domingo, 5 de junio de 2011

729 ¿No es tiempo ya de hacer algo?


729    LA CHISPA          (9 diciembre 2009)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿NO ES TIEMPO YA DE HACER ALGO?
            Todos denunciamos generalidades o cosas específicas de la corrupción estatal y las oligarquías criollas.  Todo el mundo habla y conoce las sinvergüenzadas que ya han llegado a ser tan cotidianas que a nadie parece importarle.  Por debajo o a voz en cuello se critican los negocios de los gobernantes en sociedad con empresas particulares, extranjeras y propias.  Todo el mundo sabe de la manipulación de influencias de la gente de la política.  Es la comidilla de todos la venta de las playas de Costa Rica a grandes consorcios internacionales ligados con políticos y capitalistas criollos.  Y sabemos que todos gozan de inmunidad, de una inmunidad ofensiva y exasperante que nos demuestra que mientras la ley castiga a los que no tienen influencias, es inoperante con los que gozan del poder político.  Que estos se burlan descaradamente de la ley, de los derechos de los demás; que se reparten el patrimonio nacional como si fueran bienes de difunto; que se dedican a negocios “personales”  con los aviones del Estado, y que solo utilizan los puestos públicos para hacer negocios privados con entera impunidad.   La desvergüenza entre esta gente ha alcanzado los límites de lo increíble.   Son personas que, quién sabe cómo (aunque todos lo sabemos) se han ubicado más allá de la ley para cometer sus delitos de lesa patria.                            (Chiste político: “Nos preocupa la ética”.)
            Esta gente es intocable por la Justicia, pues actúan dentro de una penumbra que jamás puede ser definida con claridad por las leyes.  Parece que nunca es posible tipificar sus delitos, aunque todo el mundo sabe que lo son.  La Ley para ellos es la herramienta que utilizan en sus maniobras de enriquecimiento.  Todo el mundo sabe que esto o aquello no debe ser, pero como las leyes tienen infinidad de portillos, resultan vulneradas y estos personajes siempre se salen con la suya.   Y ya que están más allá y por encima de la Ley, ¿no es tiempo de hacer algo en ese territorio?  Parece que las denuncias, declaraciones, acusaciones públicas y todos esos elementos que surten efectos con la gente de honor y una pizca de vergüenza, son inútiles con estas personas.   Desde la altura, se mueren de risa, pues saben que cuentan con la protección oficial de los que están en el Poder y de los que van a entrar en él.  Entonces ¿qué importa que la chusma aúlle si ellos están dentro de la Burbuja del Poder?  Son inmunes, intocables.  Parece que el camino de los comentarios y denuncias llegó a su final con estas personas que son refractarias a todo lo que pudiera causar pudor, sonrojo o pena a la gente honesta.   ¿No es hora de hacer algo diferente?                    (Chiste político: “Soy el candidato de la  honestidad”)
            No importa en qué bando militen, siempre llegan a arreglos satisfactorios no solo para evadir la pena por sus delitos, sino para ocupar nuevos cargos en la Administración.  Da rabia ver como un sinvergüenza cualquiera es premiado con una diputación solo porque ha ayudado en la campaña política del candidato a la presidencia; o con un ministerio, o con una embajada.   Y ante la sensación de impotencia y rabia que produce esa situación, la gente se pregunta, ¿no es hora de hacer algo que no tenga que ver con los tribunales?  La cuestión del vicio y los negocios torcidos al amparo de los Estados es la norma; y sin importar al partido al cual pertenezcan los delincuentes, siempre llegan a acuerdos que les permiten seguir lucrando de negocios turbios con los bienes nacionales.  Vender playas y parques nacionales es una rutina provechosa.  Hacer concesiones para la explotación minera no permitida en ningún país europeo o los Estados Unidos, es una cosa cotidiana en los nuestros.  Hipotecar el futuro de las generaciones criollas, se considera como algo sin importancia.  Y a los que protestan, como majaderos izquierdistas opuestos al progreso y desarrollo nacional.  Entonces ¿no es tiempo ya de hacer otra cosa más que protestar?      (Otro: “Nos preocupa la transparencia económica”)
            Todos nos conformamos con hacer comentarios más o menos agrios, malos chistes, críticas violentas o declararnos incapaces de hacer algo.  Hay quienes optan por la resignación o el cinismo y les dan su beneplácito a estos delincuentes de cuello blanco.   Como el caso de un miembro del partido calderonista que, ante el afer de la Caja del Seguro, me dijo: “Idiay, nosotros creamos la Caja, y eso nos da el derecho de robarla”.   Lo terrible de esta situación es que ya nadie sabe cuándo los gobernantes hacen algo para beneficio del país; todo se torna sospechoso y los ciudadanos vemos malos manejos en todo.  Todos creemos que hay chorizos en lo del aeropuerto Santamaría, en la construcción de carreteras y del muelle de Limón, en la concesión de explotaciones mineras y en todo negocio en donde es posible que haya premios y pagos por “asesorías legales”.  Ya no sabemos dónde está la verdad.  Y como todos se tapan entre ellos, mayor es la duda.  Vean que los alegatos de los aspirantes a la presidencia se centran en nimiedades que son del resorte de ciertos ministerios o instituciones que no necesitan de políticas nuevas.  Pero ninguno denuncia ni promete investigaciones serias sobre las actividades del gobierno actual, muchas de las cuales son harto sospechosas.              
Parece que existiera una conspiración política en torno a las actividades de la gente del Gobierno, cualquiera que sea su color político.  ¿Qué fue del diputado que le gustaba, o le gusta, tocarles las nalgas a las empleadas de la Asamblea Legislativa?  Pero, según se supo, en contra de la voluntad de estas. ¿Qué ha sido del diputado que, borracho, mató a una persona hace pocos meses?  ¿Qué proceso oficial hay en contra de la exministra de transportes por su corresponsabilidad en el caso de la tragedia de Turrubares?  ¿Y qué hay de la diputada que utilizaba los aviones del Estado para sus actividades particulares ajenas al interés de la nación?  Parece que no hay respuesta a estas preguntas ni a otras diferentes.  Los políticos han levantado un muro de silencio que los aísla de las voces que por todos lados levanta la gente en relación con sus actividades económicas vinculadas a sus funciones públicas.  Y a nadie parece interesarle.  El ciudadano se cree sin derecho a pedir cuentas y supone (talvez con razón) que la casta gobernante es libre de hacer lo que le dé la gana sin rendirle cuentas a nadie.  Sobre todo, si la indolencia se ha convertido en norma, o el ciudadano no se atreve a demandar la transparencia que debe existir detrás de todas las actividades de gobierno que implican al Erario.        ¿No es tiempo de que hagamos algo diferente a hablar o escribir paja?
            Esperanzadamente                              (¿Tienen en su país la misma sensación de rabia e impotencia?)
                                              Ricardo Izaguirre S.                                     E-mail: Rhizaguirre@gmail.com
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