jueves, 9 de junio de 2011

937 El "constitucionalismo".


937    LA CHISPA      (25 mayo 2011)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
EL “CONSTITUCIONALISMO”
            Es el emblema y broquel de la democracia formal, pero una verdadera enfermedad de la Democracia auténtica.  Es la mejor treta que han venido elaborando los sistemas políticos a través del tiempo.  Un embrollo de enunciados altisonantes que hablan de libertad, fraternidad, progreso, propiedad privada, respeto, igualdad de derechos y oportunidades, de obligaciones del Estado, cultura; de desarrollo, justicia pronta y cumplida, derechos humanos, a tener casa, medicina y educación, soberanía, equilibrio de poderes, igualdad ante la ley, atención a todos los ciudadanos, participación en los beneficios y la riqueza nacional.  Y un largo etcétera que todos conocemos.  Y de ese extenso y fastidioso recuento, se deriva una infinidad de declaraciones que, según convenga a la “clase dirigente”, estarán acompañadas o no, de los mecanismos judiciales que obliguen a su cumplimiento.
            La elaboración del “constitucionalismo” ha sido una tarea de décadas de metódica labor, de experimentación sistemática, de poner a prueba el modelo y, sobre la marcha, ir introduciéndole las mejoras que lo hagan más beneficioso para los que controlan el Poder.  Pero lo más astuto de todo ha sido su aparente “despolitización”; ese ha sido el golpe maestro de los políticos, y para lograr tal cosa, se han creado las llamadas ASAMBLEAS CONSTITUYENTES, las cuales han sido aureoladas por una especie de halo de santidad.  Los Constituyentes son una especie de éforos llenos de las más sabias y buenas intenciones para aquel país al cual le hacen una CONSTITUCIÓN.  Y una vez hecha, se difuminan en el anonimato.  La obra sagrada está hecha, y los autores hacen mutis discretamente de la escena política.  Las Tablas de la Ley han sido entregadas a las sociedades para que se rijan por ellas.  Algo así como Licurgo y la constitución espartana, o Moisés y sus leyes.  Y por asociación con esta última, las constituciones modernas se han sacralizado de manera artificial pero muy útil a la clase gobernante. Que el pueblo crea que la Constitución es sagrada y que debe acatarse a toda costa, es el sueño de todos los gobernantes y sistemas políticos del mundo.  La constitución es a estos, lo que la Biblia a los predicadores.  Si logran que la gente crea seriamente en ellas, la tienen por la ternilla.
            Será cuestión de la escuela y las clases de cívica, hacer que ese documento se convierta en un artículo de fe, y que el “constitucionalismo” pase a formar parte del catecismo cívico del ciudadano corriente, hasta el punto en que crea que tal escrito está por encima de todo, incluyendo su propia vida, la de su familia y sus intereses.  Los partidos y todos los medios de comunicación se encargarán de resaltar el valor sacro de la Constitución y los innumerables beneficios que de su cumplimiento se derivan para todos los ciudadanos.  La carta magna, entonces, se transforma en una fuerza que está sobre los ciudadanos; en un poder omnímodo que respalda y protege a aquellos que están investidos por esta (políticos y gobernantes) para administrar, crear las leyes y todos los mecanismos jurídicos que son tutelados por ella.  Hecho el molde, el Decálogo se transforma en un barril sin fondo al que los políticos llenan de todo aquello que le conviene únicamente a los poderosos.  Desde dentro de esa atalaya que les sirve de residencia (las Asambleas), las Constituciones van siendo manipuladas al gusto y capricho de los que siempre detentan el Poder.  Siempre a su servicio, siempre en su beneficio exclusivo.  Este librito ante el que el individuo debe doblegarse y respetar como si fuera cosa sagrada, solo es un instrumento de dominación dentro de la “democracia formal”.   El pueblo no tiene ni voz ni voto en su confección.
            La maestría con la cual han sido elaboradas es asombrosa (muchos años de experiencia), tanto que dan la impresión de haber sido redactadas teniendo en mente los intereses de las mayorías: lirismo desbordante, patrioterismo extraordinario, paternalismo exagerado.  Esa es la fachada del “constitucionalismo”.  Impresionante.  Pero si empezamos a estudiarlo con cuidado, de inmediato nos damos cuenta de que todo no es más que un fraude detrás del cual se parapeta un sistema de dominación explotador e incapaz de brindar bienestar a los ciudadanos.  El “constitucionalismo” es el arma de intimidación más formidable que han inventado los grupos dominantes (oligarquías) para amordazar y atemorizar a los pueblos “legalmente”.   Y ya que estos NUNCA han participado en su elaboración, no tienen la menor idea de su significado verdadero ni de cómo funciona.  Solo creen que se DEBE respetar.   No existe ninguna ley en ningún país, que haya sido redactada por un ciudadano del montón.
            El “constitucionalismo” es una gran argucia finamente elaborada y de doble propósito: llenar de plata los bolsillos de la clase poderosa, y repletar de ilusiones sin fundamento las cabezas y corazones de los pueblos.  Realidades prácticas para unos pocos, y abundantes sueños imposibles para las mayorías ilusas.  Materialización inmediata para los de arriba, y dilaciones interminables para los que esperan desesperados en la llanura de la pobreza y el desamparo.  Negocios pingües para los que detentan el Poder, y promesas vacías de contenido para los que esperan en el silencio y la conformidad que les proporciona su indolencia.  En el próximo gobierno… talvez.
            Artículo 50 de la Constitución: “El Estado procurará el mayor bienestar de todos los ciudadanos del país, organizando y estimulando la producción y el más adecuado reparto de la riqueza”.  Parece un chiste ¿verdad?  Y si no lo hace ¿quién puede obligarlo?  Es puro lirismo.  Pero eso sí, si usted es inquilino y no puede pagar su mensualidad, existe una LEY DE INQUILINATO que cuenta con el respaldo total del Estado y el Ejército para ponerle sus chécheres en la calle, sin importar que usted tenga niños.   ¿Igualdad ante la ley?
            Artículo 46.  Son prohibidos los monopolios”.    ¿Y la “Dos Pinos”?  
                                   “Las empresas constituidas en monopolios de hecho, deben ser sometidas a una legislación especial”.   ¿Entonces?  El MONOPOLIO de la “Dos Pinos” se legaliza como COOPERATIVA.  Así funciona el “constitucionalismo”.   Fraternalmente
            RIS                          E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Blogs:         La Chispa         http://lachispa2010.blogspot.com/      con link a        Librería en Red
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