domingo, 21 de abril de 2013

998 Dicen los que saben



998   LA CHISPA         
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
DICEN LOS QUE SABEN…
            O que se supone saben… Dos de ellos son C. W. Leadbeater y Mme. Blavatsky, personajes que no requieren presentación alguna.  Al menos para gente con algún barniz de cultura metafísica.  ¿Y de qué vamos a tratar en esta “Chispa”?  Pues de un asunto que a todos nos atañe y que tiene que ver con la fe de todos los que somos creyentes (ateos y de los otros): la muerte.  Especulemos acerca de lo que pasa después de que entramos en ese estado.  En principio, solo hay dos alternativas: la nada, la desaparición absoluta y, la posibilidad de que haya algo más, otro mundo, otra forma de vida de la que no tenemos prueba alguna durante nuestras vidas.  Si escogemos la primera, allí acaba todo.  Y podríamos hacer lo que nos diera la gana sin preocupación de nada.  Incluso suicidarnos sin consecuencia alguna.  Ni religiosa ni moral.  Si morimos como cualquier insecto y ese es el fin de todo, sería una dicha, aunque a la vez, una burla atroz la que nos han hecho las religiones.  Y lo peor de todo es que no tendríamos como comunicarles a los vivos que todo el cuento  no es más que un fraude.  Ni siquiera tendríamos a quién reclamarle.  Sería la peor salvajada de la que hemos sido víctimas los creyentes.  Y aunque esta perspectiva es siniestra para nuestra vanidad, para el muerto nada significaría.  Y eso debería ser un gran alivio para los vivos, siempre y cuando esto no fuera solo una suposición.  Porque NO HAY PRUEBA ALGUNA de que esto sea así.  ¿No es cierto?  Es solo una teoría.  La nada después de la muerte es solo una creencia.  Como la vida después de la muerte.
            Por otra parte, si hay otro mundo más sutil donde van los “muertos” (almas, o mejor dicho espíritus), sería un fiasco muy difícil de digerir para los ateos y materialistas, y una enorme alegría para la mayoría de los creyentes.  Y es sobre esta posibilidad sobre la que vamos a discutir, pues la otra no ofrece material alguno para dialogar.  Si existe ese mundo (plano más sutil), ¿cómo es, qué reglas tiene, cuáles son las leyes físicas que lo rigen?  ¿Hay guías y autoridades que nos digan qué hacer y hacia dónde dirigirnos? ¿Pesamos o flotamos?  Me imagino que millones de personas aterrorizadas y confundidas deben formar allí un caos espantoso.  Esa sería la primera impresión: un maremágnum terrible.  Cientos de miles de seres humanos desesperados, tristes, extraviados y adoloridos por lo que han dejado atrás (maridos, hijos, padres, propiedades, planes de vida etc.)  Los más confundidos serían los jóvenes y los muertos en accidentes… y los ateos.  Entonces, de existir ese plano que se conoce como “astral”, ¿quién lo dirige?  ¿Y cómo se dan cuenta los “muertos” de su nueva situación?  ¿Cómo se adaptan y qué es lo que hay que hacer allí mientras llega la próxima muerte o lo que sea?  ¿Es un sitio material en donde encontramos a los muertos que nos precedieron en el camino (padres, abuelos, amigos, conocidos) o solo es un estado de consciencia?  Las religiones han simplificado esto de manera sospechosa y demasiado sencilla y feliz o amarga: cielo plácido con Dios, e infierno trágico con Satanás.  Con la opción de purgatorio (¿al mando de quién?).  Y es aquí en donde el creyente positivo se encuentra en un gancho de camino en el que puede elegir la ruta religiosa, o aquella de la que habla el ocultismo o Doctrina Secreta.
            En esta parte es donde intervienen “los que saben”, proponiendo ciertas teorías que, aunque parecidas a las religiosas, difieren en aspectos fundamentales y, sobre todo, en la mecánica y los objetivos finales de todo el proceso, el cual abarca dos grandes y complejos ingredientes: reencarnación y karma.  Ambos aspectos perfectamente combinados para un propósito final: la evolución del Hombre.  Pero… hay un pero.  Ese Hombre al que se refiere el ocultismo NO es Pancho Pérez, María López o Ricardo Izaguirre.  Veladamente, pero con mucha claridad para el que quiera entenderlo, el ocultismo nos dice que ese Hombre Celeste e inmortal (Ego) que peregrina sobre la Tierra durante innumerables encarnaciones, no equivale a las personalidades (cuerpos físicos y mentales) que utiliza en su largo proceso de aprendizaje.  Cada personalidad (Pancho Pérez) no es nada más que uno de los miles de trajes que utiliza el Ego en su proceso de perfección.  Y en ese sentido, ese es el más terrible golpe que podrían recibir los creyentes.  Nada de nosotros sobrevive.  Del cuerpo físico todos tenemos constancia de lo que le pasa; y de los otros, astral y mental, “los que saben” nos dicen que también se desintegran en un período variable.  Usted, yo y todos estamos destinados a desaparecer, en mayor o menor tiempo.  El que vive eternamente es el Espíritu (Ego), el Hombre Divino (parte de Dios) el que nos utiliza como sus vehículos.  Desde luego que para la “Personalidad” (cuerpos físico, astral y mental) esto es inadmisible, pues ella se ha adueñado de la escena, se cree el hombre real.  La mente, fenómeno transitorio dice: tengo un cuerpo y un espíritu.  Se cree la protagonista, la estrella de la obra, pero no es más que un componente destinado a la desaparición.  ¿Suena feo, verdad?  Pero eso es lo que dicen los que saben.
