viernes, 22 de noviembre de 2013

984 El Crediplástico



984    LA CHISPA        

EL CREDIPLÁSTICO

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano se fundamentan los abusos del Poder”     

       Son innegables las ventajas de la modernidad comercial.  Como el crédito, los préstamos, la “internetización” bancaria, los cajeros automáticos y el sinfín de servicios financieros que se obtienen de la banca nacional y privada.  Y ni qué decir de las famosas tarjetas de crédito y débito.  Es cuestión de magia pura que hace que hasta el más arrancado, se sienta como un magnate con su racimo de tarjetas de crédito.  Y hasta el que vende “copos” por las calles, tiene su línea inalámbrica con los bancos, y recibe cualquier tipo de tarjeta con la que le puedan pagar.  Dinero plástico se le llama.  Práctico a más no poder.  Además, nos confiere estatus, categoría de gente caché.  El que solo pide la cuenta y saca su rollo de tarjetas de todos los colores y logos imaginables.  El dinero plástico nos hace sentirnos importantes, como si tuviéramos montones de dinero en el banco; y ese, quizás, es uno de los trucos más efectivos que estas empresas utilizan para reclutar bobos en ese inmenso ejército de “tarjetahabientes” que hacen las delicias de estas entidades que fabrican clavos de oro gracias a la estulticia de millones de estos inconscientes. 
            “Libre empresa” es el lema bajo el cual se cobijan estas transnacionales parasitarias que exprimen los bolsillos de miles de millones de “clientes” que, irreflexivamente, hacen uso de estos servicios.  Bajo el tutelaje de la “libertad empresarial”, se dan el gusto de expoliar a millones de personas carentes del más elemental sentido común.  De gente ingenua que debería ser defendida por los gobiernos de cada país.   Pero parece que estos consorcios tienen patente de corso para hacer lo que les da la gana en materia financiera, y bajo el pretexto de que ellos no dan las tarjetas “a la fuerza”, han creado un fuero especial que les permite cobrar lo que les da la gana por sus créditos.  Hasta el sesenta por ciento, en algunos casos.  No sé cómo anda este asunto en otros países, pero en este, los intereses son abusivos en la totalidad de estas empresas.  Y el ESTADO nada objeta; se lava las manos, es la sacrosanta empresa privada, la cual NO permite la intromisión del Gobierno en sus asuntos privados.  Y como los clientes de este sistema son “voluntarios”, asunto cerrado.  Si usted se embarca con una de estas garroteras del crediplástico, es problema suyo.  Está en manos del Diablo, pues ellos tienen todo en su favor, y usted, todo en contra. 
            Pero… ¿justifica la cuestión de la libre empresa los abusos financieros de estas empresas?  ¿No deberían estas financieras tener topes fijados por ley, sin importar que las suscripciones de los “clientes” sean materia de libre albedrío?  El Estado NO DEBE dar por válido que todo el mundo (aunque sea adulto) tiene la capacidad mental suficiente como para discriminar las trampas que estas fiduciarias les tienden.  La banca privada (en todas sus modalidades), constituye un terreno cenagoso en donde los usuarios suelen ser sorprendidos desagradablemente.  Y es aquí en donde el Estado DEBE INTERVENIR, poniendo coto a los tipos de INTERESES, modalidad de los contratos y, sobre todo, a los arreglos de pago.   ¿Cómo es posible que esta gente cobre el CUARENTA POR CIENTO o más a sus deudores?  ¿En qué momento y por medio de qué mecanismos lograron estas empresas esa libertad total para fijar el monto de los intereses que cobran a sus clientes?  A su capricho.
