lunes, 21 de octubre de 2013

98 Un plan nacional de turismo



98    LA CHISPA                                    
LEMA: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
UN PLAN NACIONAL DE TURISMO
            Para Costa Rica el modelo de desarrollo debe estar basado en los SERVICIOS (Turismo, Banca y Comercio).  Todo lo demás vendrá por añadidura.  Y el modelo para este desarrollo lo tenemos en España, uno de los países con mayor auge en esta clase de actividad.  Es a ellos a quienes debemos recurrir en busca de ayuda, y debemos traer al país verdaderos equipos de expertos que le enseñen a los nuestros LO QUE SE DEBE HACER EN MATERIA TURÍSTICA.  Qué sirve y qué no.  Ellos tienen una larga experiencia y han desarrollado una industria turística casi insuperable.  Por lo tanto, no debe prevalecer el chovinismo cerrado al respecto.  Desde luego que no debemos convertirnos en pedigüeños de ayuda española; eso no solo es irritante, sino que crea vínculos de dependencia; de amos y sirvientes.  Y esa no es la idea.   Debemos concertar tratados que sean estimulantes para ellos, y beneficiosos para nosotros.  De tal manera que ambos nos veamos con respeto y como iguales en una empresa común, con ventajas comunes.  Recordemos que nadie “da patada de balde”.  Ese es el primer paso, BUSCAR LA AYUDA DE LOS QUE SABEN, prescindiendo de “nacionalismos” tontos y a ultranza.  Como los de los colegios profesionales.
            El segundo requisito es una legislación moderna, ágil y adecuada al desarrollo de toda actividad que tenga que ver con el turismo.  Debe crearse un Ministerio de Turismo con poderes plenos para disponer de todo lo que sea preciso para poner en movimiento este gran Plan Nacional de Turismo.  Para esto también debemos solicitar ayuda del “modelo español”, de manera que NO nos convirtamos en facilitadores de grandes transnacionales que se llevan todos los beneficios de nuestra infraestructura, y que los únicos beneficios derivados de la actividad, sean salarios bajos, empleos inseguros o temporales,  y unos cuantos centavos por concepto de impuestos de entrada o salida.  DEBE SER UN NEGOCIO NUESTRO EN SU TOTALIDAD.  Y si eso no es posible desde el principio (debido a la gran inversión inicial), por lo menos deben crearse las bases y los contratos que lo hagan posible a veinte o veinticinco años de plazo.  Se pueden hacer concesiones libres de impuestos a las grandes empresas hoteleras.  Por lapsos entre diez, veinte o veinticinco años en los que su única obligación sería crear sociedades con sus empleados, en donde estos serían socios y dueños de un treinta por ciento de las acciones; y las empresas inversionistas de un setenta por ciento.  Y al concluir la concesión, se podrían renegociar los montos de participación, o bien, las propiedades pasar a manos de nacionales, mediante la compra de acciones y bajo la administración de los empleados.  Así, todo el capital podría llegar a ser nacional y con beneficios para todos, incluido el gobierno a través de los intereses bancarios.  ¿Una utopía?  ¡Claro que sí!  Pero todas las grandes obras del ingenio humano, tienen su génesis en el mundo de los sueños.  El asunto es no enajenar el Patrimonio Nacional ni convertirnos en sirvientes de las grandes empresas turísticas mundiales.  En la “franja turística marina”, NADIE, salvo el Estado debe ser propietario de la tierra.  No debe darse la situación de que un grupo de inversionistas extranjeros “secuestren” nuestras playas para su disfrute exclusivo. 
            El tercer paso sería la capacitación de personal de alto nivel.  Que no sea preciso que vengan administradores extranjeros a hacerse cargo del comando de estas empresas.  El Ministerio de Turismo debe crear una Escuela Nacional de Turismo de nivel universitario, en la cual se otorguen títulos de “Licenciado en Administración Hotelera”.  Es decir, una carrera de verdad, de validez y categoría mundial.  Por ahora, parece que solo hay cursillos de capacitación que corren por cuenta de las empresas hoteleras y con ayuda del ICT.   De esa manera, las empresas se aseguran de tener empleados semi capaces, pero a los que les pueden pagar “cualquier cosa”.  Debemos formar profesionales de verdad que sepan que esa es su vocación, bilingües, trilingües, cultos, catadores de vinos y licores; Chefs de cuisine de alto nivel, que no tengan nada que envidiarle a los de afuera.  En fin, PROFESIONALES del turismo que conviertan esa carrera en “lo suyo”, de por vida; y no en un empleíto inseguro y “mientras tanto”.  También se debe capacitar a los empleados intermedios, de manera que tengamos cadenas de mando de gente capaz, desde arriba hasta el nivel inferior de contacto con el turista.   El grado académico en Turismo deberá llegar a ser la gran carrera del futuro.  Una profesión internacional que no solo brindará buenos empleos nacionales, sino que permitirá que cuando Costa Rica se lance a la invasión turística de otros países centroamericanos o del Caribe, tenga abundancia de personal calificado que sepa  “el cómo se hace” en la industria turística.  Recordemos que el mayor tesoro nacional es la gente; pero la gente capaz, no los inútiles que nada saben.  De esos está plagado el mundo y, en especial, los países tercermundistas, sitio del cual TENEMOS QUE SALIR.  Ese personal, “dueños” de sus propias empresas, nos garantiza eficiencia, trabajo dedicado, nada de huelgas ni pérdida de tiempo, pues nadie se atrevería a sabotear lo que es  “suyo”.  ¿Un sueño? ¡Claro que sí!  Pero la España real de hoy, fue el sueño de los ilusos de los años sesenta y setenta.
