1061 “LA CHISPA” (8/7/2016)
Lema: “En la indolencia cívica
del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿QUÉ
PASÓ, GERMANIA?
La pregunta es general, aunque nadie la
conteste. ¿Qué se hizo la “todopoderosa”
Alemania? La escuadra de otro planeta,
la aplanadora teutona, el equipo superdotado de la raza aria, la maravilla
tecnológica, táctica, técnica y racial.
¿Dónde está esa prensa servil que se ha dedicado a ponderar más allá de
la mesura a un buen equipo, como casi todo lo alemán, pero no más allá de eso? Una buena escuadra, sistemática (como todo lo
alemán), tesonera, esforzada hasta el martirio. Tozudos como solo ellos saben
ser. Pero nada más: unos aplicados
“jornaleros del fútbol”. Torpes y
desconcertados cuando el “asunto” se les salió del programa. Incapaces de resolver, mediante la
imaginación, inventiva, magia o improvisación, el enigma que les planteaba una
escuadra bleu que parecía depender de un libreto atolondrado que solo se
sustentaba en la capacidad de inventar sobre la marcha; en un lenguaje
futbolístico indescifrable para la mente robótica y sistemática del equipo
germano. Un enanito de cuatro pies de
estatura (Antuán) se convirtió no solo en su verdugo, sino en un enigma
irresoluble para la rígida y torpe mentalidad alemana.
En ningún momento pudo Alemania
demostrar la cacareada grandeza y poderío de los cuales la habían empapelado
sus propagandistas a sueldo (prensa, radio, televisión). Alemania es un “bluff” creado por la
publicidad. Una publicidad intimidatoria
cuyo propósito era derrotar sicológicamente a sus oponentes antes de los
partidos. Y todo eso, gracias al
gigantesco capital del cual dispone ese país para encumbrar todo aquello que es
favorable a sus intereses. Pero la
verdad es una: Alemania en un buen equipo, pero nada más. Una escuadra disciplinada, pero nada más, y
por eso se quedaron en el camino. Falló
una pieza de la maquinaria, y todo se derrumbó.
Bastó el error de Schweinsteiger para que todo su mundo de fantasía se
desplomara sobre ellos. Solo había que
ver la cara de su entrenador para darse cuenta de su impotencia. La angustia se apoderó de ellos e hizo
estragos en su ánimo y todos los componentes técnicos, tácticos y sicológicos
que le dan estructura a un equipo: cuando el liliputiense Antuán engañó al portero
alemán, cayó la cortina para los germanos y empezó el baile francés. También la angustia terrible de los cientos
de panegiristas gratis y pagados de la Selección alemana, la “todopoderosa”
campeona del mundo y “segura finalista y campeona de la Eurocopa”, según sus
más ardientes y bien pagados apologistas.
Se derrumbó el mito, y Alemania quedó en lo que es: un buen equipo, nada
más. Pero lo verdaderamente triste es
que todos los jugadores teutones se habían creído el cuento de la
invencibilidad germana. Así como se
creyeron lo de que son campeones del mundo por méritos propios o por una
superioridad incuestionable. Por un
campeonato dudoso, ganado en un país en donde todo es posible; en donde todo se
puede comprar.
Cuando los galos montaron el olé, olé,
la angustia de los alemanes alcanzó ribetes de tragedia, y su desconcierto
superó por completo la falsa seguridad que les había dado la propaganda masiva
y mundial que habían realizado alrededor de un proyecto futbolero, cuyo
objetivo era demostrar parte de la superioridad de Alemania. Pero el enanito Antuán los obligó a poner los
pies sobre la tierra y, además, a tragar la más amarga copa de acíbar. Nada más patético que el descalabro de un
ídolo con pies de barro. Ya herido,
cansado y sangrante, el toro germano terminó de desplomarse cuando el “español”
Griezmann le clavó en el lomo, hasta la empuñadura, el acero que le partió el
corazón y lo obligó a la rendición total, al desamparo, al luto y silencio de
todo un pueblo altanero. Cayó la Germania,
un buen equipo, pero nada más.
Todos los libretos de la prensa, radio
y televisión entraron en estado de shock, pues las dos estocadas de Antuán no
estaban presupuestadas en ninguno de los guiones de las grandes cadenas
difusoras; todo estaba programado para la victoria germana; así que se quedaron
sin lenguaje, sin comentarios, con las cajas destempladas, sin fanfarria, sin
trompetas ni autobombo. Los dos baldes
de agua fría que Francia les dejó caer a los alemanes, también pringó a los
miles de “cepillos” gratuitos y pagados que trataron, durante su feroz campaña,
de convencernos de que Alemania era superior y segura ganadora de la
Eurocopa. Y no se puede decir que su
campaña fue inútil del todo, pues algunos de los rivales a los que venció
Alemania, cayeron porque fueron vencidos sicológicamente más que
futbolísticamente. Algunos de esos
equipos, al igual que el Brasil del mundial, entraron derrotados de antemano;
no por el fútbol germano sino por la propaganda y, talvez, por otros factores
que son muy difíciles de probar; pero debido a como se mueven las cosas en ese
mundo de la FIFA y el campo empresarial, el fraude siempre está presente (caso
de la Volkswagen) y nadie escapa de él.
La arrogancia en el deporte se paga muy
caro. ¿Qué cree usted? Díganos.
Que la pasen muy bien y que disfruten
de la final.
Ricardo Izaguirre S. Correo: rhizaguirre@gmail.com
Blow: www.lachispa2010.blogspot.com
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