lunes, 1 de septiembre de 2014

1041 Estructura del hombre: la mente



1041  LA CHISPA                
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
ESTRUCTURA DEL HOMBRE: LA MENTE
        El hombre es un cuerpo físico formado de elementos sólidos, líquidos y gaseosos; esa es la parte visible que casi no necesita demostración (salvo en el caso de los gases).  Pero ¿eso es todo?  La ciencia NO puede demostrar que haya algo más; sin embargo, eso no significa que no lo haya.  Pero ¿cuál es la naturaleza de ese algo?  ¿Es simplemente materia más sutil que no tenemos forma alguna de ver, detectar o probar?  ¿Es espíritu?  Recuerden que Alma o espíritu es todo aquello que se encuentra más allá de la capacidad de manipulación del hombre, y que la ciencia no tiene forma de demostrar su existencia; por lo tanto, el concepto cae dentro del campo de la religión o la metafísica.  Y de la negativa rotunda de la ciencia.   Y en este punto, la ciencia se vuelve tan intransigente como las religiones más fanáticas, a pesar de las lecciones de la historia.   Hasta hace muy poco tiempo, los  átomos solo eran una teoría indemostrable; y aunque siguen siendo invisibles para el común de las personas, su existencia está más que probada.  ¿Por qué no podría ser así el espíritu?  Probabilidad puramente física.
         La Doctrina Secreta nos habla de siete planos de existencia; también nos afirma que la materia de cada uno de esos planos está formada por átomos cada vez más pequeños, a medida que se asciende en esa escala.  Así, pues, los átomos físicos de nuestra materia visible, son los más grandes y ordinarios de todos; y los del primer plano llamado Adi, los más chiquitos.  Así se explicaría la imposibilidad que tenemos de “ver” de manera alguna a los seres que moran en los planos superiores (incluso a nuestros propios muertos).  Están más allá de nuestros sentidos físicos.  Un simple detalle de “tecnología” que algún día será solventado con el “microscopio (telescopio)  ultra-atómico”.   Entonces, la estructura total del hombre dejará de ser una teoría para convertirse en una realidad científica.  Recuerden que los microbios NO EXISTÍAN hasta el advenimiento de este instrumento que, desde Anton van Leeuwenhoek nos ha abierto un universo que ni siquiera sospechábamos de su existencia.  Tremendo brinco desde el siglo XVII  ¿No es así?  Entonces ¿hay alguna RAZÓN para que no sea así con la materia más allá de la física conocida?  Tengan presente lo que se puede averiguar con el microscopio electrónico.  ¿Se imaginan lo que se logrará en los próximos 500 años?  La ELECTRÓNICA  es la ciencia del futuro, y será ella la que nos ponga en contacto con esos mundos sutiles que ahora solo son una broma para la ciencia, y una boba superstición de los creyentes.  Será el camino alterno para conocer a los dioses y los ángeles.
 Pero a despecho de cualquier criterio académico o religioso, casi todos tenemos la sensación de que algo existe más allá de las fronteras del cuerpo físico; algo que es mucho más que una mera especulación o creencia religiosa.  Es algo que está ahí, agazapado en medio de nuestras influencias atávicas, nuestra obstinada negación materialista,  nuestros resabios, miedos y fanatismo; en esa media tinta formada por nuestro pensamiento racional y la carga emotiva de las religiones a las cuales hemos pertenecido o formamos parte.  La indocilidad de la mente es la prueba más clara y segura de que estamos constituidos por otros cuerpos que NO ESTÁN BAJO NUESTRO CONTROL.  La mente es “nuestro otro yo”, pero es autónoma y piensa lo que le da la gana, al margen de nuestra voluntad.  Eso lo sabe todo el mundo y, por lo tanto, es UN AXIOMA.  Y ni qué decir de las emociones, las cuales siguen su propio itinerario de miedo, violencia, duda y todas las inquietudes que forman esa misteriosa faceta de lo que somos (cuerpo astral).  Y que tampoco están bajo el control de nuestro cerebro, por más que intentemos racionalizarlas.  
