José, con el principal puerto del Pacífico, Puntarenas.   Pero la “quinta columna” de los transportistas, enquistada en el Gobierno, hizo todo lo posible por hacerlo quebrar.  Y para colmo de males, bajo la administración de un expresidente-camionero se ordenó, sin ninguna justificación, que se cortaran todos los postes del tendido eléctrico que suplía la energía a las locomotoras eléctricas.  Un crimen de lesa patria en beneficio exclusivo de los camioneros.  Un delito que en Europa o los Estados Unidos, hubiera significado la pena de muerte o diez condenas consecutivas a cadena perpetua.  Pero aquí, ese individuo, podría volver a ser presidente de este país.
            Desde luego que esa disposición ha sido alentada por las petroleras y las naciones propietarias de una gran industria automotriz.   Y para eso han contado con la complicidad de legiones de sinvergüenzas que, bajo la máscara de autoridades civiles, se han dedicado al pillaje de sus respectivos pueblos.  Casi todas las Oligarquías latinoamericanas están involucradas en este complot que ha contado con el beneplácito de los grandes centros de poder petrolero.   Un gran negocio de unos pocos.  ¿Cómo es posible que Costa Rica tenga más de un millón de vehículos en los cuales, la mayor parte del tiempo, viaja solo una persona?   Solo una idiotez imperdonable puede justificar este suicidio económico en un país que carece de ese recurso.  Como borregos, hemos sido víctimas del consumismo estimulado desde los países que dominan la producción de carros.   Se nos ha convencido de que no solo se trata de una cuestión de estatus sino de conveniencia práctica este hábito que conduce a la molicie y falta del ejercicio más elemental.  Nuestros pueblos han puesto “todos los huevos en una sola canasta” y han apostado por el petróleo, como si este fuera un recurso inagotable y cuyos precios se mantendrían fijos por toda la eternidad.  Jugamos nuestro desarrollo y progreso en una sola carta: la del petróleo.  Y perdimos.  O por lo menos, nos sacudieron el piso de forma brutal, y nos demostraron la gran debilidad de nuestro aparente crecimiento.   Nuestras economías son como globos que cualquiera puede pinchar cuando menos lo esperamos, pues con la crisis del Medio Oriente, nos dimos cuenta de qué tan frágiles son.   La trituradora de las transnacionales nos aplasta dondequiera que estemos ubicados.
            Entonces ¿cuál es la vía para garantizarnos algo de autonomía en una próxima crisis, o la supervivencia en caso de colapso mundial de la economía?   Desarrollar empresas, industrias manufactureras que NO DEPENDAN (del todo) de materia prima copada por los grandes en los mercados internacionales (petróleo, por ejemplo).  También la creación de infraestructura que pueda ser mantenida y desarrollada con lo que tenemos en el país o zonas vecinas; en el caso de Costa Rica, Panamá y el resto de Centroamérica.  De allí que los ferrocarriles sean prioritarios en el modelo de desarrollo que debemos adoptar.  Revivir el ferrocarril que teníamos de mar a mar es fundamental.  Pero además de eso, los centroamericanos DEBEMOS CONSTRUIR una vía férrea desde el canal de Panamá hasta la frontera con México y más allá.  Y a partir de esa columna vertebral ferroviaria, hacer infinidad de ramales que habiliten  enormes áreas que por ahora son improductivas y se encuentran en estado de abandono por falta de vías de comunicación adecuadas, permanentes y baratas.
            Sabemos que el gran problema de nuestras carreteritas de alquitrán es que cada vez que viene la época lluviosa, el sistema vial colapsa.  Año con año.  En un círculo vicioso en donde los pueblos pagan por esa basura alquitranada derivada del PETRÓLEO.  Algo de nunca acabar, a menos que se hagan ferrocarriles en lugar de esos caminos de carretas.   Hay campesinos que tienen tierras sin sembrar porque el transporte en camiones les hace prohibitivo cualquier intento de producción.  Deben trabajar para los camioneros; y esa no puede ni debe ser la idea. 
            Centroamérica, con casi medio millón de kilómetros cuadrados y unos setenta millones de habitantes, bien podría ser una región autárquica y bien desarrollada; con industrias básicas autosuficientes para el procesamiento total de todo aquello que fabriquemos.  Y que si solo producimos naranjas y chayotes, arroz y frijoles, que al menos no sea tan difícil y caro llevarlas y traerlos desde Guatemala o El Salvador; o bien, enviarlos a Panamá, Honduras y Nicaragua.  Incluso desde y hasta México.  Por medio de buenos ferrocarriles eléctricos en su mayoría. ¿Parece un sueño?  Claro que sí, pero todas las obras humanas empiezan así.  El ferro es el último tren que TENEMOS que tomar para llegar al mundo desarrollado. 
            Trenescamente                                               ¿Cómo anda este asunto en su país?
                                   Ricardo Izaguirre S.                                  E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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