926 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica
del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA TOMA DE DECISIONES
No,
no se trata de escogencias de mercadotecnia o empresariales, sino de las más
simples y complejas a la vez: las de
nuestras vidas. Aquellas que
rehuimos en forma tan diligente a lo largo del tiempo. Esas decisiones que SABEMOS son obligatorias y que NO
deberíamos aplazar abroquelados en el escudo de la indolencia, el engañoso
“mañana”, o la certeza de que no importa diferirlas para un tiempo más
propicio… en el futuro. Diariamente
tomamos decisiones sobre idioteces que en realidad nada importan, pero sobre lo
más importante que es nuestra existencia, dejamos la tarea pendiente… para
mañana… todos los días. Y por eso nuestras vidas se convierten en
madejas con infinidad de hilos sueltos, con infinito número de tareas sin
concluir; en una sensación general de que todo está incompleto, de que no hemos
realizado la gran obra que nos correspondía.
Que el resumen de nuestro inventario es un vacío enorme.
¿Por
qué NO tomamos las medidas adecuadas
y sensatas? Las que eran obvias, como
es casi todo en la vida. ¿Por qué permitimos que otros lo hicieran por
nosotros y nos dejamos arrastrar por la corriente de la indolencia? Quizás hagamos esto debido a una actitud
derrotista interna, la cual nos sirve como justificación a nuestros fracasos
personales; o bien, como una excusa para tener a quien culpar de nuestros
errores. Véase que todas las ofertas que
nos plantea la vida, se dan porque las buscamos (incluso, muchos de los
accidentes físicos), y siempre vienen acompañadas de las correspondientes soluciones. Es un hecho que todos los problemas vienen
con sus respuestas, buenas y malas. Así
que el dilema NO está en los
desafíos sino en la actitud que tomemos ante ellos, en la escogencia que
hagamos. Revisen cualquier decisión
importante que hayan tomado hace cinco, diez o quince años (ya sin las
emociones del momento) y estudien cuál hubiera sido la mejor elección. Verán que salta a la vista con una simpleza
abrumadora. Y eso nos avergüenza.
¿Es
solo el factor emocional el que nos lleva a las malas escogencias? El marido o la esposa que escogimos puede que
no haya sido la mejor; pero eso debió ser notorio siempre, y no son necesarios
diez o veinte años para conocer a nuestra pareja. ¿O esto solo es un pretexto más? Entonces, ¿por qué elegimos a esa persona
que, a la luz de un análisis elemental, no era la que nos convenía? ¿Por
qué no estudiamos esto o aquello, o por qué estudiamos y no nos dedicamos a
vagar por todo el mundo? Y más
importante todavía que el error es la corrección de este, lo cual nos lleva a
otra decisión que NO TOMAMOS a
tiempo: cortar los lazos que nos unen a
gente o situaciones que no nos convienen.
Pero resulta que en el ínterin del mientras
tanto, nacieron hijos, que son otra clase de enredo que no es fácil
evadir. Entonces la toma de decisiones
se hace más compleja, más dramática e involucra sentimientos más profundos y
encontrados. El aspecto sentimentaloide
aflora y nos abandonamos a nuestro destino, que tampoco sabemos qué cosa
es. Nos resignamos a sufrir al mismo
marido o esposa, y bajo el pretexto de los hijos, renunciamos a la vida.
Las
emociones (enamoramiento y otros) son culpables de muchos errores de escogencia,
pero no de la persistencia de la conducta errada; podemos casarnos “locos” de
amor, pero ese estado de demencia es
temporal y el raciocinio retorna para señalarnos lo correcto. Entonces ¿por qué persistimos? ¿Por qué no nos tomamos el tiempo necesario
para REFLEXIONAR? ¿Por qué las personas se precipitan a tener
hijos que los comprometerán de por vida?
¿Por qué NO tomamos las rutas
adecuadas, que siempre están a la vista?
¿Es solo una cuestión cultural propia de chinos, árabes, negros y
latinos? ¿Por qué permitimos que en
nuestras vidas prevalezcan situaciones nocivas o enfermizas, que podríamos
resolver en un instante con solo tomar una DECISIÓN? Soportamos gente, cosas, situaciones,
relaciones sociales y laborales que nos causan angustia; callamos cuando tenemos que hablar, damos la vuelta cuando debemos
encarar, disimulamos cuando deberíamos luchar. Somos ciudadanos
dóciles, amaestrados para soportar de todo, como si la infelicidad fuera una obligación humana, una fatalidad
inevitable. Elegir es incómodo, a veces
doloroso, pero siempre conduce a la liberación, a situaciones diferentes que al
principio pueden parecernos desagradables, pero que a la larga resultan
placenteras.
La
incapacidad o limitación para solucionar
es cuestión de CARÁCTER. Si lo tenemos, es probable que cometamos
muchos errores, pero al final, el balance será positivo; pero si somos
pusilánimes, toda nuestra vida será un calvario de remordimientos acumulados,
de frustraciones cotidianas, de odios y resentimientos disimulados. De tolerancia negativa. De apaciguamiento sin sentido ante los
abusos de los demás: maridos, esposas, hijos, jefes, políticos, amigos,
familiares y todos los que nos rodean.
No decirle al hermano que nos visita que su hijo es un malcriado NO es tolerancia sino falta de carácter. El deseo “de
agradar a los demás” nos conduce a posponer nuestros intereses y adoptar
posiciones serviles que, posteriormente, nos martirizan y nos crean esa carga
de arrepentimientos y emociones contrapuestas. ¿Por
qué somos incapaces de decirle a alguien que estamos hartos de su
presencia? Y más fácil aún ¿por qué
no nos largamos cuando todavía estamos a tiempo de un nuevo comienzo, con otras
personas, en otro sitio?
Nos
entrenamos con facilidad para tomar decisiones empresariales, pero somos nulos
en aplicar esa técnica a nuestras vidas.
Ni siquiera por nuestra supervivencia emocional, afectiva o física. Vivimos “agachándonos” y permitiendo que
otros decidan por nosotros. Y lo que es peor, dejamos que personas
inútiles e idiotas lo hagan. Tómese
un buen tiempo para REFLEXIONAR
profundamente sobre este tema. Sin
pelear, culpar, contradecir, justificar, admitir o condenarse. De manera tolerante, abierta y honesta. Piense en su vida como consecuencia de las elecciones
(buenas o malas) que hizo; y medite en lo que hubiera sido su destino si
hubiera hecho las escogencias correctas, las que eran obvias, una vez despejada
la madeja de las emociones populacheras con las que se justificó en aquel
tiempo. Puede ser entretenido o agrio…
pero útil.
Fraternalmente
Ricardo
Izaguirre S. E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Blogs: La Chispa
http://lachispa2010.blogspot.com/ con
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