jueves, 3 de enero de 2013

478 El cuarto de baño

478   “LA CHISPA
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
EL CUARTO DE BAÑO
    Construir, comprar o alquilar casas parece ser una actividad exclusiva de jóvenes, y talvez esa sea la razón de la falta de cuidado o visión en el diseño de los baños. La economía de espacio es para aquellos que no encuentra dificultad alguna para moverse dentro de un “cuadrito” de 1.50 m por 1.20. Ahí ponen esa pileta con muro, el inodoro pegado a la cortina o a la puerta corrediza; y casi encima de la taza, el lavamanos y el cajoncito con espejo donde se guarda de todo. Moverse dentro de esos lugares requiere una habilidad de contorsionista propia de gente moza, que los viejos y los gordos no tenemos. Y cuando la pareja se ve obligada a utilizar ese espacio simultáneamente, deben realizar verdaderas acrobacias para cepillarse los dientes o secarse los pies el que salió del agua. El palo donde se tiende el paño queda por encima de la tapa del servicio, y el otro pañito hay que ponerlo a la par del lavabo, un poquito arriba del papel higiénico. Y ahí no queda sitio para nada más; talvez el desodorante de ambiente que se coloca sobre la tapa del sanitario. O el cepillo de limpiarlo, el cual se ataruga debajo de la caja del agua.
      ¿Por qué esa tacañería con una parte tan vital en nuestras vidas? Hay dos sectores del hogar que deberían ser generosamente acondicionados: el cuarto de la regadera y la cocina. Es esta “Chispa” solo hablaré del primero, porque como viejo que soy, me toca sufrir ciertas incomodidades que me eran indiferentes cuando tenía treinta años o menos. Es por eso que hago esta recomendación a toda la gente joven que va a construir su casa: no sean avaros con esas áreas. Piensen en el futuro y en las necesidades y limitaciones físicas que vendrán con la edad. Nunca se sabe cuánto duraremos, y cuando menos pensamos ¡zas!, estamos viejos. También a los constructores les aconsejo que piensen en la forma de hacer que esos cuartos sean algo más agradables que un cajoncito mal oliente, mal ventilado, sin iluminación y lleno de problemas de limpieza. Primero que todo, veamos la contradicción que se ha generalizado en esa parte de la casa: ducha y “eso” se encuentran dentro del mismo lugar, lo cual es, a todas luces, antihigiénico. Los malos olores que se generan ahí quedan en el aire, por más que se intente disimularlos con Glade o Aromatex. Son millones de bacterias que se quedan flotando en la atmósfera y se “pegan” en el cuerpo húmedo del que se ha duchado. Es por eso que este servicio debe situarse en una zona aparte, con buena ventilación. Además, para garantizar que el baño no queda restringido mientras alguien hace uso del “hueco”, pues por más familiares que seamos (marido y mujer), es algo indecoroso que uno aspire los malos olores que emite el otro, o que lo miren limpiándose el trasero. Eso es algo vergonzoso que a nadie le gusta, es impúdico. Incluso que nos vean secándonos las partes íntimas no deja de ser algo chistoso cuando no, desagradable.
      En muchas casas construyen los inodoros de tal suerte que si alguien tiene las piernas muy largas no puede cerrar la puerta, o bien, tiene que abrirlas para hacerlo. El escusado DEBE SER SOLO ESO. Algo cómodo, con buena ventilación y, además, “bonito”. Así como lo arreglan las amas de casa. También debe tener un bidé, otro instrumento valioso en la higiene, pero que NO DEBE ser utilizado con “público” (el marido) porque como dije, resulta cómico y de mal gusto. Ahí debe ponerse un buen lavamanos con espacio para los paños, jabones, desodorantes y todo lo que sea necesario para el aseo de ese lugar. Y como dije, talvez algún día sea necesario entrar a él en silla de ruedas o con muletas; de ahí que sea necesaria no solo una disposición ergonómica sino una puerta bien ancha.
      En cuanto al baño, este debe ser solo eso: el sitio para ducharse. Sin que produzca asco o aprensión la idea de que allí mismo queda ese objeto tan necesario pero desagradable, con su taza semi llena de aquella agua asquerosa en donde se podría caer los objetos, la ropa, el jabón o el cepillo de dientes. Ese miedo es eterno. Este espacio debe ser grande, con anaqueles, tocador y todos los objetos propios de la higiene, sin que se encuentre en “contacto” desagradable con ese foco de suciedad sicológica que es el retrete, porque gústenos o no, siempre emite malos olores, aunque estos solo sean producto de nuestra mente. Ningún baño debe tener esos peligrosos muros que son fuente de los más terribles y trágicos accidentes hogareños. Allí se fracturan miles de caderas y otros huesos. Solo debe tener una inclinación hacia el sumidero y, como el escusado, debe estar provisto de puerta amplia que permita introducir gente en camilla. ¿Han tenido que asear a una persona mayor en uno de esos baños con esos agresivos muritos y puertas estrechas? Y no solo con viejos, sino con jóvenes o niños enfermos que puedan llevarse hasta la aspersión en una silla de ruedas o una camilla especial. El piso debe ser antideslizante y, si es posible, acolchado. En esta área NO DEBE HABER objetos o muebles con los cuales puedan chocar las personas si resbalan y caen. Solo la cortina con la cual se pueda amortiguar parte de la caída. Deben tener iluminación natural y abundante.
     Cualquiera se atreve a “hacer el amor” en el piso de una ducha, mas NO en el de un evacuatorio, por más limpio que esté. Revolver ambos es una economía MAL ENTENDIDA. La ducha debe ser un pequeño “saloncito de belleza” hogareño, en el cual no deber tener cabida ese desagradable agujero “tragador” de inmundicias. Todo water closet desentona allí, aunque por tradición, “economía” y mal gusto, se haya considerado que deben ir juntos en el mismo punto. Piénselo bien, bañarse es un acto de limpieza, cuidado personal y embellecimiento. Defecar es algo vulgar, desagradable y lleno de malos olores, aunque sea una función tan vital como comer. Es la antítesis del aseo, en esencia, una acción antihigiénica, por más que la adornemos y pretendamos disimular su naturaleza ridícula y ofensiva. Aquí la segregación es un acto obligatorio para deslindar dos actividades contrarias en su naturaleza.
Bañescamente
RIS.

1 comentario:

  1. Qué interesante razonamiento. Estoy de acuerdo, al igual que estoy de acuerdo en que todas las casas deben de tener cuarto de biblioteca.

    Sí debo señalar un sesgo sexista: El arreglo "bonito" de los baños, no solo debe recaer en las mujeres, tal y como la patriarcal designación de roles señala. Esta tarea deben acometerla todas las personas.

    Pregunta: ¿Por qué el acto de defecación ha de considerarse vulgar? Pienso que hay reminiscencias bíblicas en este reclamo.

    Feliz año nuevo, Ricardo.

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