            Infraestructura.  Este es otro de los grandes pasos que debe dar el país si queremos tener una base para un turismo verdadero.  Si no se siembra semilla NO HAY COSECHA.   No se puede aspirar a beneficios de alto nivel, si el país no tiene lo mínimo para un turismo de alto nivel.  Un país sin vías de comunicación está muerto.  Hasta hace pocos años era más fácil ir a Miami que a Limón.  Un tren folclórico que nos hacía sentirnos como  Stanley en África, era todo.  Y diez o más horas de tortura de viaje.  Eso no ha cambiado mucho.  Casi todas las ciudades y sitios turísticos de Costa Rica son trampas incómodas, pues basta un buen aguacero para que queden aislados del mundo.  Todos los años se “lavan”nuestras carreteras, y los derrumbes acaban con todo.  De San Ramón a Puntarenas, la carreterita es un desastre lleno de peligros mortales, cuando no, de atascaderos increíbles.  Y la “Interminable” que va hacia la frontera sur, parece que nos va a unir con el planeta Marte.  Hace mil años que está en construcción y nunca se termina.  Si los romanos hubieran tardado tanto en hacer sus carreteras, todavía estarían en la época de las cavernas.  Acceder a las playas de Costa Rica por tierra, es algo así como viajar al Mato Groso de Brasil.  Y si lo hacemos por aire, cuando llegamos a ellas, resulta que la avioneta nos bota y se va, dejándonos en el mayor desamparo que se pueda imaginar.  Los aeropuertos allí son zacatales recortados que, cuando llueve, se transforman en lagunas.  Y cuando no llueve son zonas de pastoreo de vacas y caballos.  Eso NO ES INFRAESTRUCTURA TURÍSTICA.
            Debemos construir verdaderas AUTOVÍAS de frontera a frontera, y de mar a mar.  Útiles y activas durante todo el año, pase lo que pase, llueva o truene.  Es obligatorio un sistema ferroviario que comunique a todo el país con la capital.  Pero un tren de categoría, como el AVE de España.  ¿Demasiado pedir? No lo creo.  En esto, la inversión no tiene que ser toda nacional.  Y puede ser eléctrico, lo que lo haría muy barato desde el punto de vista de su operación.  Tenemos que construir muchos aeropuertos de verdad en los diversos sitios turísticos del país; con acceso permanente al tráfico aéreo de aviones y helicópteros.  Hay que diseñar unas cuantas ciudades portuarias de verdad, con aeropuertos y marinas; con terminales de autobuses y ferroviarias; con independencia (descentralización) y autosuficientes en todo sentido.  Lo que tenemos en materia portuaria turística da pena.  Además, para empeorar el atraso, todo está subordinado a la capital, y cualquier necesidad, incluso las médicas, dependen de lo que se autorice o no en San José.  Eso no es infraestructura, es primitivismo turístico, propio de El Congo de los años cuarenta.  Guanacaste, Limón y Puntarenas deben tener el control completo de lo que allí se haga o no en materia turística; con representaciones del MINISTERIO DE TURISMO, con capacidad de tomar decisiones inmediatas, sin consultas a San José.  Mucho nos falta en infraestructura, pero bien podemos empezar con lo más importante que tenemos a mano: el material humano.  Miles de bachilleres, capaces de aprender todos los trucos y recovecos de esta valiosa profesión que ha hecho de muchos países auténticos paraísos en todo sentido.  Costa Rica tiene la gente más linda del mundo.  Entonces, ¿por qué no convertirlos en los más ricos del planeta?  Por lo menos de la América Latina.  ¡Tenemos con qué!
            Si le gustó esta “Chispa”, piense de cuántas maneras podemos lograr los objetivos aquí esbozados.  Entre todos podemos encontrar soluciones que nos beneficien a todos.  El bienestar del pueblo no es solo cuestión del gobierno.  Somos nosotros, a través de este, los que debemos escoger nuestro futuro: o entramos en el mundo capitalista como tales, o seguimos siendo “productores de café y banano”.   Pero recuerde que el trabajo no es fácil, y que hay enemigos internos que nunca estarán de acuerdo con estos planes.  Así que no espere que el gobierno por sí solo, ponga en marcha un proyecto de capitalismo masivo.  La Oligarquía jamás accederá a nada que represente el mínimo peligro para ella.  Es solamente el pueblo quien determina su destino.
            Fraternalmente
                                               RIS        Correo electrónico:      rhizaguirre@gmail.com

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