115 “LA
CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los
abusos del Poder”
¿NACIMOS PARA ESTAR CASADOS?
¿TODA LA VIDA?
Todos los indicadores sociales
compulsan al individuo (hombre o mujer) a la aceptación de la idea de que el
matrimonio es PARA TODA LA VIDA.
Desde luego que esa es una vieja propuesta religiosa, defendida con gran
convicción, precisamente, por aquellos que nunca cometen ese tremendo error de cálculo:
los curas. ¿Para toda la vida? Eso parece ser demasiado para unos seres cuya
naturaleza en tan voluble y cuya sexualidad tan caprichosa no puede ser
acallada por la noción del compromiso matrimonial. No existe la fidelidad a ese nivel: no hay hombre
o mujer fiel en ese aspecto (el sexo) tan sobreestimado de la relación
matrimonial, pero como este ha pasado a ocupar el punto focal de esa sociedad,
el resto de problemas se supeditan a él.
Incluso se dice que “si la cuestión del sexo anda bien, todo lo demás se
arreglará solo”. Pero el sexo
monógamo aburre... tarde o temprano. Y la infidelidad empieza a aparecer en sus
múltiples ofertas de tentación: fotos, revistas, enamoramiento de estrellas de
cine, figuración de que estamos con otra-o cuando hacemos el amor. Porque la verdad es que esa emoción de la
primera relación sexual con alguien, ES ÚNICA E IRREPETIBLE. Ver por primera vez la
desnudez plena y mágica de una mujer, es un milagro que nunca se vuelve a dar
para el mismo hombre. No importa lo que
pase después. No puedo saber cómo será
para las mujeres, pero por la ley de la analogía, se puede imaginar. El pudor inicial es único... temible,
embarazoso, hace temblar; excitante al grado del asombro y el encanto. Pero...
¿Qué es el
sexo cuando se tienen veinte o veinticinco años de casados? Una especie de gimnasia
terapéutica para cuando no se puede dormir, o para calmar los nervios después
de un día ajetreado. La desnudez de la
esposa es menos atractiva que la del póster del almanaque que hay en la
oficina. Y supongo que para la mujer
debe de ser peor, debido a las limitaciones que la sociedad, los hijos y la
religión le imponen en relación con su conducta sexual: debe ser fiel, de un
solo hombre...por el resto de la vida.
No debe desear nada que no sea con su marido. Desgraciadamente el sexo ha sido elevado a la
categoría de punto único de la agenda matrimonial: todo gravita a su
alrededor. Nada importan los hijos, los
años de compañía, comprensión, amistad y cariño mutuo, si alguno en la pareja
comete un simple desliz de una aventura sexual extramatrimonial, todo lo demás
se convierte en basura.
Un buen marido, padre, AMIGO considerado y atento, buen proveedor
y cariñoso; incluso buen gimnasta sexual, se convierte en un monstruo aborrecible
si falló en ese campo, aunque solo sea una vez.
El hombre y la mujer han sido “manipulados” por la religión y la
sociedad, para que actúen como ejemplos de escarmiento para los demás. Han sido obligados a una conducta postiza e
irracional que casi ninguna bestia sigue en su sexualidad.
Lo mismo, y PEOR TODAVÍA, es lo que le pasa a la esposa que sucumbió a la tentación siempre
agradable de un contacto sexual nuevo.
De nada le sirve haber sido la mejor AMIGA, sirvienta, buena ama de casa y mejor madre. ¡A la pira si falló! Lapídenla.
Todo lo bueno que hizo vale un tacaco; sin embargo, ¿quién ha dicho que el culpable de una aventura sexual
deja de ser todo lo que hasta ese momento ha creído el cónyuge? ¿Qué es lo que hay detrás de esta feroz
conducta revanchista que nada tiene que ver con el AMOR? ¿Vanidad, “amor propio”? Incluso el enfoque que la Ley le da a la
cuestión sexual es limitado, errado y dirigido hacia el cumplimiento de puntos
de vista sociales o religiosos, es decir, hacia estereotipos ajenos a esa
poderosa verdad que es el sexo, entrañablemente ligada con las personas que
necesitan otra cosa de sus vidas. NO SE PUEDE
REGLAMENTAR LA VIDA SEXUAL DE NADIE. Vean
que ni siquiera los mandatos de la Iglesia al respecto han sido obedecidos
jamás. Entonces, ¿cuál es la verdadera
razón para convertir la monotonía sexual de los matrimonios, en un calvario que
debe afrontarse como un sacrificio en aras de una institución decadente,
artificial, tediosa y, a veces, sin sentido?
¿Es el matrimonio un compromiso social solo para criar niños? Y una vez engendrados, ¿deben el hombre y la
mujer anularse en beneficio de los hijos?
¿Es ese el propósito único del matrimonio? Porque si es así, qué tristeza, a pesar de lo
que diga la Iglesia y las “normas sociales establecidas”. No puede ser ese el máximo objetivo de la
vida de una mujer: convertirse en abeja reina, estacionarse en un sitio y
dedicarse a parir y parir nuevos ciudadanos.
