235 “LA CHISPA”
Lema: “En
la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.
“LA
GUERRA DE LOS CULOS”
La “tetomanía” ha sido uno de los grandes vicios de los
norteamericanos. Y no porque
el tamaño más o menos grande de los pechos de las mujeres les proporcionen
algún plus a sus aberraciones sexuales, sino por causa de otra de sus manías: “Lo más grande del mundo”. Para ellos todo tiene que ser “lo más grande
del mundo” y estar dentro de los Estados Unidos. Con Carol
Dodas se inició y alcanzó la cumbre esa obsesión gringa por las tetas
gigantescas, reales o infladas con silicona.
Ver un busto descomunal, es una especie de morbosidad compulsiva para
esa gente, y de la cual, también han contaminado al resto del mundo. Pero hay algo de lo quién sabe por qué, se
habían olvidado incluir en sus listas de fetiches: los traseros de las mujeres.
Quizás se deba a la norma cinematográfica que consideraba “inadecuado”
tener un nalgatorio muy llamativo. De
esa manera, las nalgas aplastadas de las actrices se convirtieron en el
estándar de Hollywood. Incluso una belleza
increíble como Elizabeth Taylor fue
una mujer de nalgas planas. Era la norma
del cine que se convirtió en genética en las mujeres gringas. El patrón del cine era: rubias, cara linda,
labios finos, ojos azules, busto pequeño, piernas largas y nalgas chatas. Y
cuanto más flacas, mejor. Casi la
antítesis de lo que son las mujeres latinas.
Pareciera que esa serie de requisitos fue diseñada para excluir a
nuestras mujeres del cine mundial. Ser culona como las latinas, era un delito
imperdonable en la Meca
californiana. Y es por eso que muchas
estrellas latinas nunca encontraron cabida dentro de ese estricto y cerrado
esquema de la belleza nórdica.
Pero
de repente se dio el milagro y nuestra “venganza”; y ya las gringas con trasero
prominente se sintieron en libertad no solo de enseñarlo, sino en hacer alarde
de su fondillo. Ese prodigio anatómico
se llama Jennifer López, la Bestia de Puerto Rico. Ante la insolencia de tan descomunal “backside”,
los gringos se quedaron con la boca abierta; se vino al suelo toda la
reglamentación prohibitiva y se desató la fiebre por los “megaculos”. Dejó de ser un delito tener un “big ass” como
dicen ellos, y la locura por el “look” J. Lo, invadió Norteamérica. Incluso el comercio se vio afectada por el
ciclón puertorriqueño, pues aquellos maniquíes de nalgas aplastadas para lucir
ropa para gringas planas, desaparecieron de los escaparates para ser
sustituidos por muñecas culonas como Jennifer.
La revolución que esta latina ha
producido en los Estados Unidos ha sido más impactante que la Guerra del Golfo. No hay quién no tenga que ver con la “popa”
de J Lo, incluso la Casa Blanca. Y cuando hizo su desfile en la gala del Oscar con aquel increíble vestido, se
paralizó el latido cardíaco de millones de hombres en todo el mundo. Fue un espectáculo aterrador que desconcertó a todos; incluso al pobre David Duchovny que no hallaba qué hacer
ante la presencia de semejante criatura, con aquel vestido que, todos
deseábamos se le despegaran los pedacitos de “tape” que lo sostenían.
Hubo
un suspiro largamente contenido por las gringas de grandes pompis; al fin no
sería motivo de vergüenza o fuera de lo “legal”, ser poseedoras de un
esplendoroso trasero. Jennifer es para
las gringas nalgonas, lo que Washington a la libertad de los gringos. Pero
¿fue ese el fin de la historia? Desde
luego que no. Los yanquis no soportan
ser abatidos en ningún campo. Así se
trate de jugar chumicos o de ser los primeros en llegar a la luna. O ser los vencedores en “la guerra de los culos”.
Dudaron, discutieron en el Pentágono, el Congreso y la
Casa Blanca, cuál debía ser la respuesta
ante el peligro avasallador de esa latina que estaba desquiciando la mente de
todos los hombres de ese país. Esa dama
era una amenaza peor que Bin Ladden, pues ya había desequilibrado a todos los
varones de esa nación, incluyendo a Ben
Aflek, y creado un “thriller” peor que el de las Mellizas. ¿Qué hacer ante ese peligro latino que les
estaba haciendo ver a los norteamericanos las cosas bellas que hay en esta
parte de la América
olvidada? De repente, los valores de la anatomía latina se dispararon
a las nubes en la Bolsa
de los ídem del cine. Selena, Jennifer,
Shakira, Salma, Cameron, la
Mendes, Talía y muchas bellezas más, empezaron a ser el
objetivo de las escrutadoras miradas de la CIA, el FBI, el Pentágono y la
Casa Blanca como posibles terroristas y socavadoras del orden
público estadounidense.
Había
que responder ante ese ataque latino
y neutralizar las armas de destrucción masiva con las que estas mujeres estaban
poniendo en peligro la Seguridad Nacional
de Amerrica. Y su respuesta fue terrible, contundente y
formidable. Fabricaron un clon modificado de Yey Lo que se llama Jessica
Biel, un monstruo que detiene el aliento y nos deja los ojos cuadrados. Es soberbia, despampanante y asesina; tan
letal como una cobra o un tiburón blanco.
Yo la tengo de trasfondo en mi computadora, en vestido de baño, con
sombrerito de paja, anteojos oscuros; con un dedito en la boca y viendo hacia
el horizonte en forma ingenua, como
si no estuviera haciendo nada malo. Como
si fuera inocente del crimen que comete con su figura y su trasero embrujador y fuera de serie. Alguien debería arrestarla, ponerle un
cinturón de castidad y vestirla con un camisón de los que usaba Demis
Roussos. Además, prohibirle por completo
que se ande exhibiendo en paños menores y causándole taquicardia a tantos
hipertensos como el que escribe estas notas.
No
se puede negar que la respuesta de la Casa
Blanca ha sido adecuada al ataque de J. Lo. Sin detenerse a
considerar los daños colaterales, nos lanzaron una bomba humana capaz de
producir estragos impredecibles en nuestras defensas. Pero como buenos catadores les decimos:
Muchas gracias por Jessica Biel,
bienvenida sea ella y todas las de su especie. Gringas así, benditas sean. “La guerra de los culos” ha empezado, y
todos seremos beneficiados por ella.
Anatómicamente
RIS E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Entrada al blog “LA CHISPA”: http://lachispa2010.blogspot.com/
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