1017 “LA CHISPA”
Lema:
“En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
RIESGO
Y RESPONSABILIDAD
Sentado que el machismo en sí NO es un vicio sino una condición natural de cada especie, debemos
enfocar el problema sin anatemas innecesarios que solo sirven para complicar su
análisis y las conclusiones. Además,
para crear una actitud cerrada y defensiva de los machos. Hasta ahora, la cuestión se ha estudiado a
partir de premisas dudosas y de conceptos afectivos y lastimeros, tales como la
generalización de que el hombre es malo, irresponsable y casi que el único
culpable del fracaso de las relaciones de pareja; además, el culpable de los
hijos indeseados, y el abandono de estos.
Y por el otro lado, casi siempre se presenta a la mujer como víctima
inocente, indefensa, desvalida… y eso, en cierta medida, condiciona de antemano
los resultados que esta obtendrá de sus relaciones con los hombres. Ya existe un patrón, un estereotipo de lo que
la aguarda, por lo tanto, no es necesario que ella haga esfuerzo alguno, ya que
los resultados negativos son ineluctables (¿?).
Delineado así el problema, todo parece dirigirse hacia el
fracaso de pareja, en donde un machista se convierte en victimario de una mujer
agredida. Fin de la historia. Pero ¿debe ser eso así, forzosamente? ¿Es una cuestión de “destino inevitable” en
donde los seres humanos nada pueden hacer?
Como cualquier empresa, la relación hombre-mujer tiene sus riesgos, y
estos son los que hay que analizar cuidadosamente y de manera individual, sin
importar lo que el otro crea, desee o tenga planeado en su fuero interno. Y como los hijos son la espada de Damocles
que siempre está sobre las cabezas de las mujeres, son estas las que están
obligadas a ser más cuidadosas y analíticas en sus relaciones y la posibilidad
de los embarazos. La mujer no debe, por
más embobada que se encuentre en el amor,
dar por un hecho ciertas conclusiones a las que la fantasía femenina suele
llevarlas. Cuando un macho (humano) sale
de cacería, NO tiene en mente la formación de un hogar, ni encontrar una linda compañera para serle fiel el resto
de la vida. Tampoco se le ocurre comprar
una casita, muebles y todo lo demás; no está pensando en los hijitos y la dulce
vejez a la par de su señora y una docena de nietecitos cachetones. Él anda de simple cacería, en busca de un
coito, de diversión, nada más. ¿Que hay
excepciones? ¡Claro que sí! Pero las reglas no se hacen con base en las
asimetrías. El macho es un cazador al
que no se le puede cargar cierto tipo de responsabilidades que competen a la
mujer, porque es esta la que corre el riesgo
total. Que una mujer ceda sexualmente en
forma ligera a los requerimientos del varón, la hace responsable única de los
resultados nefastos de esa relación.
Y es de ese tipo de aventurillas esporádicas de donde
sale la mayoría de los hijos indeseados.
¿Cómo se puede calificar la actitud de una mujer que se acuesta con
cualquier desconocido y que, además, sale embarazada irresponsablemente? Veamos la realidad de este punto. Al varón le importa un cuerno la posibilidad
de que la mujer salga preñada, pues este da por supuesto que aquella habrá
tomado las medidas necesarias para no salir con un “domingo siete”. En la defensa de su cuerpo, integridad y
protección, la mujer NO PUEDE, NO DEBE
CONFIAR en otra persona más que en ella misma. NO
DEBE CONTAR CON QUE EL OTRO LA CUIDARÁ.
Esto es un axioma que JAMÁS
deberían olvidar las mujeres, por más “enamoradas” que estén; y mucho menos,
cuando solo se trata de un lance erótico fortuito. Decir que fue culpa del hombre y que este es
responsable en un 50% por ciento, es un argumento estéril que solo corresponde
a una especie de ensoñación. A una
fantasía femenina que, sin consultarla con el hombre, solo tiene realidad en su
mente. Porque ¿de dónde saca una mujer
que un tipo cualquiera con el que se acostó un fin de semana, queda
comprometido a mantenerle un hijo hasta que este salga de la universidad? Si les advirtieran eso a los hombres, es
seguro que de inmediato iniciarían la estampida y no habría resultados indeseables. Claro que un hombre “debería ser
responsable” de un niño que engendró,
pero eso solo es un ideal. La verdad, LA REGLA, es que la mayoría de hombres
no anda en busca de semejante lío a cambio de un fugaz momento de sexo. Es demasiado precio por una diversión ligera. Además, los hombres no dejan de ver en esto,
una especie de trampa o maniobra femenina tendiente a “atraparlo”, cosa que
suele tener un alto grado de frecuencia.