¿Y “su” vida qué? ¿Qué hay de sus
sueños, de sus fantasías y deseos sexuales?
Exactamente, ¿qué hay de su SEXUALIDAD? ¿Está condenada, por el resto
de su vida, a convertirse en un simple ejercicio sexual monótono de su marido,
cuando a este no le salió algo más divertido en la calle? ¿Eso es todo a lo que puede aspirar respecto
al sexo? El sexo no es algo baladí,
accesorio al matrimonio y que solo sirve para engendrar niños estorbosos. El sexo es una fuerza indomable que solo se va
amainando cuando la vejez llama a prudente y obligado reposo. Sin embargo, en la mente sigue vivo y
arrollador, si no, que lo diga esa infinidad de viejos verdes que viven soñando
con glorias pretéritas en el campo de la sexualidad. El sexo nos acompaña de la cuna a la tumba. Así que esta fuerza desbordante de la
naturaleza, NO DEBE SER ENCAJONADA en un
recipiente tan estrecho y, tarde o temprano, tan aburrido como es el
matrimonio. No se regula la furia de un
huracán; no se le trazan cauces a una avalancha ni se le prefija sendero al
trueno.
No
es que deba desecharse el matrimonio como institución familiar, sino que deben
redefinirse sus objetivos y los derechos de los firmantes. Y uno de ellos DEBE SER LA
LIBERTAD SEXUAL, sin que el ejercicio de este, apareje
todas las desgracias familiares que ahora recaen sobre el hogar “víctima” de
esta tendencia natural e irrefrenable en el género humano.
Incluso el término “infidelidad”, que tiene una enorme carga
peyorativa, debe eliminarse del contrato matrimonial. Quien tiene una aventura sexual NO ES INFIEL. Simplemente acató (fue víctima)
un mandato natural más poderoso que el hambre o el miedo. Infiel es una categoría horrenda que coloca a
la mujer y al hombre al borde del infierno social. “La-o dejó por infiel” es un
estigma inmerecido por una causa tan natural e inevitable. Y en el lenguaje coloquial es más duro
todavía: “La dejó o lo dejó por la doble pe: por puta, o por perro”. Y comentar eso, se convierte en el
deleite de la sociedad, la vergüenza de las familias, el dolor de los
hijos y la ambrosía de los abogados de divorcio.
No debe reglamentarse nada que sea claramente superior a cualquier
“buen propósito”, ley o mandato. Ni el
Yavé de la Biblia pudo hacerlo, a pesar de todos los trucos de los que se
valió, como “La ley de los celos”.
El mundo está lleno de hombres guapos y mujeres bellas que se desean
mutuamente. Incluso los feos. No es menor en estos el llamado incontrolable
de la sexualidad. ¿Casados para
toda la vida? Talvez, pero con libertad sexual.
El descalabro de buenos matrimonios (familias) es por culpa de haber
centralizado el concepto de fidelidad únicamente en el sexo porque, ¿quién puede ser más fiel que una madre que cuida como leona feroz
su hogar y la integridad de sus hijos, o las finanzas de su marido? ¿Y puede un desliz sexual convertir todo eso en nada? Nadie es propietario de otro y, por lo tanto,
no tiene derecho a imponerle su presencia para siempre; tampoco nadie está
obligado a serle “fiel” a una persona que hace tiempo dejó de
tener algún interés sexual para él o ella.
Todo dependerá de una nueva cultura que se forme al respecto en relación
con las parejas. Se necesita, urgentemente, una nueva visión del matrimonio,
dictada por la naturaleza y no por conceptos sociales o
religiosos. O por lo menos, que se tome
en cuenta esa faceta humana que no puede ser reducida a fórmulas legales o
prejuicios de una falsa ética.
Matrimonialescamente
RIS
Correo electrónico: rhizaguirre@gmail.com
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país.
Es cierto estan mal los que castigan por algo que es natural ,tal vez seria mas pacific no abria problemas para las parejas ni familias ni hjos , ser libre sexualmente , y no hacerlo seria ir en contra de la naturaleza , se corrompe pero, te recuerdo , creo que deves ser una chica ,que somos libres ,de elejir lo q se te plasca o com se dice ,pero te atenes a las consecuencias pero no legales ni morales ,ni de religion , si no de amor o de dios que es lo mismo , porque la bilblia dice que no estas obligado si no que tenes la opcion de elejir de amar o no amar pero no estar obligado , hacer cosas que no son familiares , a otra cosa lo primero no es cojer lo primero es amar y amr es que el otro este bien si tu familiar te necesita bas a estar con el porque te importa porque es importante que los otros esten bien no estar cojiendo todo el dia ves , fiajte si un dia estas mal que te importaria que nadie se acuerde de vos porque estamos todos cojiendo o que alguien vea lo mas importante y te ayude mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm pensa mas un poco las cosas .que te balla bien. Y nadie dice que te abtengas a nada ni a tus sueños ni al sexo, si no que primero lo primero el amor, jamas te a llevar a mal camino, y si no fijate en alguien que solo le importa el sexo o el dineo o la bellesa, fijate como terminan ,fijate como terminan ,
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