martes, 26 de noviembre de 2013

1014 "Machismo" femenino



1014  LA CHISPA       

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

“MACHISMO”   FEMENINO
        No hay duda de que la formación de los hijos (buena o mala) se debe al hogar; y en este, especialmente a la madre.  La escuela y el colegio solo son un factor complementario, pues las bases de lo que uno es, se reciben casi exclusivamente en el hogar.  Los dos ingredientes de la personalidad están dados por el carácter con el que se nace, y por el labrado y pulido que los padres realicen con amor (y a veces con rigor) en sus hijos.  Es en ese sitio y época cuando se plantan las semillas de lo que el hombre y la mujer serán.  Ahí se siembran los automatismos que luego se convertirán en conductas racionales en los adultos.   Mediante la manipulación subliminal, se introduce en la mente de los niños, aquellos programas que han de producir un determinado tipo de ciudadano que, aunque con tendencias malignas producto del carácter, tengan en esa formación básica, los recursos para el control de los comportamientos reprobables.  Una de esas actitudes censurables ante la vida y los demás, es la variante abusiva del MACHISMO (masculino o femenino).  Pero es necesario un pequeño análisis de este fenómeno antes de exorcizarlo como completamente nocivo.  El machismo es necesario y tiene un componente indispensable en la especie, en todas las especies, pues es aquel impulso que genera la conciencia de lo que cada macho es respecto a su grupo biológico.   Es cierto que implica competitividad, agresión, actitud dominante y territorial, pero también de responsabilidad y protección de las hembras, jóvenes y cachorros.  También genera el instinto gremial y asociación para la defensa.  Y aunque el intelecto crea una fundamental diferencia entre el hombre y las otras criaturas, en su fase biológica, este no difiere del resto de los animales; es un simio más de la manada; y eso siempre hay que tenerlo en cuenta.
Esa diferencia entre el Homo sapiens y el resto de los seres es la que nos da el derecho a demandar de este un comportamiento distinto.  Mientras que los animales se apegan estrictamente al programa inscrito en sus genes, el hombre puede introducir en sus patrones de conducta  ciertos elementos que son producto de la “educación”  hogareña y social.  Estas son las desviaciones del machismo que deben ser corregidas mediante la educación esmerada e inflexible.   El machismo es lo que se puede llamar, las condiciones ventajistas que se establecen en el hogar en beneficio de los niños (varones), y las cuales darán nacimiento al despotismo entre los adultos.  Y aunque parezca una aberración y un sinsentido, son las madres las que patrocinan este comportamiento equivocado y anormal.  Al principio, son actitudes que parecen inocuas y sin importancia; sin embargo, constituyen la letal semilla de una actitud posterior que habrá de desembocar, necesariamente, en los terribles abusos de género tan conocidos de todos.  Y aquí se vuelve a hacer presente el tema fundamental, la educación, pues es la carencia de esta, la que conduce a este flagelo de la sociedad.  Son estos niños (varones) malformados por un sistema doméstico mal entendido, los que están destinados a convertirse en hombres (¡y mujeres también!) que hacen víctimas de todos aquellos que son más débiles física o mentalmente. 
¿Cómo funciona esto?  Pues muy sencillamente.   Se trata de una estructura de servicios obligatorios que se implementa en el hogar, a favor exclusivo de los varoncitos menores que las niñas de la familia.  Muy a menudo, por infinidad de razones bien “justificadas”, estas son ocupadas como niñeras de sus hermanitos, lo cual conduce a una relación de vasallaje, tal como lo entienden los varones.  La niña pasa a ser su sirvienta, la que está a las órdenes del niño para servirlo en lo que sea.  Y eso, con la complicidad materna.  “Limpie a su hermanito”,  “Dele el chupón a su hermanito”,  “Limpie ese reguero que hizo su hermanito”,  “Aplánchele la camisa a su hermano”, y un etcétera enorme y bien conocido de todas las mamás.  La niña (futura mujer), es degradada a la condición de sirvienta de los varones (y eventualmente a la de sus hermanas menores), y ahí quedan plantados los nocivos gérmenes de lo que será la conducta machista del hombre ante la mujer.  En su mente, y no por culpa exclusiva de él, la mujer solo es una sirvienta; alguien que está ahí para su servicio y complacencia.  Eso es lo que vio y vivió en su niñez, momento de las impresiones indelebles, y ese sentimiento lo acompañará para siempre, de manera inconsciente; él es el producto de una mala “educación” familiar.  Parece contradictorio que las víctimas del machismo sean, precisamente, sus patrocinadoras inconscientes. (¿?)
