638 “LA
CHISPA” (31/05/09)
Lema: “En la
indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA “FERROCARRILIZACIÓN”, UNA DE LAS RUTAS AL
DESARROLLO
Me
dice un amigo partidario de los trenes que cómo es posible que en el Gobierno
(entidad permanente) no haya personas que conozcan el valor de este medio, y
que no entiende cómo no se deciden a “rayar” todo el país con vías
férreas. Y yo le dije: ¡sí lo saben! Y si no lo hacen es porque no les
conviene. Ni la persona más ingenua podría
ignorar que el progreso viaja en ferrocarril.
El tren es la síntesis mejorada de los burros, caballos, camellos,
elefantes y todas las bestias que el hombre ha utilizado para movilizarse y
transportar sus productos. Sobre los
carriles del tren se conquistó para el comercio y desarrollo el lejano oste de
Norteamérica. Lo mismo pasó en la enorme
Rusia. Y ni qué decir de Europa y el
Japón. Pero esto es lo que marca la gran
diferencia entre los tercermundistas sin voluntad de progreso real, y los
países en donde la gente piensa, demanda
y elige las mejores opciones para
los pueblos en general, y no solo la de ciertos grupos.
Mientras
los países desarrollados no han dejado de moverse en ese sentido (los
ferrocarriles), las naciones atrasadas (latinos, africanos y muchos asiáticos),
nada han hecho por adoptar ese eficiente y económico medio de transporte. Pero el colmo de esto no es solo la falta de
voluntad en su crecimiento y modernización, sino que en muchos países de estos SE HAN DEDICADO A DESTRUIRLOS para
conveniencia de las petroleras y los grupos criollos de camioneros, gente entre la cual se encuentran innumerables
políticos y miembros de las respectivas oligarquías criollas. Incluyendo a expresidentes (caso de Costa Rica). Aquí teníamos un hermosísimo y funcional
ferrocarril ELÉCTRICO que comunicaba
a la capital, San José, con el principal puerto del Pacífico, Puntarenas. Pero
la “quinta columna” de los transportistas,
enquistada en el Gobierno, hizo todo lo posible por hacerlo quebrar. Y para colmo de males, bajo la administración
de un expresidente-camionero se
ordenó, sin ninguna justificación, que se cortaran todos los postes del tendido
eléctrico que suplía la energía a las locomotoras eléctricas. Un crimen de lesa patria en beneficio exclusivo
de los camioneros. Un delito que en Europa o los Estados
Unidos, hubiera significado la pena de muerte o diez condenas consecutivas a
cadena perpetua. Pero aquí, ese
individuo, podría volver a ser presidente de este país.
Desde luego que esa disposición ha sido
alentada por las petroleras y las naciones propietarias de una gran industria
automotriz. Y para eso han contado con la complicidad de
legiones de sinvergüenzas que, bajo la máscara de autoridades civiles, se han
dedicado al pillaje de sus respectivos pueblos. Casi todas las Oligarquías latinoamericanas
están involucradas en este complot que ha contado con el beneplácito de los
grandes centros de poder petrolero. Un gran negocio de unos pocos. ¿Cómo es posible que Costa Rica tenga más de
un millón de vehículos en los cuales, la mayor parte del tiempo, viaja solo una
persona? Solo una idiotez imperdonable
puede justificar este suicidio económico en un país que carece de ese
recurso. Como borregos, hemos sido víctimas
del consumismo estimulado desde los países que dominan la producción de
carros. Se nos ha convencido de que no
solo se trata de una cuestión de estatus sino de conveniencia práctica este
hábito que conduce a la molicie y falta del ejercicio más elemental. Nuestros pueblos han puesto “todos los huevos en una sola canasta” y
han apostado por el petróleo, como si este fuera un recurso inagotable y cuyos
precios se mantendrían fijos por toda la eternidad. Jugamos nuestro desarrollo y progreso en una
sola carta: la del petróleo. Y perdimos.
O por lo menos, nos sacudieron el piso de forma brutal, y nos
demostraron la gran debilidad de nuestro aparente crecimiento. Nuestras economías son como globos que
cualquiera puede pinchar cuando menos lo esperamos, pues con la crisis del
Medio Oriente, nos dimos cuenta de qué tan frágiles son. La trituradora de las transnacionales nos
aplasta dondequiera que estemos ubicados.
Entonces
¿cuál es la vía para garantizarnos algo de autonomía en una próxima crisis, o
la supervivencia en caso de colapso mundial de la economía? Desarrollar empresas, industrias
manufactureras que NO DEPENDAN (del
todo) de materia prima copada por los
grandes en los mercados internacionales (petróleo, por ejemplo). También la creación de infraestructura que
pueda ser mantenida y desarrollada con lo que tenemos en el país o zonas
vecinas; en el caso de Costa Rica, Panamá y el resto de Centroamérica. De allí que los ferrocarriles sean
prioritarios en el modelo de desarrollo que debemos adoptar. Revivir el ferrocarril que teníamos de mar a
mar es fundamental. Pero además de eso,
los centroamericanos DEBEMOS CONSTRUIR
una vía férrea desde el canal de Panamá hasta la frontera con México y más
allá. Y a partir de esa columna
vertebral ferroviaria, hacer infinidad de ramales que habiliten enormes áreas que por ahora son improductivas
y se encuentran en estado de abandono por falta de vías de comunicación
adecuadas, permanentes y baratas.
Sabemos
que el gran problema de nuestras
carreteritas de alquitrán es que cada vez que viene la época lluviosa, el
sistema vial colapsa. Año con año. En un círculo vicioso en donde los pueblos
pagan por esa basura alquitranada derivada del PETRÓLEO. Algo de nunca
acabar, a menos que se hagan ferrocarriles en lugar de esos caminos de
carretas. Hay campesinos que tienen tierras sin sembrar
porque el transporte en camiones les hace prohibitivo cualquier intento de
producción. Deben trabajar para los camioneros; y esa no puede ni debe ser la
idea.
Centroamérica, con casi medio millón de kilómetros cuadrados y
unos setenta millones de habitantes, bien podría ser una región autárquica y
bien desarrollada; con industrias básicas autosuficientes para el procesamiento
total de todo aquello que fabriquemos. Y
que si solo producimos naranjas y chayotes, arroz y frijoles, que al menos no
sea tan difícil y caro llevarlas y traerlos desde Guatemala o El Salvador; o
bien, enviarlos a Panamá, Honduras y Nicaragua.
Incluso desde y hasta México. Por
medio de buenos ferrocarriles eléctricos en su mayoría. ¿Parece un sueño? Claro que sí, pero todas las obras humanas
empiezan así. El ferro es el último tren
que TENEMOS que tomar para llegar al
mundo desarrollado.
Trenescamente ¿Cómo anda este asunto en su país?
Ricardo
Izaguirre S. E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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