            Ya sabemos que el sistema del crediplástico se sustenta en la INDOLENCIA de los usuarios (a veces inocencia o fanfarronería) pero eso no debe ser suficiente razón para que el Estado le dé su aval a semejante tipo de usura.  La simplonería del público usuario, NO DEBE ser la única razón que justifique este atropello que, en contra de las economías familiares, llevan a cabo estas garroteras transnacionales.  En cualquier clase de trato comercial, cuando uno de los dos elementos es un vivazo, y el otro, un ingenuo, el ESTADO TIENE LA OBLIGACIÓN  de intervenir mediante leyes que establezcan la equidad en el trato.  Es cierto que debe garantizarse el dinero de los inversionistas, pero esta garantía no debe llegar a los extremos actuales, en donde estas empresas gozan no solo de la impunidad para fijar los intereses, sino de todos los recursos legales que les permite el acoso, embargo, maltrato y todo lo que quieran hacerles a sus clientes que, por alguna razón, han quedado incapacitados para hacerle frente a sus deudas.
            No cabe duda que el crédito y el dinero plástico son una gran cosa; que facilitan las operaciones comerciales y el servicio a los clientes; sin embargo, DEBEN SER REGULADOS POR LEY.  Pero por ley del ESTADO Y DEL PUEBLO, Y NO DE LAS GARROTERAS.
            Sabemos que hay gente compulsiva para las compras y los créditos y que, cuando les abren esa posibilidad, se vuelven locos-as y son incapaces de refrenarse y llegan a comprometer seriamente la economía hogareña.  Pero como no es posible saber quién es quién, el Estado debe fijar las reglas de los créditos de manera oficial.  Existen decenas de estas empresas que ofrecen estas tarjetas incluso por teléfono.  Con todo tipo de propaganda y sebos para engatusar clientes.  Y esto NO DEBE SER.  El crédito es algo que los bancos (privados o estatales) deben conceder bajo ciertas normas y procedimientos formales, sometidos a una legislación especial y muy clara en todos sus pormenores.  El crédito entraña serios peligros, pues compromete la estabilidad económica de las familias, y eso DEBE SER DEL INTERÉS DEL ESTADO.   No puede ser que cualquier irresponsable sea portador de un rollo de tarjetas de crédito que le permitan enjaranarse más allá de sus posibilidades actuales o futuras.  Y como las garroteras (no sé cómo ni por qué) saben nuestras vidas y milagros en detalle, no pueden alegar que “no sabían” de las posibilidades de pago de determinado cliente.  En la actualidad, esta gente posee la información financiera de TODOS los ciudadanos (posibles clientes) de todos los países.  Nada se escapa al ojo avizor de los amos del “Crediplasctic”; son como el Espíritu Santo: todo lo ven, todo lo saben (¿en contubernio con el Estado?).  Así que ellos mismos deberían estar obligados, por ley, a limitar el crédito de aquellos clientes que no tengan mayores posibilidades de pago. 
            Hace falta una legislación que considere los intereses de los ciudadanos y no solo los de las fiduciarias.  El Estado tiene la OBLIGACIÓN de hacerlo, pues en muchos casos, el pueblo es como un niño al que se debe proteger de su propia irresponsabilidad e inconsciencia.   A esta gente no le importan los consejos ni los avisos; no tienen mesura alguna cuando tienen una tarjeta de crédito en sus manos; son suicidas del Crediplastic, víctimas que deben ser protegidas, en contra de su voluntad, por leyes estatales que velen por los intereses de la familia.  El crédito es útil cuando se utiliza sabiamente en operaciones productivas; pero cuando solo es para “gastar” dinero en la adquisición de tiliches, se convierte en una especie de haraquiri económico.  A estos kamikazes del Crediplastic les diría: no se metan con esas garroteras, no se enjaranen.  Obtengan solo lo que puedan comprar al contado.  Esa es la mejor manera de mantener a flote la economía familiar.
            Y al Estado, ¿qué se le puede pedir?  Este organismo conoce muy bien el problema, pero parece no importarle un tacaco.  Son demasiados millones (billones) los que se mueven en este negocio que tiene una semejanza con el de la coca: narcotiza a sus víctimas, y estas se vuelven colaboradoras voluntarios en su propia aniquilación.                                     
            Financierescamente
                                              RIS                                       Correo: rhizaguirre@gmail.com
Entrada al blog “LA CHISPA”                 http://lachispa2010.blogspot.com/


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