Es cierto que las niñas mayores pueden (¿deben?) ayudar a sus madres en el quehacer hogareño, pero esta ayuda debe ser inteligentemente (factor educación) programada para que no se creen esos vínculos inconscientes e irrompibles que conducen al sentido de vasallaje.  Recuerden que la tendencia hacia el lado oscuro del machismo, es un impulso atávico en el hombre; sin embargo, este puede ser atenuado, incluso borrado, cuando la mujer se niega en forma terminante, y desde el principio de cualquier relación, a admitir ese papel de sirvienta en la convivencia de pareja.   Aunque solo sea “ama de casa”, sus deberes y derechos como socia del matrimonio deben ser claramente establecidos.  La mujer, y solo la mujer, debe darlos a valer.  Y desde el principio, pues si capitula en la fase inicial, su derrota queda establecida para siempre.   Comentario aparte merece la mujer profesional.  Sin embargo, debido a esas relaciones de familia en su niñez, muchas de estas mujeres conservan la tendencia hacia ese servilismo hogareño (modelo maternal): trabajan en su profesión, limpian, cocinan, cuidan los niños, lavan, aplanchan y etc. etc., lo cual solo sirve para reafirmar la tendencia machista del hombre.  Además, a liberarlo de lo que deberían ser obligaciones compartidas, concepto que está empezando a calar en los hogares modernos con buena educación.
Como podemos ver, la piedra angular de este problema es la mujer y su conducta derivada de la educación.  Y entre esos temas esenciales de la dominación, está el asunto de los hijos, cuya producción NO debe ser solo para el halago del marido, sino una decisión común y para cuando a la mujer “le dé la regalada gana” (como dice doña Gladys, una apreciable lectora de estas “CHISPAS”).  Ya se ha avanzado bastante en este campo, pero aún falta mucho.  Tener hijos no debe ser el peaje que paguen las mujeres para que alguien les dé la comida y les costee la casa.  Ese no es el camino de la libertad; por el contrario, en estos casos los hijos constituyen el peor grillete que les anula su libre albedrío y la capacidad para sentirse personas ante la vida.
Como hemos visto, el machismo es un mal corregible desde la niñez, en el hogar.  Y su implementación debe estar a cargo de los padres, en especial, de la madre, pues es esta la que está en mayor contacto con sus hijos y la que ejerce la máxima influencia en ellos.  Pero si sigue la conducta errada, se convierte en la gestora femenina del machismo masculino.  Y el segundo paso de esta batalla debe estar a cargo de las mujeres adultas, quienes deben definir claramente las condiciones de cualquier ayuntamiento.  Convivir con alguien no debe ser una ruleta rusa sin reglas sino un acuerdo inteligente en el que se contemplen todos los factores de esa relación y, principalmente, la cuestión de los hijos.  Estos no deben ser producto de la casualidad o los descuidos con el calendario, lo cual los convierte en indeseados.  Llegar a quererlos después, no mitiga lo que el hecho es en sí, ni les confiere la legitimidad afectiva que deberían tener desde antes de la concepción.  Así, pues, el machismo no es un vicio que aparece por generación espontánea en los hombres (y mujeres) adultos, sino que es un largo proceso que tiene sus raíces en los hogares; es ahí donde se siembran las semillas de este mal que tanto sufrimiento ocasiona en todas las sociedades y niveles culturales.
Que estén bien.                           RIS           
Correo: rhizaguirre@gmail.com     Blog “LA CHISPA”        http://lachispa2010.blogspot.com/

1 comentario:

  1. Muy interesante el tema pero difieron en su fondo porque el machismo es un fenómeno social. Atribuirle a la mujer la visión machista del mundo es un enfoque unilateral; convierte en "personal" lo que es "colectivo".

    Si el machismo es un fenómeno social, por tanto histórico, por tanto incorporado en la consciencia, su reproducción es colectiva. Personalmente, recuerdo a mi padre como la figura que más me socializó en el machismo y a mi madre como más deconstructora. Mamá, por ejemplo, nunca perimitió que por mi condición exclusiva de mujer, me convirtiera en su ayudante de los oficios caseros y esclava de los hombres de la casa. Mamá me quiso libre y me preparó para que me desenvolviera en el mundo "público" (reservado machistamente para los machos) y no en el "doméstico". Ella, que era una hacedora extraordinaria de repostería, ni siquiera quiso enseñarme una solo receta, pensando en que si lo hacía, me convirtiera en una repostera como ella y no en la profesional que soy.

    ¡El machismo es un producto histórico!
    ¡El machismo es reproducción colectiva!

    LOPE

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