667 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos
del Poder”
LOS CAMINOS DE LA AMÉRICA LATINA
Se
fueron los conquistadores, pero nos dejaron su semilla transgénica del mal. Inmune a todos los reclamos humanitarios, el
producto de esa estirpe evolucionó hasta convertirse en una clase social
distinta, ajena a todo sentimiento de fraternidad o compromiso con sus
congéneres desfavorecidos: la Oligarquía. Incubados en la fecunda matriz del egoísmo,
perdieron de vista todos los objetivos de las guerras libertarias y se
identificaron, por alguna extraña alquimia mental, con las razas
extranjeras. Pero como ese vínculo se
fue diluyendo al paso de los lustros, no les quedó más camino que formar islas
sociales dentro de cada país: así nacieron sus miedos, el separatismo, el odio,
menosprecio y grosería en contra de sus connacionales, especialmente aquellos
que eran considerados como “inferiores” racialmente: indios y mestizos. Todo el
que no pertenecía a su “clase”, era el enemigo.
Salvo el mestizaje, siguieron al pie de la letra el esquema anglosajón
que británicos y gringos aplicaron en sus relaciones con otros pueblos. También se fundó la “familia” oligárquica
latinoamericana, y se convirtieron en extraños
en América.
Ese
es el decorado social de la América Latina, del cual NO podemos culpar a los españoles o cualquier otra raza
europea. Nosotros somos los responsables
de lo que somos porque, lejos de ser solidarios con los otros pueblos latinos
en sus luchas sociales, de inmediato nos identificamos con la propaganda de las
oligarquías del continente. Seguimos sin razonar, sin identificar al
verdadero enemigo. Todavía nos
asustan con los cuentos del comunismo, socialismo, nacionalismo o ateísmo. El “Coco”
del comunismo sigue siendo muy efectivo, y millones de latinos, sin tener la
menor idea de lo que tal cosa significa, se convierten en enemigos gratuitos y
espontáneos de cualquier líder latino a quien le endilguen esa etiqueta. Todavía
seguimos atados a los esquemas sociales propios de las castas elevadas, sin
importar que seamos parte de la masa desposeída. Ante cualquier movimiento social igualitario
en beneficio de los pueblos, nos identificamos con los intereses de las clases
altas y nos convertimos en enemigos de los que intentan favorecernos. Somos como los negros manumitidos de
Norteamérica, seguimos solidarizados
con los “amos” y nos creemos parte del establishment. Compartimos todos los miedos de la
Oligarquía, sin importar que seamos pelagatos ni que la causa de esos temores
de los poderosos signifique beneficios para las clases trabajadoras.
Esa
es la razón histórica por la cual nuestras oligarquías se sienten felices al
servir a esos extranjeros con los cuales se identifican social y racialmente. Sobre todo sin son blancos. Ellos se siente felices de ser los “puentes”
entre aquellos y el logro de sus objetivos materiales en nuestro
continente. Es por eso que, desde sus
posiciones políticas y económicas, no tienen empacho alguno en cederles los
derechos de explotación de los recursos naturales que son propiedad de TODOS.
Ellos NO sienten compromiso
alguno con el futuro de la América Latina; saben que cuando la situación se
complique, podrán tomar a sus familias y “regresar” a Europa. Pero ¿qué hay de los mestizos, indios,
negros, mulatos y toda la gran masa del revoltijo latinoamericano? ¿Qué harán?
¿Adónde irán? Tendrán que
quedarse y apechugar con la situación.
Pero ¿es necesario que esperemos hasta llegar al borde del abismo o
haber caído en él? Bien podemos evitar
ese trágico epílogo con solo ponernos de acuerdo. No se trata de “eliminar” a estos o aquellos;
ni siquiera a la oligarquía, sino de encontrar un camino propio de los
latinos. Ya es tiempo de que sacudamos
de nuestras cabezas las idioteces con las que nos han manipulado durante tanto
tiempo, en especial, en el siglo pasado.
No se trata de conceptos, sino de actitudes y hechos. ¿Qué
son la Democracia con hambre o el Comunismo sin libertad? Pura mierda.
No se trata de ideologías sino de conductas, de honestidad, de COMPARTIR con justicia un destino
común. Ninguna ideología nos puede poner a salvo de la estupidez y el egoísmo.
Ya
es hora de que nos dejemos de ver como enemigos ideológicos. O de pactar acuerdos con los foráneos, para
asegurarnos la exclusividad de la riqueza que nuestras generosas tierras han
puesto a disposición de TODOS sus
hijos. No se DEBE sacrificar pueblos enteros en la hoguera de la angurria de
unos pocos, pues ningún extranjero tendrá consideración alguna con nuestra
gente; ni siquiera con los Judas criollos que se prestaron para la enajenación
de nuestros bienes naturales. Allí está
el ejemplo de CANARA. El malinchismo de nuestras clases poderosas
es de lo más ruin e inútil que se pueda imaginar, pues aquellos por quienes
traicionan a sus pueblos, los ven con el más profundo desprecio. A esa gente poco le importan las ideologías
ni los sistemas políticos o militares por los que nos rijamos, siempre y cuando
ellos obtengan sus materias primas o hagan sus negocios. ¿A quién le importa ahora la masacre de Tiananmén? A nadie.
Business are business. En su momento se formó un tremendo alboroto
de parte de todo el mundo occidental de “ideología
contraria” a la china; pero cuando estos entraron en el juego capitalista,
nadie volvió a mencionar la tragedia del 3 de junio de 1989, en donde murieron
millares de chinos. Entonces ¿cuál es la
validez de las ideologías? NINGUNA. Se trata de actitudes, acciones y
comportamientos que nos conduzcan a una mejoría radical en nuestra forma de
vida; pero NO la de unos pocos, ni
la de ciertos países cuya gente supone que porque ellos están “bien”, poco
importa que a los haitianos, nicas, mexicanos u hondureños se los lleve puta.
Los
caminos hacia el progreso de la América Latina deben nacer del consenso, la
tolerancia y el altruismo. No puede ni
debe ser que solo unas minorías disfruten de TODO lo que producen nuestros pueblos. Y mientras ese esquema perdure, habrá
lamentos, guerras, revoluciones, “terrorismo”, golpes de estado, dictadores y
toda la secuela de males sociales consecuencia de un sistema basado en la INJUSTICIA y el reparto desigual de la
riqueza. Mejor dicho, del reparto de riqueza y MISERIA entre una minoría
y las grandes masas latinoamericanas. Nuestro camino no debe ser diseñado por
gringos, europeos, chinos o japoneses sino por nosotros mismos. Hasta
que no lo hagamos, seguiremos jodidos. NO es una ideología la que nos va a
salvar: estas solo son las riendas con las cuales nos han manipulado durante
siglos.
Fraternalmente
Ricardo
Izaguirre S. E-mail:
rhizaguirre@gmail.com
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