969 “LA CHISPA”
Lema:
“En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
“EL SERVICIO CIVIL”
Es
motivo de orgullo tener un Estado lleno de instituciones jurídicas que
garanticen la calidad de los servicios públicos a la ciudadanía. Además, que les den a los aspirantes a la
carrera pública, la certeza de que serán nombrados por su capacidad,
preparación y experiencia; sin que medien las influencias políticas ni los
compadrazgos. Ese es el ideal, ¿pero qué
sucede en nuestros medios? Que todos los
estamentos del gobierno están plagados del peor vicio que se pueda imaginar en
cualquier empresa de servicios públicos: la incompetencia y las “palancas”
políticas. Pero esta pobre calidad del
trabajo burocrático NO es por inopia
de personal capacitado, sino por la maraña de chanchullos oficiales que,
gracias a muchas tretas, se ha convertido en el estándar que se utiliza en la
función pública para nombrar empleados.
En teoría, el Servicio Civil es un ente magnífico que nos asegura la
equidad en el nombramiento de aspirantes a puestos oficiales. Pero la realidad es otra.
Con
la creación del concepto de los “puestos de confianza y empleados de confianza”,
se echó al tarro de la basura todos los fundamentos legales, morales y de
eficiencia que dieron origen a la creación de ese departamento contralor de las
relaciones Estado-Funcionarios. Con esa
brutal maniobra se le dio el tiro de gracia, en el mismo origen, a una
institución que nació de una necesidad muy evidente. De un problema general de incapacidad del
Estado para brindar servicios adecuados a la población. Cientos de personas haciendo la misma cosa;
otros haciendo nada, desorganización total por falta de gente que supiera “qué
hacer”. Miles de incompetentes no solo
por deficiencia personal, sino porque no sabían nada de las tareas que tenían
que hacer. La idea de mejorar todo esto
en beneficio de la población, fue lo que dio nacimiento al Servicio Civil. Pero el niño nació defectuoso, con ciertas
deficiencias de origen. Y como sus
jefaturas también están ocupadas por “empleados de confianza”, este se
convirtió en un fabricante de “ternas” que no proveen la mínima seguridad o
respaldo a los incluidos en ellas. Solo
están inscritos en la terna, pero el
Servicio Civil NO los ampara. Tampoco se interesa por la suerte de los
puestos ni por quiénes serán ocupados luego de que se siga la formalidad de los
tres meses de prueba. De ahí en
adelante, están en las manos de los “empleados de confianza”.
El
Servicio Civil se lava las manos (por ley NO puede hacer otra cosa); ya hizo la
terna, la envió al respectivo Ministerio y, lo que hagan a continuación los
“Jefes de confianza”, deja de ser su asunto.
Un fraude oficial que causa una frustración terrible en aquellos
aspirantes que se han preparado bien, que han reunido papeles y pruebas de su
pericia y que, además, aportan buenas recomendaciones laborales y de otro
tipo. Todo eso se va por el albañal
junto con la terna del Servicio Civil cuando los “jefes de confianza” declaran
non grato al idóneo, y vuelven a ubicar al amigote que solo estaba dos escritorios
más adentro. El INTERINO ETERNO pero
bien acomodado políticamente y con buenas “patas”. El servil adecuado. Siempre incondicional a las peticiones de sus
jefes, sin importar qué tan inmorales sean estas. Desde luego que esa no es la regla, pero es
el primer platillo en el menú de los políticos.
Disponer de interinos, sin importar que sean incompetentes, es el ideal
de los “jefes de confianza”, quienes casi siempre son incapaces. Y por norma común, ningún mediocre gusta de
tener subalternos capacitados y con plaza en propiedad. Los interinos son vulnerables y, por eso, son
proclives a todo tipo de maniobras deshonestas que puedan proponerles u ordenarles
los “jefes de confianza”. Es necesario
aclarar que el servicio civil NO tiene la culpa de esto; esta institución esta
maniatada por ley. Nació inválida y
viciada por la política.
Los
puestos de confianza NO tienen razón alguna de existir en la función pública,
en donde la TRANSPARENCIA debe ser la norma.
El puesto de confianza suena como algo raro, como una especie de colusión
que obliga al silencio y otras conductas que NO deben existir en los
funcionarios. El “puesto de confianza”
suena a secreto, complicidad, entendimiento (en el mal sentido), compadrazgo y
misterio. Puesto de confianza es el del “Consigliori”
en las familias de la mafia. Pero, ¿por qué en el Estado? Y solo se entendería en el Ministerio de
Guerra si fuéramos una nación bochinchera (como USA) que se dedica a atacar a
todo el mundo y tiene planes bélicos secretos, los cuales solo deben ser
conocidos por “los de confianza” del Ministro de Guerra o del Presidente.
¿Para
qué estudiar la carrera diplomática en un país en donde se nombra embajador a
cualquier patas vueltas solo porque es miembro del partido o puso plata para la
campaña? O que es “de confianza” aunque
no sepa ni costra de relaciones internacionales o diplomacia. Sabemos que por estos lados se nombraba a
familias enteras en una embajada o consulado.
Hasta el perro y el gato eran “attachés” de algo e iban con salario
que pagan los contribuyentes. En países
con los que NO tenemos negocio alguno, hay agregados comerciales, culturales y
económicos. Y ninguno sabe nada de
nada. Solo son amigotes y familiares
políticos. Y como todos estos son
“puestos de confianza”, el Ministro de Relaciones Exteriores, acogido al
Estatuto de Servicio Exterior, nombra a su antojo a todos aquellos compinches,
parientes y correligionarios políticos que se “ganaron” un nombramiento a dedo
en cualquier carajada. En el gobierno no
hay que saber NADA DE NADA. Por estos lados cualquier zopenco es diputado,
embajador, ministro, presidenta o lo que sea.
Solo hay que tener sentido de la oportunidad y pertenecer a la familia
de las cotorráceas (trepadoras);
además, “ser de confianza”. Los que se
han jodido la vida en una universidad estudiando relaciones internacionales,
tienen que inscribirse en el partido y hacer buenas amistades en los círculos
del poder, aprender a ser dóciles, “de confianza” y, si tienen mucha suerte,
talvez obtengan una “agregatura” en algún país de África o del Caribe, o en
Bangladesh. Porque los buenos puestos,
ya fueron adjudicados y tienen dueño.
(Pregunta retórica: ¿Cómo anda esto en sus países?)
Diplomatiquescamente
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