jueves, 11 de abril de 2013

997 ¿Qué cosa es la vergüenza?



997   LA CHISPA                    
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿QUÉ COSA ES LA VERGÜENZA?  (Como en todo, hay excepciones)
            Es una sensación dolorosa, lacerante y que nos revuelve el estómago.  Es sentirse desnudo ante el público; es un ahogo torturante que no nos deja en paz ni en la soledad de nuestra casa, en el encierro o en la lejanía, en el bullicio o el silencio.  Solo cambia de intensidad para dolernos más y más, para acuciarnos despiadadamente.  La vergüenza es un ángel vengador, un demonio salvaje capaz de conducirnos a un infierno privado y particular; puede llevarnos a la locura y la muerte, o al propio e irreversible menosprecio de nosotros mismos.  Pero para que eso se dé, es necesario tener PRINCIPIOS, es decir, un núcleo moral atávico que haya sido reactivado por la educación esmerada de hogares bien formados.  Hay que tener MORAL para ser víctima de la vergüenza.  Hay que ser gente proba, derecha, con profundas convicciones en lo que significan el honor, el compromiso, la palabra empeñada, la fidelidad y otras virtudes que son por completo ajenas a los descastados.   Esos atributos constituyen el broquel que mantiene a salvo e impolutos a los hombres y mujeres de fina prosapia.  Esta gente sí conoce lo que es la vergüenza, y por eso se mantienen en el camino derecho y claro, para que las Erinias de ese castigo, jamás puedan cruzarse en su senda.  Esas son las personas de casta, la gente de palabra que considera que esta NO es cuestión de conveniencia o circunstancias, sino que es un principio moral perenne e invariable sobre el cual se asienta el funcionamiento ético de la sociedad. 
        En el otro extremo de esta clase se encuentran los sinvergüenzas,  aquellos que también están al margen del castigo de la vergüenza, pero no porque tengan virtud alguna, sino porque carecen del núcleo moral que es el asiento de esta.  Es decir, son personas sin principios, sin honor; y no porque hayan renunciado a estos, sino porque NUNCA los han tenido.   Son sabandijas amorales que se acomodan a lo que sea con tal de obtener su pitanza o cualquier ventaja económica; si tienen que reptar de la forma más vil, lo hacen sin sentir el menor rubor.  Si hay que robar, mentir, engañar y prometer falsedades, lo hacen con la mayor naturalidad del mundo, sin sentir la mínima acusación de su consciencia, pues al carecer del núcleo moral (atributo de la gente honesta) que pudiera reclamarles, jamás se dan por aludidos por lo que viene de afuera.  Para los sinvergüenzas su único objetivo es obtener ventajas personales sin importar lo que tengan que hacer para lograrlo.  Si carecen de vergüenza, están galvanizados en contra de las consecuencias que trae este estado de consciencia, y que suele ser el peor castigo para los hombres de honor.  Son los responsables de toda forma de CORRUPCIÓN.
         Los sinvergüenzas están en todas partes, en todos los estratos sociales y es bastante fácil identificarlos, pues su conducta descarada siempre los pone de manifiesto: son trepadores conchudos, sin dignidad y cínicos absolutos.  Si están por debajo de usted, son los serviles más rastreros y “humildes” que se pueda imaginar; pero si se ubican por encima, son los patanes más abominables y tiranos.  Sin embargo, muchos de ellos desarrollan  una gran astucia que les permite pasar casi inadvertidos…como si fueran gente honesta y de palabra… hasta que surge una oportunidad para demostrar su naturaleza maligna y descastada.  Cuando se da la oportunidad de encontrar las arcas abiertas o la posibilidad de “chorizos” apetecibles.  Es allí cuando pierden los estribos y se olvidan de la impostura que han venido sosteniendo por años.  Se quitan la máscara de honrados y actúan de acuerdo con su vil naturaleza.  Como los malandrines que siempre han sido en su fondo.
      Hay profesiones plagadas de estos sujetos que, por afinidad moral (más bien inmoral), suelen formar gremios cerrados con el único propósito de obtener ventajas económicas personales, aunque adornen el pastel con infinidad de justificaciones “sociales”.  En la vida cotidiana observamos a estos depredadores que, siempre coludidos e investidos de algún traje oficial o profesional, se dedican a la rapiña para la cual están “autorizados oficialmente” por leyes hechas por encargo, y por sus respectivos colegios.  Sin embargo, estos no son los peores ejemplos de los “desvergonzados”.  Ese puesto honorífico está reservado a los políticos, quienes por méritos propios, se han adueñado de la escena pública y han convertido su “profesión” de latrocinio en una actividad que tiene la apariencia de ser útil a la sociedad.
       Y ¿por qué esta casta se ha apoderado de la maquinaria del Poder?  Porque NO TIENEN VERGÜENZA y porque los pueblos son indolentes.  Porque estos, en su indolencia infinita, han hecho posible que toda clase de ratas astutas hayan hecho carrera en la política y, además, que se hayan fabricado cierta respetabilidad en relación con su máscara pública.  Los eslóganes políticos, reforzados por la escuela en general, han logrado que esta gente sea considerada como indispensables, porque son “los que saben” como hacer las cosas en el gobierno, aunque “hacer las cosas” no sea otra cosa que la rapiña que, inevitablemente, llevan a cabo con una impunidad aterradora.  Y nadie les hace frente, porque la “educación pública” ha anulado los arrestos cívicos de nuestros pueblos.  Todo el aparato jurídico está diseñado para proteger la corrupción oficial; empezando con las leyes mordaza e innumerables tácticas de terrorismo doméstico, cuyo objetivo es la emasculación de aquellos que tienen vergüenza y están dispuestos a denunciar públicamente los fraudes en contra de la sociedad.  El dominio político de la chusma es abrumador; tanto que los hombres honrados prefieren hacerse a un lado antes que exponerse a la inmundicia de ese muladar llamado política, en donde la desvergüenza ya adquirió ciudadanía de honor.  Con su ausencia, los hombres honestos se mantienen a salvo de esa suciedad, pero a la vez, por omisión, se han convertido en CÓMPLICES del sistema.  Cuando los buenos se apartan, el Diablo hace fiesta.    ¿Estaremos totalmente perdidos en manos de los sinvergüenzas?  ¿Ya no queda nada qué hacer?  ¿Es este el sistema que habremos de heredar a nuestros hijos?
        Fraternalmente
                               RIS                  
 Entrada al blog  LA CHISPA”:       http://lachispa2010.blogspot.com/
                                                                          

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