            En su obra “La clave de la Teosofía”, Madame Blavatsky explica esto con mucho cuidado y claridad, para el que quiera entenderlo.  En este libro se detalla cuidadosamente la constitución del Hombre de Verdad y cuál es su destino final: la inmortalidad.  Pero entendiendo por Hombre a otra entidad que NO es el hombre físico que todos vemos: ustedes o yo, los cuales no somos más que los vehículos que le servimos para su realización.  Es por eso que esa parte del ocultismo NO es popular.  La misma razón por la cual el BUDISMO del sur no goza de muchas simpatías en el occidente, ya que este habla de la aniquilación del YO INFERIOR (el hombre físico).  El proceso de desintegración de este Yo Inferior es ineluctable y, nos guste o no, estamos destinados a desaparecer para siempre (nuestros cuerpos físicos, astrales y mentales).  Y en este sentido, el ocultismo es coincidente con la teoría materialista de la aniquilación.  Dicen los que saben…  La señora Blavatsky utiliza argumentos demoledores que no dejan lugar a dudas acerca de este tema; aunque lo hace veladamente, es muy precisa en la cuestión final.  Nos deja claro que el que muere, muere; no hay retorno ni comunicación alguna con los vivos; es más, valida la noción que los griegos tenían en sus misterios y que se divulgaba como “mito”.   El Leteo (Lete=olvido), era la fuente del olvido situada en los infiernos, y cuyas aguas hacen olvidar a los muertos todos los sufrimientos pasados y todas las circunstancias de la existencia anterior.  En la teoría de la reencarnación de los neoplatónicos, Lete era la fuente en la que tenía que beber el alma antes de su retorno al mundo de los vivos, para olvidar las experiencias de la muerte y su paso por los infiernos.  Vean por donde anda la cosa.  Hay una firme coincidencia entre las grandes religiones de la antigüedad, la Doctrina Secreta, el budismo y el ocultismo.
            Otro de los que saben es Monseñor Leadbeater  (Charles Webster), quien en su vasta obra teosófica, nos da una amplísima explicación de esos otros planos de la naturaleza que solo son visibles a los ojos de los videntes.  Si ustedes revisan cuidadosamente la obra de ese caballero, no podrán menos que asombrarse ante sus explicaciones, las crean o no, eso no importa.  Si son inventos, ¡qué imaginación tenía este hombre!  Pero si tienen una porción de verdad, vuelve a la coincidencia que antes señalamos.  Y nos guste o no, terminamos descubriendo lo mismo: que la inmortalidad del Hombre solo se refiere al Ego, a nuestro Padre Interno.  Nosotros (La personalidad, el yo inferior) desaparecemos para siempre.  Somos la parte impermanente del Hombre Celeste, la Mónada Divina.  Como quien dice, somos “disposables”, lo cual debería hacernos más humildes y menos engreídos o pretensiosos de una sabiduría tan limitada y transitoria como la que tenemos.  No sé si lo que dice esta gente sea cierto en todos sus alcances (es posible que velen algunos datos), pero la estructura formal de sus escritos, especialmente la monumental obra “LA DOCTRINA SECRETA”, es algo que se escapa a juicios superficiales que trataran de minimizar, rebatir o poner en duda la extraordinaria coherencia de semejantes afirmaciones.   Nadie puede inventar una mentira tan larga, profunda y abarcante.  Ni todos los mitómanos del mundo podrían hacerlo.  
            Como vemos, se han trazado algunas líneas básicas para tratar de entender el mundo de los muertos; en la próxima nota, veremos la estructura y planos de la naturaleza en donde se lleva a cabo este fenómeno maravilloso que llamamos Vida.  Entendiendo que todo esto es una TEORÍA sujeta a demostración.  Solo los que saben tienen la certeza de lo que ES. 
            Fraternalmente
                                         RIS
Entrada al blog “LA CHISPA”:              http://lachispa2010.blogspot.com/

                                                                                                                                                           

No hay comentarios:

Publicar un comentario