Entonces, si casi todas las consecuencias nefastas de un
embarazo sorpresa y no deseado tiene que pagarlas la mujer, es lógico que sea
esta la que esté obligada a los mayores cuidados y que tenga la responsabilidad
absoluta de lo que le pueda pasar a su cuerpo.
Es su vida y destino, algo que al macho poco le importa (la regla). Es cierto que el hombre “debería ser esto y
lo otro”. Pero eso es un ideal. Sería deseable que el varón fuera solidario,
responsable, amigo, considerado y todo lo demás, pero eso es un sueño que solo
tiene realidad en mentes ilusas. Y aquí,
volvemos al tema de la educación como causa casi única; pero olvidamos
(¿intencionalmente?) algunos aspectos importantes. Hay miles de mujeres con “buena educación”
que incurren en el mismo delito. Claro que son minoría. También hay otro detalle que no se toma en
cuenta en el juicio final que se establece en esta relación: el instinto de conservación. Y ese tiene muy poco que ver con la educación
o falta de esta. Esto es sentido común y no machismo del malo.
Entonces, ante el peligro, ¿quién tiene mayor
responsabilidad que el que corre mayor riesgo de daño? Es absurdo pedirle prudencia y cuidado a
quien no corre riesgo alguno. Y este es
el caso de casi todos los machos de todas las especies; ni siquiera sienten
molestias o dolores de parto ni, mucho menos, el calvario que significa la cría
y educación de los hijos. Nos guste o
no, la respuesta es clara y sencilla. En
las relaciones de pareja (sexo casual), el cuidado de su cuerpo y su vida, es
responsabilidad exclusiva de la mujer; y es esta la que debe conducir esas
relaciones hacia el terreno que más le convenga, aunque corra el riesgo de que
muchos pretendientes de presas fáciles, se le alejen. Se debe recordar que el macho NO ANDA EN BUSCA DE COMPROMISOS. Es más, su instinto natural le advierte ese
peligro cuando las cosas se empiezan a poner “serias”. Así que si la mujer logra fijar las reglas
del juego (y mantenerlas) en esta fase de la relación, se puede decir que tiene
asegurada una buena parte de su vida de pareja.
Además, NUNCA debe
precipitarse a tener hijos, pues si estos sirven para engatusar al hombre,
también constituyen los grilletes que la atan a una relación que,
eventualmente, puede deteriorarse hasta el punto de la disolución. Y esos hijos se convierten en estorbo, en
indeseados. Hacer esperar al hombre es
un arte que solo las mujeres muy “vivas” saben ejercer; pero es algo que todas
deberían aprender y PONER EN PRÁCTICA. Una mujer fácil y que, además, se deja preñar
por diversión, descuido o cálculo (“instinto materno”, es el eufemismo del programa
social), contrario a lo que se cree, no merece mucha consideración de parte del
hombre. Esto de la preñez suele ser un
juego de intereses, tanto del hombre como de la mujer. En ambos casos se trata de “dominación”. Todos lo sabemos muy bien.
Las simples leyes del sentido común (aunque sus
conclusiones sean desagradables) son suficientes para establecer las cargas en
muchos problemas sociales que se suelen achacar a causas que en realidad no
corresponden en su totalidad, como el caso del machismo. También la aplicación de estas, les asignan a
los protagonistas (hombres y mujeres) el alcance de sus responsabilidades
reales y no las impuestas por prejuicios.
¿Qué piensan ustedes?
RIS Correo: rhizaguirre@gmail.com
Entrada
al blog “LA CHISPA” http://lachispa2010.blogspot.com/
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