domingo, 19 de junio de 2011

940 Los atormentados


940    LA CHISPA            (9 junio 2011)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LOS ATORMENTADOS             (Notita dominical)
            Hay legiones de personas en el mundo que no pueden vivir si no es atormentadas; esa es la salsa con la cual aderezan cada uno de los instantes de sus vidas.  Todo es bajo tormento.  Gente que si no tiene problemas reales, se inventa lo que sea para seguir atormentados, viviendo en el filo de la angustia, la prisa y la sensación de que son indispensables y que el mundo sin ellos no funcionaría.  Estos son los sujetos y sujetas que creen que solo ellos saben cómo se hacen las cosas.  Cómo se limpia la casa, cómo se cocina, cómo se hacen las compras; cómo se aplancha y lava la ropa.  Cómo se tienden las camas o se arreglan los cuartos.  Creen que solo ellos son capaces de hacer esto o lo otro de la manera correcta.  Solo ellos saben…
            Y es una vida terrible llevar sobre las espaldas el peso entero del universo, pues los sicópatas que son víctimas de este tipo de manías NO tienen escape alguno.  Así nacen y así mueren, convencidos de que son únicos en el manejo de las cosas, ya sea de los cientos de idioteces que se realizan en el hogar o el trabajo; o bien, que se trate de cosas trascendentales que puedan afectar la vida de muchas personas.  Si son jefes de una corporación le imprimen su sello personal de tormento, y someten a todos a su propio método de suplicio personal.  Son personas incapaces de comprender que son anormales y que esa conducta los convierte, cuando tienen grandes responsabilidades, en candidatos al infarto.  Pero ellos son felices a su manera, pues tienen un código de comportamiento específico por el cual rigen todos los aspectos de su vida.  Son inconscientes de su condición sicótica y jamás contemplan la posibilidad de estar equivocados.  Los atormentados son perfectos en todo sentido.
            Si esta condición se da solo en el hogar (la mamá, la abuela, el papá o algún hijo) no suele tener mayor importancia.  El tata solo es un viejo majadero, y la mamá, una viejilla fastidiosa y con los cuales los hijos saben lidiar.  El hermano es el loco de la familia al que nadie le hace caso.  Y la abuela, bueno…  La desgracia suprema se da cuando alguno de estos especímenes llega a ocupar puestos de mando en donde su conducta puede afectar seriamente a los demás.  Los atormentados son moralistas, correctos y, sobre todo, PUNTUALES.  El reloj es el corazón que norma sus vidas; la muerte es preferible a llegar tarde a una cita o al trabajo; y odian con toda su alma a aquellos “irresponsables” a los que les resbala este asunto.  La puntualidad es la máxima tortura a la que suelen someterse estas personas, y lo curioso es que lo hacen con todo placer.  Y si alguien les reconoce públicamente esa virtud, entonces tocan el cielo de la felicidad.
            Su universo no admite la imperfección, y si se da alguna (real o imaginaria), su vida se vuelve un calvario de tormentos.  Para ellos TODO DEBE ESTAR EN SU LUGAR.  Cada objeto tiene su sitio y allí DEBE ESTAR.   Una gotera en el techo los vuelve locos.  Que se suspenda el servicio eléctrico o del agua por un momento, los saca de quicio.   La puntualidad los atormenta aunque sea en el horario del paseo dominical.  Si acordaron ir a la playa o al bosque, TIENE que ser a la hora convenida, y sin importar que sea tiempo de ocio, ellos se atormentan con la planificación y la “necesidad” de que todo vaya calzando con lo planeado.  En sus mentes no cabe la indulgencia ni siquiera para la diversión, y esta DEBE ajustarse al programa.  Siempre tienen un horario para todo: hora de desayuno, de piscina o playa, de bicicleta o patines, de caminar, de almuerzo, televisión, siesta o lo que sea.  TODO DEBE SER PLANIFICADO DE ACUERDO A LAS HORAS DEL DÍA.  El atormentado “está en todas” y no hay detalle que se le escape; pero si algo se le olvida, allí es el fin del mundo, todo se le amarga y siente como si toda la estructura del planeta hubiera perdido su centro. 
            Se puede decir que los atormentados NO pueden estar tranquilos ni aún cuando no tengan problemas reales, pues si no los tienen, se los inventan; o se meten en la vida ajena, principalmente en la de sus familiares cercanos a los que pueden importunar con la autoridad que les confiere su condición de parientes y personas ejemplares.  Y siempre “en forma correcta y con la mejor buena intención del mundo”, por el bien de aquellos que no saben lo que les conviene.  Además, siempre están ansiosos del reconocimiento que les puedan hacer por sus múltiples virtudes: puntualidad, corrección, esmero, cuidado, entrega, sacrificio y capacidad de trabajo y orden.  Son elementos fastidiosos en grado sumo para aquellos que se conforman solo con cumplir con su deber.
            El tormento lo llevan incluso a las situaciones más inverosímiles y rebuscadas.  Si hacen un obsequio de lo que sea, hace una tragedia de lo que costó conseguir ese “último y valioso ejemplar” que están regalando.  De lo difícil que fue obtenerlo y de todas las dificultades que tuvo que sortear para que otros no se le adelantaran en su obtención.   Si consiguen algún servicio, nos cuentan un relato épico de las mil aventuras que tuvieron que vivir para lograr que los atendieran en la Caja del Seguro, en el Registro Civil, o en la carnicería para conseguir el único bistec de lomo que estaba disponible.  O la última papayita de calidad que había en el mercado.  Para estas personas nada se hace o se consigue sin tormento; y si no es así, no vale la pena ni contarlo.  El tormento es parte esencial de sus vidas, y aunque usted no lo crea, ellos son felices en ese hábitat; además, consideran como desgraciados a aquellos que no forman parte de su mundo de manías.  Así que NO les tenga lástima ni los considere como personas inadaptadas.  Ellos funcionan perfectamente en sus respectivos espacios.  Y lo único que usted debe hacer, si no es uno de ellos, es mantenerse a buena distancia de su esfera de influencia, sin permitir que lo contagien con su atmósfera de tormento, pues si usted se descuida, con mucha facilidad lo pueden convencer de la conveniencia de actuar “correctamente” en la vida.                    ¿Participa usted de esa condición?
            Atormentadamente
                                   Ricardo Izaguirre S.          E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Blogs:         La Chispa                 http://lachispa2010.blogspot.com/       con link a          Librería en Red
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