En occidente, la Biblia es la que nos da la primera pincelada acerca de este tema de la composición del hombre. Nos habla de cuatro elementos que intervinieron en su fabricación: Barro, Nephesh, Ruach y Neshamah. Y en el Nuevo Testamento, Pablo nos habla de una estructura ternaria del hombre: cuerpo, alma y espíritu.  La Doctrina Secreta nos enumera los siete principios (esotéricamente 6) que forman al hombre.  También existe la división quinaria (5) de la escuela vedantina.  Hay varias divisiones más, pero la esencia del asunto es que todas consideran al hombre como un conjunto de elementos que van desde lo físico hasta lo más sutil, el espíritu.  Y aunque la posición oficial de la ciencia es negativa, hay miles de científicos que saben y aceptan la estructura compuesta del hombre.  La que todos presentimos aunque solo sea en la diferenciación entre cuerpo y mente, entre YO y “mi cuerpo”; todos sabemos que “tenemos un cuerpo” pero que NO somos ese cuerpo.  Y aunque estamos identificados con él, sabemos que no somos él. 
         Existe la división binaria de los sicólogos: cuerpo y alma.  También está la cuaternaria del sistema Taraka-Raja-Yoga, la cual se basa en los estados de consciencia del hombre.  Finalmente, tenemos la división septenaria de la Teosofía y la Doctrina Secreta, que divide (o integra) al hombre en siete principios básicos que son: 1) Espíritu (Atma), 2) Alma espiritual (Buddhi), 3) Mente o alma humana (Manas), 4) Alma animal (asiento de los deseos, instintos y pasiones humanas, 5) Prana (Vida, Jiva) la porción de vida de la cual se ha apoderado el cuerpo físico, 6) Cuerpo astral y 7) Cuerpo físico.
No importa qué tan materialistas o ateos podamos ser, todos sabemos que hay una gran cantidad de fenómenos sicológicos que no pueden explicarse si no es bajo la teoría de que el hombre es algo más que el cuerpo físico.  Solo si aceptamos la posibilidad, tan solo la posibilidad, de que el hombre tenga una estructura múltiple, se pueden explicar muchos fenómenos de la mente que no se pueden reducir a simples operaciones electro-bioquímicas.   Incluso la división más simple que hay (cuerpo y alma), por más simple que parezca, es capaz de dar soluciones satisfactorias a problemas humanos que no tienen explicación si solamente fuéramos un cuerpo físico.  El cerebro realiza operaciones maravillosas pero, en última instancia, solo es el instrumento de algo mucho más poderoso y elevado que no tiene su asiento en las neuronas: la mente.  Esta es extra cuerpo físico y NO puede ser controlada por el cerebro; es un ente autónomo que existe per se, aún cuando el cerebro esté dormido o bajo el efecto de sedantes.  Todos hemos experimentado esa independencia de la mente, y cómo se rebela ante nuestra voluntad y deseos; cómo hace lo que le da la gana, y no siempre para nuestra conveniencia sino más bien, en nuestra contra.  Y ese “nuestra” ¿qué o quién es?  Y cuando digo “mi mente”, ¿quién es ese mí?  Incluso cuando decimos mi cuerpo, nos estamos refiriendo a algo diferente a lo que consideramos como el yo.  Yo soy yo, y tengo un cuerpo, una mente, un alma y un espíritu, objetos que, claramente, son algo diferente al yo poseedor.  ¿No es así?
 La sicología experimental sabe mucho de esto; sin embargo, son muy tímidos en cuanto a sus opiniones, debido al criterio cerrado que la ciencia oficial tiene sobre estos temas, pues la mayoría de los sicólogos se sienten apocados ante la opinión de los médicos.  Y a menos que sean siquiatras, no se sienten con valor para divulgar ampliamente estos conocimientos que solamente son tratados bajo el difuso título de “bipolaridad” o “personalidades múltiples”, que suelen ser disociaciones de la mente, ese extraño y poderoso componente de la estructura del hombre.  
¿Llegaremos a conocer la verdadera estructura del hombre?  ¡Claro que sí!  Solo es cuestión de tiempo.  ¿Qué cree usted?
Fraternalmente
                            RIS

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