666 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos
del Poder”
LAS OLIGARQUÍAS Y EL SALTO A LA
MODERNIDAD
Como
dicen en las películas, es mera coincidencia que a esta “Chispa” le haya tocado el número de la Bestia. La 666 de la América Latina se ha resistido
tercamente a ejecutar los cambios que demanda NO la justicia social y otras
sutilezas que ella no entiende, sino la continuidad de su propio sistema. El formato oligárquico actual NO ES SOSTENIBLE indefinidamente. Ahora que la China ha entrado en el juego desbocado
del consumo masivo de los recursos naturales, estos están condenados a
desaparecer en el transcurso de este siglo, y entonces, todas las armazones
sociales se desplomarán sin remedio.
Especialmente las de los países atrasados que no tengan alternativas
tecnológicas de supervivencia. Ser países exportadores de materia prima y
maquiladores NO es una solución a largo plazo.
Así que no importa qué tan rentable sea eso por ahora, la historia
nos va a superar y todos nos iremos al abismo: ricos y pelagatos. Haber
asumido el papel de productores de materiales
baratos, es el espejismo de los tercermundistas.
Lo
racional sería la creación de infraestructura permanente que nos permita vadear
los malos tiempos que se nos vendrán encima, pero esto requiere de una visión racional
y futurista, contraria a la de las oligarquías actuales que solo piensan en
llenarse los bolsillos sin importar el costo que esto tenga para los latinos en
general. Cuando el barco se hunda, nos
iremos a pique todos; solo será cuestión de diferencias de tiempo. Los únicos recursos básicos a los que podremos
apelar en el futuro son dos: la tierra y
el agua. Y aunque todo lo demás es
marginal, resultará necesario. Por eso
debemos pensar en la conservación de estos y NO solo en rematarlos a precio de basura. No debemos
comprometer la tierra ni el agua. No
debemos hacer concesiones sobre estas, pues ellas constituyen la última
esperanza que nos queda para sobrevivir en un mundo en el que solo tendrán
cabida los más aptos y listos; pero sobre todo, aquellos pueblos que tuvieron
buenos y previsores gobernantes.
Además, ciudadanos que entendieron que la continuidad de la especie es y
será cuestión de SOLIDARIDAD. La solución no es individual, o irse a Europa
o USA con buena plata.
Es
sabido que no todos podemos ser como Bill
Gates, pero eso no significa que tenemos que ser miserables. En nuestros países TODOS podemos aspirar a ser “ricos”, si entendemos esto por un
mínimo razonable de vida: casa propia, trabajo bien remunerado para comer bien,
obtener diversión, ropa adecuada, atención médica pronta y de calidad,
educación garantizada en todos los niveles y, finalmente, una pensión decente que nos permita vivir y morir
con algún decoro. La riqueza de todos
nuestros países permite que eso sea posible.
El problema es que el reparto de esta es completamente injusto, y los potentados
se quedan con la porción del tigre, mientras que las masas de obreros se
debaten casi siempre en los linderos de la miseria y todas las carencias. El
egoísmo y angurria de las plutocracias latinas es diabólico. Estas desearían que los trabajadores fueran
esclavos y que trabajaran en el surco hasta morir; solo por un plato de
frijoles. Los poderosos y latifundistas
latinos son apocados y sin visión alguna del porvenir. Pero por sobre todo, cerrados ante los signos
de la modernidad y las necesidades de un tiempo que ya NO ES EL DE LA COLONIA. Nuestras oligarquías se han quedado atoradas
en el siglo XIX, ciegas y sordas ante el progreso social. No entienden que no se trata de ser “buenos”,
“tontos” o “magnánimos” sino PRÁCTICOS
ante una realidad que, tarde o temprano, tendrán que afrontar: solo COMPARTIENDO llegaremos a la meta
común.
Darles
participación a los obreros en las empresas o los latifundios NO ES UN MAL NEGOCIO; al contrario, es
la garantía de que estos trabajarán con amor hasta el límite de sus fuerzas por
mantener a flote y hacer más eficientes “sus” empresas. Como hicieron muchas fábricas alemanas de la
posguerra. Convirtieron en “socios” a
todos los operarios y la respuesta fue maravillosa e inmediata: trabajaban
hasta veinte horas casi solo por la comida.
Porque era “su” empresa. Algunas de ellas fueron la casa Krupp, la
Volskwagen y mil industrias más que tuvieron la visión y el valor para pasar de
riquillos entre una sociedad de miserables, a convertirse en millonarios en una sociedad de ricos. En lo que es Alemania. Nuestros “riquillos” podrían pasar a ser
millonarios en una colectividad de gente rica y educada, capaz de mantener
firmes las estructuras económicas y tecnológicas que nos darían la capacidad para
capear todos los vendavales de las crisis futuras. Como
un todo. Como naciones integrales en
donde todas las unidades del cuerpo
social cuentan. Europa sobrevivirá a
cualquier crisis; lo harán China y Japón, Canadá y USA. También Australia y Nueva Zelanda. Pero nosotros nos hundiremos hasta el fondo,
no importa cuánto dinero tengan nuestros ricachones. Es talvez por esa razón, la única que ven,
que ellos guardan sus capitales en el extranjero.
Nuestra
gente adinerada es torpe, miope y encogida.
Sienten MIEDO ante el
progreso verdadero, tienen pavor a que se les altere el esquema que han venido
siguiendo desde la llegada de Colón.
Pero quiéranlo o no, el tren de la modernidad ya los dejó muy atrás; son
fósiles de un tiempo superado que solo tiene un final que cualquiera puede
adivinar. Si tuvieran valor, apostarían
a la solidaridad; a apuntalar las bases sobre las cuales se apoya una nación: su gente. Cuando esta crece, eleva a la espuma que
siempre ha tenido encima (las oligarquías) produciendo una sana y verdadera
riqueza no solo fundamentada en la miseria y explotación popular. Algo así como la de Alemania. Los países ricos NO HACEN HUELGAS, no inventan revoluciones,
no tumban gobiernos, no alborotan. Los pueblos
ricos son felices pues no tienen razones para dedicarse a alterar el
orden. Tienen casa, trabajo bien pagado,
medicina, educación, comida, diversión y esperanzas. ¿Qué más pueden pedir? Solo sarna para rascarse. Vean a Suecia, Noruega, Suiza, Holanda,
Bélgica etc. etc.
Pero
¿qué pasa con nuestra gente? La antítesis
de todo eso. Sin techo, sueldos
miserables y desempleo, enfermedad, analfabetismo, mala alimentación, tristeza
y desesperanza. ¿Qué se puede esperar de
eso? Pues lo único que puede salir de un
caldo de cultivo tan venenoso y cruel: VIOLENCIA. Ojalá que las oligarquías latinas comprendan
que la SOLIDARIDAD es un buen
negocio… antes de que sea tarde.
Fraternalmente
Ricardo Izaguirre S. E-mail:
rhizaguirre@gmail.com
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