671 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos
del Poder”
¿QUÉ NOS TIENEN QUE HACER PARA QUE
REACCIONEMOS?
Es
desesperanzador ver cómo cualquier individuo o grupo de ellos, valiéndose de la
indolencia crónica de nuestros pueblos, se encaraman al Poder y hacen lo que
les da la gana. La idiotez de nuestra
gente es proverbial. Si están afiliados
a un partido, se sienten felices de haber “ganado”
las elecciones, y por más evidente que sea la corrupción de aquellos candidatos
por los cuales votaron, se sienten comprometidos moralmente a defenderlos y seguir
patrocinándolos. El latino es un ser
irracional desde el punto de vista de la política,
y solo tiene dos conductas ante ella: es un aprovechado en busca de una teta, o
es un caudillista fanático incapaz de
distinguir la izquierda de la derecha cuando de populachismo se trata. Somos
prosélitos por tradición e “hígado”, como ser católicos o “manudos”. El límite intelectual y cívico de nuestra
gente, apenas llega al techo de la caverna que es su limitado mundo cultural. El
latino NO razona, no estudia ni compara; se siente satisfecho con haber
“ganado las elecciones”. Eso es lo único
que le importa.
Para
él no cuenta que “su” presidente sea un ladrón, bruto, sinvergüenza, inepto,
explotador, arbitrario o que se aproveche (junto con toda su familia y amigos)
de la Hacienda Pública. Él ve esto como una
conspiración injustificada de sus enemigos en contra de su candidato. Enfoca el asunto de una manera irreal, y aunque sea evidente la corrupción de
los que detentan el Poder, este individuo continúa apoyándolos porque considera
que de hacer lo contrario, sería darles la razón a sus adversarios
políticos. Ese es el enfoque cívico del ciudadano medio de esta parte
del mundo. Y frente una actitud como
esa, ¿de qué sirve el diálogo, las explicaciones o presentación de
pruebas? Ante este terco y cerrado sujeto
todo es inútil.
Los
poderosos pueden violar la Constitución a vista y paciencia de todos, y a nadie
parece importarle un chayote. Casi todos
nos quedamos callados ante estas agresiones al sistema institucional, y solo
pensamos en la posibilidad de lo que podemos “agarrar”. El Poder Oligárquico en nuestros medios es
Omnipotente, pues no solo cuenta con su propia fuerza, sino que se apoya en la
displicencia de los ciudadanos de a pie.
En la clásica e histórica indolencia de pueblos que ven la vida política
de sus países como si se tratara de una película en la cual ellos nada tienen
que ver. El latino no se considera actor
del drama del cual es víctima dócil; él siempre es un espectador lejano al que
nada parece importarle. Es más, es un
colaborador entusiasta con aquellos que son sus victimarios. Entonces, ¿qué es lo que tienen que hacernos
para que reaccionemos de manera digna? Los políticos nos roban, nos reducen a la
miseria, nos limitan, niegan la educación, medicina; nos encarcelan, nos
asesinan, nos amenazan y nos hacen vivir bajo una atmósfera de terror,
desesperanza y fatalismo; y seguimos como Johnny
Walker. Nuestros mandatarios y sus hermanos, sobrinos,
tíos, primos, cuñados y amigotes en general, nos estafan “legalmente” bajo la
mascarada de la institucionalidad y la democracia formal. Y seguimos como Juanito. Nuestros políticos utilizan al Estado para
hacer sus negocios particulares y a nadie parece importarle. Hablamos, criticamos, denunciamos, chillamos
y lloriqueamos, pero NADIE HACE NADA. Es para preguntarse: ¿cómo es posible que
pequeñas gavillas de bandidos bien organizados sean capaces de habernos tomado
las riendas para siempre? ¿Para
siempre? Algo así como el hampa callejera. ¿No hay esperanza de redención para nuestra
gente? ¿Seguiremos siendo el coto de
caza particular de cada una de las oligarquías nacionales que controlan todo en
cada país americano?
Sabemos
quiénes son los ladrones, qué roban, dónde y en qué cantidad; conocemos sus
negocios chanchulleros y quiénes son sus cómplices agachados, y nos quedamos
sin hacer nada; solo comentarios… y bromas; para nosotros todo es guasa. La política, la economía, la educación, la
atención médica, la honestidad, el desarrollo… todo es un chiste. La
historia de la América Latina es una comedia de mal gusto, una horrible broma
en donde hay dos clases bien definidas de actores: los vivillos y la masa de tontos conformes. ¿Qué
necesitan hacernos nuestros gobernantes para que dejemos de ser idiotas
pendejos que, lejos de razonar y actuar de manera inteligente, formamos una inmensa
manada de bobos “emocionales” y caudillistas que nos dejamos llevar por las
simpatías y el “partidarismo” a la hora de votar por cualquier imbécil? No es posible agregar más o mayores abusos
contra nuestros pueblos que los de Pinochet, las Juntas de Brasil, Argentina y
El Salvador; Somoza, Trujillo, Carías, Duvalier, Batista, Castillo Armas, Pérez
Jiménez, Odría, Fujimori, Videla, Porfirio Díaz, Victoriano Huerta, Hugo
Banzer, Estroessner, Noriega y una lista casi infinita de pillos. Y todos de derecha, todos anticomunistas de
oficio, todos “demócratas”, todos católicos, todos capitalistas y respetuosos del Orden Público. Y seguimos votando por ellos y las democracias
representativas que hicieron posible su ascenso al Poder. Somos
el hazmerreír del mundo civilizado, y nadie nos toma en serio.
¿Qué
tienen que hacernos a para que pensemos por nuestra cuenta y hagamos lo que hay
que hacer? ¿Será que nuestro techo
intelectual, de orgullo y dignidad es tan limitado que solo nos permite ser
serviles del más bajo nivel? ¿Somos
totalmente incapaces de organizarnos de manera consciente y racional sin que
dependamos de corifeos de la
oligarquía para realizar nuestra propia obra de supervivencia? ¿Entenderemos algún día que nuestro camino es
algo que solo nosotros podemos y DEBEMOS
diseñar? En vista de que no entendemos
lo que es la DEMOCRACIA REAL ni
tenemos capacidad para aplicarla, parece que la única vía que nos queda es la
de las dictaduras socialistas. O al menos, estas pueden resultar en un cambio
interesante… ya que después de QUINIENTOS
AÑOS DE LO MISMO, no puede haber nada peor. Después de doscientos años de democracia al estilo latino, ni el infierno
podría dañarnos más.
Pero
cualquier cambio solo se dará cuando tomemos consciencia de nuestra fuerza y
dejemos de actuar como retardados mentales; cuando no toleremos que unos pocos
controlen nuestros destinos como si fuéramos borregos. Cuando nos decidamos a sepultar el
caudillismo y partidarismo y empecemos a actuar como seres racionales, y no
como marionetas electoreras.
Fraternalmente
Ricardo
Izaguirre S. E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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